Antonio Flores. Burladero. |
Pena por los toros, chiquitines, con caritas de niños, sin pitones de
los que presumir, inválidos, sosos, sin codicia y descastados.
Bonancibles, eso sí, hasta dar penita los pobrecitos. Pena por los
toreros, figuras los tres, que vienen a Sevilla con esta reata de
tullidos a sabiendas de que solo la casualidad les permitirá el triunfo.
Y pena por los espectadores —que no aficionados— que carecen del
sentido de la medida exigencia que debe presidir la fiesta de los toros;
que lo aplauden todo, que confunden frivolidad con hondura y pesadez
con entrega. Pena por este público que cree que el toreo verdadero es la
superficialidad que desparramó la terna para ocultar sus pecados. ¡Qué
generosidad, qué condescendencia, qué aguante…! Y qué sopor se apoderó
de la plaza a medida que pasaba el tiempo y la espesura chapucera se fue
adueñando del espectáculo.
Antonio Lorca
Sres. Morante, Manzanares y Luque, en el pecado llevan la penitencia.
Con los animales, presuntos toros de esta tarde, carentes de casta,
fuerza y raza, por favor no se comporten como enfermeros que se pasan la
tarde cuidando del toro para que no se caiga. Ustedes como presuntas
figuras, no tienen derecho a pedir matar animales que saben a ciencia
cierta que no sirven en varas, que no tienen pujanza ni emoción en sus
embestidas a la fuerza y recuerden que su profesión es lidiar para
poder, mandar y templar y con estos “juanpedros” eso es imposible.
No hay que ser demasiado listo taurinamente hablando, para intuir que esos toros que la cámara de Agustín Arjona, plasmo como una corrida muy sevillana, se adivinaba lo que podía llevar dentro. De ahí en llamarle en mi comentario de ayer "Juan Pedritos".
ResponderEliminarAyer decía que una gran parte de culpabilidad la tiene la afición sevillana, y es cierto, pero hoy tengo que culpar de manera muy destacada al propio ganadero. No se puede mandar esta corrida a Sevilla en ninguna fecha del año, pero menos en un domingo de Resurrección, cuando esta ganadería sigue muerta desde hace bastante tiempo.
La afición sevillana que tanto presumen algunos de tener matrícula de honor en tauromaquia
(matrícula dada por ellos mismos) son los primeros con sus silencios y no decir ni pío, claros colaboradores en el compadreo de la empresa con ciertos ganaderos, y con el beneplácito de los toreros.
Una autentica vergüenza. Ya va siendo hora de que de una vez y para siempre se prohíba las corridas de toros, será la única forma de que todos estos GOLFOS y SINVERGÜENZAS dejen de estafarnos un día si y el otro también.
Siento hablar así de claro, pero ya estoy hasta los mismísimos.
Miguel Pedrosa