viernes, 30 de diciembre de 2011
miércoles, 28 de diciembre de 2011
"The Artists: the search of the muses", una serie de la FOX sobre el G-10
A través de un comunicado oficial remitido a la agencia EFE, All Sport Media, FOX entertainment, Radiolé y Simón Casas Productions han anunciado un acuerdo empresarial para grabar una serie televisiva sobre el G-10 taurino. Ya se habría filmado la primera temporada y aunque en la versión original el título es "The Artists: the search of the muses" ("Los artistas: la búsqueda de las musas") en España
se baraja que Digital Plus, dueña de los derechos, la anuncie como
"Una y no más, José Tomás".
La idea
La idea nació hace dos veranos, durante las vacaciones por tierras españolas del realizador árabe con pasaporte gaditano Hussein de Ubrique, que quedó prendado de ipso facto con la magia de artistas de la talla de Melody, los del Rio, Manzanares, Pitingo, Cayetano, el Arrebato, Morante de la Puebla o Andy y Lucas. Posteriormente, el cineasta, uno de los talentos más prometedores de la FOX, dedicó más de seis meses a indagar, desde los estudios de Ohio, Wisconsin, sobre la chulería y el flamenquismo español, haciendo hincapié en la figura, por antonomasia, que respeta a rajatabla esta descripción: el torero. Una vez recopilados todos los datos necesarios, en verano del año que recién acaba, una comitiva de productores, editores e investigadores recorrieron las entrañas de nuestro país, en busca del que sería nexo de unión entre las diferentes tramas de la serie: las musas. Una gran carrera de fondo que los llevó por Ronda, Pto. de Santa María o Cantalejo con escasa fortuna: en el pueblo malagueño dieron por musa a una vieja que estaba tomando el fresco y la secuestraron veinticuatro horas; en el Puerto robaron, sacrificaron e hicieron la ouija, para sonsacarle información, a una cabra rumana que bailaba reggaeton al son de un acordeón, y en Cantalejo perdieron una semana detrás de la pista de otra falsa musa, que resultó ser una enana del Gran Hermano y tertuliana de Intereconomía a tiempo parcial.
A falta de musas, el equipo de rodaje decidió dedicarse a conocer mejor a los protagonistas en busca de afinar lo mejor posible el casting. Según una filtración publicada en la red, el problema de la musa lo han arreglado con una voz en tercera persona. En cada capítulo, cada vez que un coleta sea llamado a la senda del arte, la voz en off de Constantino Romero saltará con un agitanao "amonó ahiií" o un "bieeeeeen, miarma" que en la versión anglosajona irán subtituladas con un "we go there" y un "weeeeeell, my soul".
El casting
En la megaproducción no se ha escatimado en gastos, siendo una de las que más expectación generará este 2012. Tras un arduo periodo de selección los actores elegidos son los mejores del firmamento hollywoodiense e ibérico, una mezcla explosiva, como un cubata de champán con un chorreón de anís del mono.
Nicolas Cage es el Cid |
Manzanares es cosa de Keanu Reeves |
Rodolfo Sancho interpratará al Fandi |
Antonio Banderas como Morante |
Miliki borda a Choperita |
Alejandro Noriega como Talavante |
Javier Cámara interpretará a Matilla |
Tom Selleck hará de Molés |
Arturo Fdez. hará de Simón Casas |
Pablo Pinedo lucirá a Mtnez. Erice |
Abella es calcado por Tomy Lee Jones |
El argumento
Es, sin duda, el tesoro mejor guardado de la serie y la verdad, rumorología aparte, es que las únicas palabras con aura de versión oficial son las pronunciadas por Hussein, que se limitó a comentar que la producción es una mezcla del Equipo A y los Soprano con los tintes almodovarianos de Aquí no hay quien viva y
Los Ladrones van a la oficina:
Los Ladrones van a la oficina:
"Al igual que la banda de Hannibal Smith, cada lugar donde el G-10 pone la pata al cabo de unas horas aparece destrozado, en llamas, y aún así, como les pasaba a aquellos traidores americanos, los siguen contratando. Existen más símiles, como que también se desplazan en llamativas furgonetas y que a uno de sus líderes, el que más manda y menos trabaja, es habitual verlo con un puro en la boca. Su nivel de organización, que en principio quiere parecerse a los clanes mafiosos de New Jersey o Chicago, redunda, merced a la torpeza y avaricia propia del elemento hispano, en un ecosistema donde cohabitan vividores folladores, niños de papá, rompetechos, espabilaos o trileros con corbata que se sumergen en mundos que van desde el frikismo tuitero hasta el clasicismo más gañán, pero siempre con la finalidad de un bien común: dar el sablazo."
Piloto
El primer capítulo, al que la crítica ha hincado ya el diente en el preestreno, calmará las ansias del personal. Empieza desde el segundo uno impactando y encadenando al televidente al sillón. Con un primer plano coppoliano que estremece, en lo negro del cielo de una neblinosa noche andaluza sobresale, como satanás, una espantosa cabeza de toro que te teletransporta mentalmente a un rancho texano. Se abre plano lentamente mientras el espectador se retuerce en la butaca y se devora las uñas. Bajo la cancela un grupo de hombres con mallas de ciclista, botos de Valverde, pasamontañas, sombrero de ala ancha, ataviados con el negro acechan a los demonios de la noche. Son ellos: el G-10. Acaban de dar las dos de la madrugada y su primera misión es cruzar antes de doce horas los prados de Zahariche, con objeto de llegar al cortijo a eso de mediodía para almorzar de gañote. Todo ello, claro está, que para eso son "los artistas", sin ver un pitón ni un miura que no sea colgado de la pared.
