La temporada americana sigue su curso, con sustos y cornadas que no entran en el guión, como los de Ponce y Fandi, pero por lo demás sigue todo igual, el toro de América es un toro de las portátiles españolas. Y cuando hay alguno con una presentación aceptable -el de la fotografía- se pasa la vida en los corrales, rechazado -sí, rechazado- en los reconocimientos veterinarios.
A continuación enlazo con la Peña Taurina Tendido Diez, y su visión sobre la corrida del domingo y los líos de corrales que se dan en la Plaza de Acho.
Hace dos semanas trajeron los dos encierros completos de La Ahumada de Colombia. Es decir 16 Toros. 12 y 4 reemplazos. La semana pasada se mataron 6. Quedan 10 en chiquero. Llegaron 2 más es decir 12. De los cuales se lidiaron 6 más ayer. Quedan 6 más en chiqueros. Entre ellos el 710. Que desde que llegó lo han estado tirando para atrás y jamás lo veremos. Un toro bien armado con cara y pitones. Además sus hermanos colorados son los que mejor juego dieron en el ruedo.
Domingo 21 de Noviembre. Feria del Señor de los Milagros. Cuarta de Abono, tercera corrida de toros en la Plaza de Toros de Acho. “Corrida de la Beneficencia”. Segundo petardo.
6 toros 6 de ¿La Ahumada?. Toros muy fuera de tipo. Corrida dispareja. Muy distintos todos. Poca raza. De los 6 al menos 3 primero eran muy anovillados. Terciados. Despuntados y presumiblemente afeitados. Peligrosos. Sin el trapío necesario ni siquiera para una plaza de tercera. Los toros que se habían traído de Colombia hace dos semanas, en chiqueros se habían chupado mucho. Y tras el mal juego de alguno de sus hermanos la semana pasada, trajeron dos toros más de emergencia. El peso en pizarra no reflejaba la realidad.
Esta ganadería fue formada en 1914 por don Álvaro Dávila y Agreda, Marqués de Villamarta, con vacas de Murube, Urcola, Medina Garvey y sementales de Parladé. Posteriormente se añadieron reses del Conde de Santa Coloma.
A la muerte del Marqués se dividió la ganadería, en 1941, y uno de los lotes correspondió a su hijo, don Alvaro Dávila Garvey, quien había heredado el título. Junto con el lote de reses heredó el hierro original de la ganadería
En 1972, tras el fallecimiento de don Álvaro pasó a anunciarse la ganadería a nombre de sus herederos, hasta que en que en 1980 fue adquirida por la la Sociedad Anónima Garcibravo, propietaria actual. Los nuevos propietarios anunciaron Garcibravo, conservando el mismo hierro, señal, divisa y antigüedad, hasta que en 1996 pasó a anunciarse Villamarta.
En el año 1998 se adquirió un lote de vacas, de puro origen Villamarta, con el hierro de los herederos de don Manuel Álvarez.
EL ENCASTE VILLAMARTA
Villamarta de Guardiola
ORÍGENES
Aunque muchos autores discrepan a la hora de reconocer a la línea Villamaría la categoría de encaste, a causa de la diversidad de tipos presentes en las ganaderías derivadas de este origen, en el mundo de los toros siempre se ha reconocido como un encaste diferenciado de los restantes que componen la actual cabaña brava española.
Esta falta de uniformidad se evidenció ya desde el principio, ya que deriva de la realización de numerosos cruces, con predominio de casta Vistahermosa. Su creador fue Álvaro Dávila y Ágreda, Marqués de Villamaría, que en 1914 la fundó mediante adquisición de 360 vacas de Murube, Urcola y Medina Garvey, junto con sementales del hierro de Fernando Parladé. Posteriormente merementó la vacada con hembras de Santa Coloma y la ganadería completa de José Carvajal, que también derivaba de Parladé y también con sementales del Conde de la Corte, que tenían idéntica procedencia.
Así, en conjunto, la ganadería creada por el Marqués de Villamarta aunaba cuatro de los principales encastes derivados de la casta de Vistahermosa, los de Murube, Parladé, Santa Coloma y Urcola, mientras que la parte de la vacada derivada de Medina Garvey aportaba un cruce con Casta Vazqueña, que contribuyó fundamentalmente a dotar al cruce de un mayor tamaño y que también es la responsable de las pintas berrendas, cárdenas claras, salpicadas y ensabanadas, que ocasionalmente lucen los ejemplares de este origen.
