El aficionado conspicuo, un rato harto del monarquismo cultureta instaurado por el partido taurino del jédiez, anda dándole vueltas al caletre con los numerosos y zafios asuntos que está ofreciendo el toreo este invierno, que vienen a estar todos relacionados con los palabros de moda de los últimos años: derechos y libertá. Y de ese corralito progre no salimos, los críticos parecen jueces garzón montándole pleitos al bigote facha de Molés por repetir festejos de cuando la memoria histórica era recuerdo acibarado de una noche, cuando todos, por lo menos los que aún viven, doblaron la mocha al paso del caudillo de Alquerías sin decir ni mú. A tal punto de desvarío han llevado la cosa que, uno, que cree haberlo visto todo, alimentado con la bancarrota de torería que demuestra la jet set marbellí del escalafón, puede llegar a imaginar que el próximo paso que van a dar será encadenarse a los leones del Congreso y clamar el "libertad, sin ira libertad" de Jarcha a modo de pasodoble-protesta. Ay, pobres míos, en qué cuneta habrán arrojado la grandeza del coleta, aquella que hacía al hombre por encima de todas las cosas. Hasta de su propia imagen.
Y a esto que la guerra que con tan napoleónico entusiasmo la misma banda taurina empezó, se les va tornando en justa derrota, por muchos jallares que saquen en la negociación y por mucha flor que mantengan sin marchitar con la mengua de tanta retransmisión plusera. Porque el público, desde el clavelero bienpeinao hasta el convidao que acampa en el tendido paletilla mercadona y cuchillo jamonero en mano, pasando por el arretratista que viene a echarse fotos con los hartistas, se va cansando de tanta mezquindad y ruina moral. Al cabal no hace falta mentarlo: hace tiempo que se coscó de la decadencia.
Ruina y vergüenza no precisamente por sus exigencias televisivas, que harán justicia con lo que es suyo, sino por el buitreo, el oportunismo mal encarado, con la ceguera propia de la figura, que es incapaz de ver más allá de su propia nariz. Si hablamos de derechos y libertades, ahí me hubiera gustado ver a ese July, dechado de importancia, o a Manzanares, que sale anunciando su toreo hasta en el catálogo del Venca, cuando el nacionalismo muyahidín practicó la ablanción taurina al indefenso niño gallego; también en la mañana de la bicha, día de la prohibición culé, cuando el Sera se fue a porta gaiola al Parlament, mano a mano con su pena, a que una camarilla de políticos, mala gente, le sacaran los tres pañuelos que lo mandaban al éxodo en corrales de la meseta. Pero no, ninguna de estas pasionarias tuvo a bien mirar por el prójimo que, en materia taurina, es el cliente, el encargado de llenar el plato de garbanzos del profesional. Ayer, hoy y siempre; en los tiempos remotos de Lagartijo, en el NO DO de Manolete, y en las gafas 3D de Manzanares.
Gracias a esta ineptitud, que a veces los lleva a ser perjudiciales hasta para ellos mismos, al toreo le pintan una ocasión calva: la reapertura de miras para el aficionado, secuestrado por el arte, hacía donde reside la auténtica renovación de la Fiesta, que no está en otro lugar que no sean las raíces ancestrales. Que las figuras se queden fuera de primer plano sería uno de los hechos más fructíferos de los últimos años. Adiós al baile de camiones cada vez que se anuncia tarde de postín, fuera las imposiciones castristas, las amenazas en los sorteos, la corrupción en la información, el abuso económico, la pistola en la testa del bicho de encaste minoritario también se relajará, como el pisoteo a autoridades o el veto a compañeros. La tauromaquia se alejaría de la senda del arte del veintiuno, pero se acercaría mucho más a la verdad, la de siempre.
Y los Urdiales, Robleño, Castaño, Morenito, los Aguilar, José Luis Moreno junto los brotes verdes mexicanos a poner esto boca abajo, a demostrar que el oficio de matador aún conserva hidalguía, a exigir pitones, tipo y edad; a hacer de los compañeros, enemigos íntimos y a volver a contagiar el miedo, motor de las corridas de toros, por los tendidos.
David Mora e Iván Fandiño, que exigen Cuadris, Nuñez del Alcurrucén y Cebaditas en las Ventas y Vista Alegre, en duelo y en solitario, acaban de alumbrar, todavía en los bajo cero de enero, los primeros rayos de una canícula con la que soñamos que sea nuestro propio "verano sangriento".
Antonio,
ResponderEliminareres un canalla. Como sigas escribiendo tan bien vas a conseguir que haga mío tu credo taurino.
Lo bordas. Enhorabuena.