No les será fácil, el camino está lleno de trampas y la noche no ayuda. Tendrán que superar la bajada de tensión de Cayetano, producida por el viento de levante, tan bromista, que en uno de sus soplidos movió unas hojas y ¡zas! tío al suelo. A Enrique Ponce, que maniobra despegado y sin prisa, como siempre, deben de esperarlo cada dos por tres; en la formación, July abre paso en vanguardia, con el estoque presto a ejecutar el julipié, comunicándose por el pinganillo con Roberto Domínguez, que los vigila desde el helicóptero; el sistema nervioso central de Manzanares se debatió al borde del colapso cuando se le cayó el Iphone en una acequia, y al querer darlo de baja en el 1004 lo atendió una filosófica operadora ecuatoriana; a Talavante le da un ataque de inspiración y necesita de un par de chutes de epinefrina; Morante fuma y murmurea un rezo para que al final de la misión pueda volver a decir eso de "me encanta que los planes salgan bien"; Perera y Fandi pasan la noche discutiendo sobre tácticas militares: el extremeño piensa que en caso de salir un enemigo de la noche lo mejor es el encimismo, el cuerpo a cuerpo, las suertes supremas del martinete y el pase del péndulo, el de Granada es de la opinión que para estas batallas la mejor lucha es la italiana: el que más corre es el que gana...
Así transcurre la noche, hasta que a eso del amanecer, cuando no faltaban ni doscientos palmos de tierra para llegar al cortijo, un sardo rey de la casa, asoma la cresta por el mismo lugar donde está naciendo el sol. Aquí, el mejor consejo que se le pueda dar al espectador, ya fiel incondicional de "The artists", es que en la ortopedia más cercana se compre un par de garfios, pues sin darse cuenta, a estas alturas, que no son ni los cincuenta minutos del primer capitulo, ya no le quedan uñas ni falanges, sólo muñones. Y el de los tres pelos que se arranca, al galope, engallao y pegando cambayás, sin rectitud ni fijeza. El grupo no se disuelve, se quedan petrificados por el miedo, pasivos, al de los planes, que no se ha visto en otra, se le cae el puro al suelo. Cuando el garlopo estaba a menos de cinco metros de su diana, el tiempo se realentiza, los sonidos del campo, las cigarras, cencerros, el mitsubishi pajero y eso, se agravan, y aparece la voz entre ceremoniosa y cani de Constantino Romero, con la música del Serranito de fondo. El caso es que hace una invocación que no se entiende un carajo, no sé si porque intenta inventar un andaluz sobrecastellonizado o porque no será muy aficionado y cree que las musas son mezzosopranos tartajas. Al instante, con otro primer plano del burí muy conseguido, en el que se le veían hasta las amígdalas esas que segregan hormonas que impiden que un bicho desangrado no sufra, se ve como invade la jurisdicción de un torero del que no enfocan el rostro. Vuelve a entrar una musiquita acojonante, la de Psicosis cuando la escena del plato ducha, y en el momento en el que el plano vuelve a abrirse, para tranquilidad del espectador, el galán ha bajado la testa y está humillando, por derecho, haciendo el avión, a un Cid, que dicen que es al toreo lo que Doña Manolita a la lotería, y al que le vuelve a embestir otro toro, éste de Miura. La magia de la televisión. Acojonante.
El primer tranco de la historia de estos templarios guardianes del arte acaba, cómo no, con la jeta en pantalla de un Morante que, despuntando un nuevo Cohíba con los dientes, cobijado en el calorro y olor a fritaílla que ofrece una chimenea de otro cortijo conquistado, hace su proclama: "me encanta que los planes salgan bien".
En el próximo capítulo, el G-10 vuelve a Madrid y una vez allí se separa para trabajar en varios frentes. Unos intentarán secuestrar a Muñoz Infante; otros van a hacer lo posible por trucar con un gps de infrarrojos la romana de las Ventas y el Cid se dirige a frenar otra huelga que le montarán los necios por que le ha embestido un Miura. Los guionistas, con gran pericia, han dejado la muleta puestá y planchá en el hocico del abonado de butaca, al que no le queda otro remedio que embestirle al segundo episodio..
Y por ahí, entre los millones de fans que haya cosechado The Artist en un solo capitulo, habrá alguno que una vez apagada la pantalla, tome conciencia de que es un tieso que se ha tenido que bajar la serie de internet con el wifi que le roba al Bingo de debajo de casa, que los muñones le empiezan a escocer, que en su comunidad han instaurado el copago en sanidad y se va a tener que cauterizar las heridas en el fogón de casa, como en las películas del Oeste; que está en el paro desde hace dos años y que la única manera de ver a una figura del toreo es en la dichosa serie, pues el bolsillo no le da para beneficencias; cae tambien en que sus primos de Ourense, los rapaciños de la tia Balbina, no tienen ese problema, pues se lo han prohibido, como a los catalanes hace poco y a los asturianos dentro de nada; para echarse a llorar está cuando piensa que ninguno de los toreros por los que daría los muñones que le quedan están ya, salvo Fundi, que se licencia, y el Cid, al que no hacen justicia ni los guiris de la televisión.
Y comprueba tristemente que la realidad supera, por disparatada que sea, a la ficción.
Hasta en el día de los Inocentes.
El primer tranco de la historia de estos templarios guardianes del arte acaba, cómo no, con la jeta en pantalla de un Morante que, despuntando un nuevo Cohíba con los dientes, cobijado en el calorro y olor a fritaílla que ofrece una chimenea de otro cortijo conquistado, hace su proclama: "me encanta que los planes salgan bien".
En el próximo capítulo, el G-10 vuelve a Madrid y una vez allí se separa para trabajar en varios frentes. Unos intentarán secuestrar a Muñoz Infante; otros van a hacer lo posible por trucar con un gps de infrarrojos la romana de las Ventas y el Cid se dirige a frenar otra huelga que le montarán los necios por que le ha embestido un Miura. Los guionistas, con gran pericia, han dejado la muleta puestá y planchá en el hocico del abonado de butaca, al que no le queda otro remedio que embestirle al segundo episodio..
