sábado, 3 de octubre de 2009
El (casi) faenón de Castella
Foto: Juan Pelegrin, Las Ventas-com
Plaza de toros de Las Ventas. Lleno. Tercera de la Feria de Otoño. Toros de Nuñez del Cuvillo para Julio Aparicio, Morante de La Puebla y Sébastien Castella.
Se las prometían muy felices los morantistas; los partidarios de Aparicio, entre los que me incluyo, esperábamos el milagro al que el bueno de Julio nos tiene acostumbrados de vez en cuando. Pero dimos con nuestro gozo en un pozo, el único milagro se obró en el tercer toro, por fin, después de no sé cuantas tardes, hemos visto torear con hondura y gusto a Castella al natural.
Abría el cartel Aparicio, que ya daba el cante en el paseíllo, vestido de negro y azabache, igual que su subalterno Otero. Vale que haya toreros que dejen el oro y pasen a la plata y al azabache, pero es impropio que vistan exactamente igual que un subalterno. La tarde de Julito es el resumen de casi toda su temporada, con excepciones contadas. Miedoso, inseguro, sin corazón ni piernas en las que apoyarse para salir adelante, es una caricatura de sí mismo. Masacró a sus dos toros en el caballo, y aún así no paró de hacerles probaturas inútiles en sus dos faenas. Mató saliéndose de la suerte descaradamente, pero con habilidad de carterista. No fue su día, ni se espera que tenga ya muchos.
Morante de La Puebla, venía mermado, y no lo digo por su mano, sino por su actitud en la última fase de la temporada. Está fuera de juego desde la primera cogida en El Puerto, ahí perdió no ya el sitio, sino el hambre y ambición que venía demostrando esta temporada. En ciertos mentideros taurinos se comenta que tantas reapariciones apresuradas se deben a otro tipo de ambición: la económica. Parece ser que la economía de Morante no es muy boyante. Pero eso es harina de otro costal. En la tarde de hoy ha estado como el otro artista del cartel: desganado, inseguro y torpe.
Castella se llevó el lote de la tarde. El tercero fue un buen toro moderno, como los fabrican ahora: noblón, de lidia fácil, que se deje hacer y de los que pasan anónimos por el caballo, pero con una gran embestida por el pitón izquierdo, que se dejó a medio aprovechar el francés. Un par de tandas ligadas y hondas, como nunca se le había visto, pero poco más, enseguida se pasó a los derechazos vertiginosos y al destoreo de cercanías. Yo me sé de otro torero que allá por el 96, con un toro de Alcurrucén mucho más incierto, cortó dos orejas a ley haciendo un faenón toreando sólo y exclusivamente al natural. Hablo, evidentemente, de José Tomás. Esta desestructurada faena más una estocada algo caída le valieron las dos orejas, excesivas a todas luces. Como excesiva fue la petición de vuelta al ruedo al toro. En el segundo de su lote volvió a sus raíces y a dejarnos claro que lo de torear bien ha sido un error suyo, que no piensa volver a repetir lo de antes. Lo que le va es el montarse encima del toro, el barullo y el caos. Estoy seguro de que estaría más a gusto toreando en un metro a las ocho de la mañana que en una plaza de toros. Con la espada y el descabello anduvo en pinchauvas y eso le privó de otra oreja.
La tarde dejó otros dos detalles: uno, el bajo nivel de la cuadra de caballos. Además de cegarlos ilegalmente (¿donde esta la autoridad?), demuestran poca agilidad y poca fuerza. Caen como moscas. Dos, el público cada vez entiende menos, no puede ser que abronquen a Aparicio en el sexto cuando está en su derecho de hacer el quite, por muchas ganas que tengan de ver triunfar a Castella.
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2 comentarios:
Joder, ¡lo bordas!
Paco Abad
Gracias Paco. Parece ser que sólo somos unos pocos a los que nos han parecido excesivas las dos orejas y no tan excelsa la faena de Castella. Periodistas que respeto como Antonio Lorca, por ejemplo, tambien han caído en los encantos de Castella. Para mi, el toro se fue al desolladero con dos o tres tandas más en su pitón izquierdo.
Saludos
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