`Nada tan estúpido como vencer; el verdadero triunfo esta en convencer´. Victor Hugo. Foto: Maurice Berho.
Plaza de toros Monumental de Pamplona. San Fermín. Sexta de feria. Lleno. Toros de Dolores Aguirre para Ivan Fandiño, David Mora y Joselillo.
Nada que ver la corrida de la señá Dolores con las que pudimos disfrutar aquí hace un año o en la isidrada de Madrid. Correctos de presentación, mansos, como era de esperar, algunos tirando al buey y otros sacando ese fondo de casta que hace que embistan con transmisión, presentando sus dificultades. Segundo y sexto bis, buenos, tuvieron unas cuantas arrancadas vibrantes, los demás no llegaron a tanto. Defraudando, estas ganaderías siempre dejan algo que otras no pueden ofrecer, aun triunfando. Toros con la boca cerrada hasta el final, pencos por los suelos, hombres al agua, tercios de banderillas sin ofrecer su rendición o no dejarse matar como corderillos asustados. También son éstas características del toro de lidia, que aunque se encuentran cada vez más perdidas en el oceáno de los tiempos, siguen suscitando el interés del aficionado.
Se presentaba en esta plaza el vasco Iván Fandiño, que empieza a acudir a todas las ferias importantes como el yerno que va los domingos a comer a casa de la suegra: todo buenas intenciones, pero sin terminar de cuajar la cosa. Su toreo apunta alto pero no termina de disparar. Es uno de esos toricidas, que amparándose en un sello clásico y ortodoxo dan cobijo a unas formas frías y rutinarias. No está de más arrebatarse, sin llegar al esperpento, y respetando unas normas. Que ya dijo Belmonte aquello de `torear es básicamente un ejercicio espiritual´. Debería de serlo más aún cuando el toro no pone el espíritu que se le supone: el de la lucha, el de la casta. Otra tarde que se le escapa entre los dedos.
Mora, David, se llevó uno de los dos con posibilidades. El segundo, nada del otro mundo en cuánto a presentación, pero con muchas teclas que tocar, se le fue a medio torear. Sacrificó, como es costumbre en estos tiempos, la colocación, la pureza en el cite y el mando en pos de la estética del muletazo. Mucho pico, perfilero y despegado, aunque la condición de manso del galafate le hacía difícil mantener la colocación deseada. Dos series, ligadas y templadas por la derecha y una con la zocata, irregular y embarullada, le valieron para que le dieran otra oreja de esas que cuelgan al lado del perrito piloto en la tómbola.
Jo-se-lillo, Jo-se-lillo, cantaban las peñas del sol, cuándo rodilla en tierra, torero en los medios, toro en tablas, empezaba la lucha. Era el sexto bis. Allí no hubo arte, ni toreo, ni dominio, ni nada que pueda interesar seriamente al que entiende de toros. Sí que hubo cantidades industriales de muletazos, mucha vergüenza torera -aunque no se usara para torear- y unas ganas tremendas por las dos partes -torero y público-, de conseguir un mismo fin: el triunfo de Joselillo, torero serio, de castellanas costumbres, que hoy ha tenido que prostituirse -taurinamente hablando- para procurarse una puerta grande que le permita seguir ganándose la vida en el futuro. Si pudieramos rascar con una navaja en la corteza de ese gran árbol que es la Historia, veríamos que por orden de antigüedad, detrás del oficio de María Magdalena, se situaba el de matador de toros. Dos oficios que demuestran claramente que para triunfar hay que tragar sapos y culebras y traicionarse, en ocasiones, a uno mismo. Son escasas las excepciones que se ganaron un lugar de grandeza, sin apostatar en alguna ocasión de sus ideales. No podemos avalar con pruebas esta teoría porque los antis de la época, que también los hubo, se deshicieron de todas las evidencias. Curiosamente, o no, aquellos antis, como los de ahora, que defienden a rabiar el sentimiento animal, disfrutaban con un mismo pasatiempo: crucificar a los que piensan distinto a ellos. Para terminar, y no sacar más de madre el asunto, hay que subrayar que tras un bajonazo infame el presidente se sacó de la chistera la segunda oreja, que jamás debió de concederse. Ni tanto ni tan poco. Lo que le faltó a Fandiño le sobró a Joselillo, pero si hay que elegir, mejor el arrebato y el frenesí al tostón insustancial con el que nos machacan todas las tardes.
