28 F: Día de Andalucía. Con las cámaras de Canal Sur presentes. La banda de música -apenas se escucha- toca, decir interpretar es aventurarse demasiado, el "andaluces levantaos" de Blas Infante mientras un gitano en el seis pide un coca cola al pipero, el mellao de la barrera de sombra grita un "Paílla que güevos tienes" y un grupo de marujas con más papada que años, en el sol, discute fervorosamente sobre lo bien que han agarrao los injertos de pelo a Ponce. Son las mismas criaturas que un rato después, en la taberna o la peluquería, pedirán que se levanten unos tabiques en las vascongadas y Barselona -jamás en la vida sus bocas eruptaran un Euskadi o una Catalunya-, porque son unos malajes que no respetan el himno de España la noche que sus dos equipos fetiches juegan a la pelotita. En fin, que estamos en Sanlúcar de Barrameda, con toros de la prestigiosísima ganadería de Hnos. Sampedro, una de esas en cuyo cuyo árbol genealógico reza el epitafio "elimina todo lo anterior para adquirir reses de Juan Pedro Domecq". El medio pensionista Enrique Ponce, el jubileta Ruiz Miguel y el carilampiño David Galván. El festejo, cinco minutos antes de que empezase, nos lo sabíamos de carrerilla, como la lista de reyes godos. Pues anda que de éstos no hemos vistos unos pocos, tú. Pero el vicio es el vicio y ahí que nos pusimos, como koalas mascando eucalipto, delante de la pantalla.
Pero sonaron clarines y timbales y una rueda de toros cinqueños, con presencia, cuajo y pitones -a esto hemos llegado, señores del arte del taurineo, a tener que alabar que un bicho bicorne tenga dos cuernos-, saltó a la arena del delta guadalquiveño, para sorpresa y algarabía del personal. Cuesta recordar un festejo de pueblo de Despeñaperros pa'bajo con esa fachada y galanura. Lo que llevaban por dentro es otra historia, también cantada, aunque para disgusto del mismo personal, aquí ya no hubo milagro y casi tres horas que estuvimos escuchando la coplilla de la falta de fuerzas, la baja laboral de la casta y la huída del miedo, trillo de las emociones, lejos del graderío. Se salvó el quinto, premiado con la vuelta al ruedo, huelga decir que otorgada con demasiada alegría, un buen toro que pecó de falta de fiereza aún siendo un dechado de eso que los sénecas de las revistillas llaman classsse -en la plaza hacen malabarismos con el frenillo de la lengua para poder pronunciarla con acento en la ese, quiera dios que los coja una tarde cambiando las tíldes el sillón T de la Real Academia, Pérez Reverte-. Hay que decir en descargo de la sam-pedrada que fue picada horriblemente, no por que los leñazos con las varas fuesen infames, sino por las maneras de los tíos de las varas y sus jefes, que hicieron las suertes de cualquier manera, al relance, metiendo el toro debajo del caballo o con cariocas.
De los matadores se puede decir que estuvieron cada uno en su línea, que es la de tres maneras distintas de entender el toreo. El toricantano David Galván, que abandona el escalafón novilleril para enlustrar la nómina de jóvenes espadas que tienen que dar tute a los acomodados jédiez, demostró una gran seguridad en sí mismo, una atípica serenidad para la edad y no se puede dudar que está dotado del sentido natural del temple, si bien es cierto abusó del manzanarismo, ese destoreo perfilero y suavón tan en boga en nuestros días.
Paco Ruiz Miguel está hecho un chaval. Fuerte como roble y con más afición y hambre que un maletilla sin tabaco. Verlo moverse con mando en plaza, gritándole al peón que hace derrotar al negrito contra las tablas, comerse al picaor para que levante la vara o instruir al bregador que lidia en banderillas, merece tanto la pena como la mejor media de Morante. Recuerdo de otros tiempos, como la picaresca, el borderío, el ir y venir con el público, enjaretarle cuatro guasas, esa torería golfa que ha quedado soterrada por unas repelentes buenas maneras. En sus dos toros el león de la Isla dió una demostración de conocimientos: de capa, a la verónica, en las dos ocasiones ganó siempre el pasito a cada lance, de la primera raya para fuera, al cabo de seis o siete lapas, no más, bicho parado casi en los medios. Con la franela se gustó más en el cuarto, donde reverdeció viejos laureles, embistiendo él más que el cornúpeta, pegándose un arrimón de antaño.
Y Ponce era Ponce, ahora es Enrique, un triste jornalero del toreo que echa sus peonadas de vez en cuando, por esos pueblos de dios, a la caza de un puñado de cuartos, algún elogio y de resistir algo más en el candelero. A su primero le enjaretó una faena larga, despegada y monótona, asentándose y ajustándose algo más con el quinto, al que a fuerza de no exigirle nada, a punto estuvo de indultar.
