jueves, 26 de agosto de 2010

Piratas del Nervión




Plaza de Toros de Vistalegre. Bilbao. Corridas Generales. Quinta del ciclo. Casi lleno. Toros de Victorino Martín para Padilla, Urdiales y El Cid.


Se reencontraban dos viejos socios, lobos de mar que lucharon en mil batallas: silenciados en muchas victorias; maltratados y empalados públicamente en los naufragios. Uno, pirata de secano, pellejo curtido por el sol, sin pata de palo, pero con un catalejo genuino que le hace ver la casta, el trapío y la emoción dónde las caras Rayban Sunglasses de otros no atinan a ver ni a Pepe Leches. Victorino Martín. Barba Paleta. El otro, sapiente sevillano como Maese Pérez, firme, valeroso y sereno, en las malas y en las buenas, acostumbrado desde sus inicios a bregar desde primera linea de proa con las bravas tormentas que arrecian de babor a estribor, mientras otros se ahogan en un vaso de agua. Las que azotan por babor, tempestades propias de la vida, en las que sólo le queda rezar al que crea en divinidades celestiales, al incrédulo, encomendarse a la piedad de los mares; las otras, venidas de estribor, son las de los enemigos que enfundan la misma espada y llevan el mismo parche, pero que no son más que zoquetes corsarios dispuestos a apuñalarte en el primer abordaje a cambio de medio vellón. El escenario: el mar más bravo, negro y cabrón en el que se puede navegar. El Oceáno de Bilbao.



Después de la tempestad siempre llega la calma, la hora de ajustar cuentas y vengar afrentas. Así lo hizo el Cid esta tarde, con dos toros de impresionante trapío y con las dificultades propias del encaste, aunque sin la fuerza y la boyantía de otros tiempos. Dos Toros, dos batallas. Sin musas, orejas ni relojes parados. Cañonazos, vendavales y mucho ruido de sables. Emoción, intriga y olor a pólvora. En la primera batalla, que acabó con final feliz, tuvo mucho que pelear, con varios momentos en los que Herbijón parecía que se iba a llevar el cofre del tesoro. Eso fué mientras la faena se desarrolló por el pitón derecho, en los que el galafate soltaba unos mandobles que ni Barba Roja. Cuando se echó la vela a la zocata, con ese animal tan incierto tatuado con la A coronada -señal temerosa en los mares de medio mundo-, a todos nos vino a la mente un relampagueo de imagenes y sensaciones hacia el pasado, tres años para atrás, cuando lo de Tralfalgar. Un torero dispuesto a hacer el toreo eterno o irse al camarón de las curas, sin mentiras, sin teatro de por medio, con el único objetivo de poder llegar a la pensión y sentirse orgulloso de uno mismo y de su tripulación, por conseguir lo que otros no pueden llegar ni a soñar. No importa que muchos naturales, por la condición del toro, fueran medios pases, otros enganchados y otros tan exigentes que hubo de poner tierra de por medio. Pero, amigo aficionado a los barcos y a la Historia, se vieron unos cuantos naturales llenos de hondura, mando y colocación que ya quisieran para ellos esos que triunfan en los simulacros con pistolas de agua que se hacen en las piscinas hinchables. Mató mal, feo asunto para un bucanero, aunque a estas alturas en las que luce galones de capitán, hay cosas que importan menos, como ese asunto de despedazar las partes cartilaginosas de los enemigos.

En el sexto, que ni por el izquierdo, ni por el derecho ni por la madre que lo parió, estuvo firme y luchador, sin mostrarle al contrario duda ni rendija alguna por la que colar. Lamentablemente, y como es norma, los papiros y los pergaminos menospreciarán la verdad. Sólo hay que navegar un rato por la red para constatarlo.



Hace años, y como aparecido de la nada, subió a bordo del navío un grumete con hechuras de conquistador español que atendía al nombre de Diego Urdiales. Nadie daba una moneda de plata por él, tan inexperto y valiente que, según muchos escribas de la época, tenía reservado uno de los dos destinos que aguardan a estos fulanos: la muerte en alguna dura batalla, allí, en las costas francesas a la que ningún apuesto marinerito español se decide a ir; o perder un ojo, una pierna, un brazo, o un huevo y quedar inútil, como todos esos viejos de las tabernas que llevan treinta años subidos a la misma historia, la de un grumete que intentó llegar a capitán y que lo único que logró fué llenar de cicatrices y roña su vida y la de sus pocos allegados.

Pues bien que se equivocaban, aquel novicio de marinero es hoy un pirata respetado, apuesto en sus formas, clásico en la manera de interpretar los vientos, surcar los mares y manejar la brújula. A tal fama va llegando que en cada puerto tiene multitud de novias que lo están esperando.


Lo de hoy es otra manifestación de poderío y arte, de saber torear con la izquierda como muy pocos, de entender, y respetar, que en cualquier contienda, y por feo y odiado que sea el enemigo, hay un código al que considerar en buena lid. Otro combate, como el de Sevilla con el Conde de la Maza, que demuestra que la ligazón no es imprescindible para que el toreo sea bueno. En cambio, sí lo es para llegar al público, que en estos casos se vuelve más consumidor que catador y termina por tergiversar cánones que olean perennes desde el nacimiento de la primera gota de agua salada. Mató con la decisión del que se arroja a aguas tranquilas y se llevó una merecida oreja que le valerá para seguir forjando su leyenda. En el quinto, otro malo, sin llegar a Barrabás, dejó muestras de compromiso y de lidia antigua, atacando al victorino por donde más le duele, costillas y tablas del pescuezo. Con marinos así va a ser difícil que se hunda la nave.


