Carlon Ilián
¿Qué es torear?. La respuesta la tiene un muchacho de Murcia, un modesto torero que no lleva gente guapa a la plaza ni aparece nunca en ningún programa del corazón. Se llama Rafaelillo y explicó sobre el negro ruedo de Vista Alegre la lección más completa de esta feria. Cruzarse con los toros, adelantar la pierna contraria y someter por bajo las embestidas pisando siempre el terreno del enemigo. Eso es torear
La faena al quinto toro resultó modélica y todo un contraste con los pegapases de la trampa y la engañifa que se han pavoneado por aquí durante esta semana entre el clamor de la buena gente y la adulación de los corífeos de siempre. Rafaelillo torea, nada más ni nada menos. En ese quinto toro, que no quería tragarse los muletazos, Rafaelillo lo hizo todo, obligando por bajo, templando y cargando la suerte.
Ahí estuvo la clave de su importante faena, a la que solo le faltó el remate de la espada en el primer intento. En todo caso aquí se han vuelto locos con faenitas de pico y patita escondida rematadas de alevosos bajonazos.
En su primer toro, que hacía hilo, el toro enfiló hacia el torero y lo zarandeó de mala manera. Solo la suerte quiso que aquello no terminara en una cornada. Rafaelillo ni se inmutó, intentando meter en la muleta a un toro que no humillaba lo más mínimo, embistiendo con la cara por las nubes.
El Fundi estuvo,como siempre, entregado y cabal ante el desigual lote de la muy áspera corrida de su suegro, señor Escolar. En su primero se ajustó de verdad en el toreo sobre la mano derecha. En todo momento estuvo por encima del toro. Se repitió la historia en el cuarto, otro toro descastado de una corrida que equivocó a muchos porque tuvo movilidad, pero que nunca se empleó de verdad.
Morenito de Aranda muy centrado, con gusto y temple en ambos toros, especialmente meritorio en el sexto que embistió mirando a los focos de la plaza. Morenito estuvo impecable, pero faltó un toro que repitiera de verdad para darle unidad y remate a las faenas.Nota 1: Demasiados toros astillados, quítele las malditas fundas, Don José.
Nota 2: Sin llegar a defraudar, se esperaba más.
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