sábado, 19 de junio de 2010

El volapié, por Dominguín

Dibujo de Enrique Martín. Toros Grada Seis




Hablar de la estocada, del volapié, es a estas alturas tanto como querer remontarse a una época demasiado lejana, intentando salvar de una zancada gigantesca ese abismo que el tiempo tendió en nuestra fiesta entre el ayer y hoy. Tal tema -sobre el que he recibido el honroso encargo de discernir, torpemente, por supuesto- es algo como adentrarse, no en un campo vivo, floreciente, sino en sombríos recovecos de pura arqueología. Quedan, si, unos grupos exiguos de aficionados, que en el rincón de alguna peña taurina, bajo una luz amarillenta y apagada de viejas litografías de toros, se atreven a hablar timidamente. cuan si fraguaran una conspiración, de la suerte suprema, y de tarde en tarde, barajan los nombres de Costillares y Frascuelo, y echan mano de la definición sobre el volapié que Montes hiciera en su Tauromaquia. Frente a este bando -toses, canas, quintaesencia del pretérito taurino- se presenta en decisiva oposición, todo ímpetu y juventud, ese otro bando más nutrido y audaz -nueva generación con carnet de Reserva de Localidades-. que se ríe de la tradición y de las zarandajas del pasado. Y, lo que es peor, trata de inculcar a su caduco adversario los principios de una Tauromaquia no escrita aún, pero latente, peleona, en la que como meta de sus aspiraciones ofrecen esa sentencia de que `el toreo es arte´... No quiere brusquedades en la Fiesta Nacional y opinan que lo importante en ella no es matar ( `para eso está le guerra´, dicen). Sus argumentaciones y la defensa de ellas las llevan hasta no tener el rubor en abrazar la causa de las chicuelinas, de las chocolatinas, y de esos varios subproductos del toreo, en fin, que con las familias de las `inas´tienen parentesco.



Afirman que volver la vista atrás es limitar la Fiesta, y sustentan el criterio de que los vientos de la rosa del toreo deben purificar lo que de mustio y agotado creen ver en él... Saltando por encima de preceptos que hasta ahora se antojaban inmutables, dando de lado a elementales reglas escolásticas, hablan de innovaciones para lograr una variedad mayor en el espectáculo. Pero no limitan sus aspiraciones a modificar el toreo. Quieren también modificar el toro. Y camino de ello se anda. Se cortan las puntas de los cuernos y... se cortan las patas. (Este último corte, obligada consecuencia del primero, claro). Entregados a esta tarea, no sería dificil que alguien propusiera cortar a cercén a los toros un cuerno entero, para llegar a lo que pudiera llamarse `centración´del peligro. Con ello quedaría `unificada´ la emoción y las suertes resultarían más vistosas.



¡Que qué es el volapié! Arqueología pura, como decía. Algo así como un soneto que por maravilloso que sea ni hace enteramente feliz al público ni rico a su autor. Trance viril, hermoso, pleno de gallardía, según los viejos; faena tosca, ruda, según los jóvenes. Verso antiguo de leyenda o romance, de muy difícil rima con los tiempos actuales, en los que lo puramente externo del arte deslumbra a los espectadores, pese a las gafas de color; y no les deja sentir en su sensibilidad, viciada por la epidemiología de la estética, la línea, la clase, esa sacudida de emoción recóndita que en otros tiempos operaba el fulgor de una espada que, cara a cara, frente a frente -con dos pitones que valían por cuatro-, iba apagándose al atravesar las negruras de los morrillos ...


Domingo González
`Dominguín´

El Ruedo




6 comentarios:

Enrique Martín dijo...

Antonio:
PArece mentira que estemos hablando de las cosaas que hablamos. Ahora ya se ponen en tela de juicio cosas, que como muy bien dices, eran inmutables. Parece que casi nadie se entera de que con tanta modificación progresista, siempre eliminando lo fundamental en favor de lo accesorio, lo que se creando es un nuevo espectáculo que nada tiene que ver con el que muchos conocimos, y que poco a poco se va implantando sobre el anterior, haciéndolo desaparecer. Como hacían a veces los grandes maestros de la pintura, hemos cogido un lienzo sobre el que hay una obra de arte reconocida por todo el mundo y estamos pintando encima una birria que no es ni una mala copia, vulgar, fea, aburrida y yo me atrevería adecir que hasta cruel. Cruel porque al toro lo estamos convirtiendo en carne de matadero y no en el protagonista de un arte. Como verás, tu entrada da para pensar mucho en todo esto y esas cuantas líneas que has escrito nos podrían hacer meditar a muchos, durante mucho tiempo. Y popr último, muchas gracias por haber pensado que un dibujo mío pudiera ilustrar una entrada tuya. Para mí es un orgullo y a partir de ahora, no sólo este, sino que tienes a tu disposición todos los que quieras usar. Estoy seguro de que serán muy bien utilizados. Un saludo

Antonio Díaz dijo...

He oído hablar por ahí, y a personas que viven del toro, de la necesaria refundación de los cánones de la tauromaquia. Sí, amigo, sin ningún pudor ni vergüenza, piden enterrar un arte, qué es el que es, y que tiene unas reglas y normas preestablecidas. A partir de ellas no digo que no pueda haber evoluciones, pero siempre respetando el espiritú del toreo. Se basan en los cambios de la sociedad, el cambio del tamaño del toro y no sé cuántas más patrañas que le valgan para postrar en todo lo alto su torero, o mejor dicho, sus intereses, que pocas veces tienen que ver con los de la Fiesta.


