sábado, 22 de mayo de 2010

Julio Aparicio, en el New York Post



Como cada vez que hay sangre de por medio, los yankees se acuerdan de nosotros. Ahora ha sido el New York Post el que se hace eco de la espeluznante cornada al niño Aparicio. Dejo el enlace de la página para el que se maneje con el inglés: H-olé!


Para el que se entienda con el inglés lo mismo que el Fandi con el toreo al natural, resumo diciendo que el artículo es amarillista, de un pésimo gusto, en dónde se cuenta que Opíparo, el siniestro jabonero, se vengó del toro (el cuvillo) al que Aparicio le había cortado las dos orejas un día antes. La estocada pescuecera sale al final de página, en dónde se propone una encuesta, muy simplista a los lectores: votar a favor del toro, porque le dio su merecido al matador o hacerlo a favor del torero, porque la tauromaquia es una parte de la cultura española. No se me escapa el inhábil juego de palabras de la portada: Hole significa agujero. El que lo firma se habrá roto los cuernos...

7 comentarios:

Javier García Nieto dijo...

Si me permites, Antonio,y en homenaje al pobre Aparicio que deseo se recupero pronto, transcribo aquí dos fragmentos de las crónicas publicadas el día 19 de mayo de 1994 en el diario Ya, por Paco Apaolaza, y en el diario El País, por Joaquín Vidal. Curiosamente las dos crónicas llevaban el mismo título: "Soñar el toreo", y contaban, o lo intentaban, lo ocurrido ese día 18 de mayo. Yo vi la corrida por la tele, cuando ya Molés decía sandeces y su compañero, el buzón de voz, como le llamaba Navalón, roncaba en directo. El caso es que aquello fue...,no sé, trascendente -al menos en mi vida-, y es uno de los mejores recuerdos taurinos que tengo. Me atrevería a afirmar que fue la mejor faena del primer lustro de los años noventa.

Decía Paco Apaolaza:

SOÑAR EL TOREO
De repente salió un Aparicio tranquilo, pausado y se dobló con el toro, que acudía con dulzura, con una embestida casi líquida de puro templada. El torero, creo que Aparicio, en un momento de inspiración, le dio distancias, allí en el centro del ruedo y el toro arrancó sin prisas y con decisión. Aparicio, era él, le adelantó la muleta por el pitón derecho y se lo trajo, quedándose quieto con aplomo, mirando quedamente, el gesto tranquilo, el relajo en el cuerpo y en la cara.
El segundo fue de los de aguantar el aire, la mano semi baja rematada muy detrás; el tercero, otra vez sin moverse, la mano más baja, de ponerse de pie y levantar los brazos, y el cuarto. ¡Señor! El cuarto, con el desgarro, el quejío, la hondura, la gracia y el tiempo parado allí mismo, yo lo vi. Después, el adorno para quitar tragedia, para aliviar el sentimiento, para la liviandad, para bañarse con la locura que el toreo que estaba soñando produce.
En tres muletazos, en tres retazos de vida, la plaza había perdido la cabeza y el grito abarcaba toda la muestra de sentimiento desde el silencio del que no daba crédito a lo que dictaba el corazón, hasta el que se le quebraba la voz. No era esa música callada del toreo, era el arrebato cuando lo volvió a hacer y otra vez paró la vida en unos muletazos tan difíciles de objetivar como de calificar.


Decía Joaquín Vidal:

SOÑAR EL TOREO
Fue el toreo soñado. Fue el toreo que los diestros con torería intensa rumian en las duermevelas de las corridas, cuando se amalgaman en los vericuetos del pensamiento los sueños de gloria y los presagios de tragedia. Así fue, como un sueño, el toreo cumbre que recreó Julio Aparicio ante el asombro de la cátedra, en el centro geométrico del redondel.
Fue también el toreo que había soñado la afición. El toreo perfecto, el toreo mágico; la suma y compendio de cuantos retazos de toreo profundo, emotivo y bello se hayan podido ver en toda una vida de aficionado. Aquellos muletazos de dominio, aquellos pases de suavidad infinita, la galanura de las trincherillas y de los cambios de mano, los naturales en su expresión más pura, los redondos convertidos en exquisitez; el broche deslumbrante de las suertes cabalmente ligadas, resuelto mediante el revoloteo jubiloso del pase de pecho el embrujo del ayudado; la estocada en la cruz a volapié neto, volcándose el matador sobre el morrillo del toro. Todos esos retazos de la tauromaquia excelsa —con marca exclusiva y autoría precisa cada cual—, que se hubieran llegado a ver en toda una vida de aficionado y se mantenían frescos en el recuerdo, de repente se ensamblaban y fundían convertidos en una sola y monumental creación artística, en el centro geométrico del redondel de Las Ventas.