En resumidas cuentas, una tarde con sus grandezas y miserias, como todas, pero dónde siempre hubo un mínimo de seriedad y dignidad, que ojalá marque un precedente en los festejos de dudosa calificación en cosos de tercera, sobre todo en los televisados al gran público.
Las fotos las ha cedido amablemente el fotógrafo Paco Gallardo.
Juro, que me dormí en el quinto.
ResponderEliminarSaludos de Gil de O.
Pues si, toros cinqueños y bien presentados en una plaza de tercera. Lo que da la crisis Antonio, que algunos podamos ver este tipo de toros en estas plazas. Bienvenido sea.
ResponderEliminarUn saludo.
Gil de O. no le eche la culpa al festejo que usted se durmió en el quinto por la "marcha" que se pegaron en Linares el otro día. Enhorabuena por la parte que le toca.
ResponderEliminarLa corrida estaba podrida, como era de preveer, pero no me negará que por presentación, y para lo que vemos por aquí abajo, tuvo decoro suficiente como para tomarla como ejemplo de mínimo exigible a partir de ahora...
Saludos
Marín, y que algunos ganaderos vengan, que vendrán, poniéndose la medalla del "yo crío toros cinqueños", cuando no lo hacen por afición, sino por que la ruina sea menos gorda... A mi también me sorprendió el festejo para bien, que no quiero decir que me encantase, pero puede ser un buen comienzo...
ResponderEliminarSaludos
Me gustó la crónica, enhorabuena.
ResponderEliminarFaltitos de fuerza y casta brava pero
UN CORRIDÓN para lo que estamos acostumbrados por estas lindes.
Hombre, para lo que estamos acostumbrado...es verdad que esas caras no las vemos por aquí abajo muy a menudo, pero eso no quita que lo que te dan por un lado te lo quitan por otro...porque para ser cinqueños la corrida tenía poco cuajo, bastante dispareja, algunos toros bastos de remos como ellos solos..y de pitones; más que sospechosos, aunque se tapaban por su longitud. (Como no los vimos en las fotos del campo...para eso si que sirven las fundas...)Salu2
ResponderEliminarMuy buenas a todos. Llevo algún tiempo leyendo el blog pero aún, por prudencia, no me atreví a comentar hasta ahora.
ResponderEliminarComenta usted al final del artículo que no es usual ver estos toros en plazas de tercera y aprovecho yo, con su permiso, la ocasión para lanzar una pregunta y si alguien tiene a bien me conteste. ¿Quién y en base a qué legitima que una plaza sea de primera, segunda y tercera?. Muchas gracias y enhorabuena por su lírica y su sapiencia.
Es una concesión administrativa. El art. 23 del Reglamento Taurino Nacional así lo contempla:
ResponderEliminar1. Las plazas de toros permanentes se clasifican, por su tradición o en razón del número y clase de espectáculos taurinos que se celebren en las mismas, en tres categorías.
2. Podrán ser clasificadas en la primera categoría las plazas de las capitales de provincia y de las ciudades en que se vengan celebrando anualmente más de 15 espectáculos taurinos, de los que 10, al menos, habrán de ser corridas de toros.
3. Las plazas de toros de las capitales de provincia no incluidas en el apartado anterior, así como las de las ciudades que se determinen por el órgano competente, se considerarán de segunda categoría.
4. Las restantes plazas serán incluidas en las de tercera categoría, quedando en todo caso las no permanentes y las portátiles sometidas a las normas específicas que les sean de aplicación.
5. La clasificación resultante podrá ser modificada por el Ministerio de Justicia e Interior, a petición de los Ayuntamientos respectivos, en función de la tradición, número de espectáculos y categoría de los que se venga celebrando en la localidad respectiva, oída, en todo caso, la Comisión Consultiva Nacional de Asuntos Taurinos.
Pero vamos, que poco tiene que ver la realidad, así, por ejemplo, Córdoba y Málaga son consideradas de primera categoría, pero en el fondo, por afición y tipo de toro que se lidia ahí -entre otras cosas-, serían plazas de segunda. Es más, Málaga hasta hace poco lo fue, y era una plaza mucho más digna cuando era una de las punteras de segunda, que en la actualidad, que es posiblemnte la peor plaza de primera. Ya sabe el dicho: más vale ser cabeza de ratón que cola de león.
Saludos
Hay que empezar a conceder premios a los toros mejor presentados en plazas de tercera, y como no a los de mejor juego.
ResponderEliminarLo considero de gran interes para el aficionado y para la fiesta.
Todavia en el Valle del Tiétar se pueden ver buenos pavos.
Es impresionante comprobar como se han llevado autenticas cabezas de camada en muchas ocasiones....y novillos mejores que en madrid.
Pienso que todo aficionado debiera de pasar alguna vez de su vida por Cenicientos