miércoles, 1 de diciembre de 2010

Marisol

Campos y ruedos






Antes de ponerme a escribir nada, vaya por delante que estoy a favor de cualquier mejora técnica en la lidia siempre cuando no implique empeora en el alma del Toro bravo. Los tiempos avanzan, sí; no corren, vuelan. Pero no está de más recordar que en materia taurina avance en muchas ocasiones ha significado paso atrás. Avanzando, avanzando, hemos llegado a dónde estamos, lugar que tanto se asemeja a los tiempos de cuando a un terraniente se le ocurrió ponerse a buscar un primer avance: a las dehesas sembradas de moruchos; de masas bovinas coceadoras, que no encastadas; de ganaderías perdidas en un mar de cabezas y de sangres; y de quintales de tocinos briosos con el hierro de duques y mercaderes de altos vuelos. 

Conviene aclarar también que éste es un mundo de extremos. Lo que interesa al torero y muchas veces a la afición, va en contra de los intereses del toro, y viceversa. Pasa que esa "viceversa" no interesa a casi nadie. Si pudiésemos levantar el albero y mirar debajo mientras se está toreando en él, comprobaríamos que el toreo se mueve gracias a un sistema hidraúlico: el de los vasos comunicantes. 

Si un recipiente se llena mucho, el otro se queda vacío, va perdiendo peso mientras ve como se le agota el líquido. Cuanto más se llene uno de los dos vasos, más lejos estaremos del punto de equilibrio. Algo así estamos sufriendo ahora, para que el cubículo de la comodidad de los toreros esté a reventar ha habido que vaciar la vasija -que además no era muy grande- de la casta del toro. Estamos más lejos que nunca del equilibrio, que es el verdadero lugar del arte de torear, ni más pa'lla ni más pa'ca.

Una de las actividades más en boga en los últimos años por parte de los taurinos es el confundir el culo con las témporas. ¿Que los toros no tienen seriedad? Les ponemos fundas. ¿Que se caen mucho? Nos liamos a construir tauródromos. ¿Que salen más bobos que nunca? Le hacemos la permanente a la tauromaquia, que no la conozca ni su padre. ¿Que en el caballo se portan como si fueran pensionistas? Cambiamos de tamaño la herramienta, así, porque nos sale de la puya.  Y así, a cada incógnita que salga, y mira que salen, le van a ir ligando una solución que va a agravar más el problema.

Nos vamos a centrar en el tema de la nueva puya, que ójala y sea tan positiva como dicen. Como viene de Francia, bendecida por eso que suena tan bien como es el Observatorio de las Culturas Taurinas, y que no deja de ser algo así como la Mesa del Toro española, la nueva puya cuenta con la amnistía del aficionado. Sssshhh, cuidao, que viene de Francia -enunciado que se escucha ahora mucho y que da solemnidad al que lo usa, aunque esté hablando de la quietud de pies del toreo de Javier Conde-. Hay que no ser tan "güeno" y saber que en el país vecino también cuecen habas. ¡Y qué habas! Hay una que se llama Simón Casas, que parece melón más que haba.

Pues bien, si esa puya se la saca de la mismísima ídem un enchufao de la Junta de Andalucía, estaríamos hablando del cachondeo de los reglamentos, acordándonos de la reata de la comadre que ayudó a traer el primer Domecq al mundo, formariamos asociaciones sin ánimo de lucro para quemar todos los cortijos de Jerez y los aficionados de Despeñaperros pa'rriba estarían descarrilando todos los AVEs como si fueran currantes de Astilleros. 


No, pero la van a probar los picaores en tentaderos, y van a hacer, los franceses, un riguroso estudio sobre el daño que le hace al toro -eso me dice uno, sin saber el pobre, que esa es la afirmación taurina más cercana que he conocido al clásico español: atar los perros con longaniza-. Lo mismo, puestos a hacer estudios y comprender el toro, cuelgan en las encinas de la dehesa cabinas para llamar al 065: Teléfono de información para el Maltratado por la puya antigua.

Puede ser una puya formidable si queremos que el tercio de varas se convierta en tercio de rejoneo -ya puestos, que pongan a Salvador Tábora de director de lidia- Si lo que buscan son entradas, sin ton ni son del negrito al caballo, camuflar la sangre, hacer una falsificación de la bravura y darles una coartada a las figuras del toreo para enfrentarse cada vez a animales más anémicos y débiles, hay que decir que la puya -a la que tendrían que darle un nombre artístico, Marisol, por ejemplo- es un éxito, es la puya que todos los maestros querrán tener en sus casas.

Ahora, si entendemos la suerte de varas como lo que es, la comunión final del toro con la vida; el momento en el que un ganadero evalúa su sapiencia; o el examen para sacarse el carnet de bravo, a un toro que debe de pagar sus cuatros años de paraíso cinco estrellas, inexorablemente, con dolor, litros de sangre y sufrimiento, hasta rendirse por cobarde o desangrarse acometiendo, muriendo vencedor; hay que decir que esta Marisol no me pone el corazón contento, ni lleno de alegría. Quizás sí a aquellos que opinan lo contrario, que el toreo es una tómbola llena de luz y de color.