También vimos por la cubierta a un tabernero jerezano, al que llaman el Ciclón, del que aquí no vamos a contar demasiado, vaya a ser que nos hunda el barco...



7 comentarios:

Gil de O. dijo...

Antonio Díaz. Lo vé, lo vé...? Me ha contado la corrida y me ha transmitido las emociones.
Eso es saber escribir, eso es crear Arte al juntar palabras: Descripciones, matáforas, paralelismos, fluidez, ritmo y ...la leche.
Me ha hecho estar en Bilbao, asomado a la mar negra; entre el pueblo en la vieja Zorroza y en Vista Algre; y he vuelto a ver a El Cid.
Olé por los piratas toreros de secano, agua dulce o de la mar marinera!
Se da cuenta por lo que no me gustó Don Modesto?

Gil de O.

Antonio Díaz dijo...

Gracias, Gil de O. Disfruté de la corrida más que el resto, por lo que parece. Será porque uno tiene sus puntos negros, sus filias, entre las que se encuentra Urdiales y El Cid, por torear con verdad. A los Victorinos, en términos generales les daría el aprobado por los pelos. Pero fíjese como es esta ganadería que aún saliendo flojita aporta mucho más que la gran mayoría de la cabaña brava.



Saludos amigo

percheles dijo...

Muy bonita la crónica, excelente literatura y arte en las frases
Pero yo no vi hacer buen toreo, para mi una vulgaridad total, no se enjaretaban series, naturales dados uno a uno, nada de capa en los seis toros, fuera de cacho el Padilla, sin rematar atrás Urdiales y el Cid tan perdido como los últimos años.

Enrique Martín dijo...

Antonio:
Nop estoy viendo nada de Bilbao, no veo nada por la tele de pago, pero me has hecho revivir momentos que si he visto en directo. Que el Cid parece que vuelve a cabalgar y a ser triunfador, y con toros, y que ese grumete venido arriba, ya luce galones de mando. Es verdad lo que dices del ligar y eso me ha hecho recordad una de las primeras grandes faenas de Diego Urdiales, en Madrid, a un toro que no estaba para nadie, que primero las tandas eran de uno y el de pecho, luego de dos, después tres y al final logró hacerse con la joa aquella, sólo toreando y pudiendo al toro. Qui´zas ahora mismo sean los dos toreros más completos y con más verdad y además saben torear; no son de esos que aguantan a merced del toro, exponiendo sin conocimientos de la lidia. Estos son otra cosa
Un saludo

Antonio Díaz dijo...

Percheles, yo no lo ví así. Para mi gusto la ligazón no es imprescindible, aún más cuando muchas veces para ligar es necesario colocarse fuera de cacho. Prefiero menos pases con más verdad. Respecto a lo de rematar atrás, creo que es dificil cuando les falta un tranco, ayer se les recetó a los toros -que no fueron gran cosa- muchos medios pases por eso mismo. Del Cid tengo una opinión contraria a la suya, no estoy de acuerdo con ese `perdido como en los ultimos años´. Hace ahora tres protagonizó una de las mayores gestas de los últimos tiempos. El año pasado estuvo mal, bien se sabe que por causas personales y éste, sin ser el que fué ha dado buenos ratos, con otros malos. La mayoría de las faenas grandes con un Victorino, de capa, nada de nada... No creo que si va a ver una corrida de esta ganadería vaya muy predispuesto a ver torear bien de capa.

Cuestión de gustos. Yo quedé contento.


Enrique, no ha sido la mejor tarde del Cid pero se le vió despejado, tranquilo y queriendo, sacando unos naturales -pocos- la mar de buenos, sin ventaja ninguna. El borrón de su tarde, que muchos utilizan para atacar, es que en su primero, que por el pitón derecho no pasaba, tuvo que defenderse y aliviarse, hasta que cambió de mano y pasó lo que pasó.


Urdiales, torerazo.



Saludos

Xavier González Fisher dijo...

Antonio: No sé por qué me produce cierto escrúpulo que a Padilla le llamen "Ciclón" y es que a Carlos Arruza le llamaron en su día "El Ciclón Mexicano" y creo que entre uno y otro, hay más que un oceáno de distancia.

Un crítico mexicano, Carlos León, que era "arruza-fóbico", decía que Carlos no era "Ciclón", sino "Si-Clown", mote este último que creo que le viene mejor a Padilla, dicho sea con las debidas reservas, dado su gusto por usar monteras como las gorras de Mickey Mouse que venden en Disneylandia. De allí el escrúpulo.

Un abrazo.

Antonio Díaz dijo...

Si utilizo el término `Si-Clown´ con Padilla corro el serio riesgo de que entre algún payaso profesional de los que hace reir y llorar a los niños, y me llame la atención por comparaciones tan odiosas. Además con toda la razón.


Qué falta le hace a México un Ciclón, pero como Arruza.



Saludos