Y por ahí, entre los millones de fans que haya cosechado The Artist en un solo capitulo, habrá alguno que una vez apagada la pantalla, tome conciencia de que es un tieso que se ha tenido que bajar la serie de internet con el wifi que le roba al Bingo de debajo de casa, que los muñones le empiezan a escocer, que en su comunidad han instaurado el copago en sanidad y se va a tener que cauterizar las heridas en el fogón de casa, como en las películas del Oeste; que está en el paro desde hace dos años y que la única manera de ver a una figura del toreo es en la dichosa serie, pues el bolsillo no le da para beneficencias; cae tambien en que sus primos de Ourense, los rapaciños de la tia Balbina, no tienen ese problema, pues se lo han prohibido, como a los catalanes hace poco y a los asturianos dentro de nada; para echarse a llorar está cuando piensa que ninguno de los toreros por los que daría los muñones que le quedan están ya, salvo Fundi, que se licencia, y el Cid, al que no hacen justicia ni los guiris de la televisión.
Y comprueba tristemente que la realidad supera, por disparatada que sea, a la ficción.
Hasta en el día de los Inocentes.
martes, 27 de diciembre de 2011
Ruiz Miguel apunta a los sanfermines
Paco Ruiz Miguel, a pesar del daño que autoinfringe a su imagen con el micrófono, como torero sigue estando presente en los altares del aficionado. Todo esto a pesar de que ahora son tiempos en los que el toreo se quiere equiparar con deportes verbeneros y espectáculos de masas, como si fuese otra bufonada de esas que salen en el Marca o el Hola y cuya reunión de cabales, como un triste cafe gijón de nuevo cuño, son el Punto Pelota y la Noria.
Son muchas las ocasiones en que pretenden, mediante la fría y ambigua estadística, hacernos comulgar con ruedas de molino, hablándonos del espléndido fulanito, capaz de cortarle tres orejas a un toro, como escuché anoche al ganadero de Palla en uno de esos reportajes multidifundidos del Plus; son otras las veces en las que nos piden que nos descubramos ante las decenas de indultos de un matador que es maestro en la virtud hispánica de no cumplir con su obligación; y, por estos días dan el Premio Paquiro, al acontecimiento taurino del año que, como no puede ser de otra manera, es una efeméride más cercana a los focos, la purpurina y las lentejuelas que a los pitones, la arena y el miedo.
Pues aquí está este Ruiz Miguel, con sus números redondos, para que el que no haya estudiao no tenga que darle muchas vueltas al caletre ni se gaste los cuartos en calculadoras científicas: cien corridas, cien, de Miura. Que se dice pronto. Con este dato no haría falta decir nada más. Aunque siempre es bueno recordar, para aquellos que no se sacan de la boca el "hoy se torea mejor que nunca", sus cinco tardes consecutivas en Bilbao, amén de las ochenta y seis corridas de Victorino Martín y casi cuarenta de Pablo Romero que pasaportó con sufrimiento y gloria.
El hombre, que ha toreado algún festival en los últimos años y alguna corrida de escaso fuste -y gran expectación-, con poco toro, pero gran maestría, anda empatado con Rafael González, Machaquito, como matador que más veces ha paseado la coleta por Pamplona. Lleva con esa espinita clavada muchos años, se ve con fuerza, ganas e ilusión y no va a haber quien lo pare. Si no lo ha habido ya, en los próximos días va a haber un ofrecimiento a la Meca para matar este mismo año un festejo en San Fermín. Hay rumores, que yo no me termino de creer, que dicen que por ahí podría venir el porqué de las corridas de Torreherberos y de Juan Pedro. Los hay más osados todavía, que anuncian que el cartel en el que debuta la casa jiennense estará compuesto por Ruiz Miguel, Cid y otro. Eso es mucho adelantar pues lo primero es saber si la Meca está por la labor...
Ver al veterano Ruiz Miguel en diciembre con la misma ilusión que un niño que estrena zapatos por ir a Pamplona, mientras la mayoría absoluta del jédiez ya tiene clarito que a los sanfermines, ni locos, da la medida real de la taleguilla de los toreros de antes y los de ahora.
sábado, 24 de diciembre de 2011
Al turrón. Felices Pascuas
A todos los que tienen la buena voluntad de pasarse por esta casa
-y también a los que vienen con la mala, que vaya si los hay- quiero desearles que tengan felices fiestas, que se lo pasen en grande, disfruten de los amigos, que los innumerables compromisos familiares no se les hagan tan largos como las faenas de Ponce y que se olviden de políticos, toreros, ganaduros y revistosos por unos días, para que se puedan cumplir los deseos del principio:
ser felices.
¡Feliz Navidad!
viernes, 23 de diciembre de 2011
El Parralejo. Leyes y preceptos.
He seguido con cierto interés, sin llegar a ver ningun festejo in situ, guiándome por críticas y opiniones de gente que sabe ver de toros, la ganadería del Parralejo. Como detesto practicamente todo lo que venga de Domecq -todo el mundo tiene un lado oscuro-, uno de vez en cuando intenta redimirse y limpiarse el aura, tomando unas tisanas de lo menos malo que haya de este encaste tan virulento e invasor. FuenteYmbro, Jandilla, Victoriano del Rio, Virgen María, Scamandre, el Tajo y la Reina, el Parralejo y que se yo, son algunas de las casas en las que he querido, haciendo un duro ejercicio de fé, encontrarme con mi Toro. Detrás de cada búsqueda, tarde o temprano, ha habido una decepción. Y con el hierro de José Moya, que me consta está echando novillos interesantes, nos llevamos otro desengaño más que sólo sirve para acrecentar las fobias a un encaste entero que, justo es decir, no tiene culpa de que gran parte de sus cabezas hayan caído en manos bien de iluminados o de ricos que quieren jugar a la Casa de la Pradera en su tiempo libre.
Tengo entendido que José Moya es un ex directivo del Betis, empresario que ha hecho fortuna en el mundo del detergente y los productos de limpieza, siendo dueño de una marca bastante conocida y que ha contribuido a la prosperidad de su zona dando decenas de puestos de trabajo e invirtiendo aún en plena crisis. Como ganadero, en 2007, compra vacas y sementales a Borja Domecq y Ricardo Gallardo, puro Jandilla. En los dos últimos años ha lidiado erales y alguna novillada con buen resultado, la verdad. Se puede decir que es uno de los "hierros promesa" para años venideros. En Castellón, que es el sitio que nos ocupa, una encastada novillada en la Magdalena sacó los colores a Juan del Álamo, Duffau y López Simón, tres de las más firmes esperanzas de futuro.
