El Abyecto
Rafael Sánchez Ferlosio
Ayer tuvo que disfrutar un rato largo la afición. Dicen que con los desperfectos de los ganados se van a acabar los toros; si esos desperfectos dan lugar a tardes como la de ayer, pienso que todo lo contrario: son el gran sostén de la afición.
Los españoles, que ya en la calle son gente bastante despreciable, se llevan a la plaza de toros lo más despreciable que tienen. Lo que más les gusta no es que les den buenas cosas y los sirvan bien, sino que se las den malas, los sirvan mal y protestar por ello. Lo que más hondas satisfacciones produce en las almas españolas es poder decir ¡NO HAY DERECHO!, frase que se dice siempre en versales y a seiscolumnas, y como más les gusta decirlo es gregariamente agazapados en una multitud y si puede ser con un par de pareados absolutamente idiotas, tanto mejor. Ayer, los toros parece que estaban, desde luego, para protestar de cómo andaban de remos y algún aficionado tal vez querría que eso se arreglase, pero el público le saca tanto gusto a la cosa que no sé si estará presionando para evitarlo. Afortunadamente este año no ha venido el abyecto. El abyecto es un tipo de español que estará encarnado en una docena de individuos y que en vísperas de una corrida de Curro Romero se arrastra con una bolsa de deportes hasta una droguería y se compra un par de rollos de papel de retrete, que al día siguiente se lleva a la plaza, ya en esa misma bolsa de deportes, ya escondidos en el bolso de su señora, y luego, alevosamente, se los tira como serpentinas a uno de los caballeros más elegantes y más educados que han pisado los ruedos españoles. Yo, al igual que los toreros, también tengo en mi casa mi reclinatorio con mis Cachorros y mis Macarenas, y las tardes en que va a torear Curro, antes de salir para la plaza, me arrodillo devotamente y rezo así: «Señor, dueño de mis días, ya sé que ya no soy joven, pero todavía me gustaría hacer algunas cosas en la vida y aún disfruto de poder sentarme al sol. No quieras, Señor, perderme, no quieras que acabe mis días en el penal del Puerto, Puerto de Santa María. Por eso, Señor, por lo que más quieras, que no me toque esta tarde el abyecto en la localidad de al lado; no quieras poner el fuego vengativo de mi media sangre italiana ante una tentación que le sería insuperable. Así humildemente te lo pido, Señor, no busques mi perdición; pero si tal fuese tu altísimo designio, si tal es tu voluntad, si tal es el honroso destino que me tienes reservado, entonces, sea. Entonces deja de mirar por mí y mira por el honor, la justicia, la venganza y la dignidad humana y dame reflejo rápido, impulso vigoroso, mano segura, golpe firme, dame toda la destreza navajera de la bullería romana y la guapparía, napolitana de mi media sangre y que pueda rajar de abajo arriba bien hondo y seguido, desde las ingles hasta la garganta, como quien abre un cerdo, que pueda volcarle todas las asaduras sobre los tendidos y pisoteárselas. Amén».
Porque, sépalo el abyecto, ¡sabedlo bien, mujeres de Lamec!, yo le pido al Señor que me libre de ese Cáliz, pero no rehuyo mi destino y por si tal fuese el mandato del Señor, los días que torea Curro, al igual que el abyecto lleva sus rollos de papel, yo llevo escondido dentro de la camisa un cuchillo de cocina de veinte centímetros de hoja. ¡Mucho cuidado! "
A continuación, siete minutos siete, de lo que fue el currismo, y el anticurrismo, que también lo hubo. Merece la pena.
Antonio:
ResponderEliminarCon la Iglesia hemos topado. Yo tuve la suerte de ver muchas tardes a Curro, esta de la agresión incluida, y los había que iban a montar la bronca porque pensaban que era parte del show, sin saber lo que había hecho Curro, y al otro lado los que iban con su ramita de Romero y si eran agraciados con una verónica o un natural, aparte de los olés, la gente se reía como si les hubiera tocado un peluche en una tómbola. La plaza era una locura inigualable. Las primeras veces que llevé a la que hoy es mi mujer a los toros, fue a ver a Curro y Paula y ells, que no distinguía un natural de un monosabio, percibía que allí había algo diferente. Hoy por lo menos ya sabe que el natural casi está extinguido y que el monosabio a veces se excede de sus funciones.
