Ya un par de añitos: sin complejos

Dos veranos hace ya que me metí a lila y me dió por darle duro a la tecla, escribiendo en ese artefacto de chinos, para gente rarita, llamado blog y cuya utilidad, para mí, aún sigue siendo un misterio. Hoy se cumplen dos años, dos, desde que el menda abriera este rinconcito, sin ningún otro fin que dar la misma tabarra siempre: la del Toro, pensando en el Toro y soñando con el Toro. Uno, que es cortito, cortito, y no llega a los abismos culturales ésos de la importancia, el empaque, el escacharramiento de pelucos o la maldita toreabilidad.

En fin, que seguiremos siendo los pelmas de siempre, atizándole a aquellos que tanto atizan, sin piedad cristiana, a la Fiesta desde dentro de un traje de luces o de raya diplomática, que más dá. Son los mismos perros con distinto collar. También espero disfrutar ¿? No, disfrutar, no, que esa vacuidad está hecha para el depredador de playa, las despedidas de soltero o gentes asíne. Que esto es serio. Dónde va a parar: mucho mejor, emocionar -verbo taurino en grave desuso-. Me doy con un canto en los dientes por poder seguir emocionándome con las arrugas del toreo clásico, sufrir y estremecerme junto a todos esos amigos que han salido como setas en estas dos "temporás", y que como el salmón, nadan a contracorriente, en la eterna búsqueda de una cuadrilla de tíos valientes, un toro de casta brava y los designios del juez caprichoso del azar. Ese es nuestro camino, y del burro no nos bajarán. Tercos y talibanes. Sin complejos. 


Que sean muchos años más. Por lo menos otro par. Y que ustedes los veáis.