martes, 2 de noviembre de 2010

El Maestro Ortega







12 de Julio de 1958. Plaza de Toros de Pamplona. Encierro de Miura. Uno de ellos, de nombre Estribero, más jaranero que las peñas del sol, se niega a entrar en los corrales. Literal. Pasa un cuarto de hora, toda una lidia, haciendo caso omiso de los capotes de los toreros, Ordoñez y Chamaco. Sí, dos figurones del toreo, ayudando por la mañana en el encierro de los Miura, que rima con Cultura, pero que no debe de serlo, pues los de ahora miran a los de Zahariche por el youtube comiéndose el Don Pipón. Pero esa es otra historia. 


Porque la que ahora nos ocupa versa sobre un perro, con nombre de torero, Ortega, bragado y rumboso, que dió una vuelta al ruedo tras lograr lo que no pudieron hacer ni los maestros con su oficio, los pastores con las varas, ni los torpes cabestros con su mansedumbre de político despistado. Emprendió una lucha con Estribero, acorralándolo con no más armas que sus fauces y agilidad casi felina. No se libró el burí loreño de unas cuántas mordeduras en las patas, el rabo y el hocico. No le quedó otra a la bestia -nos referimos al toro- que entrar mansamente a los corrales, por delante de Ortega, que veía como la masa bruta de seiscientos kilos huía con el rabo entre las piernas, como un perrillo. 


También eso es torear.


4 comentarios:

  1. Bonita anécdota.

    Desde luego, toda una figura de las de verdad este Ortega.


    Un saludo desde Zaragoza
    RAMON

    ResponderEliminar
  2. Antonio:
    Eso me recuerda al famoso toro Paco que andaba por Madrid a principios del s XX y del día en que indultaron a Belador en Madrid. Más de una hor acreo recordar que estuvo el de Victorino en el ruedo y entre todos los intentos, el más eficaz era un perrillo de la plaza, aunque tampoco fue él que lo consiguió meter para adentro.

    Y tampoco era inusual ir al apartado y sentir que una cosa suave y con pelos te rozaba; eran los boxer que tenía la plaza y que se usaban también en el Batán, para cuando los toros no estaban por colaborar.

    Una entrada muy buena, como todas, que nos enseñan que el torero son muchas cosas.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  3. Pues ya ve uste como heran los perros de Iruña antes,y le digo antes por que ahora estan completamente amariconaos. Un bonita historia oiga.
    Un saludico.

    ResponderEliminar
  4. Ya que hablamos de canes, tengo un chucho, un labrador al que le puse hace cuatro años de nombre Morante. Entonces me pirraba el torero de la Puebla. Ahora, que se dedica a lo que se dedica, la veterinaria no me deja cambiarle el nombre al chucho, porque no puede cambiar la cartilla. No me va a quedar otra que echárselo a un Miura... Al perro, digo.



    saludos

    ResponderEliminar