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jueves, 12 de abril de 2012

De cordoncillo







"Pa esa corría me ponía siempre un vestío mu ligerito de cordoncillo, 
como el de los banderilleros..."



Pepe Luis, sobre el terno que escogía
para su tradicional miurada abrileña




















Morante, de negro e hilo blanco en la escacharrada
 juampedrista de Resurrección






lunes, 9 de abril de 2012

Resurrección en Sevilla. ¡Miau!



Antonio Flores. Burladero.



Pena por los toros, chiquitines, con caritas de niños, sin pitones de los que presumir, inválidos, sosos, sin codicia y descastados. Bonancibles, eso sí, hasta dar penita los pobrecitos. Pena por los toreros, figuras los tres, que vienen a Sevilla con esta reata de tullidos a sabiendas de que solo la casualidad les permitirá el triunfo.

Y pena por los espectadores —que no aficionados— que carecen del sentido de la medida exigencia que debe presidir la fiesta de los toros; que lo aplauden todo, que confunden frivolidad con hondura y pesadez con entrega. Pena por este público que cree que el toreo verdadero es la superficialidad que desparramó la terna para ocultar sus pecados. ¡Qué generosidad, qué condescendencia, qué aguante…! Y qué sopor se apoderó de la plaza a medida que pasaba el tiempo y la espesura chapucera se fue adueñando del espectáculo.

 Antonio Lorca



Sres. Morante, Manzanares y Luque, en el pecado llevan la penitencia. Con los animales, presuntos toros de esta tarde, carentes de casta, fuerza y raza, por favor no se comporten como enfermeros que se pasan la tarde cuidando del toro para que no se caiga. Ustedes como presuntas figuras, no tienen derecho a pedir matar animales que saben a ciencia cierta que no sirven en varas, que no tienen pujanza ni emoción en sus embestidas a la fuerza y recuerden que su profesión es lidiar para poder, mandar y templar y con estos “juanpedros” eso es imposible.




domingo, 8 de abril de 2012

Muy sevillanos. Juan Pedros para Resurrección



"Es una corrida muy sevillana, sumamente armónica, bonita y pareja, con personalidad".


Miedo me da, sólo le ha faltado comentar que la corrida es de la que cabe -entera- en la muleta. En fin, ojalá salgan buenos y bravos, que es lo deseable.





























miércoles, 4 de abril de 2012

Feria de la (mala) Salud de Córdoba





Torrealta, Cuvillo, Juan Pedro; Ponce, Jiménez Fortes, Manzanares, Morante, Juli, José Luis Moreno, Finito, Padilla y Fandi. Una plaza de primera categoría con una feria de tres festejos de a pie, que son tres festejos que vemos en Don Benito, Olivenza o Cantalejo y en setecientos pueblos más.

Si esto no está muriéndose que venga dios y lo vea.



miércoles, 19 de octubre de 2011

Juampedrada fin de temporada en Jaén








Una gran parte de la plaza se divirtió mucho en esta corrida que pone el punto final de manera oficial a la temporada española. Un grupo minoritario se mostró indignado por el contenido del festejo. Como estamos en tiempos democráticos, la mayoría gana. Pero mucho cuidado, porque los indignados taurinos en la plaza de Jaén eran los entendidos. No es cuestión de cargar sobre los que acuden de forma ocasional a una plaza, porque ellos son muy necesarios en estos tiempos, pero si devaluamos el espectáculo, poco a poco perderá categoría esta fiesta que tiene unos fundamentos eternos.

Se indignó el buen aficionado por un lote de toros de Juan Pedro en los límites mínimos de todo: poco trapío, nada de casta y pocas fuerzas, pero de una gran nobleza. Es el toro ínfimo que se deja torear sin que aquello tenga verdadera importancia. Es el toro que divierte a la masa.