Hace cosa de un mes, mes y pico, en tierras castelloneras, Hotel Mindoro para ser más exactos, la Peña la Revolera organizaba una conferencia con D. José Moya y Matías Tejela como invitados, para aprovechar la ocasión y hacerles entrega de los trofeos como triunfadores del pasado ciclo castellonense. El asunto, al parecer, se fue de madre, tanto en el fondo como en las formas. Lo que iba a ser una entretenida conferencia se convirtió casi en un encastado bis a bis entre aficionados y el par de profesionales.
En el debate, el propietario del Parralejo, en un grave ejercicio de inmodestia, se cargó por el camino tres casas, dos de ellas centenarias, como son las de Miura, Victorino Martín y Tomás Prieto de la Cal. Así, de un plumazo. El señor que hace unos cuantos meses no tenía una charolesa, se pone de pronto a dar clases ganaderas a los dueños de tres sangres legendarias. El motivo: el alejamiento de estas ganaderías del concepto de toro moderno, con la idea de que todo lo que no obedezca al torero no vale, pues en la Fiesta del siglo XXI todo depende de éste. A la suerte de varas le dio importancia cero, que no vale para nada -literal-, e insistió en que el caballo no es el "aparato" donde hay que medir la bravura. Llevamos trescientos años equivocados. Respecto a las interminables discusiones entre defensores del encaste Domecq y partidarios de la riqueza genética no se andó con rodeos: quien paga manda, el público es soberano, y si quieren Domecq, Domecq tendrá que ser. Para los demás, sopa de ajo. Esta es la gran diferencia, a mi parecer, entre el ganadero romántico, casi extinto, de toda la vida, y el ganaduro, cofradía del puño cerrado a la que parece pertenecer este sujeto. A los primeros, les suele importar, en general, el toro como tótem ibérico, no sólo el de su casa, y echan los dientes de leche a lomos de una jaca. La ganadería no la viven: la padecen en silencio. Los otros, que están por aquí por no se sabe cuanto tiempo, suelen centralizarlo todo en un ávaro "lo mío y sólo lo mío", erigiéndose a las primeras de cambio como estrellas de un mundo que hace dos telediarios les era ajeno. Los aficionados tenemos la suerte de que D. José Moya, además de gran empresario, es un ganadero pésimo, pues los productos que están llegando a la plaza no tienen nada que ver, y repito lo de afortunadamente, con la definición de toro que promueve. Estos parralejos están saliendo bravos, no sabemos por cuanto tiempo, merced, sin duda, a la sangre todavía muy concentrada de jandillas y fuenteymbros.
Tejela, y esto nos preocupa menos, porque de donde no hay no se puede sacar, culminó el despropósito de charla con una declaración pública a favor de la abolición de la suerte de varas, de su derecho, y el de otros compañeros a no matar cierto tipo de encastes, haciendo hincapié, a modo de ejemplo, en la mala corrida de Cuadri lidiada en el Pilar, sí la de Castaño y Remendón. ¿Será este hombre aficionado?
En fin, ahora que tenemos nuevo ministro en "cultura y tó lo demás", tomasista y todo, que lo de la ILP está a la vuelta de la esquina, que sigan los pesebreros del régimen dándonos coba con la malicia de los cuatro perroflautas que quieren acabar con los toros. Volvemos a repetirlo una vez más: el enemigo está dentro.
Hace cosa de un mes, mes y pico, en tierras castelloneras, Hotel Mindoro para ser más exactos, la Peña la Revolera organizaba una conferencia con D. José Moya y Matías Tejela como invitados, para aprovechar la ocasión y hacerles entrega de los trofeos como triunfadores del pasado ciclo castellonense. El asunto, al parecer, se fue de madre, tanto en el fondo como en las formas. Lo que iba a ser una entretenida conferencia se convirtió casi en un encastado bis a bis entre aficionados y el par de profesionales.
En el debate, el propietario del Parralejo, en un grave ejercicio de inmodestia, se cargó por el camino tres casas, dos de ellas centenarias, como son las de Miura, Victorino Martín y Tomás Prieto de la Cal. Así, de un plumazo. El señor que hace unos cuantos meses no tenía una charolesa, se pone de pronto a dar clases ganaderas a los dueños de tres sangres legendarias. El motivo: el alejamiento de estas ganaderías del concepto de toro moderno, con la idea de que todo lo que no obedezca al torero no vale, pues en la Fiesta del siglo XXI todo depende de éste. A la suerte de varas le dio importancia cero, que no vale para nada -literal-, e insistió en que el caballo no es el "aparato" donde hay que medir la bravura. Llevamos trescientos años equivocados. Respecto a las interminables discusiones entre defensores del encaste Domecq y partidarios de la riqueza genética no se andó con rodeos: quien paga manda, el público es soberano, y si quieren Domecq, Domecq tendrá que ser. Para los demás, sopa de ajo. Esta es la gran diferencia, a mi parecer, entre el ganadero romántico, casi extinto, de toda la vida, y el ganaduro, cofradía del puño cerrado a la que parece pertenecer este sujeto. A los primeros, les suele importar, en general, el toro como tótem ibérico, no sólo el de su casa, y echan los dientes de leche a lomos de una jaca. La ganadería no la viven: la padecen en silencio. Los otros, que están por aquí por no se sabe cuanto tiempo, suelen centralizarlo todo en un ávaro "lo mío y sólo lo mío", erigiéndose a las primeras de cambio como estrellas de un mundo que hace dos telediarios les era ajeno. Los aficionados tenemos la suerte de que D. José Moya, además de gran empresario, es un ganadero pésimo, pues los productos que están llegando a la plaza no tienen nada que ver, y repito lo de afortunadamente, con la definición de toro que promueve. Estos parralejos están saliendo bravos, no sabemos por cuanto tiempo, merced, sin duda, a la sangre todavía muy concentrada de jandillas y fuenteymbros.
