viernes, 9 de julio de 2010

La tarde en que un Cebada se partió un pitón

Afeitado legalizado encubierto. Manolo Moreno




Plaza de toros Monumental de Pamplona. San Fermín. Cuarta de feria. Lleno. Toros de Cebada Gago para Francisco Marco, Sergio Aguilar y Morenito de Aranda.




Malos tiempos para la lírica, de vacas flacas -nunca mejor dicho- para el aficionado torista, y peores aún, los que vendrán para la familia de los Cebada. De un tiempo para acá, los cebaditas, un encaste -por lo menos yo lo considero como tal- siempre reconocible por las hechuras y comportamiento, han ido convirtiéndose en toros indescifrables en su conducta y forma, en híbridos de no se sabe qué. Ya no les sale, en exclusividad, ese toro astifino desde la cepa, acaramelado, armonioso, fino de cabos, sin kilos, pero musculado que era un tótem taurino. Ahora, también le pueden salir engendros, fetos sospechosos, con encornaduras y morfologías diferentes, y deficientes, como en el caso del primero que se partió el pitón como el que parte el gazpacho. Con 110 kilos de diferencia en romana, unos más que vareados, delgados en demasía; otros, más retacos. Resumiendo: no eran para Pamplona. Si no fuera por su leyenda y atractivo en los encierros... Por dentro, vanos de casta. Ni de la buena, ni de la mala, como se dice ahora. La suerte de varas no existió, acusaron blandura de remos, un desastre absoluto, que unido a los tres que han mandado hoy a la enfermería -sin gravedad- y el recuerdo de Barrera en Istres, van a hacer que esta entrañable familia ganadera pase su particular calvario. Y si no, al tiempo.






Como a perro flaco todo son pulgas, al pobre, pero honrado Francisco Marco, que anda escaso de oportunidades, le ha tocado en el lote un campamento entero de estos bichejos amantes de los cánidos. Sólo pudo matar un cebada, porque de torearlo, ni hablar. Sin opciones, o mejor dicho, sin posibilidad de torear según los cánones fraudulentos establecidos desde Capea padre. Una alhaja que llevaba en su primorosa testa una letra de cambio para hacerla efectiva en el cementerio. Estuvo voluntarioso, como es de esperar en esta clase de toreros ayunos de toro, pero un tanto bisoño. Se dejó ver demasiado, con un enemigo enfrente que veía lo traspuesto, y que tiraba gañafones como el maleante que tira de navaja. Lo decimos por activa y por pasiva: estos toros tienen su lidia, que diverge totalmente de la faena multiusos del derechazo picudo y el natural ayudado con el estoque. Ni que decir hay que siete, ocho, nueve minutos delante de ellos son como las exageraciones de Quevedo, pero sin gracia. Su segundo lo atropelló, se le metió, aún no sé muy bien lo que pasó, en el recibo capotero, dejándonos una de esas imágenes gore que mañana repetirán una y otra vez en el tomate, o lo que sea que pongan ahora. Hay personas que nacen con estrella y otras estrelladas. Francisco Marco, como tantos otros anónimos y buenos toreros, pertenece y lucha por salir del segundo grupo. Ojalá y lo consiga.




Sergio Aguilar tuvo que trabajar de más. Con tres se las tuvo que ver. Lo único que se llevó fue una cornada, -los toros no dan cornaditas- en la mano, después de plantear y perpetrar una faena sin pies ni cabeza. A lo loco. Son faenas que carecen de sentido si estribamos en que la gracia del toreo está -estaba, mejor dicho- en que el hombre, mediante su intelecto y el uso de la lógica debe de ganar en justa lucha al toro, que se sirve de su bestialidad y poderío. Si el hombre desestima al razonamiento y el toro carece de poder, nos presentamos con un espectáculo esperpéntico: un chaval raramente vestido empeñado en ponerle los muslos -porque sí- a una cuarta de los cuernos de un toro, con medio metro de lengua fuera, que recula para las tablas como diciéndole: `porque no´. A veces pasan cosas dantescas en esto de los toros. Lo de esta tarde lo ha sido. Y que conste que Aguilar es de esos toreros por los que uno puede apostar.