sábado, 14 de mayo de 2011

Sí pero no

Ayer tocaba sesión de Juanpedritis, y por mucho que se anunciaran  Uceda Leal y Morenito, diestros de los que soy partidario, no estaba dispuesto a perder la tarde con otra juanpedrada -vista una, vistas todas-. Pero por si Aca -virtud premonitoria de todo aficionado, aunque sea malo como servidor- dejé grabándose a fuego lento la corrida, confiando en la suerte, que me iba a regalar una tarde libre de toros, que viendo como están saliendo las cosas ya es un descanso. Que se lo miren los de los colchones Pikolin, qué gran sketch publicitario poner al Rosco sesteando en el Siete sobre un colchón de pluma de ganso, con la cartelería de mano que anuncia las treintitantas tardes de Mini Feria de la Comunidad, San Isidro y Feria del Aniversario, colocada como almohada recogebabas. Esta cantidad ingente de festejos consecutivos, anodinos y repetitivos, no hay quien los aguante, ni quien los pague.

El caso es que, ¡piticlín piticlín!, recibo un telefonazo, de X, que está encantado con lo de Juan Pedro (qDg). No me habla de toros ni de toreros exactamente. En realidad no sé a que se refiere, no para de murmurar un espeluznante "algo está cambiando en los juanpedros".O sea, que entendido, a ver el festejo, enfermo de juanpedritis culpa de un ex-amigo ya a estas horas, que vió no se qué cualidades en los toros colonos jerezanos.


Para empezar, algo nuevo si que hay: anormalmente, por lo menos repasando los últimos años, la corrida está bien presentada, en su tipo, bajita y pelín anovillada, pero con dos grumias por delante. Muy astifina y con los pitones muy colocados, que no les recuerdo yo esas cabezas a esta ganadería en tiempo atrás. Primero y sexto, con más complicaciones, castita, de las frecuentes. Y un quinto, de nombre Jergoso, que tuvo mucho que torear, con embestidas francas y vibrantes. Además derribó un caballo con todo el equipo y empujó en la segunda vara. A los demás si que les podía adivinar el factor JP, con esa cansina embestida incapaz de emocionar a un tábano ajumao con sangre de ciclista. Y esto vale para los seis que se han corrido en la tarde: que ya no sean inválidos no quiere decir que de pronto, sean duros de patas. Siguen con las fuerzas bajo mínimos, necesitando grandes dosis de lidia moderna: cuidar, ayudar y medir. ¿Que puede ser el principio de un intento de cambio? No lo discuto, estos toros se han ganado tan mala fama que a pesar de ser bobos de solemnidad no los quieren ya ni las figuras. Pero, por ahora, a riesgo de perder la amistad de X, sigo pensando lo mismo que ayer, antier y al otro: esto de Juan Pedro es una basura pestilente.


Uceda Leal ha cortado una oreja, ni -ita, ni de peso, merced a una gran estocada y a una faena con muchos altibajos a un colaborador noble y sosainas, que le permitió poder sentirse muy a gusto, que se dice ahora. Por unos momentos, viendo el temple en las muñecas del madrileño, y esa embestida del bicho al ralentí, con su lengua fuera persiguiendo muleta, mis ojos vieron al mismísimo Arrojado en las Ventas, con su Manzanares delante. En el primero, me defraudó extraordianariamente Uceda, al verse sin ideas en su quehacer contra un amigo que lo único que tenía es una embestida diferente a lo que uno espera con ese hierro. Sesenta tardes en las Ventas del Espírtu Santo deberían de ser suficiente cátedra para deshacerse de esos trances con más oficio.

Juan Bautista está completamente fuera, apático, sin ilusión. ¿Quién es el que le pone a este hombre una pistola en la nuca para que se anuncie tantas tardes en posiciones de compromiso? Más delito aún tiene el que lo contrata y anuncia.

Morenito deberá de esperar otra oportunidad para dar el aldabonazo definitivo. En su primero no tuvo demasiadas opciones, aunque dejó toreo de capa aquilatado, y con el sexto podríamos decir que lo que valía para Uceda vale también para él. Con el toro que se sale un poquito del guión, cuesta más, mucho más. Demasiado.

