martes, 10 de julio de 2012

De uno que tuvo un futuro negro








Año 1893. Alemania patenta el motor diésel, los Estados Unidos registran la fórmula de la Coca Cola, en Noruega, un artista de infancia avinagrada, Edvar Munch, termina de pintar su personalísima y lúgubre gioconda, grito tétrico del que jamás imaginó que un siglo después fuera vendido en quince mil millones de las rubias pesetas. En Madrid, Sagasta sale elegido por los votantes -entonces sólo varones mayores de veinticinco años-, como Presidente del Gobierno y el Instituto Nacional de Meterología presenta su primer mapa de predicciones, sin saber que estaba fundando uno de los subgéneros periodísticos más coñazo; en el Liceo barcelonés el anarquista Santiago Salvador Franch, con un par de bombas orsini en cada mano, hacía saltar por los aires a la burguesía catalana: veinte muertos y no menos de cuarenta heridos que asistían, confiados y risueños, como garcigrandes en los chiqueros de la Monumental de Badajoz, a la obra de Guillermo Tell sin caer en la cuenta de que desde la quinta gradería del teatro un ácrata aragonés soñaba en atravesar, como la flecha del arquero la manzana, el corazón de la aristocracia barcelonesa. Y en Sevilla, en el Cortijo el Cuarto, Manolito, un descarado mozalbete de nueve años, se empeña en darle un natural y un pase de pecho a un toro de Miura, cojo, pero con más peligro que un alcalde nuevo. A Don Eduardo "el de las patillas", que acaba de hacerse cargo de la vacada por la muerte de su hermano Antonio, no le pareció mala idea la cosa, ni se echó las manos al sombrero de ala ancha al ver tan goyesco cuadro. No era para tanto: un chaval que quiere ser matador tiene que tirar con lo que sea.

Manolito ya había ganado, con siete años, sus primeros duros -una libra esterlina, más bien- como torero. Se la arrojó, al grito de "torrero", un inglés que se quedó prendado con el garbo del chavea, que en el Baratillo y calles de alrededor amontonaba sus primeros partidarios, gentes del lugar que iban a verle trazar líneas imposibles, doblegar a la muerte, que se sentía, a pesar de no ser real, y dominar con pinturería al invisible toro, cálido y pegajoso, del aire sevillí. 


Novillo de Pérez de la Concha en Madrid. 1905




















A Manolito ya no hay quien lo pare: antes de tirar los dientes de leche ya había toreado becerradas en Portugal y Francia. Aquí ya había formado, junto a Revertito, la cuadrilla de los niños sevillanos. Con los del castoreño debuta a los diecisiete. Once meses después se presenta como novillero en Madrid, con una novillada de Arribas Hermanos que toma veintisiete varas y despena nueve rocines. Aficionados y crítica entran por el aro: este Manuel Mejías Rapela va a ser gente en esto. 


Novillo cuatreño de Miura en Sevilla. 1903
























Cuatro meses después, en su Sevilla, mata una novillada cuatreña (¡!) de Miura, mano a mano con Corchaíto. Cuando los veterinarios se percataron de la edad y el cuajo de los novillos, no dudaron en presentarla en los carteles como novillada cuatreña. Sin complejos. Tampoco era raro en la época. A nadie, fueran críticos, partidarios, detractores, compañeros o figuras, se les ocurrió tachar el asunto de desvergüenza o inmoralidad. Manolito, que creció sin el amparo de escuelas taurinas y taurinos sin escuela, no necesitó más preparación que la que le suministraba su infinita afición y descomunal valor. En Barcelona, todavía de novillero logró dos triunfos sonados: uno ante Lord Beresford, almirante de la escuadra inglesa que lo premió con cinco libras esterlinas, y el segundo, ante un novillo de Felipe Salas que mandó a dos varilargueros al hule. 

No tardaría en llegar la alternativa...


Corrida de novillos de cuatro años cumplidos. Sin complejos.


Será porque en la época no existía el típico paliza bloguero que sólo se afana en demostrar científicamente, con cuatro vídeos mal encaraos del youtube, que las figuras de antes eran una mentira y los toritos de mazapán, que hoy se torea mejor que nunca y sale el toro más bravo de siempre. O, quizás, porque en aquella época de transición que enlazó mi guerrismo y mi gallismo, en la que las figuras eran Machaquito y Bombita -que tuvieron sus claroscuros-, donde el Juli, con suerte, habría llegado a ser un buen mozo de espás sin distinción para pinchar ni cortar. O porque la crítica escribía e instruía de toros con estilo, verdad y valentía, con sus fobias y filias, pero con categoría. El caso es que no se muy bien el porqué, pero a pesar de las palabras de Julián, al niño Manolito, en esas "vergonzosas" novilladas, no le fue mal del todo.

Que yo sepa, Manuel Mejías Rapela, el Papa Negro, algo de futuro tuvo en esto de los toros, aunque yo cada día sé menos y la Historia de la Tauromaquia seguro que está equivocada, que antes no había villasusos ni mundotoros que enmendaran la plana a los desviados Cañabate o Corrochano.

Siguiendo la línea crítica del maestro de Velilla, tampoco hay que ser Aristóteles para entender que a la tauromaquia s.J. (según Julián) le hubiese ido mucho mejor, y no llegaría a nuestros días mendicando atenciones, si a Joselito el Gallo, Frascuelo, Guerrita o Belmonte les hubiera dado por zambullirse de lleno en el arte, si los empresarios hubiesen inventado antes la Carpa, si Rafael el Gallo tuviera tuiter y si todo torero que se precie huyera sistemáticamente de las ferias importantes y del toro con casta, poder, arrobas y trapío. 

El futuro ya lo tenemos aquí, en el presente: se llama Badajoz, se llama Olivenza, se llama Cantalejo, se llama Brihuega, se llama Ronda, y sí que es una vergüenza. 






 
Nota: imágenes de la Razón Incorpórea



7 comentarios:

MARIN dijo...

Me acabo de quedar sin palabras Antonio. GENIAL.

Enhorabuena.

Un saludo.

Anónimo dijo...

A sus pies Don Antonio



Javier Salamanca

Xavier González Fisher dijo...

Antoñito: A riesgo de que aparezca por aquí alguno que nos llame "desquiciados" o cosa parecida, lo único que voy a reiterar es que a Madrid (y a cualquier plaza de primera), no se debe ir "a la oportunidad", sino que se va a demostrar lo aprendido en ellas... Los novillos del domingo (vi en la tele un par), tenían mucho para torearseles, pero no creo que fueran "el demonio"...

El problema es que hoy nadie se interesa por poner a los novilleros a punto para que puedan con "eso" y más... solo los preparan para el "torito de entra y sal" y así... ¡así no se puede!

Enhorabuena por el planteamiento.

William Guzmán dijo...

"Esta noche me has dicho sin palabras, Abramowicz, que debemos entrar en la muerte como quien entra en una fiesta." Jorge Luís Borges.

Mil gracias Antonio.

kaparra dijo...

Ya tenia ganas de leerte pues. Buen comienzo jambo.

Anónimo dijo...

oleeeeeeeeeeeeee
desde francia

Anónimo dijo...

Muy bueno Antonio
Saludos
Pgmacias