martes, 15 de marzo de 2011

Tres notas

Foto: Alberto de Jesús.


Plaza de toros de Valencia. Tercera de Fallas. Un cuarto de entrada. Novillos de Javier Molina para Thomas Dufau, Juan del Álamo y Jesús Duque. 


Se lidiaban novillos de Javier Molina, opositores en la teoría al escaño de Fuente Ymbro, en la práctica ganadería que está completamente por hacer, por designar en su sangre si quiere consagrarse entre el aficionado cabal o coquetear con los nuevos ministerios de las figuras de la torerimaquia. Cualquier otro día de cualquier otro año -veintinco o treinta atrás- tendríamos que haber escrito que la corrida de Molina ha sido un pestiño, que han tirado más al mulo, coceador eso sí, que al arquetipo soñado de toro de lidia. Bordeando peligrosamente el límite entre la casta y el genio. Excepciones hubo dos: el segundo, encastado y manso, que cantó la gallina al final; y el tercero, que recibió, sin pesarle en el tercio de muleta, tres puyazos en cuatro visitas al "practicante". No porque las mereciese, ni su casta y fuerza las exigieran, sino por incompetencia de su "colaborador". El caso es que en el adocenamiento, repetitivo y vulgar, en el que se encuentra la Fiesta del presente, todo comportamiento diferente a la nobleza aborregada es recibido como agua de mayo. Hartos que estamos de ver novilladas en las que los utreretes embisten como los carretones de las academias taurinas y jovenzuelos que llevan la lidia aprendida desde casa. Muy interesantes pues los jandillas de Javier Molina. Y muy mal presentados, dicho sea de paso.


Con este material el suspenso se lo llevó un Tomas Dufau que, posiblemente con el lote más noble, pecó de toreo perfilero, mal colocado y desangelado. No se puede pretender ser más pegapasista que el pegapases. Por la mera casualidad geográfica de ser francés no debiera de querer ser como Castella, que parece ser su finalidad como torero. Está muy hecho, a ese estilo, y toma la alternativa en julio. Se le antoja un camino lleno de piedras.
Para examinarse en septiembre se quedará el local Jesús Duque, al que le han hecho la trastada de anunciarlo en Fallas cuando no está ni para un tentadero. Bastante ha hecho con no salir demasiado trasquilado de la encerrona. Hacía mucho tiempo que no veía un novillero con caballos tan verde, con verdaderas dificultades para resolver el jeroglífico de como coger el capote. Con la muleta, a trallazos, medio se defendió. De la lidia de ausentó. Tienen sus mentores mucho trabajo por delante, la buena noticia es que el alumno va sobrado de voluntad y valor.

Y Del Álamo aprobó con solvencia, pero sin brillantez. Tiene hechuras de torero, con todos los vicios del presente, el retraso de la pierna de salida para alargar muletazo y la comodidad en la colocación. También arrecian sospechas desde hace tiempo de su querencia por un encaste y repugnancia hacia otros... Valor, temple y cabeza no le faltan para ser figura en esto. Otra cosa es que alguna vez pueda llegar a emocionar con su toreo.



PD: Debido al poco valor de los trofeos, de esas cosas carnosas y peludas aquí no se habla. Se piden disculpas al personal.




3 comentarios:

Juan Arolas dijo...

Antonio me parece muy interesante la frase "con el retraso de la pierna de salida para alargar muletazo".
¿se debe de alabar el muletazo largo por el mero hecho de ser largo?
¿o es más digno echar la pata pa alante y llevar al toro toreado lo que te dé el cuerpo de sí?

Enrique Martín dijo...

Antonio:
Algunas veces he tenido que escuchar como parecen excesivas las críticas a los novilleros, con los que hay que ser un poco condescendiente, pero también hay que decirles lo que no es. Este Juan del Álamo es la continuación de aquel que no podía con los novillos encastaditos y que no dudaba en exagerar los malos vicios del presente. Pues ahí le tenemos ya hecho un mozo y preparado para ingresar con todos los honores en la hermandad de los pegapases confesos, martirizadores de los aficionados al toreo de siempre. Y como bien dices, ya estamos eligiendo y apartando hierros por ser a "contraestilo".
Un saludo

Xavier González Fisher dijo...

A ese Thomas Dufau le había visto por aquí hace un par de años. Largo como una garrocha y efectivamente, artífice de lo que un escritor de la década de los 60 llamó por aquí "la cofradía del 4", nacida de esa mala costumbre de citar con las nalgas, so pretexto de dar "dimensión" a los muletazos... Por supuesto nada dejó dicho.

Saludos.