lunes, 18 de abril de 2011

Un tipo único





Para lo bueno y para lo malo. Nunca dejó indiferente a nadie. Como sus toros. En un mundo y una sociedad tan hipócrita y puritana como la que nos ha tocado en suerte casi que es de agradecer. Considerado por muchos como un alfaquí de la bravura, el mayor ideológo de la tauromaquia evolutiva que ha llegado a nuestros días. Para otros, entre los que me incluyo, una de las mayores taras que ha tenido la Fiesta en los últimos años, con el triste toro artista que ha terminado por asolar la variopinta diversidad de encastes que poblaban dehesas y carteles. Ganadero predilecto de la inmensa totalidad de los toreros, que se dice pronto. No ha habido figura que no haya cosechado éxitos con su ganado. Muchos discutibles. Jamás perdió la fé, defendió y luchó, con la bravura que tantas horas de estudio le llevó, en aquello en lo que creía. Sólo por eso la persona de Juan Pedro Domecq merece el respeto que quizás no merecen sus toros. La carretera, que siempre está al servicio de la muerte, ha segado esta mañana su vida, en un cruce de caminos de un pueblecito de Huelva. El 18 de Abril de 2011, le ha llegado el día que nadie quiere que llegue, el día de las alabanzas. Desde aquí enviamos el pésame a sus dos familias, la de sangre, y la del toro, y recordaremos a Juan Pedro como lo que fue, sin grandes elogios ni falsos  remordimientos: un buen hombre, enamorado del toro y ensoñador del toreo con el que nunca estuve de acuerdo. Que descanse en paz.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

La orejita de la ratita




Joaquín Vidal
El País, 15 Marzo 1995
Feria de Fallas
Novillos de Juan Pedro Domecq
Rivera Ordoñez, Javier Rodríguez y José Tomás.




José Tomás le cortó una orejita a la ratita. Lo que no acaba de entenderse es cómo no le cortó las dos orejitas a la ratita. Porque la ratita no era corretona y picaruela, según es habitual en las de su raza, sino cachazuda y modorra. La ratita salió y sólo quería tumbarse allá donde la dejaran tranquila por lo ancho del redondel. Alomejor es que estaba harta de queso. 

La ratita era coloradita, tenía cuernos la ratita, aunque se discutía si se trataba realmente de cuernos en sentido estricto o de sendos palillos de dientes que había encajado junto a las orejitas, en plan castizo, para cuando lo del queso. Las orejitas no eran peludas. Se les advertía incipiente pelusilla, y basta, pues la ratita debía de ser muy jovencita. La ratita parecía estar en la edad del biberón.

El ganadero propietario de la ratita y de lo demás que envió a la famosa feria fallera -Juan Pedro Domecq es su nombre- a estos cándidos animalitos de Dios los llama toros artistas. Los hay exagerados. Lo bueno del ganadero, sin embargo, es su fantasía oriental. Trae en una jaula las ratitas que roen los pastizales de su cortijo andaluz, y dicen que son toros; las ve pegar cabriolas en el redondel, y las eleva a categoría de artistas. Este hombre es capaz de venderles a los empresarios taurinos un ninot de falla y hacerles creer que es el Coloso de Rodas.

La ratita pegaba tumbos y José Tomás pegaba pases en justa correspondencia, allegando fijo ademán y académica postura. Raro fue el pase en que no se desplomaba la ratita a los pies del autor; luego los pases acababan como el rosario de la aurora. Lo cual no impidió que la faena concluyera triunfal. Despenada la ratita de certero estoconazo, parte del público se puso a ventear las almohadillas -según estilan los valencianos para pedir orejas- y el presidente concedió el trofeo.

El sexto ya daba tipo de novillo, tenía hechuras, fortaleza para soportar dos varas, sacó su pizca de mansedumbre y aspereza, y aunque José Tomás estuvo pegándole pases hasta entrada la noche, ya no pudo allegar ni academicismos ni finuras. Los toros tienen ese inconveniente: que en un momento dado le puede romper a cualquier la sistemática. No obstante, hubo un detalle muy a tener en cuenta: del volapié al cuarto envite, José Tomás salió trompicado con las astas hurgándole la pechera, y al zafarse del derrote, ni se inmutó, ni se miró siquiera los posibles desperfectos. 

