lunes, 23 de agosto de 2010

El toreo así es una baratija



Luque, trilero. Maurice Berho



Plaza de Toros de Vistalegre. Bilbao. Corridas Generales. Tercera del ciclo. Media entrada larga. Toros de Fuenteymbro para El Fandi, Miguel Ángel Perera y Daniel Luque.



Mala corrida de Fuenteymbro, que opositaba seriamente a mejor ganadería de la temporada y que se ha dejado buena parte de la nota exigida esta tarde en Bilbao. Descastada, parada y muy aburrida. De presentación, correctos, si bien alguno pecaba de poca seriedad en la expresión, con esas caras juveniles, casi con acné, que tanta credibilidad le restan a su portador. El primero, víctima del afeitado y manipulación que se lleva a cabo en esta casa, se dejó la punta del pitón en el primer burladero con el que se tropezó. El sexto, el único que se salva de la Inquisición.



El Fandi, acostumbrado al arte de lidiar borregos, antes llamado pastoreo, ha pasado las de caín con sus dos toros. En el primero, que simplemente exigía disposición, como la que tuvieron sus compañeros ayer, la inseguridad se apoderó del granadino, que ha dejado más que demostrada su incapacidad para apechugar con lo que se sale de los comportamientos tontunos y modernos del toro artista. Con los rehiletes, estuvo ahí sus minutos, que vamos a tener que empezar a pedir que den avisos en banderillas, recorriendo todos los tercios, bailoteando con los cornúpetas de aquí pa'llá y clavando al estribo y haciendo cabriolas, como si de Diego Ventura se tratara. En el cuarto, más de lo mismo, nula claridad de ideas, valor justito y calamocheo y gazapeo por parte del torero, que no paraba de mostrar su desagrado con la cabeza y las plantas de los pies, más sobresaltadas que de costumbre. Al de las cien corridas, con diez o doce al año en las que se encartelara con Toros y Aficionados, le sucedería como al Ferrari de Fernando Alonso, que es pisar el pedal de freno y se va de 100 a 0 en siete segundos.



*Aclaración: el toro de la imagen no está disecado. Maurice Berho



Perera, que vive en un bucle permanente, en un tiempo parado, sin ser de La Puebla, en el que todas las tardes se repite la misma historia, la de un muchacho extremeño al que le va hasta límites preocupantes Lo Domecq, hasta llegar al punto de cometer la escena casi pornográfica de dejarse rozar la taleguilla con uno de esos pitones que cuarenta y ocho horas antes yacían enfundados en una pipeta de plástico. Puro sadomasoquismo. Sólo le falta cambiar el traje de luces por el de cuero. Hubiera cortado una oreja en el primero, que no sabemos si era bueno, malo o regular para el último tercio, pues le fueron negadas las distancias, la capacidad de venir atacando, por consiguiente, la dificultad de llevarlo o traerlo toreado. Valga el símil circense del domador que dice serlo con un león enjaulado en un zulo, harto de chacinas y amaestrado a base de látigo. ¿Es domador o es un farsante? ¿es un valiente o un cuentista? En su segundo, sacó la otra parte del repertorio: el pegapasismo, el piloto automático y las decenas de muletazos sacados de su picoteca particular. `He estado mucho tiempo delante de la cara del toro´, afirmó al término de su faena, con cara de satisfacción y rotundidad clamorosa, lo cual muestra la necesidad de estos toreros, sin oficio y sin nada que aportar, de avalar su caché a base de pases, minutos y orejas. Cualquier día empiezan a tarificar como la Telefónica, por minutos, o por pasos...



Cerraba el cartel de la vanguardia torera Daniel Luque, que a pesar de ser el gran fracaso de esta temporada sigue entrando en todas las ferias, en carteles de postín cobrando un pastón. Otro día más de toreo invertido, para aficionados invertidos, que no son capaces de ver la gran mentira en que se ha convertido el sevillano. Si otros, casi todos, pueden ser acusados de traidores al toro por descargar la suerte, a este torero habría que excomulgarlo. Adelanta, y cada vez es más frecuente, la pierna que no torea, escondiendo vilmente la pata de salida, que no es lo mismo que te revienten la femoral a que te hagan un esguince de coxis, con lo que duele al sentarse. Al sexto, el menos malo de la tarde, que se fué ovacionado, y van siete de doce -empiezo a recelar del público de estos primeros días-, le colocó una faenita pinturera, aseada y desapegada, que le hubiera valido para pasear una oreja en plaza de primera, paseo que debe de echar de menos, y no por falta de oportunidades.



Merece la pena destacar el coraje y la honradez de Joselito Gutiérrez, de la cuadrilla de Perera, que sacó fuerzas y agallas de donde sí las había, y puso dos pares con exposición, clasicismo y riesgo. Otro que demuestra la teoría tiránica de que hay banderilleros de oro a las órdenes de matadores de plata.

1 comentario:

Enrique Martín dijo...

Antonio:
Con tu permiso, me voy a copiar estas dos fotos, las voy a ampliar y me las voy a poner en mi cuarto, para que sea lo primero que vea cada mañana. Así recordaré que hay gente que está peor que uno y me costará menos levantarme. O quizás me las tatuaré en el culo, una en cada cachete. Y pensar que se les sigue haciendo pasar por toreros, como si lo fueran de verdad.
Un saludo