viernes, 27 de enero de 2012

Por amor al arte




Ayer me hacía gracia algún tuitero que elogiaba la independencia y el desprecio al dinero que habían tenido Juli, Morante, Perera y Cayetano, que han renunciado a una jartá de millones por no anunciarse en Fallas. Quizás sea verdad, y éstos mártires del jediez, que se han empeñado en parecer una banda de trincones, en realidad forman una ONG de la Somalia en que ellos mismos han convertido la tauromaquia. Entonces habrá que pedirles perdón.

Entretanto se aclara si son héroes o villanos, las cifras que nos llegan son diáfanas y creíbles, por lo menos mientras el silenzio stampa del grupo de figuras no finalice y hagan un esfuerzo por dotar de claridad este asunto. Según Pedro Javier Cáceres, son 240.000 euros lo que Simón Casas ha pagado a ASM por el paquete de figuras. Teo y Mazas, en Clarín, subían la cifra hasta los 280.000 euros, casi los cincuenta millones de las nostálgicas pesetas. Esto estaba tratado así, toreara César Jiménez un toro de Capea, o Enrique Ponce los cuarenta y ocho bichos del ciclo. El mensaje era claro: vendían un sólo producto que redundaba en la unión de los más famosos toreros, que son una piña.

Casas ha cerrado a contrarreloj sólo seis, dejando a los cuatro citados más arriba fuera. Existen varias teorías conspirativas sobre la ausencia. La más obvia es que son los llevados por casas independientes, que no regentan plazas, ni están abocados a negociar con otros cromos. Los que defienden esta conjetura ponen a los empresarios como los malos de la película y sostienen que la del productor francés es la primera de las muchas zancadillas que se va a encontrar la facción independiente del jédiez. La realidad difiere bastante, hay que decir que el jédiez en realidad es el jéuno, el padre de el Juli, que es el torero que más empecinamiento está demostrando en defender sus derechos de imagen aunque sea a costa de atacar los derechos de los aficionados, en este caso, de los abonados valencianos. A tal punto está llegando la cosa que éste puede ser el último año de Roberto Domínguez como apoderado del madrileño, harto del contínuo mangoneo por parte del progenitor en la carrera del diestro. Por ahora, sólo han sido capaz de seguirle en el paro obrero los pupilos de Curro Vázquez, Morante, que aún puede permitirse el lujo de perderse Fallas, en la negociación de Sevilla habrá que medir su implicación, y Cayetano, que no puede interesar a nadie. Por lo menos como torero. La baja de Perera se puede entender desde la postura del empresario de ahorrar costes con matadores más jóvenes, y baratos. Al extremeño si quiere torear en los sitios importantes más adelante no le va a quedar otra que tragar.

Ésta es la situación del jédiez, la de ruptura interna, como es lógico, pues nadie puede creer que Fandi o Morante, por ejemplo, compartan intereses, ni que su imagen sea y valga lo mismo. Es una unión con fecha de caducidad porque, independientemente de lobbys empresariales, va contra natura.

Pero, a lo que íbamos, a la cuadratura de las cuentas de la primera feria importante del año, esos 280.000 euros que ingresa ASM en nombre de, por y para el grupo, cuando sólo "trabajará" algo más de la mitad de sus componentes. La duda requiere, a pesar del oscurantismo informativo, rápida respuesta: ¿ese dinero va repartido para todos? ¿o va para los seis anunciados? ¿Pillarán cacho sin pisar tierras levantinas los Juli, Perera, y Curro Vázquez boys? ¿Que pasaría si hipotéticamente en Pamplona solo se anuncia uno de ellos? ¿Ganaría cerca de ochenta o noventa millones de pesetas sumando caché y derechos globales de imagen? ¿o torearía para que cobren también los ausentes? ¿estamos ante una nueva etapa del toreo, en la que se puede cobrar sin torear? ¿o estamos en un marco en el que a pesar de una crisis se pueden batir todos los récords en cuanto a dinero ganado por las figuras?

Éstos son los del jédiez, los de la tabarra del "por amor al arte."



 

jueves, 26 de enero de 2012

El artista (IV) El Primer Tercio

RJC El País



Del primer tercio poco hay que decir. En esto creo que todos estamos conformes. Incluso los aficionados de nuevo cuño. La suerte de varas era antes trágicamente bella. Hoy es una parodia repugnante, francamente desagradable. La pujanza del toro chocaba con la destreza y el arte del picador. Ahora, ni hay pujanza en el becerro, ni el piquero es otra cosa que un individuo que, encaramado en un caballo blindado por el peto, asesina a mansalva, clava, ahonda, barrena y raja sin piedad. Desde la segunda acometida del becerro, cada puyazo se convierte en tres o cuatro, porque el picador, si no atina al primer agujero, rectifica la colocación de la puya tantas veces como sea necesario, hasta encontrar la primera brecha, y entonces se ensaña y mete media vara. Si el becerro intenta irse, le tapa la salida con el caballo. Si el becerro retrocede, va largando palo, como la cuerda de una cometa. El caso es que el puyazo no acabe nunca. Y el público, encantado, porque sabe que, saliendo el becerro medio muerto, es el único modo de que, luego, el astro coletudo se decida a hacer el poste y le entusiasme con sus estatuarios, sus naturales adulterados y sus derechazos. Y hasta es posible que, para colmo de delicias, haga el inapreciable regalo de unos pases mirando al tendido, o de unas arriesgadísimas manoletinas.


Puyazo criminal. RJC El País






















"Hoy se torea peor que nunca"
Adolfo Bollaín
De la conferencia celebrada en el Club Taurino Madrileño
el 7 de Febrero de 1947
 
 
 


















El artista (III)


Monofaena de Castella en Málaga, que podría ser Zafra, Castellón o Gijón.




Cuando las empieza (las faenas), podemos ya anticiparlas a golpe cantado. Los cuatro estaturarios; las dos series de naturales circulares, ayudados con el estoque; las otras dos series de derechazos; y, si la cosa no ha salido muy allá, cuatro horripilantes manoletinas para caldear los ánimos del público modernista.

Antes, los toreros no se repetían jamás. Joselito mató siete toros en una tarde en Madrid (la proeza la repitió en provincias), haciendo siete faenas completamente distintas. Belmonte realizó muchas faenas grandes en Madrid: la del 2 de mayo, la de Beneficencia, la del Montepío, la de los cuatro toros de Albaserrada... Se recuerdan así, con estas denominaciones. Cuando pasen los años, queridos modernos, ¿qué faenas de ahora váis a recordar y con qué nombre las vais a designar, si todas sin iguales? Pues la faena del Montepío fue completamente distinta a la del 2 de mayo, y ésta a la de los Albaserradas; y estas cuatro de los Albaserradas, distintas entre sí.

Pero hay más. No solo cada torero hace y repite una sola faena. Es que todos los toreros hacen la misma faena. Todos salen a hacer la misma faena. La de los estatuarios, los naturales circulares, los derechazos... y las manoletinas, para hacer entrar en calor, si la cosa iba resultando fría. Da lo mismo ver a unos que a otros. Todos hacen igual..., si el becerro les deja. Si no, no hacen nada.