Lamentablemente, creo que nos vamos a ver, tal y como escribión Dominguíen en el artículo, como si fuésemos maleantes, en una taberna, medio escondidos, hablándo de los viejos valores de la tauromaquia.


Gracias por el `alquiler´de tus dibujos, ya sabes que gustan mucho.


Saludos

eltorodelajota dijo...

Hola amigos, interesantísimo artículo de Domingo "Dominguín".
Coincido en la visión de que se está intentando desvirtuar parte de los preceptos que han definido siempre el arte de cúchares. Basándose en una visión de comodidad por parte de los profesionales y de cortoplacismo por parte del "stablshment taurino", muchos de los parámetros o fragmentos que han sido parte fundamental de esto están siendo atacados con el fin de intereses individuales y particulares, y que tiene como consecuencia el cercenamiento de una buena ración de la emoción y la verdad de este espectáculo.

Del volapié ya hemos hablado largo y tendido, pero creo que quizás sea ésta la suerte menos desvirtuada de las que hoy se practican. Fijémonos en la suerte de varas, ni punto de comparación.

Confirmo el éxito de los dibujos de Enrique Martín entre la blogosfera taurina.

Antonio Díaz, tienes un magnifico blog.

Saludos

Anónimo dijo...

Pues nada, aceptemos pulpo como animal de compañía y aceptemos que el volapié se pueda hacer de cualquier manera. De hecho, no sé a qué coño estamos debatiendo sobre esto, los que quieren refundar la tauromaquia ya han conseguido que se pueda matar de cualquier manera. ¿Qué coño quieren más? A ver si adivino… ¿quizás silenciarnos a los que opinamos diferente? Seguro que será eso.

Fijaos cómo está decayendo esto, hemos llegado a un punto en el que estamos debatiendo sobre la pureza del volapié, cuando deberíamos estar hablando de toreros que matar a recibir (que es como se debe matar un toro, ¡Ay, Frascuelo!) o, como mucho, de matar al encuentro. Pero no, esas suertes ya han desaparecido, y ahora que ya está descafeinado el volapié pretenden que callemos y otorguemos. Pues no, no me dá la gana. Yo opino que al toro hay que darle una pelea digna y que no todo sean ventajas para el torero.

Ya se han cargado la suerte de varas, prácticamente han desaparecido los quites, se desmonteran toreros que parean de cualquier manera, se conceden orejas por torear de cualquier manera y también por matar de cualquier manera, siempre y cuando el toro caiga a la primera. Concedo el mérito que merece cualquiera que se pone delante de un toro pero las cosas se pueden hacer de otra manera. Así ha sido en otras épocas del toreo.

Todo es ir en contra del toro. Hace escasas fechas, en una tertulia radiofónica de tintes fundamentalmente políticos, un radioyente (antitaurino) daba una versión que tiene su parte de razón. Decía que la Fiesta es injusta y que casi siempre muere el toro. El tipo en cuestión decía que, si es una pelea, no entendía por qué un toro cuando ganaba la pelea, es decir, cogía al torero no le era perdonada la vida. El hombre puso el ejemplo de Julio Aparicio. Aún siendo anti, tiene su parte de razón. No sé si me estaré volviendo “raro” pero hay cosas en las que estoy de acuerdo con los antis, sobre todo en cuanto se refiere a las manipulaciones que se hacen al toro, a los afeitados, colocado de fundas y a las sospechas que ya han comentado en sus páginas sobre la posible administración de drogas a toros y caballos.

J.Carlos

Xavier González Fisher dijo...

Antonio: En efecto, estamos en un "tiempo revuelto" en el que todo el mundo trata de "tomar atajos" y de encontrar la manera más cómoda de hacer las cosas.

Eso incluye a esta fiesta, a la que efectivamente, se "pretende refundar". Aquí en México tenemos a uno de los "apóstoles" de ese "movimiento" en la hamponil persona de Rafael Herrerías, que bajo la bandera de que todo esto es en realidad "un 'chou' que tiene que dar gusto a todos", se debe "dejar a los que saben hacerlo" ponerlo en marcha y dejar de lado tradiciones y reglas "que solamente estorban".

Así que te podrás imaginar el bodrio que gentes como él y otros de su calaña (don Bull incluído) quieren armar y para lograrlo, les sobra todo lo que sea auténtico.

Un abrazo.

Antonio Díaz dijo...

J. Carlos, te tranquilizo, ni estás loco, ni eres raro, es que las corridas de toros hoy dan pena. Casi todas. Primero porque están geneticamente seleccionados para perder su fiereza y su espiritu de lucha. Luego por las manipulaciones artificiales y las perrerías que les hacen. ¿o acaso daban pena los de Dolores Aguirre o los Moreno Silva?



David, gracias por la visita. Está claro que vivimos en una lucha de intereses continuos en los que el que más pierde es el toro.


Xavier, fijate que yo no veo peligroso al tal Don Bull o a Herrerías. Creo que son tan déspotas, tienen un comportamiento y unas ideas tan `neronianas´que ni los más verdes en materias taurinas los pueden tomar en serio. Yo me refería a los que están dentro y sientan cátedra desde un púlpito muy bien remunerado. Esos son los peligrosos, porque tienen una legión de seguidores que creen lo que les dicen a pies juntillas.



Saludos a todos