jueves, 24 de septiembre de 2009

El Espartero





Manuel García Cuesta, nació un 18 de Enero de 1865 en una espartería regentada por sus padres en el sevillano barrio de La Alfalfa , de ahí tomaría su nombre artístico: El Espartero. Desde pequeño tenía clara su vocación y no perdía oportunidad para colocarse delante de cualquier res, ya fuera brava o de media casta. Así por ejemplo se recuerda que en 1892 hace el paseíllo en Sevilla en calidad de banderillero. Un año después empieza su meteórica carrera como novillero, teniendo grandes actuaciones que le llevan a tomar la alternativa un 13 de Septiembre de 1885 en Sevilla, de la mano de El Gordito, que le cede la muerte de un toro de Saltillo. Aunque 28 días después, un 11 de Octubre tiene que volver a tomarla en la misma ciudad, con el mismo padrino, pero con ganado miureño. El Espartero fue singular hasta para esto, dos veces tomó la alternativa, y con toros de Saltillo y de Miura, lo mismito que los mocitos de ahora...
El Espartero fue algo más que una simple figura del toreo, se convirtió en una figura romántica para siempre, una especie de Cid Campeador. Se dice que se torea como se vive, y en este caso era una verdad innegable. Tanto dentro como fuera del ruedo siempre estaba en el límite, en el borde del abismo. Tal es así, que en su primer año como matador de toros recibió la friolera de quince cornadas. Muy criticado fue siempre por parte de la prensa que lo acusaba de inconsciente y de temerario. Todo lo contrario que los públicos, que se volcaban con él en su rivalidad con Guerrita, máxima figura de la época, aunque poco querido por el respetable. En su vida privada también era una persona indomable y pasional, se le atribuyó un romance con una dama de la alta sociedad sevillana, fruto de este romance nacería un hijo ilegítimo , tal y como contaba una copla popular :
“Al hijo del Espartero, lo quieren meter a fraile, pero la cuadrilla dice, torero como su padre…”

Un toro de Miura, de nombre Perdigón, un 27 de Mayo de 1894 le dio una cornada en el vientre, expirando el valeroso matador en la enfermería de la plaza. Aún no había cumplido los treinta años. El Espartero fue llevado en tren hasta Sevilla en donde recibió un magnánimo entierro donde se populizaron las famosas coplas:

Mocitas la de la Alfalfa;
mocitos los pintureros;
negros pañuelos de talle
y una cinta en el sombrero.

Dos viudas con claveles
negros, en el negro pelo

Negro faja y corbatín
negro, con un lazo negro,
sobre el oro de la manga,
la chupa de los toreros.

Ocho caballos llevaba
el coche del Espartero


El Espartero ha pasado a la historia de la tauromaquia por su toreo, algunos lo consideran el precursor de una manera de torear que más tarde se perfeccionaría. Pero El Espartero nos deja un legado mayor, su leyenda que transciende más allá de los ruedos, su famosa frase ``Más cornás da el hambre´´ perdurará para siempre entre nosotros. Dicen que en el Café París existía un retrato suyo y que cada vez que un caballero pasaba por ahí se descubría la cabeza en señal de respeto.

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