Lo más torero de la tarde lo ejecutó un subalterno, Manuel Montoya en un par de banderillas al sexto toro. Se fue andando toreramente hacia el toro y en el momento de la reunión junto lo palos y clavó en lo alto. Ese detalle es lo único que nos quedará para recordar de la tarde de este miércoles en la que salió una corrida mastodóntica de Vellosino, con mucha, mucha leña y poca, muy poca casta.
Sin embargo habrá que puntualizar: a la corrida le sobró volúmen y le faltó bravura. Tuvo genio, que no es lo mismo, pero tres toros, a su manera, más bravucones que bravos, metieron la cara y dieron opciones al lucimiento, especialmente el lote de Uceda Leal. Este torero, del que no nos cansamos de destacar sus grandes dotes, tiene su peor enemigo en el carácter. Ayer le faltó enfadarse con su primero y echarle la casta necesaria para conectar con la gente. El toro se dejaba y metía la cara y Uceda respondía con muletazos limpios pero rutinarios, en una sucesión de pases tan impecables como gélidos. El cuarto tuvo poco recorrido y Uceda se empeñó en una labor desangelada y repetitiva.
Abellán tuvo la virtud de saber dejarle la muleta en la cara a su primer toro. Por eso embarcó la embestida en una serie de muletazos que derivaron en una total atonía cuando se echó la muleta a la izquierda. Por ese lado el toro no quería saber nada.
El quinto fue un armario con cuernos, huido y que embestía como cualquier morucho de correcalles.
El mejor toro para la muleta fue el sexto, con el defecto de su mansedumbre que lo empujaba a buscar las tablas. Pinar lo sujetó cuanto pudo sobre la mano derecha en una faena a base de fogonazos pero carente de reposo. Para muchos aficionados el toro estuvo por encima del albaceteño, pero la verdad es que cuando se producen embestidas repetidas y haciendo el avión se exige una muleta poderosa y templada. Rubén Pinar esgrimió sus argumentos basados en el toreo de relumbrón y con un punto de efectismo. La mayoría de la gente, cansada de la rutina anterior se lo agradeció y hasta le habrían pedido la oreja si acierta pronto con la espada. Esto no ocurrió y el presidente se ahorró una polémica decisión.
Antonio:
ResponderEliminarLes sale el torillo para torear y solo son capaces de pegar mantazos sin gracia.
Un saludo
¡ Ay, que pena ! Felizmente que, porque los animalitos desfilando en los ruedos son demasiados flojos
ResponderEliminarasistimos a los mùltiples indultos
que anuncian a la corrida "light", sin muerte.
¡ Apoteosis !
Saludos.