Santi Cogolludo. El Mundo |
barcelona_24sept por burladero_es
A riesgo de parecer insensible, de ir a contranatura de la torerimaquia del nuevo siglo, que poco tiene que ver con aquel toreo lejano de tios machos y toros fieros, y haciendo uso de la misma libertad -llibertat- que exigen aquellos que asisten al sepelio del toro catalán, me voy a desmarcar del empalagosismo y la falsedad, muy típicos de cualquier entierro, -¡con lo bueno que era!-, con que se está despachando el festival taurino celebrado ayer tarde en Barcelona. Como uno no ha estado allí, ni falta que hace, sólo se puede servir de imágenes y opiniones, algunas de aficionados fiables y otras de los medios especializados, es decir, de todo, menos fiables. Sin entrar demasiado en el asunto, me da la risa floja, al ver como son jaleados y encumbrados al status de arte noble y superior, todas aquellas trampas y artimañas que han llevado al toreo al estado catatónico y moribundo que presenta en nuestros días. Como pueden ser, y ayer fueron. ¡vaya que si fueron!, la ausencia de toro, y lo que es peor, la indiferencia e invisibilidad al que ha sido condenado -¿o alguién, ya sea aficionado o periodista, ha escrito o contado cómo eran los cuvillejos, si se han comportado o no, los pelos, las grumias que llevaban por delante o sus aptitudes y actitudes en el caballo?-; la desaparición del tercio de varas, prueba absoluta de bravura, cualidad que da nombre al toro bravo, y que ha sido desposeída de todo rigor en pos de palabros antitaurinos como movilidad o toreabilidad; o la ignorancia del público, para el que los cánones valen lo mismo que un pimiento, y que agasajan lo mismo el toreo ferralla del July, que el toreo almodovariano de Manzanares. En suma, una fritanga que ha terminado por llevarse bajo tierra, con los gusanos, aquello que, de verdad, daba veracidad a este rito: la emoción, la buena, la que impone el Toro. Habrá quienes hablen de otra emoción, que corre a cargo del coleta, como pasó con Morante en el sobrero, que estuvo de chapeau, pero siempre de salón, sin enemigo, sin bicho que luche por su vida, sin garlopo enfrente que le quiera sacar la tripas... en definitiva: sin toro que necesite ser toreado. Sin toreo pues.
En fin, que resulta paradójico como las armas letales, que son éstas, y no los políticos y antitaurinos, que han llevado al ataud de pino a la tauromaquia en Catalunya, son aclamadas con inusitada vehemencia en el mismo funeral de la víctima. Menudo drama. Puro cine negro americano.
Eso es:y aplaudieron,celebraron,su propia decadencia.Asi estan las cosas.De todo modo,se pasaron ya muchos anos con la Monumental sin toros ,y nadie protesto...
ResponderEliminarPues a mi me parece más de tragicomedia grotesca de Azcona. Mucha caspa para Hollywood.
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