Tejela, y esto nos preocupa menos, porque de donde no hay no se puede sacar, culminó el despropósito de charla con una declaración pública a favor de la abolición de la suerte de varas, de su derecho, y el de otros compañeros a no matar cierto tipo de encastes, haciendo hincapié, a modo de ejemplo, en la mala corrida de Cuadri lidiada en el Pilar, sí la de Castaño y Remendón. ¿Será este hombre aficionado?
En fin, ahora que tenemos nuevo ministro en "cultura y tó lo demás", tomasista y todo, que lo de la ILP está a la vuelta de la esquina, que sigan los pesebreros del régimen dándonos coba con la malicia de los cuatro perroflautas que quieren acabar con los toros. Volvemos a repetirlo una vez más: el enemigo está dentro.
*Extremar la precaución con las ganaderías de moda.
Nota: Me pasa Ignacio Tena los enlaces de los tres últimos números de la revista "la Puntilla",
en dónde se recoge todo lo sucedido.
jueves, 22 de diciembre de 2011
De tragedias y jornadas intensivas
Juan Pelegrín, Manón |
Mientras unos se matan por los derechos de imagen, amenazando incluso con pegar el petardo y no acudir a las Fallas, y otros opositan a sheriff de las Ventas, en un concurso que parece un capítulo de
Se ha escrito un crimen, con el vivaracho Entero desapareciendo misteriosamente de la noche a la mañana, Abella de criado taciturno, que pinta a asesino y Zabala enredando de aquí pa'llá, más contento que un ocho con el taurinicidio, en el papel estelar de la investigadora/pensionista Jessica Fletcher,
un torerazo como Robleño ha retado allá por el mes de julio
en Cèret a seis de José Escolar.
A bombo y platillo se ha anunciado como una gesta. Ppffff. Otra. Como si este reto a los límites del hombre fuera otro buñuelo de esa chatarra de máquina, que se asemeja a una churrera de feria, y que fabrica gestas como churros para el engorde de las figuras. Gesta, según nuestra maltratada lengua, es un conjunto de hechos memorables. ¿Como va a ser memorable matar seis cuvillos, de los doscientos y pico que salen cada año de ese mercadona de toretes hacendados que es el Grullo? ¿Y que me dicen de matar juan pedros o derivados, cuando suponen las tres cuartas partes del ganado que se lidia en la piel de toro cada tarde? Que sí, que sí, que es una falta de respeto hablar así del que se pone delante, que todos los toros hieren, que baje y lo haga yo, que a Manolete lo mató un toro dos veces afeitado, en fin, que lo sé: no llevo razón. En realidad estamos ante un problema menor, una cuestión nominativa: eso que han hecho -y que tendrá su innegable mérito- Talavante, Luque, Morante, Perera, José Tomás, Castella y demás priores del jédiez, tendrian que cotizarlo como jornada intensiva. Gesta nunca mais.
Robleño en Cèret se encierra con una tragedia. Aquel temor, recelo, rescoldo, aprensión, cuidao, sospecha, desconfianza, cerote, medrana, pánico, cangui, canguelo, julepe, jindama, pavor, mieditis, espanto, terror, susto, horror y repollo que aprendiera durante toda una vida el sablista de Juncal, lo va a tener que sufrir Robleño en un par de horas. El miedo. La gasolina que achicharra a los artistas, y prende de autenticidad el toreo. Lo que nadie quiere pasar. Meterte en la placita de Cèret, a lidiar, poder y matar seis galanes de Escolar delante de una de las aficiones más doctas y exigentes es el mayor castigo que se le pueda infringir a los sistemas nervioso y cardiovascular de una persona, por muy torero que sea. Y no sólo tendrá que salir vivo, habrá quien le reclame -inas, también demandantes de arte y otros que piensen que seis son muchos pollos para tan poco arroz. Y podrán tener sus motivos para pensar así, pero estarán perdiendo el tiempo en minucias, pues quien sabe si lo que estarán viendo sus ojos lo van a volver a ver.
Así, que aficionados, a tomar nota, y currantes de la jornada intensiva, pro-derechos televisivos, a cavilar, que ahí va un tío a comerse el mundo.Y que tenga que ser lo que sea, pero que la valía de la venidera tarde no caiga pronto en el olvido: el 15 de julio todos estaremos en deuda con Fernando Robleño.
Se ha escrito un crimen, con el vivaracho Entero desapareciendo misteriosamente de la noche a la mañana, Abella de criado taciturno, que pinta a asesino y Zabala enredando de aquí pa'llá, más contento que un ocho con el taurinicidio, en el papel estelar de la investigadora/pensionista Jessica Fletcher,
un torerazo como Robleño ha retado allá por el mes de julio
en Cèret a seis de José Escolar.
A bombo y platillo se ha anunciado como una gesta. Ppffff. Otra. Como si este reto a los límites del hombre fuera otro buñuelo de esa chatarra de máquina, que se asemeja a una churrera de feria, y que fabrica gestas como churros para el engorde de las figuras. Gesta, según nuestra maltratada lengua, es un conjunto de hechos memorables. ¿Como va a ser memorable matar seis cuvillos, de los doscientos y pico que salen cada año de ese mercadona de toretes hacendados que es el Grullo? ¿Y que me dicen de matar juan pedros o derivados, cuando suponen las tres cuartas partes del ganado que se lidia en la piel de toro cada tarde? Que sí, que sí, que es una falta de respeto hablar así del que se pone delante, que todos los toros hieren, que baje y lo haga yo, que a Manolete lo mató un toro dos veces afeitado, en fin, que lo sé: no llevo razón. En realidad estamos ante un problema menor, una cuestión nominativa: eso que han hecho -y que tendrá su innegable mérito- Talavante, Luque, Morante, Perera, José Tomás, Castella y demás priores del jédiez, tendrian que cotizarlo como jornada intensiva. Gesta nunca mais.
