lunes, 30 de noviembre de 2009

Pestes ganaderas

Foto: Manolete y Atanasio en Campocerrado. ¡Si levantaran la cabeza! El autor es Botán.


¡ Como cambian los tiempos !, y en este mundillo, a peor. Toreros que nos van dejando, casi siempre los mejores, y ganaderías históricas y queridas por el viejo aficionado que se van. Esta semana, sin ir más lejos, se ha anunciado que tres ganaderías tan antiguas y señeras como Sánchez Fabrés, Clairac y Atanasio Fernández, echan el cierre. En cada caso, se dan motivos diferentes: problemas sanitarios, económicos o simplemente será la ley de la vida, ésta en la que los hijos heredan de sus padres parte del genoma, dineros y haciendas, pero no la afición desmedida al toro. La única certeza es que el problema principal de todas estas ganaderías es el holocausto al que están sometidos todos los animales que no se ajusten al prototipo Domecq. Como en tiempos del alemán bajito del flequillo, todo lo que no sea de la ``raza superior´´, debe de ser exterminado por completo. Algunos se aferran al exilio francés, pero no está al alcance de todos.


Dicen por ahí, que el vuelo de una mariposa en el hemisferio sur puede producir un huracán en el hemisferio norte. Todo en esta vida tiene sus consecuencias, a corto o largo plazo, todo está interrelacionado, fluyendo como una corriente migratoria. Por eso, cada vez que Ponce, El Juli, El Fandi, Perera y tantos otros se ponen delante de un Juan Pedro o derivado están siendo cómplices de la desaparición de encastes y ramas importantes del toro de lidia. Cada vez que matan un JP están condenando a morir, por ejemplo, a un Atanasio en un pestilente matadero de Salamanca, rodeado de cerdos, pollos, terneros o corderos; arrodillado y rendido ante un matador sin traje de luces y sin estoque, que lo manda al otro mundo, al mundo de los bravos, de un certero y traicionero disparo con una maldita pistola. Ni siquiera le otorgan el privilegio de irse como se van los suyos, de un torero puntillazo. Cuanta agonía nos están haciendo pasar...

Dejo el video, en dos partes, a modo de homenaje, de la faena realizada por Julio Robles a un Atanasio en los Sanfermines de 1990. Sería su último toro en Pamplona. No hace falta irse al blanco y negro para ver toreros que ya no están y ganaderías que sólo forman parte del recuerdo, y del Cossío.




2 comentarios:

V. Sánchez López dijo...

¡Grande Julio! ¡Pena de "atanasios"!
Un saludo desde el Campo Charro.

Antonio Díaz dijo...

La verdad es que es para estar jodido, con perdón, la de cosas que se van a perder mis hijos y los que vienen detrás.

Saludos