En aquellos tiempos, cuando íbamos a presenciar una corrida con tres matadores, sabíamos que íbamos a ver tres estilos distintos en seis faenas diferentes. La verónica de Vicente Pastor no se parecía en nada a la del Gallo; ni la de éste a la de Joselito; ni ésta a la de Belmonte; ni la de Juan a Gaona. Nadie imitaba a nadie. Y ahora todos se imitan.

Pero no sólo con la muleta se torea hoy peor que nunca. Es que toda la lidia se hace peor. Toda. Desde que el becerro sale hasta que le arrastran las mulillas, complacidas del poco peso que remolcan.


Continuará...



"Hoy se torea peor que nunca"
Adolfo Bollaín
De la conferencia celebrada en el Club Taurino Madrileño
el 7 de Febrero de 1947
 
 



miércoles, 25 de enero de 2012

El artista (II)




Antes... (los aficionados modernos no lo saben, porque no lo han visto nunca), antes se daban con la muleta todos estos pases: el ayudado por alto con dos manos, por la derecha; el ayudado por alto con dos manos, por la izquierda; el pase alto con la derecha; el pase alto con la izquierda; el de pecho con la derecha; el de pecho con la izquierda; el natural con la izquierda; una especie de natural con la derecha, que entonces se llamaba de la firma; el ayudado por bajo con las dos manos, por la derecha y por la izquierda; el pase por bajo con la derecha; el pase por bajo con la izquierda; ayudado por bajo con ambas manos, por la derecha, de rodillas; de pecho con la derecha, de rodillas; con la derecha dando salida hacía la izquierda (se llamaba de trinchera), de pie y de rodillas; molinetes con una mano o con otra, no sólo el que ahora veis dar, sino otros dando la salida hacia el lado de la mano que sostenía la muleta... Y todos, aún los de rodillas, aún los de puro adorno, llevando toreado al enemigo, mandando en él, pasándosele cerca todo él por delante..., y pasándosele muy cerca. TAN CERCA COMO HOY, aunque no lo creáis, que también es un mito inaguantable eso del terreno inconcebible de hoy.

Pero, a lo que íbamos. Si os moléstais en contar, veréis que eran diecinueve pases. Hoy se dan cuatro: el estatuario por ambos lados, el natural y el derechazo.

El estatuario, que es la degeneración del ayudado por alto con la dos manos. El natural -medio natural-, ayudado con el estoque, que es la degeneración del verdadero natural. Y el derechazo, que es la degeneración del pase de la firma.

El pase ayudado por alto, consiste en citar al toro de cerca, provocando su arrancada, esperando con los pies separados; dejar que el toro meta la cabeza en la muleta; y, llevándole embebido en ella, mover los brazos, marcando la salida; quebrar la cintura acompañando al toro, y hasta levantar un poco el talón del pie contrario, cargando la suerte, con lo que el pase resulta más largo; y, cuando los brazos no dan más de sí, levantar la muleta un poco, muy poco, lo suficiente para que los pitones pasen por debajo de ella y, haciéndola descansar sobre el lomo del toro, dejar que caiga por su propio peso por detrás de la penca del rabo, después de haber pasado todo el toro delante del torero, rozándole el pecho. Eso, amigos modernos, sí que es estatuario; no en el sentido de la quietud, sino en el de la belleza y armonía de líneas, verdaderamente escultóricas. 







Lo que ahora llamáis estatuario, es aprovechar el viaje rápido del becerro, ponerse al borde del camino por donde va a pasar, juntar los pies en postura rígida y antiestética, levantar la muleta, como un telón, sin marcar la salida, sin llevar toreado, sin mandar al becerro, sin hacer pasar al becerro, sino dejándole pasar, que no es lo mismo. Si el becerro pasa, allá va el ole. Si el becerro no pasa, allá va el hule. Poco hule, porque los pobres, con tres añitos, destrozados por los puyazos, destrocandos contra los burladeros, derrengándose y cayéndose por... lo que sea, y con los pitones arreglados, poco daño pueden hacer.

El pase verdaderamente natural se da con la muleta en la mano izquierda, el estoque sin ayudar a la muleta, en la mano derecha. Y, como dijo Sassone, el corazón en medio. Y, con las mismas características de todo el toreo, llevar embebido al toro sin que la muleta se separe de su cabeza, cimbrear la cintura, levantar el talón contrario, sin caer en ese otro tópico horrible de los talones clavados en el suelo, porque con los talones así no se puede torear, hacer que el toro pase de la derecha a la izquierda del torero, con los dos planos verticales de torero y toro paralelos durante el pase. 

El natural de hoy se da ayudado con el estoque (con lo que el pase no es un natural, sino un ayudado por bajo), el plano vertical del becerro va oblicuo, casi perpendicular al plano vertical del torero, y así resulta que el becerro pasa un momento por la cadera del torero, en lugar de pasar todo entero por delante del pecho del lidiador. Y así, los pases son medios pases, y el becerro, desde que el torero inicia la serie hasta que vuelve a encontrarse en la misma orientación en que la inició, describe una circunferencia, de la que el matador es el centro; mientras que, con el verdadero pase natural, cuando el torero vuelve a encontrarse en su posición primitiva, el toro ha trazado un triángulo, ya que sus recorridos son rectos y no curvos, y ya no caben más que tres pases, porque esos recorridos son más largos, y esas tres rectas suman más que los trocitos de curva que va desarrollando el becerro en esos medios pases ayudados con el estoque. 

Los mismos razonamientos pueden hacerse en cuanto al derechazo, que, al fin y al cabo, es un natural con la derecha o debería serlo. 

Dije antes que el toreo se ha empequeñecido. Pero no sólo en cuánto al número de pases que se dan en una faena, sino en el sentido de que sólo existe una faena. Si el becerro se presta, se le hace. Si no se presta, ya no hay nada que hacer. ¡Y qué faenas más interesantes hemos visto en aquella época, con toros que no se prestaban! Que se lo pregunten a Vicente Pastor. 

Otro empequeñecimiento: el torero de hoy se repite en todas las faenas.

(Continuará...)


"Hoy se torea peor que nunca"
Adolfo Bollaín
De la conferencia celebrada en el Club Taurino Madrileño
el 7 de Febrero de 1947

El artista (I)

Manzanares, de la generación ni ni del toreo. Ni carga, ni templa, ni manda.



El torero actual es un individuo que practica el toreo actual. El torero actual es un estilista. Y el estilismo ha hecho polvo al toreo.

No expongo nada nuevo si digo que los verbos integrantes del toreo son tres: parar, templar y mandar. Pero ahí va eso, y ustedes perdonen: HOY, NI SE PARA, NI SE TEMPLA, NI SE MANDA.

Parar no es estarse quieto. Eso ya lo hacía don Tancredo, que no ha pasado a la historia precisamente como figura del toreo.

Parar no es andar ni correr; pero no no moverse. Parar es no mover los pies, aunque el cuerpo se mueva. Se torea parado, con los pies lo suficientemente separados (¡horror de pies juntos!) para sustentar y afianzar el cuerpo, moviendo los brazos para marcar la suerte, y cimbreando la cintura, acompañando el viaje del toro, haciendo el lance y el pase largo, rítmico, con compás y medida, suave y armonioso.

Y ahora se cree que parar es hacer la estatua, mantener el cuerpo enhiesto, con rigidez de palo, inflexible, dejando que el becerro pase..., si quiere pasar.