Robleño en Cèret se encierra con una tragedia. Aquel temor, recelo, rescoldo, aprensión, cuidao, sospecha, desconfianza, cerote, medrana, pánico, cangui, canguelo, julepe, jindama, pavor, mieditis, espanto, terror, susto, horror y repollo que aprendiera durante toda una vida el sablista de Juncal, lo va a tener que sufrir Robleño en un par de horas. El miedo. La gasolina que achicharra a los artistas, y prende de autenticidad el toreo. Lo que nadie quiere pasar. Meterte en la placita de Cèret, a lidiar, poder y matar seis galanes de Escolar delante de una de las aficiones más doctas y exigentes es el mayor castigo que se le pueda infringir a los sistemas nervioso y cardiovascular de una persona, por muy torero que sea. Y no sólo tendrá que salir vivo, habrá quien le reclame -inas, también demandantes de arte y otros que piensen que seis son muchos pollos para tan poco arroz. Y podrán tener sus motivos para pensar así, pero estarán perdiendo el tiempo en minucias, pues quien sabe si lo que estarán viendo sus ojos lo van a volver a ver.
Así, que aficionados, a tomar nota, y currantes de la jornada intensiva, pro-derechos televisivos, a cavilar, que ahí va un tío a comerse el mundo.Y que tenga que ser lo que sea, pero que la valía de la venidera tarde no caiga pronto en el olvido: el 15 de julio todos estaremos en deuda con Fernando Robleño.
miércoles, 21 de diciembre de 2011
Le Fundi
Se nos va Juan José Prados, el Fundi, arquetipo bizarro de matador de toros, firme antagonista del tomateo con el que tienen secuestrado los toros todas esas terelus que se pirran con los artistas y sus posturitas de nachos duatos. En otra época del toreo, más sana y cruel, hecha para hombres y no para metrosexuales, en los pergaminos este Fundi hubiera sido descrito como torero de culto, entre honores de figura y loas al héroe.
Va a hacer el cuarto de siglo desde que Joselito le cediera la muerte de "Enviado", de Don Antonio Arribas, con Bote de testigo. Sería en Villaviciosa de Odón. Un cartel castizo que se repetiría en más ocasiones, como en su confirmación venteña. Los derroteros y los derrotistas de la profesión, el taurinismo, y el aficionado, que a veces puede ser tan conspicuo como ponzoñoso, lo empujaron, como a tantos otros, a buscarse la vida en Francia. A ese bendito país, pródigo para la tauromaquia, que parece un laberinto custodiado por minotauros de históricos encastes en cuya casilla central esconde, para el que sea capaz de triunfar en tan altas cotas de intrepidez y osadía, el más preciado tesoro que pueda ganar un torero: el respeto absoluto y sincero, casi sacramental, del aficionado.
Le Fundi fue capaz de llegar hasta esa casilla. El canguelo que ha pasado en esos hoteles, sesteando e intentando vencerle viendo en la tele los viñedos desde el helicóptero del tour de Francia, la cantidad de sangre derramada en el exilio y el sabor de la injusticia, que debe amargar la boca como la hiel, sólo él los conocerá. Bien está lo que bien acaba.
La lista, "su lista", de adversarios espeluzna y sobrecoge al más pintao. Victorino, Miura, Cura de Valverde, Adolfo, Yonnet, Guardiola, Dolores Aguirre, Isaías y Tulio Vázquez, Hernández Plá, los Gracilianos, José Escolar, Cuadri, Pablo Romero, Palha, Prieto de la Cal, Samuel Flores o Tardieu son algunos de los hierros con los que se las ha visto este gé uno de la gallardía. Semejante currículum hoy día no tiene parangón.
Cuando más reconocimientos ha cosechado en España ha sido en el último lustro, donde las terelus han pasado a llamarle maestro, como si el solo paso de no poner banderillas, como le ocurrió a Juli, fuera motivo suficiente para el ascenso de categoría profesional. Una evolución en su arte, decían. Por lo que sea, las anteojeras rayban del arte les impedía apreciar los valores y virtudes de los que siempre ha hecho gala el más castellano de los toreros. Maestro desde tiempo atrás, no de ahora.
Fundi es el valor espartano mezclado con una soberana preparición física y mental, con muchos inviernos en donde reclutaba para entrenamiento diez, quince, veinte toros de los más grandes, feos y cornalones del campo bravo; una buena capacidad de lidia, con el oficio sufiente para salir indemne y triunfador de las más comprometidas situaciones; eficaz con el capote, especialmente en eso que los modernos llaman ahora "torear para el toro" (!¡); su muleta más que seda ha sido látigo, y sus faenas han sido poco chenelistas, en nada parecidas al pronto y en la mano de otro castizo como Antoñete. Maduraba los garlopos, cocía el toreo, les daba su terreno, medía sus distancias, los consentía, les cambiaba la muleta de mano a cada serie, para quitarles manías, y al cabo de tres o cuatro tandas, el milagro del toreo se estaba dando. ¡Cuántas faenas habré visto así! ¡Y con qué toros! ¡Y de qué manera! Torear, imponerse al burí, dominar la furia de la bestia con la aleación de intelecto y valor que se le presupone al héroe, como siempre tuvo que ser. Las valoraciones artísticas aquí están de más, sobre todo en las circunstancias tan dificiles y admirables en las que ha nadado su carrera. José Pedro Prados ha sido un coleta más de ciencia, de conocimientos, que de pellizco, un diestro que quizás no haga soñar, pero que ha sido capaz de mandar el mensaje más auténtico que puede enviar un torero: aquí hay hombre valiente dispuesto a cruzar la raya sin mentiras, allá un toro con casta presto a defender cara su vida, así que sea lo que tenga que ser.
Pero lo que de verdad lo ha elevado a la cúspide ha sido su espada. De una sociedad tan resultadista y pragmática como la que sufrimos la tauromaquia no podía quedarse sin contaminar. Las estocadas buenas ahora son las efectivas, las que matan deprisa y eliminan pronto las huellas de mala conciencia animalista que empieza a calar en cierto sector de aficionados. Si poco importa la colocación del acero, menos aún la rectitud moral de la suerte. Y ahí es dónde el Fundi es maestro de Maestros, en el fragor del volapié, en esa pierna izquierda que nunca llega a apartarse del suelo, que no brinca, que no se escupe para afuera, que traza con la punta de la zapatilla en la arena un sendero en linea recta hacia el abismo negro. En el volapié del Fundi uno puede estar viendo a Rafael Ortega.
