sábado, 2 de abril de 2011

Oro viejo I: Andrés Vázquez



 









Copiado a mano, la del señor Sol y Moscas, de Tierras Taurinas para recordar lo que es un matador de toros en estos tiempos de figuras de pitiminí

Comunión de Baratero y Andrés Vázquez

"A principios del mes de Agosto de 1969, don Livinio Stuyck me dio cita en Las Ventas... Cuando llegué a la plaza vi en los corrales la corrida de Victorino que estaba anunciada para el domingo siguiente, eran toros de siete u ocho años... algunos tenían más edad. Don Livinio me dijo que debía sustituir a Antoñete, quien estaba enfermo... le contesté que con esa corrida había razón para enfermarse... Te lo pido como un favor, me dijo... Tú eres un torero para San Isidro, pero necesito que torees ésta... Mis temporadas anteriores no habían sido buenas. No hay problema don Livinio, mato la corrida... ¡Y qué corrida! Había un toro que no se parecía en nada ni a lo de Saltillo, ni a lo de Santa Coloma... listón, colorado, grande... Se llamaba "Granaíno". ¿De dónde venía? Nadie lo sabía... Victorino guardaba silencio en un rincón... Era él, sin duda, el que le había dado a don Livinio la idea de llamarme. Le pregunté ¿por lo menos no estarán toreados? No, no... Obviamente, en el sorteo me tocó "Granaíno". No lo olvidaré jamás. Había cubierto a las vacas de un vecino, pero como Victorino estaba tieso se veía obligado a lidiar todo, no podía permitirse mandar nada al matadero. Apenas pudieron clavarle una banderilla, y tuve que pedirle al presidente que cambiara el tercio ya que la cuadrilla amenazaba ponerse en huelga... El mismo San Pedro no hubiera podido ponerle un solo palo... No lo habían picado, únicamente algunos refilonazos... de los que había salido huyendo. Había un silencio glacial en la plaza cuando cogí la muleta. La gente esperaba lo peor. Algunos me decían que no fuera al toro... Pero yo estaba lúcido. En cuanto me vio salir del burladero, "Granaíno" se me echó encima. Le di doce durísimos doblones por bajo, y cuando se detuvo, una vez que lo hube llevado a los medios, sin darle tiempo ni de respirar o de orientarse, le aticé una estocada en el hoyo de las agujas. ¡Pum! Al revolverse me miró directo a los ojos. Ese momento de duda fue mi oportunidad. Le tiré la muleta a la cara y escapé, no soy muy ágil corriendo, pero al llegar al burladero lo salté apoyándome en una sola mano, así de alto como es, del miedo que me inspiraba... "Granaíno" llegó al burladero justo detrás de mí, levantó la cabeza por arriba de las tablas, resopló y cayó patas arriba. Me dieron la oreja. Era un hijo de Satanás, que indudablemente ya había sido tentado... tenía diez u once años, vaya a saber...
Afortunadamente, después salió "Baratero", uno de los toros más bravos que he visto. Al observarlo salir de toriles me di cuenta de sus cualidades y dificultades. Tenía seis o siete años... persiguió a los banderilleros de un lado a otro del ruedo, y decidí jugarme el todo por el todo. Lo fui metiendo progresivamente en el capote, primero con lances a distancia, después, una vez que estuvo fijado, le bajé las manos y le pegué unas verónicas muy quieto, una tras otra, hasta rematar con una media muy seria que lo dejo frente al caballo, el cual entretanto había salido. Tomó cinco puyazos de los de antes... Y era cada vez más bravo... La bravura no es cómoda. Los toros bravos a menudo tienen mal carácter. Pero "Baratero" también era noble, aunque de una nobleza relativa... Me miraba con un terrible aire de superioridad, como si me estuviera perdonando la vida... El Rubio de Salamanca, que tenía que picarlo, me dijo al pasar, ¡maestro, que tengo hijos! No hay problema, le dije: te voy a pagar por metro... mil pesetas por cada metro de embestida... El toro se arrancó cinco veces desde los medios, el público estaba de pie, el picador también... Llegando al peto el toro se frenaba, humillaba, metía los riñones y empujaba... Una cosa increíble... Qué romanticismo. No quería más violencia... sólo empujar con fuerza. Victorino estaba de pie. Le hice salir al ruedo y le brindé el toro a él y al picador... Después le di a "Baratero" 19 pases. Ni uno más. Era imposible. Al salir de un pase de pecho de pitón a rabo, levantó la cabeza y me miró a los ojos... los suyos eran muy grandes... parecía decirme, se acabó... Si continúas te cojo... La gente estaba loca. Monté la espada, lo llamé, ¡eh, bonito, guapo!, y lo maté a cámara lenta. Después lo tomé por el pescuezo. Caminamos un poco, y llegando al tercio me miró antes de caer fulminado... Pedí la vuelta para "Baratero"... es el toro más bravo y más noble que Victorino haya lidiado jamás en Madrid. ¡19 pases! No me permitió ni uno más. Pero ¡qué pases, qué intensidad! Al comienzo seis o siete seguidos por alto, luego por bajo, la muleta siempre puesta, en la mano izquierda... Mis pies no salían del espacio de un pañuelo y mi corazón latía como si se me fuera a salir del pecho. ¡Es el toro más importante de mi vida! Fue un momento de gran espiritualidad, de gran complicidad entre toro y torero... Madrid comulgó, y ese día, más que nunca, fue el santuario del toreo... Un templo. El más grande del mundo. (...) Después de eso podía morir, me había realizado... nunca me he jactado de ser figura ni de nada... simplemente de ser matador de toros... ahí está la historia. ¡Cuando nadie quería ponerse delante de esos toros, yo lo hice!".