Templar no es torear despacio. Templar es acomodar la velocidad del lance a la velocidad del toro; poner el toreo al temple del toro de acuerdo con el toro. Como templar los instrumentos de una orquesta es ponerlos de acuerdo, acordarlos con relación a la nota la. Templar, en el toreo, es poner el lance o el pase de acuerdo con el la que da el toro. Es no dar un lance rápido a un toro de acometida lenta. Pero es también no dar un lance lento a un toro de embestida rápida. 

Hoy, todo el afán de los toreros es torear despacio a todos los becerros. Y salen a ello.

Mandar, no sólo es decir al toro: "Pasa por aquí", sino decirle además: "No pases de ahí" o "llega hasta allí"

Hoy, el becerro llega hasta donde quiere, o se queda donde le da la gana. Porque, con la rigidez de estatua, no se puede mandar; y con los pies juntos, no se puede cargar la suerte.

Mandar es obligar a pasar al toro que no pasa, y sujetar al toro que se va.

Hoy, el becerro huído sigue huyendo, y el quedado, quedándose. El que manda es el becerro.

Y el torero, que no consigue mandar, que no templa de acuerdo con el la del enemigo, y que no realiza su propósito de estarse quieto (que es lo que él y el público creen que es parar), se vuelve, angustiado, y dirige una mirada melancólica al graderío, como disculpándose. Y los espectadores comentan, compasivos y comprensivos: "¡Qué lástima, el toro (los espectadores le llaman toro), el toro no se presta!" No se presta, claro es, al estatuario y al derechazo, que es lo que el torero quería dar y el público quería ver. 

Porque esa es otra cuestión. El toreo se ha empequeñecido. 
(Continuará...)



"Hoy se torea peor que nunca"
Adolfo Bollaín
De la conferencia celebrada en el Club Taurino Madrileño
el 7 de Febrero de 1947



Elogio de un par




 Si a algun desdichado funcionario, de esos que abarrotan los ayuntamientos como arenques en sus cajas, a los que apenas les llega la soldada para tener un bemeuve para cada día de la semana, le hubiera dado por llevar a cabo la elaboración de un censo de atriubutos del macho ibérico, ahora tendríamos, como nación puntera en la OTAN, un registro de adn español que ya quisiera para sí mismo el FBI. Un inventario que mostraría el retrato robot del PIB que esconden las braguetas del pueblo llano. Que podrían ser luciendo pelambreras, como un rabino judío; perriflaúticos, de huesecillo aceituna, deshidratados y ecológicos; esféricos, como balones de reglamento; colganderos, al estilo talibán; electromagnéticos, cuando tienen el poder de atraer todos los golpes ; fachas, que cargan a la derecha, republicanos si cambiamos de bragadura; perezosos, con tendencia a ponerse cuadraos; los hay también pelaos, por veteranos; moraos, cuando son más frioleros; altilocuentes, como los de Trillo, a los que azuzaba en el ardor del Congreso; los afro, tipo Valderrama, que fue lo más cerca del Pichichi que jamás estuvo Michel; diplomáticos, cuando no hay uno más alto que otro; si llevan la ingle brasileña, dandys; santísimos, cuando el propietario hace gala de extrema tozudez; y así hasta un amplio volumen de procederes íntimos que requerirían para su archivo más tomos que el Cossío.


Los nuestros, no los míos, tampoco los suyos, lector, sino a los que rindo este sentido homenaje, y ante los que si se encuentra por la calle y es capaz de reconocer, con su emporio de gallardía, deberá postrarse a su paso, como si estuviese ante la Reina Isabel II de Inglaterra, son la envidia de la cuadra de caballos del Espartero, por lo grandes y recordados, se entiende, y azabaches, negros por el humo de mil batallas, convertidos en blasón de escudo heráldico de la campiña jerezana, símbolos perennes de este terruño cainita llamado España, estandartes que las generaciones del siglo veintiuno deberán recordar, junto al casco de Alonso, la raqueta de Nadal, la boina de Iniesta y la barba de manifestante de CiU de Gasol, como las que fueron señales de esperanza y desarrollo de una época tenebrosa.

Borradas fueron, por tan inseparable pareja, las ideas de la cabeza del mozalbete hijo del panadero, que fue apartado de las pesadillas nocturnas en las que los molletes se le revolvían como leones, mientras, desde la vitrina, una pistola de pan lo amenzaba con convertirlo en JuanJo -Huanho en gadita-, otro aburrido y común mortal, para introducirlo en la ensoñación de matar toros de casta brava, al confuso resguardo de la paradójica paz de la alimaña, arrojado a la barroca espiral del miura que se muerde la cola, y que vuelve a salir por chiqueros una tarde tras otra, como un funesto día de la marmota, sin que el antiguo panadero, amasador de sueños, pagase tributo a la gloria con la renuncia a su forma de ser.

Y ya lleva el trío, el par de dos y el Ciclón, diecisiete años de alternativa; diecisiete años corriendo la pólvora por las venas del lidiador, canjeando cada resuello delante de un bicho maldecío por una explosión de azares y verdades; diecisiete inviernos tentando en esas fincas donde las vacas son belcebús y la arena es azufre; diecisiete años con claros y oscuros, que nadie es perfecto, en los que se han mezclado, como en botica, las mejores esencias silvestres que se puedan recolectar en el prado de la torería, con una amplia gama de lavativas y laxantes que a más de uno, y de dos, han hecho cagarse en la madre que parió a Panete; diecisiete otoños plegando los chismes, afilando los extenuados aceros, zurciendo las telas ajadas, cambiando tres, cuatro, cinco, seis bolitas de lado del alambre de ese espantoso ábaco con el que los toreros llevan las cuentan de las cornás.

En Zaragoza, uno de Ana Romero, con cargo de aristócrata, Marqués, e intenciones de bellaco, en un imposible tercio de banderillas, les selló el visado hacia los terrenos de la Parca. Tras unos dimes y diretes con la dama de la guadaña, que si vente pa'cá, que ya son muchas visitas y nunca pasas de la puerta; que no que todavía es pronto y no me corre bulla, ecétera, y sólo un trimestre después, que es el tiempo que tarda un escolar en aprenderse la mitad de los reyes godos, ahí los tenemos, otra vez en la batalla, con ese parche en el ojo, que lo mismo tapa la herida que entierra las tirrias y rencores de sus viejos detractores -entre los que me hayo-.

El día cuatro, en Olivenza, bajo la clausura y la epidemia de murria que proporciona al coleta el patio de cuadrillas, y un rato antes de volver a enfrentarse a la bicha, Juan José Padilla llevará a cabo la faena de aliño con la que todo el que haya visto las orejas al lobo ha soñado: situado en el centro de la suerte, las zapatillas clavadas al suelo, el compás abierto, la pata pa'lante, el mentón hundido en clavícula, las manos, en ibérico procedimiento, como un folklórico macho español, agarrándose la taleguilla, dándole bamboleo a los dedos como Curro arte a la capa, citará a la muerte, que aunque con el Ciclón ya tiene resabio, estará allí, de guardia como siempre, y cuando la tenga enfrente, en el mismísimo hoyo de las agujas le espeterá, como media lagartijera, un 

¡Por mis cojones!





lunes, 23 de enero de 2012

El tabarrón de la imagen en cifras




El Imparcial
23-I-2012


Un coto de 10 puestos sí o sí. (Fallas 2012) el resto al ¡ojeo!

