sábado, 15 de mayo de 2010

Las Ventas es una escombrera

Juli, pasándose el toro por el punto kilométrico 343. CABRERA



Madrid. Plaza de toros de Las Ventas. Feria de San Isidro. Novena de feria. Día del patrón. Lleno. Toros de Garcigrande - Domingo Hernández para El Juli, Sebastien Castella y Daniel Luque.




Antiguamente era otra cosa, pero ahora, de tierras salmantinas vienen estos animales amodorrados, regordíos y tiernos que son los que le dan la fama al torero y la lana al ganadero. Sin trapío, con los pitones justitos, descastados, sin ningún interés para el aficionado, y lo que es casi peor, casi sin posibilidades para el torero. Definitivamente se les ha ido el asunto de la mano, una cosa es criar y sacar toros nobles, humilladores y toreables y otra cosa es que te empiecen a salir engendros boyares con los que no triunfaría ni Javier Conde en el Rocío.



El toreo está en ruinas, y Las Ventas es la mayor escombrera que existe. A fuerza de tanto terremoto y tanta sacudida, el aspecto de la tauromaquia es la viva imagen de Haití. Cualquier tarde es menester que Curro, Antoñete, Dámaso, Rincón y compañía vuelvan a echar un rato, y lidien un festival al beneficio de la reconstrucción de Las Ventas. De camino, les pueden explicar a sus coétaneos lo que es cargar la suerte, irse al pitón contrario o la dignidad del torero. Porque, éstos, los que se visten de luces y se hacen llamar toreros, no están ni para festivales. El uno, porque es un ladrón de carta blanca, sablista de circos; el francés, por tétrico imitador ojedista y Luque, por eso mismo, por luque, lo cual ya es bastante denigrante.



Abrió la corrida del día del patron Julián, que recibió al garcigrande con su verbigracia capotera: con capote no; capotón y a dar verónicas mecánicas, sin aire ni gracia ninguna. Supo poner orden en la lidia, lo cuál se agradece en estos tiempos de estampidas y anarquías en los primeros tercios. Pero en la muleta, volvió a aparecer el torero ruín de siempre, ése en el que sólo el primer muletazo de cada serie es auténtico, el segundo y los siguientes: la patita atrás, el compás abierto, el mentón al pecho, el gesto retorcido y el toro para afuera. Todo este conjunto de aspavientos, de composición del gesto y de contoneos pueriles son los que demandan ahora los públicos, tan iletrados, que son incapaces de ver y asimilar que si rascas debajo del maquillaje de la figura te encuentras a un triste y falso Cuasimodo. Faena basada en la mano derecha, que es la mano de los mediocres, dejando pasar al toro, sin llevarlo, al circular, cuatro y cinco y el de pecho, la gente rasgándose las vestiduras, como si en esta plaza no hubieran visto a El Cid, Rincón o Antoñete. Con la zurda, que es la de los dineros y los toreros, la cosa se diluyó, muchos enganchones, el toro, descaradamente, arrojado por la franela hacia la periferia, sin acople. Los entendidos, hablando del tornillazo, de la cara arriba, del genio, de las teclas del toro... pero a ninguno de éstos, que rebosan sabiduría taurómaca con sus amigos del Circulo de empresarios, o de periodistas, le ha dado por pensar que las teclas el que las toca es el torero y que la tauromaquia se inventó, o se descubrió, con el fin de dar soluciones a los problemas que tiene -tenía- el toro. Menos excusas para el torero y culpas para el toro. Afortunadamente, y me alegro, con el julipié no estuvo acertado y perdió una oreja que no se merecía de ninguna de las maneras. Con el cuarto, un toro feo y basto de hechuras, y a los que nos querían pintar como Belcebú, pero que no era más que otro popurrí de kilos, descaste y pitones romos, no se cortó y se puso en plan pegapasista, que es lo que era antes de rejuvencer diez años en este versión depurada que nos quieren vender muchos juntaletras. El caso es que Julián no tendrá otra oportunidad más fácil para salir por la Puerta de Madrid. Hoy era el dia, su dia.




Unos cuantos cascotes cayeron desdes los tendidos al ruedo después de acabar la faena de Castella al segundo. Forma parte del derrumbe de la plaza, que no terminó de cuajar porque el salmonete no sabe matar. Si lo hubiera hecho hubiera cortado la oreja más pequeña, más vergonzosa y más asquerosa de la historia del toreo. Qué temblores, y qué sudores, me entraron cuando después de dos desarmes consecutivos con la izquierda y tras machetear al toro y pegarle cuatro trapazos al- arrimón (que es como al alimón pero haciendo el ganso) la gente se rompía las manos a aplaudir. Quiero pensar que el abonado, el aficionado serio, ante la basura de feria programada se ha puesto a convidar a las amistades. Me niego a pensar que el nivel de afición ha caído tanto, en esta plaza, en tan pocos años. Con el quinto, manso y descastado como sus hermanos, se puso a dar pases, y fijate como serían, que no puedo hablar de ellos porque ya están olvidados. Como casi todo el toreo del gallipavo francés, ya se encuentra en la papelera de reciclaje de la mente de todos los aficionados.




Daniel Luque ha vuelto a cosechar dos silencios sepulcrales, y van, hablo de memoria, quince este año entre Madrid y Sevilla. ¡Si es que no tiene suerte con los sorteos el chaval! Su tarde, rotundamente mediocre, redondamente triste. Plano, inexpresivo, a ratos mecánico, más que mecánico daba la sensación de tener una tecla, que los toreros también las tienen, para torear en modo piloto automático. Lo mejor es que cada vez queda menos para quitarnoslo del medio, que vuelva a sus pueblos, a sus insultos y sus indultos y entre en competición con los suyos, que son los cordobeses, finitos, pinares y demás enjundiosos pegapasistas.

