domingo, 16 de enero de 2011

Uno de los nuestros IX: El Cura de Valverde

 
 
 
Don Cesareo: cura y ganadero.
 
 
 
 
El ganado bravo llegó a los cercados de “Valverde de Gonzaliáñez” en 1941 al comprar don Juan Sánchez Rodríguez la casi totalidad de las reses y varios sementales de la vacada de don Vicente Charro, procedente de Lorenzo Rodríguez de Espioja, oriundas de José Gamero Cívico. Unos años más tarde añade vacas y sementales de la ganadería cercana del Vizconde de Garci-Grande – puro Conde de la Corte- y trae desde “Los Bolsicos” un par de sementales propiedad de Don Agustín Mendoza y Montero, Conde de la Corte, para tratar de fijar esta línea.
Su debut como ganadero en una corrida de toros tuvo lugar en Cieza, en 1944. Primer festejo en el que hacen juntos un paseíllo Manolete y Arruza y triunfo ganadero al saltar al ruedo tres animales de gran bravura: Colegial, Velonero y Flamenco. Tres años más tarde toma antigüedad en Madrid con una novillada en la que destacaron los utreros Estudiante y Currito.

En 1953 se divide la vacada entre los nueve hijos de Don Juan Sánchez, y todos menos Cesáreo – el cura- se fueron deshaciendo del ganado heredado. Don Casimiro, Doña Consolación, Don Esteban, Doña Sinforosa, Doña Emilia, Doña Cruz, Don Juan y Doña Carmen fueron vendiendo sus lotes a diversos propietarios como Alejandro Vázquez, Alejandro García, El Litri, Bernardino Píriz, Venancia Hernández Plá, los González San Román o los Martín Aparicio.

Mientras tanto el Cura de Valverde decidió conservar las 80 vacas y 2 sementales junto al hierro original. Pasó muchos años lejos de las grandes plazas, lidiando en festejos menores pero conservando la sangre “condesa”. El 23 de julio de 1983 sale al ruedo de Avila un gran toro llamado Delgadote, un año después lidia una buena corrida en Peñaranda de Bracamonte en la que destaca un soberbio astado de nombre Gastador. Pero es en 1985 cuando se empieza a forjar la leyenda “torista” de esta irregular vacada al lidiarse varios toros de importancia en plaza de mayor categoría. Un buen sobrero en Bilbao, el bravo Grillito en Logroño y la vuelta al ruedo en Ávila a Clavelito, nº 80.

Tras unos años en los que sus reses son más demandadas llega una dura y difícil corrida en Madrid en 1991. Y tras esto la apertura del mercado francés, dónde aún continua lidiando, de vez en cuando, alguna de las pocas corridas que venden sus herederos.

En 1994 fallece Don Cesáreo y pasa la ganadería a sus hermanas Sinfo y Consolación, que más tarde delegan en su sobrina Carmen Mateos, y que en la actualidad está en manos de Leopoldo y Juan Mateos Sánchez.

Los últimos “éxitos” reseñables de este hierro datan de 1999 y 2002, cuando saltaron en Las Ventas dos toros de gran nota: Carafea y Gironto. En las últimas temporadas se lidian muy pocas corridas, y como he dicho anteriormente, casi todas en Francia, dónde sigue siendo habitual ver los toros de Cura de Valverde, tremendamente irregulares pero con una sangre que si se “depurara” daría muchas satisfacciones.
 
 
 

3 comentarios:

Enrique Martín dijo...

Antonio:
Lo que son las cosas, unos que soñamos con ver estos toros en la plaza y otros que los califican de imposibles.
Un saludo

Javier García Nieto dijo...

Hola Antonio:
Como curiosidad, decirte que el "Doctor Zaius" que diría José Ramón Márquez, osease Molés, publicó una interesante, que no gran, entrevista a don Cesáreo Sánchez en su libro La Fiesta va por dentro. Digo que no es una gran entrevista porque como casi todo lo que toca este hombre se queda a mitad de camino entre el folclore y la falsedad y las preguntas, sin dejar de ser necesarias y clarificadoras algunas, en su mayoría se convierten, por un lado, en una mera reafirmación del pensamiento del entrevistador llevando incrustada la respuesta en ellas mismas (y por tanto el "deslumbrante" conocimiento del periodista), y por otro rayan con la grosería y la falta de respeto. Ejemplo: "Don Cesáreo, ¿cómo casa el gregoriano con el pasodoble?". O también:"¿Y por qué decimos aquello de que Dios nos pille confesados? Que como se ve, son cuestiones insoslayables que ayudan a entender los entresijos de una ganadería como ésta.
Un saludo

Antonio Díaz dijo...

Enrique, creo que ya si son imposibles. Me dicen que es una ganadería perdida, y sin retorno. Una menos.


Javier, ni sabía que Molés había escrito un libro.

He encontrado muy poco sobre Don Cesareo, y mira que he estado buscando. Cuando apenas levantaba dos cuartas del suelo, recuerdo un vecino, muy aficionado, al que se le llenaba la boca cuando decía todo seguido "lostorosdelcuradevalverde". Y a mí, que era jovenzuelo y no tenía ni idea, me imaginaba toros como mamuts, puñeteros como ellos solos.

No fueron para tanto, pero casi.


Saludos