Ayer sábado, muy temprano, la Unión de Toreros, el todo, emitió un comunicado que tan sólo afecta a la parte: el G9 más César Jiménez.

Poco aclara que no sepamos (consultar en “portales” especializados).

Apunta al debate suscitado por el asunto del cambio en la gestión audiovisual del toreo provocado por la delegación de los derechos de imagen de 10 toreros (en principio) y ante la confusión vienen a decir que la “cuestión pecuniaria” no es una prioridad.

Para que la soflama tenga credibilidad, el personal debe tener y manejar otros datos que por ahora no afloran.


Yo les aporto alguno, a título informativo (sin verificación oficial y haciendo acopio por aquí y por allá para componer el puzzle -es posible, por tal, que le sobre o falte alguna pieza-).

Datos, más o menos aproximados pero sin juicio de valor, y ustedes mismos saquen sus conclusiones.
La gente quiere datos, cifras.


Ahora se lamenta Pablo Chopera.

Y si estas se hubieran dado en su momento, con trasparencia, como se hace en el deporte, en el fútbol en especial, otro gallo cantaría.

Todavía, él y el resto de los empresarios están a tiempo. No solo en el tema de ingresos y reparto de los dineros televisivos sino de la rentabilidad de tales o cuales toreros respecto a lo que generan por taquilla.


Una de las medias verdades del debate es que con el sistema vigente, hasta ahora, los llamados derechos de televisión han servido a las figuras para incrementar su caché global por encima de su repercusión: las taquillas son chivatas.

Refutado que, hoy por hoy, los toros no interesan a las operadoras privadas, y que las públicas se mueven más por no marginarlos del “interés público” y su aderezo de estrategia política.

Nos queda la esperanza que TVE tome el guante que le han lanzado los toreros -aunque, al fin y a la postre, se tasa en 6 festejos al año, 1 cada 60 días-...

Esta la imagen

...La imagen real, actual de la Fiesta, es de 52.000 abonados al Canal Plus.


Unos 10 millones de euros.

Sin más recursos extras que algún subarriendo a otros operadores. “Cero” por publicidad)

Para fidelizar a estos abonados se comenzó ofreciendo paquetes de ferias completas como atractivo para desembocar en algo que era un sueño -ahora pesadilla- como el canal 24 horas que incluye la retransmisión en directo -2011- de unos 100 espectáculos a una media de 90.000 euros de costo parra el canal en concepto de derechos globales que nutren La Fiesta.

Echen cuentas y vean el ¿suculento? — es ironía- negocio que supone para el “Plus” (costos de producción de las retransmisiones y mantenimiento de un ciclo de 8 horas -con tres pases- los 365 días del año).


Cierto que nadie tira piedras contra su tejado, pero las empresas, más en comunicación, elaboran proyectos a medio y largo plazo, convencidos de su “puesta en valor” por el sector y crecer… todos.

Tan sólo transcurrido un ejercicio, parece que la postura de las figuras protagonistas es el “cortoplacismo”, puesto que ni siquiera, ellos -y no terceros de conocimientos limitados- han tenido la deferencia de escucharles… a nadie.

“El tirón” lo tiene La Fiesta y las grandes ferias en conjunto.

Nunca individualidades, por muy figuras que sean.

Salvo la excepción que siempre confirma regla -y está por ver-, cuya envidia, más que espejo o referencia, ha prendido la actual mecha.

Eso es lo que debieron pensar en Canal +, y no se equivocaron.

La elocuencia de los datos

La corrida referencia del 2011, Sevilla, Feria de Abril, tarde sublime de Manzanares con el hito de un indulto en La Maestranza y cortando otras dos orejas a su otro toro actuando con Aparicio y Manzanares se ha repuesto 3 veces. La 1ª, en caliente, registró 40.000 pinchazos. 4.000 la 2ª y la 3ª no computó (por debajo de 1.000).

¡Hagan juego, señores!

¿Fallas en blanco y negro?

Llegan “Las Fallas” 2012 con el debate en la calle y la feria paralizada.

Mañana lunes, parece ser el día en que Simón Casas se defina una vez conocida la propuesta del “bróker” del G9 más César Jiménez.

El bróker designando por las figuras toma como referencia el ciclo fallero de 2011.

Como si el torero, o cualquier expresión artística, fuera un producto estable.

Sin dejar libertad al empresario, eslabón de unión con público y afición, para poder confeccionar carteles adecuados al momento.

Por ej.- Obviar toreros erosionados por el tiempo y resultados recientes no muy brillantes e incorporar novedades, que este año las hay, y muchas: Fandiño, Mora, Urdiales, los mexicanos -Saldívar, tras su éxito de la feria de julio-, la reaparición de Padilla, etc.

Venden puestos y no derechos personalizados


Ya escribí y dije que ASM no gestiona derechos individualizados, por ser cada torero distinto en sus circunstancias de interés y repercusión, compatible con representar los intereses audiovisuales de 1, 5 o 25.

Sino un paquete de puesto, sí o sí.

“Cosa nostra”, con perdón.

En Fallas 2010 hicieron el paseíllo todo el G9 (no lo hizo Jiménez) y dobló Ponce.

Hubo de todo respecto de éxitos o fracasos.

Mismas caras de años tras años con muy desigual balance.

Llenos los días habituales; y aun así, mucho ¾ generoso y generalmente medios aforos.

La intermediaria le exige a Simón Casas por encima de 240.000 euros por diez puestos.

Es “numerus clausus”.

Contrate, el empresario, por interés o por equilibrio presupuestario, 1 torero, 2, 5, o los 10.

Vale lo mismo, Ponce 10 tardes y ningún G9 (más Jiménez) que prescindir de todas las figuras y anunciar a Jiménez 1 tarde.

Item más: Si por circunstancias el empresario quiere doblar, por interés, a una figura en la feria y este voluntariamente lo rechaza; o, mismamente, quiere contar con tal o cual, tales o cuales, y estos declinan actuar por no gustarles la corrida, fecha o compañero, da igual.

Más de 240.000 euros. ¡Lo toma o lo deja!

24.000 euros, mínimo, por puesto.

El 100 % que paga el canal por los tres festejos y un puesto más, en una hipotética concentración de carteles; como por otra parte ya exigen las figuras regularmente.

Quedan pendientes para apañarse con el sobrante, los tres ganaderos y las tres cuadrillas de dicho supuesto.

Luego, el resto de protagonistas del grueso de la feria.

¿Quién paga los platos rotos de la ingeniosa propuesta?

Blanco y en botella.

Cuadrar los números

La aportación de Canal Plus en derechos por el conjunto de la feria 900.000 euros. Aproximadamente.

Quedan 660.000 euros de los cuales 200.000 son intocables para las cuadrillas.

Restan 440.000 para distribuir entre otros 14 toreros (que si lo que persigue el colectivo total de la Unión de Toreros es la dignidad en igualdad supondrían a precio de ASM más de 300.000 euros)

Vayan restando (140.000 euros de maniobrabilidad)

A partir de ahí: Es lógico atender a 11 ganaderos que también son parte de la Fiesta.


Satisfacer por pliego las exigencias de la propiedad.