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4 comentarios:
Si me permites Antonio:
He estado en la plaza esta tarde y creo que has obviado que Joselillo, en el tercero, ha estado tan vulgar, despegado y cicatero, que recordaba a alguna de las figuras del momento. En su descarga se puede decir que ésta era, si no me equivoco, la segunda corrida que toreaba este año; pero no es menos cierto que ante ese soso y descastado toro podía haber dejado una impronta más ortodoxa.
En otro orden de cosas, las cuadrillas como para echar a correr -creo que cuatro toros se han picado en toriles, al menos en una de las varas-, y el público como para echarse a llorar: lo de Pamplona es infumable se mire por donde se mire: un anacrónico contrasentido que no entiendo como puede funcionar. Mucho toro, mucha gaita, pero aficionados en la plaza hay media docena y a lo mejor me sobra alguno, lo demás público borrego como el de la mayoría de la ferias que nos tocan vivir. En fin...
Joselillo hoy, como ayer Oliva Soto, venía dispuesto a triunfar como sea. Con el sexto le ha funcionado porque se ha movido con algo de emoción. Con el tercero ha intentado estar igual de ratonero pero se ha equivocado. Los toreros saben perfectamente lo que hay que hacer en Pamplona para triunfar y lo van a explotar a tope. Verás ese Juli, Padilla o Castella como con su repertorio menos ortodoxo forman la de San Quintín.
Respecto al nivel de afición, no tiene buena pinta la verdad, pero peor aún es lo del presidente, que se supone que por lo menos algo de toros, sabe. Yo como estoy acostumbrado, por vivir donde vivo, a asistir a `Pamplonas chicas´, a sufrir en festejos en los que la gente entiende menos que ahí, pero en los que además salen toros arreglados, pues tengo una opinión más bondadosa de ese sindiós contradictorio en el que se están convirtiendo los sanfermines. Tu eres del norte y tienes suerte, pero hazte el cargo de que yo, para ver una corrida seria en presentación lo más cerca que tengo es Sevilla (que no es nada del otro mundo) o Valencia (por decir algo). Las gentes del norte sois afortunadas.
Saludos
Buenos dias a los monsieurs. Un placer sus cronicas,nunca mejor dicho que al que le gustan los toros ayer se habria autolesionado por ver....lo que ocurrio ,ahora una nota muy importante que cada vez se dan menos en las corridas de toros. Ayer no se aburrio ni dios,en todo momento se mantuvo el interes por lo que ocurrria en el ruedo. Y los FuenteYmbros siendo mejores toros en lo que respecta a la teoria taurina,aburrieron y los toreros mas,todo predecible. Mi suegra que ayer vio una corrida por primera en su vida,y ella procede del continente que tenemos debajo,salio encantada y el entrar a la plaza le producia repelus. Mejor la puerta grande de Joselillo que las de las figuras del año pasado. Si uno no fuera de la ciudad,le iban a dar por el Riau a esta feria,totalmente de acuerdo con el señor Nieto, pero con el rollo de aqui hay txabalilnes que se hacen aficionados a los toros. Hoy no iran las peñas,en teoria,por boicot a no se que,haber como se ve una coirrida de toros sine se maldito ruido.
Disculparan mis faltas pero hoy tengo el cerebro derretido. Un saludo.
Kaparra, el caso de su suegra es para hacer un estudio. Venir del África por primera vez a una corrida de toros, que sea en Pamplona y encima que te guste. Ole por ella. Y por usted, al que se le ocurren unas cosas...
Quede claro que no me gustó lo de Joselillo, pero al igual que usted, prefiero que peque por exceso que no por defecto. Respecto a las peñas, está claro que solo van a la plaza a divertirse con los amigos, como podrían hacerlo igual en un bar o un botellón. Pero soy de los que piensa que de entre todos esos que solo van a emborracharse por las tardes, hay mucha más idea de toros de la que nos hacen ver. Además, incluyo lo de los niños, igual que usted, aunque lo que vean en la plaza no es lo más apropiado, da gusto ver por las mañanas el ambientazo en los corrales y en el sorteo. Pamplona huele a toro, aunque tiene muchísimas cosas que hacerse mirar.
Saludos
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