Un abrazo
Bueno D. Antonio, me acaba de dejar usted sin palabras para describirle lo que acaba de escribir. Sinceramente es descomunal porque no se le puede añadir ni un punto ni una coma.
ResponderEliminarSinceramente me gustaria que llevaran al extremo lo de los derechos de televisión, que estan en su derecho. Pero que los empresarios respetasen a las televisiones, para poder ver en las grandes ferias carteles como Fandiño, David Mora y Urdiales con los toros que ellos quieran. Cartel estrella.
D. Antonio, ha estao sembrao.
Un saludo.
Bordao, sembrao y rematao que digo yo.
ResponderEliminarNi se puede escribir mejor, ni mejor se pueden decir las cosas.
Tus radiografías de la realidad lo dicen todo.
Ese arte que secuestra (ponerse bonitos)no es el Arte del Toreo ya que no emociona.
Ya me puedes medir los mejores versos con las mejores rimas, ya me puedes pintar con la mejor técnica, y ya me puedes cantar con lo mejor del Consevatorio...pero si no me emocionas, no hay Arte. Es ese Arte con mayúscula lo que quiero sentir en el Toreo.
Antonio de orejas y rabo.Un abrazo. Y gracias por tu magisterio.
Saludos de Gil de O.
Después de escuchar ayer, por boca de David Mora, que la corrida de Gavira para su mano a mano en Otoño la eligieron ellos , me muestro un tanto descorazonado acerca de la posible alternativa al G10.
ResponderEliminarEn resumen, cuando encumbremos, si podemos y nos dejan, a Mora y Fandiño (que están haciendo méritos sobrados), la cabra siempre tirará al monte y empezarán a cuvillear y a juampedrar.
Saludos. Luis Miguel.
David, a estas alturas no cambiarías tu credo taurino ni aunque resucitase para escribir de toros Don Miguel de Cervantes. Y eso está bien, que cada uno sea consecuente con su pensamiento y obra.
ResponderEliminarMarín, pienso como tu: nadie discute las razones que los llevan a pedir algo que es suyo. El "palo" nos lo dan cuando vemos como se matan por pedir y pedir para ellos y para los demás ni agua. Ese egocentrismo los está matando.
Gil de O, un placer verle otra vez por aquí, en efecto "el arte" que intentan vendernos ahora poco tiene que ver con el de torear. Que no digo que no le pueda gustar a gente y que el torero corra grave peligro, pero lo mismo no es, a cada cosa hay que llamarla por su nombre, y esto de los ultimos tiempos tiene poco de Tauromaquia.
Luis Miguel, si eres quien creo que eres, además de lector del blog, tuitero, piensas como yo, que aposté, a contra corriente, a que la decepción de la temporada sería David Mora. Está loco por la música del G-10 y si ya tuvo "algunas" cuando erá coleta "anónima" es de imaginar lo que hará cuando esté en la cumbre. Pero siendo justos, mientras tanto, y aunque sus palabras contradigan a sus hechos, es uno de los toreros que más placer da verle torear.
Por cierto, lo de Gavira, yo entiendo que la eligieron entre tres ofrecidas por Taurodelta, no de entre todo el campo bravo a su elección... ¿puede ser así?
Saludos para todos.
Antonio, cuando empieces con los cursos intensivos tipo CCC para aprender a escribir como tú, avísame dónde hay que apuntarse para la matrícula.
ResponderEliminarSalutti per tutti.
Antonio:
ResponderEliminarYo pienso como tú, pero no puedo evitar mirar al futuro y ver en lo que se pueden convertir o en lo que a mí me gustaría que fueran.
Es cierto. Eligieron Gavira de 3 ofrecidas por la empresa. Ahora bien, ¿cuáles eran las otras dos? Eso no lo dijo, puede que para protegerse. Lo que sí dijo es que él prefería la elección de Gavira porque creía que era "del gusto de la afición". Y yo no me creo que él prefiriera Gavira por eso.
Puede que Taurodelta les ofreciera 3 bacalás y optaran por la menos mala; o puede que les ofreciera alguna del gusto de la afición para que el tendido se pusiera de parte de los toros y hundirles y ellos decidieran el mal menor en caso de fracaso. Si hubieran pegado un petardo con Adolfo, Cuadri o algo así, no hubieran tendio tanta "excusa" como con Gavira.
En fin. Que me parece a mí que tienen las mismas trazas que la mayoría del G10.
Luis Miguel.
adsaa
ResponderEliminarCuando no sobran las palabras para expresar toda la triste pero verdadera realidad de la tauromaquia hispánica actual.
ResponderEliminarAsí es tú última entrada, Antonio, ¡enhorabuena!