Enjugar el lucro cesante por resentimiento en taquilla al televisarse.

Sin demagogias

¿qué le queda al empresario de su legítimo beneficio de la retransmisión de la feria? 


Sin contar que Fallas debe soportar el canon anual y la programación del resto de temporada a ser las corridas no falleras deficitarias en origen.
 
Deducción: si el empresario “traga” para hacer una feria con las figuras, como por otra parte debe ser, para que las cuentas le cuadren ¿cuál es la partida a adelgazar?

Está claro que la de los, derechos de imagen de los otros 14 toreros que completen el cartel.
Incluso de la merma en el caché de los mismos.

Lo de siempre.

Ah, eso sí. Ponce, Morante, Juli, Manzanares, etc.

Se inmolarán, si es preciso, por la dignidad de Luque, David Mora, Fandiño, Urdiales, Rubén Pinar, Abellán, Uceda, Rafaelillo, Aguilar, Juan Bautista, etc.

¡No faltaba más! ¡Con dos cojones!



sábado, 21 de enero de 2012

El F-1*

Zigor Alkorta


Compuesto por un torero que se levanta a entrenar a las cinco de la mañana, que es cuando otros se van a la cama; que no reconoce otra filiciación que no sea el fandiñismo; capaz de recelar, sin miedo, públicamente del jédiez; con la personalidad suficiente para no dar coba ni al aficionado, tan dado a mentar la bicha del miura y esperar a que le regalen los oídos; un matador de toros en medio del desierto de artistas.


Lo cuenta con pelos y señales Patxi Arrazabalaga 



*Con permiso del Fundi.

viernes, 20 de enero de 2012

Sorteos, Loterías y Apuestas del Estado



Las Ventas, cátedra del toreo. 
Corrida de la Prensa. 
Victoriano del Río cuatreño. 
Más Domecq.
 A dedo, sin sorteo.
El Juli




De la finca del "Taru"
al salón de tu casa
Astolfi, cinqueño
Casta Nuñez
Sorteado en una rifa
para el poseedor de la papeleta (5 euros) premiada















Esto está así.

Lenguas de fuego



































Para ser torero hay que serlo. Y también parecerlo. La torería es una especie de lengua de fuego, un espíritu torero que inunda con su ardor sereno aquel al que le han tocao las bolitas. El matador de la imagen es Rafael Molina Sánchez, Lagartijo que, como puedes ver lector, irradia una estampa que seduce y sugestiona, que infunde respeto y que por sí sola es capaz de hacernos soñar con una época entera. 

Eso es la torería.
¿Quienes de los actuales, soportarán la sentencia de una fotografía, dentro de cien años? 
Pues eso.


jueves, 19 de enero de 2012

Un desafío que les pilla a mano

















Enrique Patón acaba de hacer oficial un triple pata a pata torista en la Magdalena de Castellón durante los días 17, 18 y 19 de Marzo. Los de las patas negras concursarán representando los hierros de Comeuñas, las Tiesas y Zahariche. Bienvenida sea la fórmula de dar cabida en una feria a diversos encastes, así como a dar importancia y relieve a los varilargueros durante tres tardes, que serán casi la mitad del ciclo. Pero queda la duda, que el año pasado se agravó, de si esto de partir cada corrida en dos, para darle dinamisno y un supuesto interés al asunto,  no parte también, de una tajada, el concierto del festejo, que tiene su propio ritmo, no digamos ya de una concurso que durará setenta y dos horas. 

Estos enfrentamientos ganaderos, a los que Simón Casas les dió por bautizar, todo sea por el marketing, como "desafío" -me imagino la cara de los Miura, con su siglo y medio como guardianes de una leyenda, cuando el gabacho, tan productor él, les explicó lo que era un reto ganadero-, se llevaran a cabo, salvo que le dé por estirarse a la autonómica, sin televisión. Tenemos así, nueve plazas libres, para que oposite el jédiez, que aquí no tendrá que salvarguardar su deteriorada imagen; tampoco sentirá necesidad de huir del elefantasiático bicho de primera, sin hechuras bonitas de caber en la muleta y embestir con recorrido; ni mucho menos tendrán que soportar sobre sus monteras la espada de Damocles del tendido siete madrileño, o la jaquecosa algarabía de Pamplona. 

Ahí tienen estos señores que viven para hacer el bien a la Fiesta a Castellón, del diecisiete al Día del Padre: todo ventajas para dejar contento al aficionado, apuntarse un triunfo a ley y hacer justicia con hierros que se resignan a no ser comparsas del arte. Ahí reside el verdadero desafío, en devolver la grandeza al toreo, aunque sea por tres días. Ahora no hay excusas, jédiez


Las Distancias: Chenel





'Desde poco después del comienzo, aunque ya antes apuntaba, decidí que mi toreo no sólo daría al toro la máxima importancia sino que enseñaría a quienes lo viesen que quien ahí tiene la máxima importancia es el toro. Él es quien manda lo que en cada momento hay que hacer para mandarle. De una forma o de otra, con total lucimiento o con esforzada y a veces poco visible brega. El toro es quien dice siempre cómo hay que torearle, la clave está en entenderlo. Y puesto que me fijé no ya como objetivo sino como destino y obsesión enseñar al toro…, presentarle, mostrarle, revelarle, y descubrirle al aficionado y al espectador ese maravilloso animal salvaje con la que vamos a intentar hacer arte mientras le domamos…; estaba claro que la distancia sería el elemento y concepto clave de mi toreo.


Distancia para dejar ver al toro, distancia para dejar venir al toro, distancia para traerse toreado al toro hasta el mismo epicentro del toreo que es el lance. Distancia para que el toro vea y observe, distancia para que el toro estudie y fije objetivos, distancia para que el toro pueda lucir su bravura, distancia para que dé tiempo a analizar su casta, distancia para paladear el regusto de la nobleza del toro o la dificultad de su mansedumbre. Distancia para sentir el peligro durante más segundos de pura adrenalina y distancia para que dure hasta la eternidad el sentir el embrujo del toreo.

 Todo cuando hice estuvo en todo momento presidido, herrado por la distancia. El andar por la plaza, la colocación, la elección de los terrenos, el toreo… Dejar venir al toro de largo siempre, desde los lances de recibo a los lances para situar al toro en el tercio de varas, desde la preparación y organización del tercio de banderillas a la misma ubicación del toro para iniciar la faena de muleta… Dando distancia siempre para dejar ver al toro y para traérselo toreado desde la distancia, tanto con capote como con muleta, tanto a la verónica como al natural, tanto en la media verónica como en el trincherazo. Siempre la distancia y las distancias. Y la distancia y las distancias siempre para el toro y su bravo, encastado y noble galope. Recuerdo que me decían “maestro, dándole tanta distancia el toro viene corriendo que se las pela y se le puede llevar por delante, que usté no está para correr”, y yo respondía “si yo no tengo que correr, el que tiene que correr es el toro y yo tengo que quedarme quieto”.