4 comentarios:

Javier García Nieto dijo...

No te asustes querido Antonio, los tendidos de las plazas de toros y las propias plazas de toros son escombreras desde hace muchos años. Hubo un tiempo, no muy lejano, allá por finales de setenta, pero sobre todo en los ochenta y principio de los noventa en que la cosa parecía que se enderezaba. ¿Sabes por qué? Por que hubo una conjunción magistral perfecta: periodismo y afición. Los grandes medios dieron cabida en sus tribunas a escritores carismáticos que promulgaban una Fiesta diferente, más cercana a la que a ti y a mí nos gustaría ver. Zabala, Navalón, Vidal, Apaolaza y Villán -casi nada-. Luego Zabala empezó a desbarrar y Navalón se hizo el harakiri. Pero quedaban los otros tres y... qué pasó. Que llegó la puta tele y al melón de Molés lo sustituyó el melón de Fernández Román, y Apaolaza y Vidal fallecieron y... hasta aquí hemos llegado. Ahora mismo no hay un diario de tirada nacional que cuente con un cronista con criterio. Ni el propio Villán, tan polémico antes; desde que se ha juntado a Zabala Jr. se ha subido al carro de la "alegría". Allá ellos. En cualquier caso una observación: ¿sabes por qué la gente es tan iletrada? Por que para entender un poco de toros hay que pensar y reflexionar,y hasta leer, algo que en este país se ve que hacemos muy pocos; por eso el fútbol es la reina del estofado, porque no hay que devanarse los sesos ni un segundo: basta con llamar c... al árbitro.

Anónimo dijo...

Amén Antonio, no añado ni una sola coma más a lo que has dicho. Hoy no echaré culpa del descalabro a Taurodelta, los culpables son los que han venido con los toros debajo del brazo.

El Juli ha estado descolocado todo el rato. Cuando se le ha recriminado tal actitud y se ha situado en el sitio, hemos podido comprobar que es incapaz de torear. Ese mando que tanto se le atribuye no se ha visto por ningún lado. Menos mal que los julipiés no entraron donde debían.

Castella como suele, más efectismo que efectividad. Ceniciento, lo digo por el bochornoso espectáculo de las zapatillas, está agotando esos 19 toros que decían faltarle para ser figura del toreo.

Siento desilusionarte en cuanto a lo de no querer creer que el nivel de la afición ha caído tanto en los últimos años. Peor aún, hay muchos que llevan viendo toros toda su vida y no profundizan lo más mínimo en esto. Les verás aplaudiendo cosas inimaginables, esos aplausos son los que dan patente de corso al escalafón para campar a sus anchas y hacer de la tauromaquia un arte de mentira y efectismo.

“Por 25 pesetas, díganme ustedes suertes tergiversadas y aplaudidas por el público. Por ejemplo, los julipiés…”

Saludos, J.Carlos.

Antonio Díaz dijo...

Javier, has hecho un análisis muy acertado. Espero que lo lea todo el que entre, sino lo pondré en un post. Es una gran verdad eso que comentas de que para ver una corrida de toros hay que pensar y reflexionar. Ahora eso se ha cambiado en pos de la diversión y el entretenimiento. La falta de cultura de este país es una de sus mayores enfermedades, en eso también estamos de acuerdo.


J. Carlos, a mi se me escapa una cosa: ¿por qué el aficionado que va a los toros desde hace muchisimos años no termina de profundizar en el asunto? Supongo que cabrán muchas respuestas, una la da Javier en su respuesta: el (mal) periodismo te puede llevar a entender las cosas al revés. Otra puede ser que esta clase de aficionados sean de estos que tienen un abono por permancer en una categoría social, o dicho de otro modo, para vacilar.

Aún así, insisto, veo una decrepitud más avanzada y acusada en los últimos años.


Saludos y muchas gracias a ambos

franmmartin dijo...

Yo veo las corridas a través de internet y pese a que el realizador se dedica a imitar a Lazarov con planos contraplanos,primeros planos,y repeticiones que lo único que hacen es desubicarte,marearte y hacerte perder la atención necesaria;aún así y casi sin perspectiva,se puede observar a la perfección la incapacidad de TODOS los presentes y cada tarde, de fijar un toro a la salida (solamente dos capotazos de El Boni ayer hicieron reaccionar a la "afisión" poco acostumbrada a esas cosas),echar el capote abajo y quedarse con él.De ahí la infame catarata de capotazos hasta lograr medio parar al bicho.
Luego viene la capea habitual a un toro suelto y a su aire porque nadie ha sabido quedarse con él.
Pasado éste trámite penoso se pasa ya a lo bueno,los derechazos y los naturales .Y ahí se le acaba a uno de encoger el ánimo al escuchar los olés del público y las alabanzas de los "espíquers" de la televisión a los pegapases ,que vagando de un lado a otro de la plaza (¿dónde las faenas en tres metros cuadrados?) y dando trapazos a velocidad de vértigo y despegados como una pareja ante un abogado matrimonialista ,concitan el entusiasmo general.
Faenas larguísimas ,sin medida ,sin unidad, sin variedad.Todavía recuerdo aquella frase de los viejos revisteros "dió pases de todas las marcas".
Hoy se ha dado todo eso y además una suerte suprema a base de metisacas,pinchazos y espadazos de todo tipo yéndose del mundo la mayoría de las veces.
Estoy seguro de que mucha gente ha salido casi tan contenta como los comentaristas de la TV y también de que si leyeran éstos comentarios nos dirían de todo menos bonitos.Y dentro de todo lo más triste,ver la "figura in péctore" sin saber por donde meter mano a ninguno de sus dos enemigos.
Si éstos son los mejores que no nos pase ná.