miércoles, 7 de marzo de 2012

O trincamos todos o tiramos el aficionado al rio


















 Eso fue lo que debió pensar Julián cuando fueron requeridos sus servicios por los Chopera para Málaga en Resurrección. Con José Tomás fuera sine die y las joyas de la corona del arte, Manzanares y Morante firmadas para Sevilla, era sabedor de que tenía la sartén por el mango. No hace un mes que saltara a la palestra el rumor sobre una posible retirada motivada por el matonismo empresarial, que estaba cebándose con él como buitres en la carroña. En el penúltimo Clarín era a Roberto Domínguez al que le tocaba hacer su papel de madre de la Plaza de Mayo, manifestándose con acritud ante las hipotéticas presiones y bloqueos castristas de la autocracia taurina. Antes y después de ésto, y entremedias, no ha habido semana sin comunicado, entrevista o nota de prensa del abanico de figuras insinuando represalias, haciendo público su pavor al tobillero Matilla, a la mirada santacolomeña de Simón Casas, al badanero Canorea o al trapío de buena romana de Martínez Erice. La de veces que hemos tenido que escuchar el lamento -desmentido por los mismos protagonistas- de que si el jédiez no crece es por el temor a la reacción de la patronal con el más modesto. Maestros del artisteo: pucheritos y victimismo no, que me enamoro. 

Ahora han sido los Chopera los que han tenido que tragársela doblada, no les ha quedado otra. El últimatum de Juli estaba cantado, a ver quién es el guapo que se presenta en su primera corrida de garabatillo en Málaga sin la única figura que quedaba libre. Así que han tenido que tragarse el sapo de contratar a Perera porque lo dice July. Y donde digo dice, también cabría impone, exige o presiona

El taurino que esté libre de pecado que tire la primera piedra.



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