Ya en poder de los herederos del Marqués de Villamarta la ganadería se fue dividiendo y los principales lotes quedaron en poder de Carlos Núñez, Clemente Tassara y Salvador Guardiola. Carlos Núñez limitó la presencia de la sangre Villamarta en su ganadería, dejándola siempre como si se tratara de un comodín para efectuar cruces con la rama principal de su vacada, la derivada de Rincón y procedente de Parladé. La divisa de Clemente Tassara, ya desaparecida, contribuyó a extender el origen Villamarta en otras muchas ganaderías, mediante la venta de numerosos lotes de reproductores, mientras que las distintas ganaderías que mantienen en su poder los herederos de Salvador Guardiola constituyen en la actualidad el principal núcleo derivado de Villamarta y también son el mejor referente para describir el prototipo morfológico de los vacunos de este origen.
PROTOTIPO
En general los vacunos derivados de Villamarta son animales hondos, largos, con una considerable alzada, aunque sin llegar a ser longilíneos, finos de cabos y por lo general un poco agalgados. Poseen una buena conformación desde el punto de vista morfológico y disponen de un esqueleto adecuado para poder soportar pesos superiores a los que se consideran como medios en la raza de lidia.
Su cabeza es generalmente alargada y más bien estrecha de sienes, predominando los perfiles subcóncavos. Los ojos son grandes y la mirada viva, mientras que el hocico suele ser estrecho. Las encornaduras presentan un buen grado de desarrollo, pudiendo llegar con frecuencia a ser cornalones. Suelen ser astiblancos, con los pitones muy negros. Asimismo los cuernos son considerablemente finos en su base y en todo su trayecto, finalizando en pitones muy agudos. En referencia a la dirección que siguen los cuernos en su trayecto predominan los animales bien armados, veletos, corniabiertos, cornidelanteros y acapachados.
El cuello presenta una longitud media en relación con el conjunto de la raza, el morrillo alcanza un buen grado de desarrollo y la papada resulta bastante prominente. La línea dorso-lumbar exhibe un frecuente encorvamiento, dando lugar a lo que se denomina como ejemplares ensillados y que se debe a la existencia de lordosis en la columna vertebral. El tercio posterior es redondeado y está bien proporcionado, mientras que las extremidades son largas y finas. La cola alcanza igualmente una longitud considerable y finaliza en un borlón bastante poblado por lo general.
En el encaste Villamarta predominan las pintas negras, aunque a veces se dan ejemplares tostados, castaños, colorados y cárdenos, pudiendo aparecer con menor frecuencia ensabanados y berrendos del tipo aparejado. Los accidentales que acompañan a estas capas suelen ser el mulato, chorreado en morcillo, calcetero, coliblanco, bragado, meano, girón, lucero, facado, estrellado y caribello, principalmente.
LAS VACAS
Las hembras se corresponden con los rasgos generales del prototipo del encaste y son igualmente de buena alzada, largas y hondas.
Su cabeza es predominantemente de perfil recto, estrecha de sienes y alargada, provista de encornaduras bien desarrolladas y astifinas, que se dirigen generalmente hacia arriba (corniveletas), predominando las de coloración blanca (astiblancas).
El cuello es largo, el tronco ancho y profundo, con la línea dorso-lumbar un poco ensillada por lo general y la ventral escueta, otorgándoles un aspecto más galgueño que el de los machos, mientras que la grupa es un poco angulosa. Las extremidades resultan considerablemente largas y finas, lo mismo que la cola.
COMPORTAMIENTO
Correspondiéndose con la variada morfología característica de un encaste creado a partir de numerosas mezclas, el comportamiento de los vacunos derivados del encaste de Villamarta tampoco ofrece unas pautas generales e impera una cierta disparidad en función de la ganadería de que se trate. De este modo resulta muy difícil encontrar afinidades entre los clásicos "villamartas" de la casa Guardiola, los de Manuel Alvarez, los que se conservan aún en las ganaderías derivadas de la de Bernardino Jiménez, los integrados dentro del encaste de Núñez y hasta los del propio hierro de Villamarta.
Tradicionalmente los ejemplares de este encaste han sido calificados como animales encastados pero nobles, con fijeza y prontitud, capaces de ayudar al triunfo de los toreros dotados de mejor técnica, pero complicados por su excesivo genio cuando no son dominados desde el principio.