La distancia, piedra angular del toreo puro y eterno. Del toreo puro y eterno que creó y recreó Antoñete, y del toreo puro y eterno que refundió de raíz aquel fenómeno social y espiritual llamado Juan Belmonte que Chenel convirtió en su divisa y que dijo: “yo entraba en el ruedo como un matemático que va a la pizarra para probar un teorema. En aquellos tiempos el arte de torear estaba regido por el pintoresco axioma de "Lagartijo", que decía 'tú te pones allí, y o te quitas tú o te quita el toro'. Yo estaba allí para demostrar que esto no era tan cierto como se creía. Mi teoría era que el toro no te quita, que no te quitas tú ni te quita el toro si sabes cómo torear”. Palabra de Belmonte y, años después, sentencia de Antoñete: “yo he sido un torero toda mi vida de torear bien o si no de lidiar y matar. No puedo mentirme ni traicionarme, no puedo pegar espaldinas y cosas de esas…, yo sólo toreo”.


Extracto del libro 
Javier Manzano, Ed. Reino de Cordelia


miércoles, 18 de enero de 2012

Mejor todavía




Acevedo (6T6): ¿Y si por ejemplo en Castellón te la mata el Juli?

Fernando Cuadri: Si la mata por hacer un gesto, encantado, pero si no la mata, mejor todavía.



Lo cuentan más y mejor, Arse&Azpi (a los que les he "robado" la foto) en Por las rutas del toro 



Consecuencias de apagar fuegos con gasolina













Que nadie se deje engañar: las reformas las están pidiendo los empresarios taurinos y algunos toreros, pero su cobardía para enfrentar a la afición les obliga a pasar por iniciativas legislativas que justifiquen ese cambio. Ya sucedió en Ecuador: el lobby taurino acabó festejando las reformas y los toreros no boicotearon la feria.


 Leonardo Anselmi



El argentino, como casi todos los que lo son, miente más que habla, por tanto, sus palabras son más que matizables, lo cual no quiere decir que estén del todo alejadas de la realidad.

Quito, las declaraciones de Castella, el tabarrón de la prohibición catalana, en el que el taurinismo ha pecado de mucho lerele y poco lirili -se recrearon demasiado en la suerte del llanto y quejío mientras el arreglo lo dejaron a su propia ventura-; el nuevo conceptualismo del toro, proclamado a los cuatro vientos como siervo, colaborador e instrumento por una serie de artistas que nunca debieran de abrir la boca, alejándolo de la bravura, que es la única característica que le permite gozar de independencia respecto al trato dado a los animales de granja; la rebaja de la entidad, vía negociación con empresa deportiva, del toreo a mero show para el resto de la sociedad; o las aboliciones de los derechos de infancia en Galicia y en algunos puntos de América. Todo ello alimenta la apología del antitaurinismo, otorgándoles razones para justificar sus doctrinas y dotándolos de un mecanismo de acción que en el hombre suele dar resultados fructíferos: la ilusión. En este caso, la de ver como sus ideas acompañadas de trabajo van calando en la sociedad  hasta el punto de filtrarse, como gotas de agua en las grietas de una roca, en el mismo estamento taurino.


Lo repetimos una vez más: los primeros antitaurinos los tenemos dentro. Por mucho que los de fuera jodan.




martes, 17 de enero de 2012

Hartos de arte





Continuemos considerando lo trabajosamente que acaban en la actualidad las temporadas de toros. Ya vimos el sábado pasado aquella naturalidad del esfuerzo de Joselito para remontar las cien corridas, algunas de seis toros y de Miura, sin los rápidos medios de comunicación de hoy, sin el alivio del toro menor de edad, sin el alivio del descanso del primer tercio, entregado al picador (no al picador de toros, sino al picador de carne de toro), en el que no interviene para nada el matador, como no sea para quitarse la montera y pedirle al presidente lo contrario que le pidió al picador; sin el alivio del estoque de madera, símbolo del "no matar". Hoy el torero redude su función a la faena de muleta. Empieza a actuar cuando coge la muleta, y deja de actuar cuando coge el estoque de matar. Como se ve, todo se ha reducido, todo se ha empequeñecido, y, sin embargo, cuesta trabajo acabar las temporadas. Dicen que torean hoy con más arte que antes. ¿Tanto pesa el arte? Están (estamos) empachados, indigestos, hartos de arte. Empiezan la temporada cuando les conviene, la sueltan cuando se cansan o no ven negocio. Es una profesión que ha perdido seriedad. Cuando les parece se retiran; cuando se han equivocado en la cuenta, vuelven. Toreros de ida y vuelta.

Lo que se van a reír cuando les cuente lo que ocurrió la primera vez que Lagartijo y Frascuelo mataron seis toros en Madrid.

El año que empezaron a competir Lagartijo y Frascuelo -en Madrid, naturalmente-, cuentan las revistas de la época, que estaban a tono con la seriedad del toreo de la época, que, no conforme la afición con verles competir mano a mano, se les quiso ver a cada uno con seis toros. Se acordó, a fin de temporada, en el mes de noviembre exactamente, celebrar dos corridas de seis toros, una para Lagartijo y otra para Frascuelo. Como es lógico, se buscaron doce toros de la misma ganadería, para igualar en lo posible la competencia que se buscaba, porque lo que se quería era verles en un mano a mano gigantesco y extraordinario, en el que cada uno había de matar seis toros.

La primera la toreó Lagartijo, como más antiguo, y la segunda, Frascuelo. Los toros fueron de don Antonio Hernández. El día 3 de noviembre (¿dónde estarán ustedes en noviembre, toreros hartos de arte?) hizo Lagartijo el paseo solo, al frente de su cuadrilla, reforzada, en medio de una gran expectación. Frascuelo ocupó un palco con su cuadrilla, por si algún toro cogía a Rafael, bajar a acabar con la corrida. (Cada vez que leo esto me parece que no se trata de una corrida de toros, sino de otra cosa)

Afortunadamente, Lagartijo salió ileso, y estuvo muy bien, y Frascuelo no tuvo que salir del palco, pero el éxito se discutió y su maestría se vió oscurecida porque los toros eran chicos. Ésta fue la opinión del público y lo que reflejaron las revistas. El ganadero se disculpó, diciendo "que estábamos a fin de temporada, había agotado la camada de cinqueños y que por eso había mandado una corrida de cuatreños". (Los toros chicos eran cuatreños, lector.)

Frascuelo, que , como hemos dicho, asistió a la corrida, escribió a la empresa de Madrid diciéndole que, puesto que don Antonio Hernández no tenía nada más que cuatreños, le trajeran una corrida de cinco años de cualquier ganadería, pero que no toreaba los cuatreños de Hernández. Como el acuerdo era que los toros habían de ser de la misma ganadería, se consultó con Lagartijo, que dijo rotundamente que no, que eso "era una ventaja". (Medita, lector. Y me gustaría invitar también a los toreros, pero no me atrevo, acerca de lo que entendían por ventaja aquellos toreros y aquella afición.)

Después de muchas idas y venidas y discusiones acaloradas de los dos partidos, reflejadas en aquella Prensa taurina, llegó Lagartijo a Madrid y quedó convencido de la razón que le asistía a Frascuelo. Y al domingo siguiente, el 10 de noviembre, ¡el 10 de noviembre, cansinos!, se encerraba Salvador en Madrid con seis toros cinqueños del Duque de Veragua. 