Salvo la lidia de ese sexto ejemplar, no hubo más novillada. Fue la novillada que no existió. Se caían los animalitos de Dios con sólo mirarlos -acaso eran también tímidos-; en lugar de meter la vara carnicera, los siempre feroces individuos del castoreño, ahora enternecidos, le rascaban un poco con la puya; la aguerrida grey banderillero les prendía mimos a los palitroques. Las cuadrillas, bien se vió, estaban transidas de sentimiento ecológico. Los diestros, por el contrario, resultaron ser más duros de corazón y molían las ratitas a derechazos. A veces intercambiaban naturales o manoletinas, quizás porque en la variedad está el gusto.

Javier Rodríguez intervino afanoso y bullidor, y a su primera ratita la llegó a ligar una excelente tanda con la izquierda, el Señor le premie por eso. Rivera Ordoñez, en cambio, estuvo mediocre, destemplado y torpón. Mal bagage para quien se encuentra a las puertas de la alternativa. Rivera Ordoñez se despedía de novillero en esta función ratonera, y si careciendo de enemigo sólo exhibió torpeza, destemplanza y mediocridad, lo que vaya a ser capaz de hacerle al toro -al toro-toro, se quiere decir-, es un secreto insondable, una procelosa incógnita. 



miércoles, 8 de septiembre de 2010

Juan Pedro, en el ABC




Dejo caer por aquí alguno de los retales que soltó el emperador del toreo en la entrevista realizada por Antonio Astorga a Juan Pedro Domecq en el ABC de ayer.




-Los toros, mi pasión. Después los caballos y los cerdos. Me gustan mucho los animales, y en la finca, que linda con la sierra de Huelva, empecé a aplicar a los cerdos los criterios de selección que había aprendido de las demás cosas, haciendo un cerdo artesanal, en pequeñas cantidades, de 2500 a 3000, todos nacidos en mi casa, salvajes, ibéricos y de bellota: el `vega sicilia´del jamón.



Tengo grandes defensores y grandes detractores. Pero me satisface que mis defensores sean los ganaderos, que me respetan y me consultan, y los toreros, que valoran el trabajo y la influencia que he tenido en la evolución del toro. Porque yo he toreado más que muchos toreros, 2.000 becerras, entre los 12 y los 60 años. Torear es dominar a un animal más fuerte que tú solo con los vuelos de un capote y una muleta.



La (bravura) la definió mi padre, y es la capacidad de lucha del toro hasta la muerte, por tanto, no algo que se mida solo en un tercio de la lidia, en el caballo, sino de principio a fin. El toro más bravo es el que va a más. Mi padre, que era un tipo genial, lo entiende así y transforma los tentaderos y la forma de seleccionar. Su éxito lo demuestra el hecho de que el 60% de la cabaña brava del mundo proviene de la suya.



-Mi padre dio el encaste a Juan Pedro Domecq y yo he ayudado a afianzarlo, sobre todo a descubrir técnicas para la selección y manejo del toro. En mi libro aporto la investigación genética, bases de datos y programas informáticos. Cuando se pidió un toro más grande, que comía más, tuvo enfermedades nutritivas que se arreglaron con una alimentación que mezcla forraje y pienso, y hallé el modo ad libitum, cuanto y cuando quieran comer, salvo el domingo, donde apuran los comederos para limpiarlos. Ahí ya pensaba en lo de entrenarlos, porque se exigen faenas más largas y necesitan mejor forma. Así empecé con el tauródromo, de 1,5 km., donde corren tres veces por semana para su mejor recuperación en la lidia.


-Los toros en toda época han tenido problemas que luego se han solventado. Cuando yo empecé, en el 75, se caían, y se arregló. En el estudio genético que hice con la Complutense vimos que la fiereza, que también es casta y ese algo en la embestida que da la sensación de vigor o riesgo, era un carácter contrario a la toreabilidad (nobleza y temple); por eso el toro se fue haciendo más suave, pero eso también tenía arreglo.


-Se tarda años (en buscar la fiereza), porque el toro que se lidia en la plaza es el resultado de la decisión que un ganadero tomó cinco años atrás. Las cosas no se logran en un momento y tampoco puedes tirar todas las otras cualidades por una sola: hay que añadírsela. Creo que lo he conseguido y va a ir saliendo de más en más.