No es radicalismo, ni cabezonería, que se dice en mi barrio, si se baja el listón, si cada día se pide menos, no se está haciendo ningun favor al toro, es justo al revés. Ese animal que tanto amamos, cada día va a ser más cobarde, menos valiente, su fortaleza no va a pasar de ser la que le dé la fama de su nombre, y asistiremos -yo desde luego no- a un espectáculo con un animal digno de vergüenza. Lo estamos viendo, que no me lo invento.


Valga como mal ejemplo, la camada que viene tras nosotros, los que vienen herrados, a piercing y tatoo, -a hierro y fuego, ya nada-, con las siglas de la ESO, y a los que nuestro gobieno, como si de taurinos se tratáse, les han ido disculpando su ignorancia, y en vez de fomentar en ellos la educación, se han ido limitando a bajar la exigencia, a dejarlos hacer. Ahora creo que se puede pasar de curso con tres o cuatro asignaturas suspendidas, que no passsa nada. Está próximo el día en que un nuevo menistro, en bien de nuestros jóvenes, haga una reforma por la cuál suspenderán curso todos aquellos que aprueben alguna asignatura. Entonces, en honor a la punta de la famosa vara, habrá que bautizar la reforma como Ley Marisol.




Menos Marisoles, y más Bastonitos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Bordao. Que se preocupen más del toro, es lo que tienen que hacer.


Carreño

solysombra dijo...

Bien... Muuuuuu bien !
Ademas teneis que saber que un veterinario frances acaba de publicar un comentario acerca de esa nueva puya diciendo que esto es solo un principio par ir despues mucho mas alla, con otras puyas que tendra que herrir aun menos...

Esto solo es un principio.. El principio del fin del tercio de varas..

Eso lo dice un frances ;-)
Un abrazo

Javier García Nieto dijo...

Hola Antonio:
Quizá en este caso lo que habría que valorar, llegado el momento, es si la nueva puya permite o no medir la bravura correctamente y si además permite controlar el abuso perpetuo de los del castoreño con esos puyazos caídos y traseros que limitan el que yo entiendo buen desarrollo y efecto de la suerte. Quiero decir que el castigo al toro no debe medirse por las características de uno u otro artilugio para aplicárselo sino por la reacción de aquel durante el mismo. No olvidemos que el abuso al que hago referencia y que es habitual impide desarrollar cualidades de bravo a toros que realmente lo eran y así lo demostraron en el caballo. Por tanto, cargados de inocencia y esperanza, deberíamos pensar que la mejora en la puya va dirigida en parte a controlar ese despropósito en que hoy en día está convertida la suerte de varas.
Además, los franceses, que con todos mis respetos, saben bastante poco de toros y son propensos a la fascinación, no tienen el alma tan corrupta como nosotros los españolitos. Si el invento viniera de aquí, sería 10 cm más largo, 5 cm más ancho, estaría untado de arsénico y se nos diría que es la piedra filosofal de la nobleza.
Saludos

David Campos dijo...

Admiróse un portugués
de ver que en su tierna infancia,
todos los niños en Francia
supiesen hablar francés...

¿Y porqué no poner pares de alfileres en vez de banderillas? Siempre y cuando, éstos sean franceses ¡faltaría más!

Los experimentos en casa y con gaseosa.

Un saludo, Antonio

Antonio Díaz dijo...

Gracias, François, yo lo veo igual que tu: como una rebaja en la exigencia del toro.

Javier, pienso que la culpa de que la suerte de varas sea lo que es hoy, es de los del castoreño y no del tipo de "arma" usada. Sea cual sea esta, si van a seguir apuntando a la paletilla, con la carioca, poniendo el caballo horizontal al toro y macheteando, no hay nada de que hacer.

Si después de doscientos -o qué se yo- años de selección ganadera la culpa de que un animal sea bravo la tienen unos milímetros de puya, vamos mal "avíaos". Yo no puedo entender la bravura sin castigo. ¿Si el caballo no le causa un dolor al toro, como sabemos si se repone y vence a ese dolor? Esta puya, va encaminada a hacer que los toros acudan más al caballo, lo cual -mal que pese a algunos no tiene porque ser condición de bravo-. Los cuvillos, por ejemplo, con ese picotazo que les meten, y esa movilidad que tienen, son capaces de acudir al caballo las veces que hagan falta. ¿Es eso bravura, como he escuchado por ahí? Yo creo que no, que tiene que haber algo más.. De todas maneras, es un tema muy complicado y con muchas visiones.


Es una pena no saber francés, porque no puedo transcribir los comentarios, y un par de artículos escritos estos días en Campos y Ruedos. Describen muy bien de lo que hablo.

En efecto, David, no todo lo que venga de la Francia taurina tiene que ser bueno. Hay una parte que es elogiable y admirable, hablo de Céret, Vic Fezensac, Orthez.. y otra, la más populista, que es un bochorno.



Saludos