No obstante, esta pauta general de comportamiento admite en la actualidad tantas interpretaciones como ganaderías derivan de este encaste, pasando por unas en las que impera la irregularidad en el comportamiento de sus productos, otras marcadamente suaves y de mayor docilidad para los diestros, como sería la de Alvarez, y otras más temperamentales y encastadas como las de Guardiola.
En cualquier caso se trata de un encaste minoritario en la actualidad dentro del conjunto de la cabaña brava española, cuya principal virtud ha sido su idoneidad para la realización de cruces afortunados en los que ha participado como linea materna y que en algún caso han llegado a convertirse en otros encastes nuevos, tal y como ha ocurrido en el caso de Nuñez.
Del libro `Prototipos raciales del toro de lidia´, del Ministerio de Agricultura.
Quien no ha visto toros en el Puerto no sabe lo que es una tarde de toros; quien no ha visto los carteles de toros en Sevilla no sabe lo que es una mojonada abstracta. Media mojonada, en el caso que nos ocupa este año.
La verdad es que se esperaba, pues por todos es conocida la filosofía de los maestrantes, maestros de la extravagancia, y a los que poco o nada les importa la opinión del pueblo de Sevilla. Unos señoritos anclados en el cargo de caballeros sin caballo, que campan a sus anchas sin reparar en el sentimiento de la plebe. Don Quijotes sin panchos. Cadenas con otros tiempos que no se rompen y que sirven de rémora a la Tauromaquia y avergüenzan al más sevillano. Total, si su Maestranza se va a llenar igual, con medio toro en el cartel o medio toro en el albero, el aficionado es cautivo de la tiranía de un abono administrado por Pagés con la complacencia de la jet set folclórica.
La categoría de las pinturas, que no de los artistas que las hacen, que es notoria, es proporcional al ansia de protagonismo de los maestrantes, la petulancia de la presentación oficial y la codicia por convertir el Salón de Carteles de la Maestranza en un albúm de cromos en dónde lo interesante no es la obra en sí, sino la firma del autor. Sevilla, que es sitio proclive al chisme, el chascarrillo y el chiste, necesita este tipo de cosas para oxigenar con salero el ambiente, de ahí que los señores maestrantes parezcan sentirse cómodos, año tras año, estando en el candelero. ¿Los porqués? Quizás habrán tomado como lema el título de aquella película del taurino Agustín Díaz Yanes, "Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto".
Este año, como el pasado, la pintura del cartel es una fotografía. Que ya es mala suerte que te traigas a uno de los mejores pintores de España y le dé al tío por jugar con la Polaroid. Y eso son cosas que en otras artes no pasan. Es como si a el Juli lo viésemos haciendo de enfermero delante de un toro, o a Morante de bailaor. Son cosas impensables. ¿Verdá?
Dicen las malas lenguas oficiales que por el retratito, que bien podría llamarse "Dolor de cabeza de un Juan Pedro", D. José María Sicilia se ha llevado veinte kilos. De ser verdad, sería una cifra histórica, pues nunca se habría pagado tanto en Andalucía, cuna del ibérico y del pata negra, por una mortadela siciliana. Dejando aparte el sentido estético, que es una humillación a la categoría de la Maestranza, el cartel es una gran oda al tiempo presente. El medio Juan Pedro, en reconomiento al medio toro; el gran fondo blanco, como metáfora del momento tieso de muchos; la sobriedad, en solidaridad con el parado sevillano, presentando un trabajo de corta y pega con el fotochó sobre cartulina blanca de los preescolares, que se hace en un cuarto de hora. ¿Y el resto del año? Ahí está la solaridá; y por último, la captación impecable del momento actual de la Fiesta: los dueños del gran templo taurino han pagado por los dos cuernos y el flequillo de una ratita de Juan Pedro lo mismo que valió la camada de los PabloRomeros el año pasado.
Que me llamen inculto, pero yo está Cultura ni la entiendo ni la quiero...
