Foto: Burladero.com
Plaza de toros de La Misericordia. Feria del Pilar. Cuarta de abono. Lleno. Toros de Nuñez del Cuvillo para Morante de La Puebla, Miguel Ángel Perera y Alejandro Talavante.
Llegaba el primer cartel fuerte de la feria, con Talavante por Castella y con toros de Nuñez del Cuvillo, símbolos del toreo moderno. Y lo que vimos fue eso, toreo moderno ante animales que no parecían toros, mansos, alguno en otros tiempos hubiera sido de banderillas negras. Sospechosos de pitones los dos primeros, que se astillaron de fea forma. Malpensado, que es uno. Lo peor de todo es que los toreros estuvieron peor que los toros. Alguno se fue con las orejas puestas.
A Morante lo estaban esperando, pero no se presentó. Lo que vino es un torero totalmente desmotivado, sin ningún ánimo de agradar más de lo necesario y sin ninguna tensión. No hay excusas, por mucho que su vocero Molés y sus palmeros Caballero y Chenel nos quieran tomar por tontos. Nos cuentan con mucha pena que Morante ha perdido en diez días seis kilos, producto de las fortísimas medicinas que toma para su fractura en el dedo. Bla, bla, bla... Al primero de la tarde no intentó ni torearlo de capote siquiera, ya con la muleta no terminó de confiarse ante un animal que se quedaba corto y que puso en algún apuro, más por la torpeza de piernas de Morante que por la fiereza del de Cuvillo. El cuarto de la tarde se le fue con las orejas puestas. Sin ser un buen toro, se dejó por el pitón derecho y regaló un puñado de buenas embestidas, con transmisión. El de La Puebla, tras un prometedor inicio de faena, terminó desdibujándose, perdiendo la muleta y recibiendo algunos enganchones. No estuvo a la altura del toro, que no era mucha, la verdad.
Perera demostró que no es el del año pasado, ni de lejos. Intenta hacerlo igual, pero ahora, de repente, no le valen ni la mitad de los toros que antes le valían. Algunos lo llaman suerte y otros, también malpensados como yo, ven que ha perdido parte del sitio que tenía antes. Aún así, le vale para llenar plazas, indultar toros y seguir en la cima del escalafón. Ya se sabe, el toreo ojedista sigue en la cresta de la ola. En el segundo de la tarde, la mejor actuación fue la del señor presidente, que le negó una orejita tras petición mayoritaria( ya sé, incumplió la ley), tras una faena llena de engachones, de toreo para afuera, exceso de pico y algún apuro. Como eso no es torear, ni lidiar, ni someter, en una plaza de primera no debe tener premio. Feo el gesto de Perera hablando mal del usía en los micrófonos del Plus. En el quinto topó con un animal sin ninguna raza, un burro (con perdón para los burros) con el que practicó un descafeinado y aburrido toreo de salón.
Cuentan que a Talavante le ha sentado bien la separación de Corbacho. Supongo que a cualquiera le sentaría bien alejarse de tan extravagante personaje. Lo siento por Tomasito, que iba para figura. Dos orejas se le fueron de las manos, las tenía cortadas viendo la actitud del público, pero por un rato dejó de ser torero para convertirse en navajero. ¡Qué manera de darle tajos al toro! No estuvo mal Alejandro, se recreó toreando al natural, largos y hondos fueron los muletazos. Muy jaleadas las bernardinas finales, con desarme incluido. El sexto de la tarde, el de la jotica, fue un manso de libro. De banderillas negras. Tampoco se lidió bien y en el último tercio no tuvo mucha historia. Volvió a dar la nota entrando a matar. Algunos olvidan que son matadores de toros, no artistas ni domadores. Ni mucho menos navajeros, por mucho que gente como Padilla lo parezca.
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