Un saludo
Enrique, nos ha jodío, así liga cualquiera, llevando a la chica a ver a Curro y Paula. Si yo hago lo mismo con el Fandi, por ejemplo, me quedo para vestir santos. Eso fijo.
ResponderEliminarHacen falta toreros como Curro, y no por lo bien que toreaban, sino por la capacidad de no dejar a nadie indiferente que tenían. Los tendidos hervían, tenian vida propia, no como ahora, que la gente va a sentarse una par de horas o tres a lo sumo, a ver un espectáculo más bien mortecino.
Saludos
Y por lo bien que toreaba ¡también!.
ResponderEliminarEn efecto Paco, será por esto de las patéticas nuevas leyes gramaticales, pero me he comido un `solo´. Quería decir `y no sólo por lo bien que toreaba´.
ResponderEliminarSaludos
Cuentan que despidieron a un trabajador de una empresa por faltar al trabajo porque había ido a ver a Curro Romero torear en la Maestranza y lo tuvieron que readmitir porque los jueces dijeron que su conducta estaba sobradamente justificada.
ResponderEliminarLo de Curro en Sevilla es una religión, muchos aficionados de allí tienen su calendario propio, para ellos ahora es el año 11 DC (Después de Curro).
Pero es que toreaba muy muy despacito...
Juan entonces estaremos de acuerdo en que desde entonces el toreo y el poder judicial han empeorado bastante...
ResponderEliminarSaludos
Bueno Antonio, no me considero Currista, pero yo a Curro le doy la comida y lo dejo aparte para que coma.
ResponderEliminarComo bien dice Enrique, he visto a Curro muchas veces y me he ido a casa como fui a la plaza. Pero lo he visto un par de veces y te puedo decir que es el unico torero que me ha puesto los pelos de punta. Creo que no es cosa facil en los tiempos que corren.
Esa capacidad de templar con ese mini-capote y esa mini-muletita es solo para los elegidos.
Ahí estan los numeros. 7 puertas grandes en Madrid y 5 puertas del principe. A mi tambien me hierven las entrañas cuando me toca al lado en el tendido el tipico waltrapa que solo va a los toros a insultar. Pero Curro era capaz de cambiar la actitud del waltrapa con diez muletazos.
Como le decia el mayor de los gallos (Rafael) a el menos (Joselito): "no te preocupes José, que los mismos que se cagan en tu madre, luego la limpian".
Un saludo.
El hecho de poner los pelos de punta a aficionados recalcitrantes del "torerismo" justifica la pasión por Curro. No hacen falta muchos muletazos...si el que torea es Curro.
ResponderEliminarSoy recalcitrante, de los que pensaban que al irse Curro me iría yo pero algo inexplicable hace que no me pueda desenganchar.
Antonio, acepto lo del solo. Terminaré por no saber escribir ni leer con las nuevas normas.
Era un niño cuando a través del NODO me hice Currista. No he cambiado y por eso me molesta que tras toda una vida engañándonos con el Toro, ahora nos engañen con el destoreo. Curro nunca destoreó, o toreó o dió (¿se acentúa?) el petardo, pero no nos engañó.
Pues señores, he aquí un "abyecto" (o como se le quiera llamar), o sea, yo mismo.
ResponderEliminarMe parece de una ridiculez, una farsa, un sectarismo y una ofensa contra la tauromaquia el "torerismo" que es lo que mas repudio en este mundo. En el articulo se habla de los que llevaban papel higiénico a la plaza cuando toreaba Curro pero de los que iban a aplaudir sin ver nada para decir "ya me puedo morir agusto, hoy Curro ha estado como nunca".... de esos no se habla.
Pues de esos hoy en dia estan los tendidos llenos, de toreristas dispuestos a dejarse los callos de aplaudir que salen de casa con la única esperanza de que su torero salga por la Puerta Grande, si lo merece o no da igual... pero que salga.
Tambien les preocupa que pondrá en el recuadrito pequeño de las crónicas escritas donde se resalta la actitud del público hacia su torero; "Fulanito de Tal, ovación y oreja." y tan contentos, si los toros eran borregos o inválidos tambien da igual, Fulanito triunfó que es lo que importa.
Si el torero es sevillano y torea en Sevilla ya no se produce "torerismo", para lo que ocurre en ese caso todavia no se ha inventado la palabra.
P.D. Prefiero mil veces al abyecto a mi lado que al torerista armado capaz de desollar la verdad por atreverse a criticar a "Dios".