Aula Taurina Granada. Málaga 1960 |
Cosas de los tiempos de cultura. Para anunciar una corrida de toros en condiciones, no digamos ya una feria, más aún si es de postín, tienen que darse en el mismo bucle espacio temporal, lo menos, una múltiple alineación interplanetaria, la unión de dos átomos por el mismo polo y el cortejo más la cópula con resultados biológicamente mostrables al mundo, de Paquirrin con la Preysler. Qué fatiguita, lo que tienen que hacer los pocos empresarios que se lo proponen para satisfacer a la afición. Reunir con el trapío, la edad, la casta y el etcétera, en un mismo lugar a idéntica hora, no ya a una figura, sino a cualquier torero que goce de un número de contratos que le proporcionen el suficiente bienestar, es tarea imposible. Que si los derechos de televisión, el parné, que si las entradas para el autobús de peña y familiares; el ganao, que tiene que ser tal hierro, pero no cualquier herrado, sino el lote que viene del semental que indultó con polémica el maestro mengano en el festival de Esparragosa de los Lares; los compañeros, a éste ni verlo, que me puede mojar la oreja -nunca mejor dicho-, y a aquel pónmelo por delante, que lo lleva mi apoderao, que es cuñao del ganadero cuya hija estoy rondando; y así, hasta el infinito de caprichos en forma de piedras en el camino para el que gusta ver de Toros.
Ayer, en Clarín, el programa radiofónico más decente de la actualidad, se hablaba de los planes falleros de Simón Casas. El A, el prodigado monoplán, con figuras, billete grande y toro pequeño. En la recámara, el Plan T, que diría Mazas, llevado a cabo -aunque aquí tal vez los artistas usarían la conjugación "perpetrado"-, con hierros toristas y toreros honrados.
Y me pregunto yo: ¿si los del Plan T son "toros toristas" y toreros honrados, entonces que son los del A? ¿A tal punto de deterioro ha llegado la Fiesta que el aficionado consiente y tolera, con impunidad para los que viven de ello, que haya toreros que no lo son y toros que sólo lo parecen?
En la corrida del martes, Luis Miguel estuvo mal y pidió lidiar el sobrero. Entonces Ostos que que ya llevaba una oreja, pidió otro toro y Luis Miguel se opuso. Se lió la bronca en el callejón y al final se solucionó toreando cada uno un toro más. Total, 9 toros y el apoteosis, hasta patas se cortaron en los sobreros.
ResponderEliminarSi Luis Miguel eras soberbio, Ostos no se quedaba atras y no quería que al final Dominguín saliera triunfador en la corrida.
Total, el triunfador fue Ostos y eso le dolió al chuleta de Luis Miguel.
Saludos
Pd.: Lo anterior demuestra el pundonor de las figuras de antes, no se dejaban mojar la oreja en ninguna corrida. Luis Miguel toreaba 5 corridas en la feria y a pesar de ello, regaló un sobrero en su primera corrida. Vamos, lo mismo que ahora...
Amen
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