«Pues después me casé. Me casé con una hija de los dueños de la ganadería Galache, gente de dinero. Dejé de torear y me equivoqué. Al separarme, que no pintaba nada casado, volví en el 83, pero nada. No me he centrado en 30 años».
Luego vinieron unos años de farra «de los que no me arrepiento, ojo». Tan rápido como ganó «muchos millones», se los pulió. «Conocí a toda la jet de aquí de aquellos años. Con Carmina Ordoñez, por ejemplo, coincidí mucho. ¡Cómo le gustaba a esa mujer la cocacola!».
Pedro Somolinos, torero setentero que vive de la caridad
a Quico Alsedo, en el Mundo
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