Sólo espero que el aficionado, el compañero, el empresario, el ganadero y el crítico, sepan estar en el año del adiós a la altura. Que sea una temporada de reconocimientos y de parabienes que sirva como homenaje y pago a uno de los matadores y tios más cabales que ha dado el toreo en mucho tiempo.
Y después, bienvenido sea el merecido descanso
del guerrero le Fundi.
viernes, 16 de diciembre de 2011
Vergüenza torera
Paloma Aguilar |
Esta "Vergüenza torera" fue mi contribución al primer concurso de relatos de Clarín. Ya está en marcha el segundo, animo a todos a participar.
jueves, 15 de diciembre de 2011
El apocalipsis de la modernidad
Edgar Flores "Saner" |
Diciembre de 2011. Último tranco de un año terrorífico para un taurinismo que, después de llevar dormitando durante varios lustros, parece despertar con el crochet al mentón que le ha atizado la soberana realidad. Le ven las orejas al lobo. Y como corderos apunto de ser degollaos, intentan guarecerse del peligro en el cobijo calorro y asfixiante del hedor a bosta de su propio rebaño. Error. En su decadente huída hacía delante, en cuya meta espera una hipotética subsistencia de la tauromaquia en siglo XXI, van dejando como muertos vivientes, a lo Walking Dead, las raíces ancestrales de la tauromaquia.
Y a mi me da vergüenza ajena verlos, escuchar de ellos en los medios, defenestrando la ciencia taurómaca - en el latín, scientia, "conocimiento", nada de musas enchochadas ni georgeclooneys agitanaos- a arte bananero y liturgia santera. Lo mires por donde lo mires, se te caen los piños al suelo. El pliego de las Ventas, la unión de Matilla, Casas y Martínez Uranga, es la asquerosa ecografía de como tiene las entrañas esta aldea. Van a mandar en la primera plaza del mundo, que debe ser estrella polar de las demás, un tío que cacarea por los codos sin entenderse consigo mismo, a lo Antonio Ozores, junto a una pareja que lleva años trabajando con más sincronía y precisión que un reloj suizo: uno pone la cara y el otro jode, como Esteso y Pajares. Vamos, que la película venteña de los próximos años fue un éxito cañí al principios de los ochenta con aquel Yo hice a Roque III.
Los toreros, algunos, han vendido su imagen al diablo, a una tal All Sports Management, para negociar con la televisión, poniendo en jaque, y casi mate, las corridas de toros del Plus, que es la única mirilla que le queda al castigado aficionado para viajar desde el sofá a otras ferias de España. En su derecho están, aunque sea a costa de capar el futuro y de ridiculizar y liquidar con naderías como esta la palabra "torería".
Lo de Quito ha sido para recordar, para que cada aficionado grabe en su mente los nombres de los que allí han estado, prestando colaboración a los antitaurinos, desde Castella, el matador efímero que sucumbió a las gazmoñadas del arte, hasta David Mora, que con cinco años de alternativa antes de decidir si mataba o no a un bichejo infame tuvo que llamar a su abogado. Y sacando pecho, oiga.
Y mientras se enterraba a Antoñete y Diego Puerta, despedidos por las figuras con sentidos pésames desde el tuiter, los espabilaos de la ILP pidiendo limosna a los toreros y buscando cinco mil primos que aporten veinte garabatos por barba -menuda forma de "afeitar" que son cien mil las firmas que faltan- para que defendamos, o ataquemos para la reconquista, en este caso, el resto de aficionados el gran legado que ellos no han querido ni sabido conservar.
Con este percal les va a firmar Rita la Cantaora...
Y a mi me da vergüenza ajena verlos, escuchar de ellos en los medios, defenestrando la ciencia taurómaca - en el latín, scientia, "conocimiento", nada de musas enchochadas ni georgeclooneys agitanaos- a arte bananero y liturgia santera. Lo mires por donde lo mires, se te caen los piños al suelo. El pliego de las Ventas, la unión de Matilla, Casas y Martínez Uranga, es la asquerosa ecografía de como tiene las entrañas esta aldea. Van a mandar en la primera plaza del mundo, que debe ser estrella polar de las demás, un tío que cacarea por los codos sin entenderse consigo mismo, a lo Antonio Ozores, junto a una pareja que lleva años trabajando con más sincronía y precisión que un reloj suizo: uno pone la cara y el otro jode, como Esteso y Pajares. Vamos, que la película venteña de los próximos años fue un éxito cañí al principios de los ochenta con aquel Yo hice a Roque III.
Los toreros, algunos, han vendido su imagen al diablo, a una tal All Sports Management, para negociar con la televisión, poniendo en jaque, y casi mate, las corridas de toros del Plus, que es la única mirilla que le queda al castigado aficionado para viajar desde el sofá a otras ferias de España. En su derecho están, aunque sea a costa de capar el futuro y de ridiculizar y liquidar con naderías como esta la palabra "torería".
Lo de Quito ha sido para recordar, para que cada aficionado grabe en su mente los nombres de los que allí han estado, prestando colaboración a los antitaurinos, desde Castella, el matador efímero que sucumbió a las gazmoñadas del arte, hasta David Mora, que con cinco años de alternativa antes de decidir si mataba o no a un bichejo infame tuvo que llamar a su abogado. Y sacando pecho, oiga.
Y mientras se enterraba a Antoñete y Diego Puerta, despedidos por las figuras con sentidos pésames desde el tuiter, los espabilaos de la ILP pidiendo limosna a los toreros y buscando cinco mil primos que aporten veinte garabatos por barba -menuda forma de "afeitar" que son cien mil las firmas que faltan- para que defendamos, o ataquemos para la reconquista, en este caso, el resto de aficionados el gran legado que ellos no han querido ni sabido conservar.
