Javier Arroyo |
Esto es lo bueno del toreo, que cuando uno agoniza taurinamente, y por las venas sólo corre una gota de afición, que tiene pinta de ser la última, vienen dos chavales, como tienen que venir los chavales que quieren ser toreros a Madrid, y te meten un chute de ilusión que no hay cuerpo que lo aguante. Que buena tarde nos han dado Victor Barrio, que puede ser gente en esto, y el malagueño Saul Jiménez Fortes, cuyo nombre hebreo, biblíco, quiere decir "el deseado por Dios". No sé si por allí arriba lo desean o no, que no me extrañaría que San Pedro y cía. se hubieran apuntado a la moda de montar un lobby antitaurino, pero mis amigos malagueños esperan la irrupción de este valiente torero como agua de mayo. El otro novillero de la tarde, que no ha estado bien del todo, es Manuel Larios, del que hay que esperar que siga entrenando con más ahínco que nunca y al que respetamos hoy muchísimo más que ayer, que es lo que hay que hacer con las víctimas de ese bigotudo canalla que entendió justo al revés el cuento de Robin Hood. Este destripaterrones roba a los pobres para dárselo a los ricos. A Molés, que ha sido dañino para el Toro desde el día que le cortaron el cordón umbilical, la vejez le ha retorcido el colmillo, pobre de aquellos que sufran su cólera. Por todo esto y más, máximos respetos a los tres toreros -han demostrado que lo son, sin necesidad de alternativa- que se apuntan a lo que casi ninguno de sus mayores quiere.
Lo de Flor de Jara ha salido como se esperaba, con esa capacidad, casi de miembros del cuerpo de notarios, para dar veracidad a lo que pasa en el ruedo, picantones y ásperos. Diez varas han tomado, de las cuáles dos han sido magistrales. Luciano Briceño ha sido el torero de a caballo que se ha encargado de dibujar dos lances montando en penco, con pureza, ofreciendo los pechos, de frente, dándole las máximas ventajas posibles al toro o, lo que es lo mismo, minimizando la marrullería del acorazado de picar. Bravo por él y por Victor Barrio, su jefe de filas, que ha bajado al barro para lidiar, ordenarle desde la cabeza del percherón al piquero y hacer el quite, como se ha quitado toda la vida de Dios, sacando el matador el toro del peto, sin necesidad de nadie más. Por ponerle a estos santacolomas algún pero, que sin peros la tarde no es redonda, hay que decir que se ha echado de menos esos veinte pases de los que tanto se habla como número mágico de embestidas encastadas que son las que hacen falta para triunfar en Madrid. Les ha faltado rematar en el tercio de muerte lo que han demostrado en las otras dos terceras partes de la lidia. Y no es cuestión de número de pases o toreabilidad, sino de querer ir a más, de entrega y codicia. En resumidas cuentas, que ha faltado bravura. Y volvemos a lo de José Escolar del otro día: que salgan muchas como éstas.
Suscribo el conjunto de la crónica,pero sobre todo lo del Molés.
ResponderEliminarQue sus maestros se llevaban los billetes,pero éste ,ademas,se está llevando la Fiesta por delante, facilitado por la megamonopolimierda estructura de la Fiesta actual.
Da verguenza (para eso hay que tenerla),lo sibilino del mensaje de éstos pollos por la Polanco Tv,aunque leyendo entre líneas esté todo más que claro.Véase por ejemplo,la perra que ha cogido con el Esaú, que está más verde que la cartelera de Perpiñan y así casi todo.Pero ni una puntada (¡puntada eh!) sin hilo.
Joé con el "tronchero".