Circula por ahí, por esas fincas de Dios, un manantial de casta, nobleza y guapura llamado Cortesano, el cual es noticia estos días en los medios de comunicación que hablan y escriben de los toreros. ¿Y cómo es que se dignan a escribir sobre un toro, si ni les interesan ni los entienden? Sencillamente porque el tal Cortesano es el padre de Lanudo, ese ozito de peluche, de Cuvillo cómo no, indultado estos días en Algeciras por Miguel Angel Perera. Cortesano, no lo olviden.
En otros tiempos Díaz Cañabate, Corrochano o Clarito, por citar ilustres escritores, dejaron huella con sus letras en honor a Diano. Luis Fernández Salcedo, aquel sabio que tanto y tan bien escribió de Toros, le dedicó un libro. Sí, a un Toro. Hoy los plumillas quieren llenarse los bolsillos y aspirar al Premio Nobel contando la vida, obra y muerte de cualquier torerillo rutilante segador de orejas . Por haber, hasta los hay que hacen libros de fotografías en los que sale Manzanares, por ejemplo, yendo al gimnasio, vistiéndose en el hotel o jugando al parchís, qué se yo... Todos ellos, futuribles candidatos al Premio Taurodelta, de gran reputación entre los intelectuales del taurineo.
Cortesano, volviendo sólo al corral, pero meneando el rabo, señal de la auténtica bravura según algunos, lo que le valió para cobrar una nueva vida.
Cortesano es el semental sobre el que se cimenta actualmente la ganadería de Daniel Ruiz. Le tocó en suerte al Fandi, en la feria granadina de 2002, en la que compartía cartel con Juli y Paco Ojeda. Como no hay Corpus sin indulto, el de ese año le tocó a nuestro protagonista. Para recrear la historia al completo, les transcribo parte de la entrevista que concedió Daniel Ruiz en 6Toros6 unos días después:
-¿Que virtudes tuvo Cortesano?
-Tuvo todas las que entiendo por la perfección en un toro. "Cortesano" salió rematando en los burladeros, con el rabo empinado; luego embistió pronto, con fijeza y mantuvo un comportamiento a más, metiendo la cara, humillando... Ese toro tuvo todo: la clase junto a la chispa, que es muy difícil de conseguir porque normalmente el toro con clase suele carecer de chispa, de emoción en la embestida.
-Hay que añadir que al toro se le realizaron los quites correspondientes.
-Sí, al toro le hicieron quites El Juli, Paco Ojeda y El Fandi. Después lo banderilleó El Fandi, que tuvo que saludar tras colocar el segundo par, y hubo un momento en el que al toro le faltaba plaza. Daba la sensación de que había un toro muy importante en la plaza: humillando, yendo a más. Después de indultarlo, El Fandi le dio tres o cuatro circulares de rodillas mientras el toro tomaba la muleta igual que un león. Otro dato a valorar es que la lidia duró más de los 20 minutos que suele durar.
Cuando iban a indultar a "Cortesano" ¿le preguntó a usted el presidente?.
No, para nada. La gente comenzó a pedir el indulto, para ser exactos fueron los toreros quienes lo pidieron desde abajo. Desde Paco Ojeda y El Juli, hasta llegar a los profesionales que presenciaban la corrida desde el callejón. El presidente no dudó, a mí me dijo que el toro era de indulto y por eso sacó el pañuelo naranja. Además, me dio la enhorabuena, cosa inhabitual en un presidente de una plaza de toros. Además, me comentó que quería seguir la evolución del toro, ir a la finca a ver cómo se recuperaba.
-Volviendo a "Cortesano", ¿en qué estado se encuentra ahora mismo el toro?
-Lógicamente ha perdido belleza. El toro ha perdido 100 ó 150 kilos, está ya mejor tras pasar 2 ó 3 días muy difíciles en los que yo pensaba que se moría. Afortunadamente luego se ha recuperado, gracias al veterinario que lo está cuidando y curando, que es José Luis Algora, el toro va a estar listo en 2 ó 3 meses. Creo que hemos tenido suerte, pues teniendo en cuenta que recibió un puyazo que produjo hacia dentro muchos destrozos, la herida ha ido evolucionando favorablemente, pese a que contábamos con el problema de que este tipo de trayectorias no pueden drenar, por lo que hubo que ponerle una especie de sonda para limpiar la infección.
Han pasado desde esta mágica fecha algo más de ocho años, en los que Cortesano se ha convertido en un magnífico padre de familia. Dos años ha estado en préstamo en El Grullo, cortejando a las mozas de Cuvillo, padreando en aquel oasis de animalitos de colorines, bellos y tiernos, el Disneylandia español. Productos suyos han sido un cuvillo de Barcelona al que le dieron la vuelta al ruedo gracias al incontestable y rotundo argumento de ser toreado por Tomás; los toros de la magnánima gesta del Juli en Nimes o la gran corrida de Albacete en la que resultó herido ese poderoso lidiador que es Cayetano. No se me escapa el impresentable toro con el que Manzanares hizo manzanerías en Sevilla el año pasado. Ahora, viene Lanudo, indultado por Perera en Algeciras, a aumentar la leyenda de tan majestuoso linaje.
Lanudo, como los toros de Las Vegas. Indultado pese al puyazo invisible.
Son diez los hijos de Cortesano que padrean a diestro y siniestro, sembrando las dehesas con la semilla de la bobaliconería, la ternura y la sumisión, amparados por unos ganaderos que ansian cuartos y gloria a partes iguales; toreros que ahogan el sueño de los aficionados en oceános de vulgaridad y cuento; y públicos verbeneros a los que le da igual carne o pescao, siempre y cuándo se corten orejas y las corridas de toros sean más Fiesta que nunca.
La tenebrosa senda que discurre entre Diano y Cortesano, en la que se han ido perdiendo, como un pato en el Manzanares, todos los valores que le eran atribuidos al toro de lidia, sólo tiene un desenlace, y no se puede decir que inesperado: el descalabro por un precipicio de la vieja tauromaquia.