viernes, 4 de diciembre de 2009

El nuevo Emperador



Valentia Edetanorum vuelve a tener emperador, como en los primeros siglos de nuestra era. La tradición de Emperadores locos, dementes, megalómanos y ávaros continuará a partir de MMX.

Nerón, al que la ciudad de Roma no le gustaba como estaba edificada, decidió prenderle fuego y reconstruirla a su gusto. El sitio donde decidió iniciar los incendios fue el Circus Maximus, lugar donde tenían lugar los mejores espectáculos con atletas, gladiadores y feroces bestias. Las llamas devoraron aquel majestuoso y simbólico coso. Las luchas, la sangre, los triunfos, las derrotas, y por qué no decirlo, los indultos a los gladiadores que se ganaban la vida en la arena frente a indómitas fieras, todo eso y más acabó con la tiranía de un emperador tan perturbado como caprichoso.


Calígula no le anduvo a la zaga a Nerón. Como muchos otros emperadores, alguno francés con nombre español triunfador en estos días, cambió su nombre real, Cayo Julio César Germánico, por otro con más gracia. Como no creía en sistemas ni en las instituciones, se pasó por el forro de la túnica las opiniones de sus allegados y nombró Cónsul de Bitinia a su caballo Incitatus. Se proclamó a sí mismo Dios, siendo frecuente verlo vestido de Venus, Apolo o de Hércules. Cuentan que terminó pervirtiendo y prostituyendo todo lo que tenía a su lado, Senadores incluídos. Hasta que hartos, le dieron una estocada en todo lo alto.

Ahora es Simeón Casae el nuevo Emperador de Valentia. Según él y su círculo pretoriano, se convierten en el segundo grupo en importancia del Imperio Taurino. Los valentianos ya pueden echarse a temblar, en su Circo Romano no volverán a ver gladiadores de primer nivel, tendrán que conformarse con los últimos y mediocres esclavos del escalafón. Y de ver a El Mesías que se vayan olvidando, antes buscarán mil maneras de ultrajarlo y vilipendiarlo para terminar crucificándolo. Las alimañas que en la antigüedad se alimentaban con la sangre de los lidiadores serán trocadas por gatos callejeros y cabras enanas. Total, al Emperador le vale lo mismo para atestar el Circo y llenarse los bolsillos de denarios y sestercios de oro.


Molés y Benlloch serán los Poncio Pilatos del proyecto, los que dirigiran la tropa desde palacio y los que se lavarán las manos cuando las cosas se tuerzan. Buscando palanganas están. Por eso, son preferibles los ingenuos pero nobles consejos del caballo de Calígula que las oportunistas y nocivas ayudas del Fenicio.

2 comentarios:

sol y moscas dijo...

En toda Hispania (arriba y abajo del Ebro) reina Heliogábalo...

http://solymoscas.blogspot.com/2007/09/las-ferias-de-heliogbalo.html

un saludo

Paco Montesinos dijo...

Los plebeyos a pagar sus entradas al circo, los patricios no pagan por su divina cara, los fenicios y demás mercaderes siguen acumulando...
Las hordas de baárbaros amenazan al imperio y en especial a su circo. Esto es lo que hay en Hispania o lo que sea