5 comentarios:

lesaqueño dijo...

no tengo palabras.
que cosa mas bonita.
muchas gracias por esta entrada

fabad dijo...

Realmente precioso. Andrés Vázquez, fue el último torero de las capeas.¡Un torerazo!. Ha hecho grandes gestas y Victorino le debe bastante.
¿De donde coño (con perdón) sacas estas historias (verdaderas)?.
A Andrés solo le pongo un pero y no tiene nada que ver con su torería. Con los aficionados no era educado. En Granada le he visto dar la espalda a un aficionado muy mayor que intentaba decirle que paraba en Villalpando cuando iba de viaje por admiración a él. Le dió la espalda e hizo un comentario soez. Los Toreros nunca han cuidado sus relaciones públicas, seguramente no les ha hecho falta y a mi siempre me ha parecido que la presión a la que están (o estaban)sometidos lo justifica, pero la educación, una vez retirados si es exigible.

Antonio Díaz dijo...

Se me ha pasado -enseguida lo rectifico- poner que es una transcripción manual hecha por el señor Sol y Moscas de unos de los Opus de Terres Taurines, en concreto el que hablaba de Saltillo.

Imaginaos, si es emocionante sólo leerlo, lo que sería estando en la plaza...

Algún día habrá que hablar de la edad de los toros, y de la "normativa" que impide lidiarlos a partir de los seis años. Yo, mientras no me hagan ver lo contrario, no estoy muy de acuerdo con la norma.


Por cierto, también le hizo mucho mal la polémica con el dueño de Palha cuando la cornada a Lancho. Al ganadero le faltó señorío, pero Corbelle y Andrés Vázquez fueron un poco, bastante, inconscientes anunciando, y animando, al inexperto Lancho a guerra tan dura.


Saludos

fabad dijo...

Yo que soy poco torista (cada día estoy menos seguro de ello)tampoco estoy de acuerdo con esa norma. Tampoco me parecería justo "exigir" un edad a los toreros...ni por arriba ni por abajo.

Enrique Martín dijo...

Antonio:
Que buen orero que era y que suerte el haber podido verlo, aunque te confieso que en aquellos momentos no pensé que a toreros como este se les pudiera echar tanto de menos. No hay quien coja la muleta de aquella forma, ni que siempre pusiera la pierna por delante. Y esa forma de machetear al manso ese.
De la edad de los toros yo ni sí, ni no. Quizás ahora que tanto se preocupan los ganaderos porque no les pasen un toro, si pudieran esperar un poco más, puede que pasaran muchos más. No te digo que los torearan con diez años, pero seis o siete, ¿por qué no? Aunque al que se pusiera ahí habría que tomarle inmediatamente medidas para el monumento. Eso obligaría a muchos a aprender a defenderse y a torear, porque lo de los pases no valdría.
Un saludo