La corrida fue magnífica. Los toros del duque, grandes, bravos y poderosos, de hermosa lámina y trapío, como elegidos por el célebre ganadero, para competir con los de Hernández. (Párate, lector, y considera como competían los ganaderos en el mismo terreno que los toreros. A esto nosotros llamamos clima, y habrá quien lo llame "primada"). Frascuelo tuvo una gran tarde, pero esto no nos importa; lo que nos importa es destacar el gesto y el ambiente en el que se desenvolvían las corridas de toros. El gesto de Frascuelo pidiendo toros de cinco años; el gesto lagartijista diciendo: "Eso es una ventaja"; el gesto del Duque de Veragua, enviando una gran corrida de toros, y la influencia de la crítica, limpia de propaganda, y por tanto, influyente con el público, que hizo posible todo esto.

Esto ahora es inconcebible, inadecuado y hasta inhabitable para los que se hicieron y viven en el clima del toro de pitiminí. No me extrañaría que muchos no lo creyeran. Los que vivieron el clima de toro tampoco creerían lo del mediotoro. Frascuelo, que no quedaba satisfecho de la muerte que daba a los toros, aunque lo lograse de la primera estocada, "si no salían muertos de la mano y la manga izquiera sin agremanos por el roce del cuerno derecho", no pudo sospechar que a matar mal, a no intentar matar como se deben matar los toros lo llamaría público y crítica "no tener suerte con el estoque".

¡Qué responsabilidad para todos si la fiesta, por falta de acción vigilante, se nos cae de las manos en nuestra época!


Gregorio Corrochano
Blanco y Negro, ABC
21, Septiembre, 1957




lunes, 16 de enero de 2012

El Plan T

Aula Taurina Granada. Málaga 1960



Cosas de los tiempos de cultura. Para anunciar una corrida de toros en condiciones, no digamos ya una feria, más aún si es de postín, tienen que darse en el mismo bucle espacio temporal, lo menos, una múltiple alineación interplanetaria, la unión de dos átomos por el mismo polo y el cortejo más la cópula con resultados biológicamente mostrables al mundo, de Paquirrin con la Preysler. Qué fatiguita, lo que tienen que hacer los pocos empresarios que se lo proponen para satisfacer a la afición. Reunir con el trapío, la edad, la casta y el etcétera, en un mismo lugar a idéntica hora, no ya a una figura, sino a cualquier torero que goce de un número de contratos que le proporcionen el suficiente bienestar, es tarea imposible. Que si los derechos de televisión, el parné, que si las entradas para el autobús de peña y familiares; el ganao, que tiene que ser tal hierro, pero no cualquier herrado, sino el lote que viene del semental que indultó con polémica el maestro mengano en el festival de Esparragosa de los Lares; los compañeros, a éste ni verlo, que me puede mojar la oreja -nunca mejor dicho-, y a aquel pónmelo por delante, que lo lleva mi apoderao, que es cuñao del ganadero cuya hija estoy rondando; y así, hasta el infinito de caprichos en forma de piedras en el camino para el que gusta ver de Toros.



Ayer, en Clarín, el programa radiofónico más decente de la actualidad, se hablaba de los planes falleros de Simón Casas. El A, el prodigado monoplán, con figuras, billete grande y toro pequeño. En la recámara, el Plan T, que diría Mazas, llevado a cabo -aunque aquí tal vez los artistas usarían la conjugación "perpetrado"-, con hierros toristas y toreros honrados.

Y me pregunto yo: ¿si los del Plan T son "toros toristas" y toreros honrados, entonces que son los del A? ¿A tal punto de deterioro ha llegado la Fiesta que el aficionado consiente y tolera, con impunidad para los que viven de ello, que haya toreros que no lo son y toros que sólo lo parecen?




Imagen de la Plaza de Toros de Jaén
















Así, de esta guisa, está la fachada de la Plaza de Toros de Jaén. Una cubeta de cal, un operario un par de horas y asunto resuelto. Pero parece que nadie, como es normal en el mundillo, va a caer en el reparo de defender la imagen de algo que no tenga patas y dé dinero a espuertas.

Que hay muchas maneras de defender nuestra imagen, aunque no todas interesan igual.


La foto me ha llegado, vía tuiter, a través de Nono González

domingo, 15 de enero de 2012

El Gallo se mete a picador

Manuel Vaquero (Archivo Ragel)


 
 
 
 
 ... Por aquella época, Rafael no andaba muy sobrado de contratas. Había toreado en Barcelona y, por uno de esos caprichos que le asaltan de cuando en cuando, decidió quedarse allí unos pocos días como turista, licenciando a su gente hasta la próxima corrida, que era allá por abajo. En el ínterin, velay que José torea en la que llaman los revisteros la Ciudad Condal, y bien fuerza para sustituir a algún compañero lesionado, o porque conviniera reforzar un cartel endeble con el agrego de dos toros, para la causa que fuese, el caso es que, de pronto, contratan al Gallo para dos días después y -cosa rara en él- se le ocurre la medida de buen gobierno de pedir a su hermano que le preste la cuadrilla, en lo cual Joselito consintió de buena gana... ¡Por menos de nada sería él quien le apuntase la idea! Y gracias a ello tuve yo noticias, como antes te dije, del suceso, pues me lo contó el propio Sánchez Mejías, que salió aquel día con Rafael, a pesar de ir por entonces con José, por la causa referida. 

Después de haber estado con su primero ni fu ni fa; o más bien fu, en cuarto lugar le tocó un pavo, castaño oscuro, con su buen velamen, con edad, tamaño y ecetra. En el ecetra puede entrar el hecho de haber sigo fogueado, sin una sola vara... Claro está que yo sé de la ganadería que era el toro, pero no te lo digo porque eres mal guardador de secretos, o sea que te vas del seguro fácilmente, y como lo mismo da que fuera de Juan que de Pedro... pues continúo. El susodicho animal, después del tuesten se había acuartelao en la mismísima puerta de toril. El gentío se relamía de la satisfacción, pensando en el mitín que liba a dar el Calvorota, pues ya es sabido que, cuando cualquier torero está fatal, el público se incomoda, a menos que sea el Gallo, en cuyo caso se ríe y acaba por pasar por carros y carretas. 

La cuestión es que el diestro, muy jacarandoso y, al parecer, más animado que de costumbre, se fue a buscar al toro con la muleta plegada en la mano izquierda. De cuando en cuando se paraba, para citarle de muy lejos, como si fuese a dar el pase cambiado. En el momento en que se convencía de que el castaño no hacía por él, daba dos o tres pasos más y repetía la citación. Pero... ¡que si quieres que te prenda los alfileres! El público se reía, como diciendo: "Rafael no sabe ni por donde le da el aire... ¡Mia que querer hacer florituras con un manso perdío! Mientras tanto, el diestro seguía dando pasos adelante para provocar la arrancada, cada vez más en corto, y como "pobre porfiado saca limosna", al fin el toro se le arrancó descompuesto y el Gallo largó una especie de pase cambiado, muy deslucido y fuera de cacho, con el detalle de que, al pasar, el toro se pinchó, casualmente, en los alrededores del codillo, con el estoque, que estaba sostenido en esta posición: tumbado, o séase horizontal, como dice la gente fina. El público no acabó de comprender lo que había pasado; el bicho se fue de estampía a otro lugar de la barrera, y allá se dirigió Rafael para repetir la bonita suerte. Pero cuando, de nuevo, el toro se pinchó con el estoque, estalló la protesta del respetable, que se convirtió en bronca espantosa al ver que la ocurrencia tenía lugar por tercera vez... Me decía Ignacio que se creyó en el caso de advertirle: "Rafael: te van a matar... ¿Por qué haces eso?" Él le contestó: "Cállate ahora, ya te lo explicaré luego."


