domingo, 13 de junio de 2010

Juli: Patrimonio de la Humanidad




La UNESCO, que es la organización encargada de promover la ciencia, la educación y la cultura para ayudar a la contribución por la la paz, trabajo que lleva años haciendo el presidente Manolo Muñoz Infante, acaba de poner en marcha todos sus mecanismos internos para nombrar a Julián López Escobar, 27 años, natural de Velilla de San Antonio, conocido, y padecido, por el aficionado como El Juli, como la Octava Maravilla del Mundo.



Su toreo, que no voy a describir otra vez por no repetir enfermizamente aquello de mecánico, fraudulento, mentiroso y patán, es un monumento, el Monumento al Derechazo. Este obelisco vanguardista y chirrioso, es sustentado por tres pilares fundamentales: el ventajismo, la euforia pueblerina y la ausencia de enemigo. Con esos cimientos, como supondrán ustedes, cualquier cosa que se construya encima, por muy esplendoroso y mayestático que sea, no deja de ser un cachivache banal e intrascendente. Justo lo contrario de lo que era tauromaquia, rito serio y solemne.



Ayer, no fue capaz de obtener algún rédito con todo a favor: unos toros inválidos y bobos que pasan los reconocimientos veterinarios con matrícula cum laude; un público entusiasta que confunde el tocino con la velocidad y la diversión con las orejas; con un torero tan malo por delante que te haga parecer Ordoñez cuando sales y con todos los revistosos loando las gestas julinianas: el atrevimiento y la osadía, catorce días después de acabar San Isidro, de venir a encerrarse con dos ventorrillos con el gallo Manolo Sánchez por delante, el triunfo orejil y perejilesco con los fieros garcigrandes y el gran Finito revolucionando a las masas catalanas, las importantes actuaciones de toda la temporada y la ausencia de baches durante su importante carrera. El viento le era favorable, pero es tan malo que ni por esas.



A su primero, un torete, o un satanás según algunos charlamentarios julianistas, que explicaban mientras el burí perdía las manos, sin ningún rubor ni meditación, que el ventorrillo era hermano del mejor toro de la Feria de Almeria del año pasado, -una referencia pavorosa-, le instrumentó una faena a la altura de las circunstancias. Casi siempre al hilo, cosa que ahora es de sabios; toreando para afuera, reservado para los que tienen el don de la técnica y metiendo pico sin cortarse un pelo, le instrumentó al feto bovino gran cantidad de pases, casi todos con la derecha -todavía hay toreros anticuados que lo hacen con la zocata, que sólo merecen ser pitados- terminados en pases de pecho desplazadores o mantazos similares. Todo se jaleaba, todo era bueno, ¿estariamos entrando en ese mismo momento en la Historia, sin saberlo? El camarón de Velilla ha conseguido rebajar los oooles a la categoría del bieeen o del vaaamos, que son los extraños sonidos guturales que manejan ahora los modernos para elogiar y vanagloriar a la mortadela con aceitunas, a la que pretenden poner a la altura del jamón de bellota. Como estos publicos festivaleros tampoco comprenden demasiado la diferencia entre pinchar una aceituna, acción que requiere temple, decisión y firmeza, y la de reventar un grano, que no requiere de nada, sólo de un sujeto con la cara horadada por la adolescencia, le pidieron una oreja por un julipié marca de la casa.



El presidente, señor César Gómez Rodríguez, estuvo mal no concediendo la oreja. Hay que ser muy malísima persona, carente de caridad cristiana para no hacer feliz a las masas, que bien visto y bien pensado, si aquí se han dado orejas hasta a Perico, el Capea, porque no se las vamos a dar a Julián, que no torea mucho peor que el hijo del inventor del destoreo moderno. A uno, que tiene su corazoncito, le duele y le apena ver quejarse y lloriquear a un chaval que ha dado todo lo que tiene, -no es su culpa no tener más- piensa que hay que ser malage, Don César, para ponerse escrupuloso con la ley para no contentar al público bullanguero. Además, sepa usted, que hoy muchos le echan la culpa de que en el quinto el Juli estuviera triste, pasota y enfurruñado, porque le habían robado su orejita, que la necesita como el comer para ir mañana a Villarrubias del Condando o Tinieblas de la Sierra con la vitola de figurón del toreo. Dón César, que sepa usted que con su perversa conducta, esta deteriorando la fachada del monumento vanguardista al que más chinos y turistas van a ver al año.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

La petición de esta oreja y de otras que se han producido en la feria indican cómo está el público de Madrid. Cada vez menos exigente y cada vez más ausencias en los tendidos. Aproximadamente la mitad de los asistentes, no eran los titulares del abono. Se devolvieron muchas entradas y otra gente se reubicó en otros lados de la plaza, huyendo de la lluvia o buscando una mejor perspectiva.

A mi juicio, lo grave del tema no es que se haya pedido oreja al Juli (que lo es, por supuesto), lo peor es que muchos pañuelos se izaron como protesta al tendido 7. El 7 ha “concedido” muchas orejas en Madrid. Es un hecho que la mayoría de la plaza está contra este tendido y sus protestas. Por poner un ejemplo al que tú aludes, la oreja concedida al Capea vino un poco de ese modo, un 7 en contra del torero y un público reaccionario que consiguió “joder al 7”.

Lo que sí noto es que el ambiente de la plaza está muy crispado y es algo que te hace sentirte incómodo porque el ambiente está cada vez más tenso. Supongo que será un fiel reflejo de la sociedad actual.

Saludos, J.Carlos.

Enrique Martín dijo...

Antonio:
Sólo un pero y es que los toros no fueron las bobonas habituales, a los que no les hicieron las cosas como se deben, pero si medimos el bobonismo de 0 a 10, en lugar de 0, estaban en 1,5, así que tampoco vamos a discutir por el grado de tontería de los toros. Y a partir de ahí, pues ya lo has dicho tú todo, nos han "robao" una oreja. Para cortarse las venas o mejor, para dejárselas largas. Hoy esta era la gran tragedia, una oreja. Llevan robándonos semanas y los de la prensa del movimiento callan como muertos. Tiene que venir este asalta plazas para que se rebelen y quieran tomar el palco por la fuerza.Parece que les han "mentao" a la madre. Todo por una sarta de mantazos vulgares y un espadazo caído. Eso sí, los que no vimos méritos para la orejita somos unos desalmados resentidos, unos amargados y unos inútiles ignorantes que no tenemos ni idea. Pues vale. Mira si seremos todo eso, que hasta ellos se han dado cuenta, que es decir.
Un cordial saludo

Antonio Díaz dijo...

Es curioso, y triste, y da rabia por que no decirlo, ver como todos los que pedían ayer la oreja que se han echado las manos a la cabeza por el asunto, que presumen de ser grandiosísimos y superiores aficionados se despiden hasta otoño o el año que viene de Las Ventas. Hoy ha habido novillada y han estado los cuatro fieles a la tauromaquia de siempre. ¡Y eso que sois malos aficionados!


La ruptura entre aficionados y público cada día es más que evidente.


Saludos