Morenito de Aranda medio se dejó ir a un inválido y humillador cebada, que según cuentan, `venía de lo antiguo´. No hace falta que lo juren, con lo antiguo se refieren a esos burís gaditanos calléndose como pelotas que demandaban todas las figuras. Luego la cosa cambió, echaron pitones, músculos, les salió la barba, se hicieron adultos y nació en ellos la casta a la vez que murió la fama y el cariño que procesaban entre las figuras. El ciclo del toreo. El caso es que un par de series con la derecha templadas y sin emoción le valieron para, por lo menos, imaginarse con una oreja en la mano. Su torpeza con el estoque le valió por un feo trueque: cambió la oreja de Asustado -vaya nombre- por una luxación de hombro que lo llevó a la enfermería, más poblada hoy que las patillas de Padilla. Una vez infiltrado, cosa que antes era de policias, ahora de toreros, salió a matar el quinto, que en realidad era el sexto. Normalmente dice el refrán que no hay quinto malo, pero como andabamos así, con esta ambigüedad en el orden, por culpa del desgraciado accidente de Marco, y no sabiamos si el toro era en realidad quinto o sexto, podemos decir en descarga del ganadero que este toro tuvo que ser malo por culpa de las cábalas del destino. Que no fue descastado y tontorrón por que más que sangre brava llevara horchata charolesa. No. La culpa, de las matemáticas, tan caprichosas e inexactas a veces.






4 comentarios:

kaparra dijo...

Mucha pena me ha dado esta ganaderia,y que conste que con esta ganaderia uno no se aburria nunca, fueran por bravos,como aquel que se "comio" a Bautista en el 2007,o por Satanases,de esos, ejemplos hay un un buen puñao. Pero lo de ayer fue muy triste,y lo peor es lo que les va a venir.
un saludo.

eltorodelajota dijo...

Antonio, la corrida de ayer me pareció mala y fea. Mi visión es similar a la que describes en el blog. Mal tiene que estar esta ganadería si lleva ese lote a Pamplona, más aún cuando ya no "tiene" que ir o ya no puede ir a otras Ferias imporantes.

El tercer toro de vergonzosa presentación. Lo del pitón del primero más que sospechoso. Se parte por la pala al roce con el burladero y no sangra!!! Y de fondo, descastamiento y nada de raza.

Da pena ver a esta ganadería así. Coincido con el otro lector en que hemos sido muchos los que hemos disfrutado con estos toros y es una pena verlos así.

Un saludo

Antonio Díaz dijo...

Un amigo que conoce bastante el campo bravo tiene la teoría, que puede ser veraz, de que en esta ganadería, que era muy cerrada y su toro muy reconocible -y apetecible-, se han abierto varias ramas, buscando tener más ejemplares o quizás dulcificar un poco la cosa. Se le ha ido de las manos totalmente. Ayer salió uno con los pitones romos. Algo impensable en esta casa, que presume de ser la ganadería más astifina de España.

Por eso, es también justo decirlo, que le siguen saliendo buenos toros, de los que nos gustan, pero que se ven salpicados por la morralla esta que echan de vez en cuándo. La ganadería está sumida en una profunda irregularidad, siendo lo grave que parece que han elegido el camino fácil, el que lleva al toro dulce y bobo, para salir del bache. Veremos.



Saludos

Anónimo dijo...

animo salva. Ten cuidado con esas reatas tan raras que tienes. Lo del cuerno, ya te vale; si se enterasen los de los espolones, te siguen embistiendo los gallos?, jjj. Hay que volver a ganar otra concurso en arles. El mayoral sigue sin salir del armario, no sera el, el culpable?; es broma. Un abrazo para los ojos azules de la Zorrera. Y manda las fundas a...