Con este percal les va a firmar Rita la Cantaora...
sábado, 3 de diciembre de 2011
Desequilibrio
...Como todo el que haya alcanzado lo que hoy ya puede llamarse antigüedad taurina, rindo un culto fervoroso a la memoria de Rafael Molina (Lagartijo) y de Salvador Sánchez (Frascuelo), los lidiadores de reses bravas más completos y definitivos que a mi juicio han existido desde su época hasta el presente, en su aspecto integral de toreros y de matadores.
De subsistir lo que se pensaba en aquella época, no debiera admitirse la separación, hoy corriente, de estos dos términos. Faltando cualquiera de las condiciones, la figura del diestro queda imperfecta y desequilibrada. Al carecer de la primera, el matador aislado, no conseguirá llegar al resultado final, falto de medios para la indispensable preparación, mientras que sin la segunda, queda el torero, únicamente torero, incapacitado para el requisito esencial que resume la lidia del toro desde que traspasa el portón del toril hasta que entra en la carnicería arrastrado por las mulillas. Si atendemos a lo que dice Montes, la obligación del diestro que cobra como matador, se reduce a acabar con el toro de la mejor, más pronta y más brillante manera posible. Sobre que puede haber tanto arte en una estocada, ya sea recibiendo, arrancando, a volapié o hasta a la media vuelta, como en el mejor pase de muleta, y además de que, según confesión de todos los lidiadores habidos y por haber, la suerte más difícil y más peligrosa de la tauromaquia es precisamente la de estoquear. Donde haya un buen diestro, jefe de cuadrilla, no puede darse aislada una de las dos cualidades; son condiciones que se suman y complementan.
Hoy, naturalmente, quien sobresale en uno de los dos aspectos, pero si gana notoriedad y dura temporadas delante de los toros, ya puede afirmarse que no es una nulidad en la especialidad más débil. El Gordito, Ángel Pastor, Fernando Gómez, el sobrino de Lagartijo, solamente toreros, no pudieron vivir desahogadamente en la plaza de Madrid; nadie se acuerda de Felipe García, matador sólo. Luis Mazzantini fue una celebritdad excepcional y aparte, a la que no faltaron bastantes condiciones de torero, como intentaré demostrar cuando llegue el turno.
Y no hago referencia a lo que actualmente ocurre con determinados diestros, porque lo de hoy cae por fuera de todo comentario y de la más rudimentaria lógica. El más cuerdo pierde la razón al enterarse de que las cosas negras de otro tiempo aparecen hoy blancas como el armiño, como la nieve y como la leche ante la mayoría de deslumbrados o poseídos.
Después de expuesta la radical afirmación de que no concibo al matador sin torero ni al torero sin matador, vuelvo a...
F. Bleu
Antes y Después del Guerra
viernes, 2 de diciembre de 2011
jueves, 1 de diciembre de 2011
Puerta. El antagonista de Cultura.
Ha muerto Diego Puerta Diánez. Diego Valor. Diego Cojones. Puerta, el que junto al Viti y Camino, componía un cartel que el aficionado recitaba de carrerilla, como la alineación del Madrid de Di Stefano el buen pelotero. Portador de la gracia sevillana antes de que la fábula antitaurina de la musa con peineta y el duende escacharra-relojes, arrasara con el decoro y la personalidad de la "escuela sevillana" -si es que alguna vez ha existido, con razones y argumentos para definirla, (yo dudo, pregunto y doy la bienvenida a las respuestas).
Como me pasa con muchos otros, nunca pude verle. Biografías, críticas de Cañabate o Corrochano, algún video suelto, y ese boca a boca vomitado por los recuerdos de aficionados que dan testimonio de toda una vida viendo de toros y que ha trasladado medio siglo sus hombradas hasta nuestros días. Por algo será, digo yo. Así que no me siento capaz de hacer esos sesudos análisis sobre el toreo del maestro Diego Puerta.
Hay otros que sí, que tienen esa mezcla tan taurina de desfachatez, hipocresía e ignorancia que no dudan en aplicar en estos casos. Será por el bien quedar, que cuando hay difunto de por medio, es una de las actividades favoritas del españolito de a pie. Así, los atunes que hace un par de meses querían mandar a los miuras al matadero hoy se deshacen, como terrones de azucarillo en café con leche, con las tardes que compartieron Diego Puerta y los garlopos de Zahariche, en especial la de aquel Escobero en la Maestranza. Los de la campaña terrotorista, los de Burladero y eso, los muy fariseos, que hoy no hubieran dudado en escribir que "eso no es torear", "así nunca puede haber arte" o "cómo puede gustar eso", lo ponen de artista pa'rriba, que es uno de los peores calificativos que se le puede dedicar a un matador de Toros. El ínclito Zabala se despacha con una comparación tan absurda como interesada: la de Diego Puerta y José Tomás. Como si tuviese el mismo peso una carrera llena de Miuras, ferias de postín y tardes de gallos que una a base de cuvillejos en provincias con lo más viejo del oficio por delante y lo más imberbe cerrando el cartel por detrás. Aficionados, miembros insignes del jédiez y demás farándula pro-cultura se suben hoy al carro de Diego Puerta para volver a bajarse en la siguiente estación pasado mañana.
La tauromaquia que subvencionan y difunden es antagónica a la del maestro -también es la de muchos de sus coetáneos-. En nuestros días no es posible, porque no quieren, ver a una figura con ese compromiso, ni esos carteles tan rematados, ese compañerismo, noble y feroz a la vez, es una utopía, el miedo -gusanillo que empuja al aficionado al tendido- se ha rebajado a niveles comatosos, y la casta se ha reducido a rescoldos que apenas si dan calor a la Fiesta. Pero lo que cuenta es que con esto los portales han sumado miles de visitas, las revistas tienen su especial para el próximo número y las figuras, con su tuitero pésame, han quedado como Dios. Y todo seguirá igual. Hasta que se nos vaya otro maestro y vuelvan a sacar la careta de lo políticamente correcto. Mientras lentamente el que está agonizando entre estertores es el Toreo. Pero eso a quién le importa.
En fin, que la tierra le sea leve.