El toro, harto ya de tanta pinchadura, en vez de acularse en tablas, empezó a huir. El Gallo corría muy a gusto detrás de él, para que no se parara. Con el ejercicio, cada vez sangraba más el castaño, hasta que, de pronto, se paró en el tercio. Entonces, Rafael le dió tres o cuatro pases de tanteo, y en cuanto se convenció de que el toro ya no tenía ná dentro -ni siquiera sangre- se lió a torearle por las buenas, haciendo mil filigranas, hasta volver loco al público. Pases del Celeste Imperio, naturales, ayudados, molinetes (que por cierto, él daba de una forma especial y con la gracia del mundo) y luego rodillazos, tocaduras del pitón, el estoque al testuz parando al toro, ecetra... ¡El disloque! Matando estuvo la cosa regular, pero no se puso demasiado pesado y, lo que parecía que iba camino del desastre, acabó en gran triunfo, con ovación y petición de oreja, que, al fin, no fue concedida.

-¿Te das ahora cuenta -le dijo a Sánchez Mejías- de por qué hice aquello? Porque yo necesito que me piquen los toros, y como a éste no le habían partido un pelo, he tenido yo que hacer de picador para poderle torear a mi gusto...
 
 
 
Luis Fernández Salcedo
Cuentos del Viejo Mayoral

sábado, 14 de enero de 2012

Siempre Julio Robles




Se cumplen once años de la muerte de Julio Robles, uno de esos maestros cuyas formas clásicas lo hicieron ser más apreciado por el aficionado que por el gran público. Uno de aquellos que cuando se hacen tan ignominiosas listas proclamando los mejores de no se qué, injustamente, nunca aparece. Pero su sello, una elegancia muy personal y clásica a la  vez, sobre todo con la capa, con la que impartía cátedra cada tarde, y el toreo muletero por bajo, con fusta de seda, tan suya, nunca se desterrará del recuerdo de todo aquel al que algún día le haya gustado ver Toros.



Relámpago























Entrevista a Don Antonio Bravo "Relámpago", máxima figura de los varilargueros: en la lista negra de los multados en Barcelona, figura el picador "Relámpago". Pero no se crea que "Relámpago", de Zaragoza, no es nadie; Antonio Bravo es picador "de antes del peto", más de veinticinco años aguantando leña...


-Si se suprimiese el peto, ¿que harían ustedes?

- No se darían corridas, porque no habría caballos suficientes.

- ¿Tanta falta hace esta antiestética protección? 

- No se puede picar a pie, y antes quedaban fuera de pelea un promedio de doce caballos por corrida.

- ¿No exagera?

- No, señor; yo he visto matar en una corrida veintidós.

- A usted, ¿cuántos?

- La vez que más, cuatro.

- ¿Con qué matadores ha salido?

- Apunte: con "Maera" chico, Amorós, "Maravilla", Marcial Lalanda, diez años; Antonio Bienvenida, "Parrita", Paco  Muñoz y llevo un año con Aparicio. 
- ¿Las puyas son igual ahora que antes?

- Sí.

-¿El toro se da cuenta de que pincha en colchón?

- Creo que sí, porque cuando hace sangre, se crece.

- ¿No han estropeado ustedes la Fiesta?

- No; porque, sinceramente, al toro hay que pegarle.

- Pero hay manera de pegarle, no ensañándose.

- Sí señor, hay cosas feas que se hacen y no se deben hacer.

- ¿Usted hace la "carioca"?

- Pocas veces, cuando el toro es muy manso.

- ¿Y barrena?

- Eso no, porque entiendo que no se adelanta nada.

- ¿No se ahonda?

- No. Y yo lo discuto con los picadores; para ahondar hay que apretar fuerte.

- Y meten hasta más de la arandela...

- Se cuela sin querer.

- Y multa al canto.

- A mí me multan en Barcelona por esto, si señor; pero le diré a usted que si la arandela sirve de tope, en el reglamento no dice que el que la meta incurre en falta.

- ¿Cuántas broncas habrá recibido en su vida?

- Eso ya se sabe.

- ¿Ha ido a la cárcel?

- Todavía no.

- ¿Como entiende usted que hay que picar bien?

- Con más palo por delante que por atrás, pero sin llegar a cogerlo por la"í" punta, y en todo lo alto. Picando así se corrigen todos los vicios del toro.

- ¿Cuando aprieta, lo hace por gusto o porque lo manda el matador?

- Yo aprieto, porque sino el toro aprieta y me tira a mí.

- ¿No le da instrucciones el maestro?

- No me dice nada; ¿cómo va a saber de picador más que yo?

- El reglamento dispone picar en corto y por derecho, ¿lo hacen así?

- Se pone el caballo un poco sesgado, de frente no se puede, ¿usted quiere que me coja el toro?

- ¿Cuantas veces le ha cogido?

- Cinco o seis graves; en la frente, en la ingle, en el costado, en el brazo derecho y yo que sé; bueno, y unos dos millones de golpes. ¿Usted sabe lo que es que le caiga encima un caballo?

- ¿Cuantos kilogramos?

- Con peto, unos trescientos.

- ¿Que es lo peor de su profesión?

- Los viajes, ahora mismo vengo molido de Salamanca, toda la noche en el automóvil.

- ¿Cuál ha sido su desplazamiento peor en cadena?

- En una ocasión toreamos cuatro días seguidos, en Santander, Málaga, Huesca y Aranjuez.

- ¿Cuánto cobran?

- Los clasificados en grupo especial, como yo, dos mil doscientas cincuenta pesetas, pero a mí me da dos mil quinientas.

- Saliendo de Madrid, sí; viajes y hotel.

- ¿Tiene dinerito?

- No, señor; la familia lo gasta.

- Dos chicos y una chica; el mayor quiere ser torero, hoy sale en San Sebastián.

- ¿No le da por la pica?

- No señor, y eso que en casa hubo cinco picadores.

- ¿Quienes?

- Mi padre, Manuel Bravo, y sus cuatro hermanos: Tomás, Mariano, José y Juán, todos "Relámpago".

- ¿De donde viene el apodo?

- De mi abuelo, que era monosabio.

- ¿Hasta cuando piensa estar en los toros?

- Tengo que ganar para comer, mientras pueda.

- ¿Que ganadería es la que mejor acude al caballo?

- La del Conde de la Corte.
- ¿Y la peor?

- Eso no lo digo; los toros mansos.

- ¿Que edad es la buena para el picador?

- Cuando uno está muy hecho, a partir de los treinta, esto es un oficio de hombres.

- ¿Le ha chillado alguna vez su matador?

- Después de la corrida ya no se habla de lo que ha pasado.

- De los toreros con lo que salió, ¿cuál sabía más?
- Marcial Lalanda y éste, Aparicio, es muy sabio.

- ¿Y el mejor picador de hoy?

- Creo que yo, y nadie se puede molestar.

- ¿No pica usted muy alto, amigo?..




Del Arco
La Vanguardia Española
14, Junio, 1953


Fotos publicadas en la Revista Ripamilán, 
de la Peña Taurina Peñaflorense