Creo que es importante no olvidar que Julio Aparicio en un tiempo, ya lejano, fue torero, y a veces de quilates.

Antonio Díaz dijo...

Javier yo nunca he visto, o no recuerdo, torear con tanta naturalidad como aquel día lo hizo Aparicio. Aquella obra de arte se puede asociar a eso que decía Belmonte: `Para torear bien hay que olvidarse del cuerpo´. Además, me impresionó, y me ablandó los intestinos, ver a un tio que se juega la vida con toros de seiscientos kilos llorar como un niño pequeño. Son momentos que nunca se olvidan.



Gracias por las crónicas, espero sirvan como homenaje y para refrescar la memoria. Por cierto, ¿de dónde sacas lo escrito por Apaolaza? ¿Existe alguna hemeroteca digital al estilo del País o ABC? Es muy interesante.


Saludos

franmmartin dijo...

Me voy a referir a la noticia del periodico americano.
A mi lo que me sorprende y me apabulla es lo sensibles que son ésta gente con los animales y lo "no excesivamente amables" con las personas.
Nosotros en el toreo usamos una medieval espada como arma para matar a un animal y éstos usan una bomba atómica para matar criaturas vivas.
Nosotros cada año inauguramos una temporada taurina en la que normalmente solo mueren toros que viven gracias a ese fin.Estos cuando acaba la temporada de Vietnam inauguran la siguiente en Irak ,en Agfanistan o donde les parece mejor y allí mueren personas.
Claro que así parece que salvan al mundo. Lo que no se sabe muy bien es de qué.
Por eso toda esa "sensibilidad" y horror ante nuestras costumbres y tradiciones podía aplicarla a su caso,aunque su industria de armamentos bajase un poco las ventas.Una cosa es que sean los gendarmes del mundo y otra que pretendan ser su director espiritual.
Que ya está bien de tanto meapilas.

kaparra dijo...

Basura,pura basura norteamericana,nada mas. Intuyo yo que cuando les coloquen un buen pepino o dos ,o mas,lo tendran bien merecido.

Antonio Díaz dijo...

Kaparra, y los pepinos `en puntas´, nada de afeitados.


Saludos

Victor dijo...

A mí no me gustan los toros, estoy en contra de cualquier maltrato a los animales, pero tambien a las personas, Naturaleza, etc. Pero por supuesto, todo esto sin perder mi empatia y compasión por los seres humanos, no como los bestias estos que desean la muerte de Julio Aparicio, que es la misma chusma que un grupo de defensores de los animales que casi mata a un trabajador de un matadero de una pedrada y despues se jactaban de la " hazaña ", los mismos que a un mendigo en Alemania algunas veces al darle unas monedas le decian: " esto no es para tí, es para que le compres comida a tu perro "

Que Dios me asista si un día me parezco minimamente a esta escoria

Antonio Díaz dijo...

Victor, yo puedo entender y respeto al que no le gusten las corridas de toros por los motivos que sean. Como espero que me respeten a mí. Lo malo es cuando se quiere igualar el sufrimiento de un animal con el de una persona. Que no te guste que maten a un toro en la plaza no tiene que hacerte perder tu humanismo. Estas gentes son muy peligrosas, defienden unas ideas que tienen que ver con la libertad para los animales atacando a las personas. Hay muchas asociaciones animalistas que están metidas en listas de terroristas por los gobiernos.



Te dejo un enlace de este mismo blog donde puedes ver a lo que son capaces de llegar estos radicales: http://eltoroporloscuernos.blogspot.com/2010/03/el-majestuoso-ejercito-de-los-cien-mil.html



Es un gusto hablar con gente como tú, porque somos muchos los blogs que estamos siendo insultados y atacados con virus informáticos (algunos aún no han podido abrir de nuevo) por grupos de animalistas. Se echa en falta los debates con mesura y respeto. Muchas gracias, saludos.