`Estoy buscando al Fundi para brindarle un toro, ¿lo ha visto usted por aquí?´. Iván de Andrés.
Madrid. Plaza de toros de Las Ventas. Feria de San Isidro. Vigésimoprimera corrida. Lleno. Toros de Javier Pérez Tabernero para El Fundi, Sergio Aguilar y Luis Bolívar.
Hasta diecisiete mamíferos bovinos, rumiantes, vertebrados, artiodáctilos, cavicórnidos, monodelfos, ungulados han hecho aparición por la misma puerta por donde a veces salen toros de lidia. Más que la feria de San Isidro parecía la cosa una feria ortopédica para lisiados. O el Santuario de Lourdes. Las mayores ovaciones de la tarde se los han llevado los de la ganadería de Florito, que no fueron precisamente los que más condición boyar tuvieron. De la ganadería titular, Pérez Tabernero, se devolvió el segundo, como se tuvo que devolver el primero, el cuarto fue un buen toro, aplaudido exageradamente en el arrastre, el tercero, el más atanasio, uno de los últimos, embistió con más genio que bravura, el resto para olvidar. Salieron, por orden de rotura, en segundo lugar, uno de Domínguez Camacho, bonito y bravo hasta que se abrió las manos; un Torrehandilla parecido a una de esas pinturas de Altamira y uno del Conde de Mayalde, que ni Botero lo hubiera pintado más cabezón. Lo de los sobreros es una vergüenza. Y lo de los titulares, también.
Un extraño, vestido de rosa y oro con cabos negros ha tenido el atrevimiento de venir a Madrid y anunciarse como el Fundi. No se veía tamaña falsificación desde que al chaparrito del Pardo le ponían dobles para inaugurar pantanos. Pero no nos la ha colado, el verdadero Fundi estaría en la finca del suegro tentando esos galafates tan impresentables, por grandes, con los que se entrena para venir a dar la cara a Madrid. El imitador, malo de solemnidad, se ha dejado ir el cuarto toro con las dos orejas puestas, después de plantearle -es una manera de hablar- una faena sin tón ni són. A tontas y locas. En los medios con la ventolina, muchos pases templados y mecánicos, sin decirnos nada el torero, y lo que es peor, sin decirselo tampoco al toro. Su primero fue un animal descastado y desgastado que tuvo que ser devuelto por tullido. Con los chiribolos de matar tampoco fue buena la imitación. O el plagiador mejora o va a ser menester que venga el auténtico.
El personaje de la tarde ha sido el picapedrero de Sergio Aguilar, de nombre Antonio Prieto, apunténlo, que ha repartido unas cuantas convidás con la puya a cual más devastadora para los lomos del animal. Se le fueron tres para atrás y al que se quedó, el segundo tetris ¿? le estuvo dando fiesta durante cuatro o cinco minutos. Con amigos como estos no te hacen falta enemigos, Aguilar. El mayalde se quedó paradote, no queda muy claro si por falta de casta o por falta de sangre que avivara su embestida, peligroso, buscando siempre el cuerpo del torero, que anduvo siempre ofreciéndole la muleta, el pecho y las femorales. No se puede hacer más con menos. Con el quinto, que no valía un real, volvió a presentar una faena digna, llena de verdad, con matices de torero bueno, pero que no pudo redondear por la falta de enemigo. En este caso me refiero al toro y no al picador. Con una gran estocada se despidió del abonado venteño hasta... ¿la sustitución de José Tomás?
A pesar de que lo pueda parecer, Bolívar no es gitano, y se nota en aquello de los buenos principios y los malos finales. Es la enésima vez que vemos al caleño empezar una faena en los medios, con distancia, con la zocata, dejándose venir el toro con alegría, para terminar dando pases como fuera uno de los mantas que torean en Prensas, Beneficencias y demás romerías. Mientras tuvo la pañosa con la derecha, no hubo problemas con el encastado tercero, es más, dió algún muletazo con buena colocación y disposición, muy acelerado también. En cuánto se la echó a la izquierda no hubo nada que hacer, salvando honrosas excepciones, el toreo al natural hoy sólo lo pueden hacer cuando se ha molido a capotazos; a cariocas; también se hacen unas pocas pasadas en falso con las banderillas; se empieza con la muleta con unos cuántos estatuarios o pases por alto que derrenguen el poder del toro y sigue la faena con cuatro series de derechazos que hayan terminado con cualquier signo de fortaleza y codicia que le quedara al animal. Entonces, y sólo entonces, se ponen a hacer posturitas amaneradas con la izquierda. Eso de parar, mandar, templar y cargar a un toro encastado con la zocata en los inicios es algo muy antiguo, que hay que modernizarse, y queda reservado sólo para el Cid, cuando las huelgas no se lo impidan.
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3 comentarios:
Gran crónica. De 10
Sí señor, gran crónica
En lo referente a Sergio Aguilar, confieso que es un torero que a mí me llega hasta el alma.
Me encanta.
La sustitución?? Ya quisiéramos algunos, no??
Aunque, por lo que escucho y leo, somos pocos los que soñamos con ese imposible.
Algunos dicen que tiene que arrear; que le falta genio; que es frío; que es la eterna promesa; que en realidad no vale, que hace trampas… Pero, en mi opinión, Sergio es, entre otras cosas, demasiado puro para ocupar ese “puesto”.
De todas formas, apartando todo romanticismo, ya sabes que en estos asuntos si no se cambia figurita por figurita, no vale.
Así pues, imagina lo que puede suponer sustituir a un "mito".
Ahora, eso sí, que en una de Adolfo te metan la del Marqués…
En fin, me estoy yendo completamente del tema
Saludos
Gloria
Gloria, a lo mejor lo que digo es una herejía, pero por manera de entender el toreo, por colocación y por firmeza Aguilar recuerda mucho al mejor Tomás. Otra cosa es que le falte un puntito de torería al entrar y salir de la tanda de muletazos, le falta `vender´un poco mejor su toreo. Peca de frío.
Lo de la sustitución lo dejaba caer porque se lo he escuchado a Molés dos veces, una en radio y otra en televisión. Y ya sabemos el poder que tiene Molés para meter mano en los carteles... en fin, veremos. Gracias
Aurelio, gracias a ti también por pasarte de vez en cuando por aquí.
Saludos
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