No sé si mi paisano Migué, que los únicos cuernos que está acostumbrado a ver son los de sus cabras alpujarreñas y los de los políticos cuando suben a inaugurar alguna infraestructura, de éstas de chapa y metal, que son como un ovni y que instalan para los móviles y la tedeté, en medio de la paz de Sierra Nevada, se habrá enterado de que en otras alpujarras -en árabe al Busherat (al bugscharra), `tierra de pastos´-, igual de frías, igual de fascinantes, como son las charras, han gaseado una de las especies endémicas que estaban en peligro de extinción. Son éstos, términos que le son familiares, junto al de fauna local, flora protegida, delito medioambiental y algunos latinajos con los que nombraban a la manzanilla -no La Gitana, la otra, la de las diarreas- y bajo los que los de la toga vacilaban de erudición a un pobre pastor que si bien de letras va justo, de vergüenza va sobrado.
A Miguel, mientras estaba con sus cabras en Capileira, no se le ocurrió otra cosa que coger un manojo de manzanilla -190 gramos, dirían en el juicio los tésnicos- , para los males de estómago de sus dos retoños. Tres individuos, agentes medioambientales, enseguida lo abordaron, pues como se ve, Migué era un peligro público, y le ordenaron, que para eso son cancerberos de la justicia, que abriera inmediatamente el morral y sacara el alijo. Lo llevaron delante de un juez, le negaron un abogado, cosa que no está bien, el libro gordo de la Constitución lo dice, y le abrieron un proceso que ni el de Burgos. El fiscal, que esa es otra, un joven que estudió Derecho hasta viejo para terminar queriendo enchironar a un cabrero, que era un señor tan insobornable y honrado como ignorante e iletrado, le pidió dos años y tres meses de cárcel. Ahora la manzanilla, tan redicha y protegida ella, se queda huérfana de estómagos agradecidos, de clientes con categoría, de sorbos con empaque, de gargareo con gracia, en definitva, de todas esas figuras del metatoreo que la suelen tomar, en dosis para elefante, cuando pasan -de visita, por supuesto- por San Pedro de Rozados, y se chocan, así, de repente y sin estar acostumbrados, con esos Patasblancas que ellos ven como Cuernosgrandes.
Era mano de santo, Migué, ahora lo entenderás, sé que lo entenderás, aunque tu abogado para que no te enchironaran tuviera que decir en tu defensa que eras un paleto ignorante -`hombre de escasa formación intelectual e incapaz de distinguir la manzanilla´, en el lenguaje de los tésnicos-.
El que escacharra los relojes, que no para de documentarse con imágenes antiguas, y al que, ¡me cachís!, también se le rompe el deuvedé cuando llega al video de los Barciales, Miuras o Palhas; el Mesías, amiguito de todos los huerfanitos del mundo, hijos de Idílico incluidos; el importante, al que ahora le han dado unos cuántos premios porque se atreve con más encastes, ¡pobre Diego Puerta mío, que cualquier día me lo comparan contigo!; al adonis de los perfumes con olor a nube de verano rondeña; o al de la leyenda del Minotauro que mató cuatro mil y pico cabras -de las tuyas no Migué, que las tuyas están íntegras y sanas, de tanto comer manzanilla- todos ellos, Migué, echaban mano a la yerba que tu torturaste, Migué, de la indigestión y la cagalera que les entraba cuando veían esos toros, guapos y galanes, que no se caían, que te miraban como diciendo `saca el trapo que quiero lío´, con espíritu de francotirador, capaz de perdonarte la vida a cientos de metros de distancia y edificio por medio.
Pero estáte tranquilo, amigo, que de aquí a unos años vas a poder coger manzanilla tan tranquilamente. Que están en ello, ya lo estarás viendo, ¡ah, no! que en la tedeté no dan toros. Pues te cuento, el toreo dicen que hoy es mejor que antes, que somos unos exagerados. Y no digo yo que no sea así. Además de ser mejor, dicen, que el toreo es más regular, gracias al toro que sale por chiqueros. No puedo estar más de acuerdo, Migué, gracias a la clase de toros que salen cada tarde a las plaza tenemos una regularidad muy regular: cada seis meses, puntualmente, desaparece un encaste.
Y ya habrás visto lo que pasa si desaparece un encaste: que desaparece una diarrea a los que mandan en esto. Y si desaparecen la cagaleras, Migué, sobrará toda la manzanilla del mundo, hasta la de Sierra Nevada, Migué. Así que como la familia es lo primero, y tus dos vástagos lo que más te importan, estarás deseando volver a cargar el morral de yerba sin parecer un camello. Ya ves cual es tu solución, que se pierdan los toros, como se perdieron los mamús. Rezarás para que esa Administración que te persiguió a tí como los nazis a los judíos, siga dejando que sigan perdiéndose tesoros genéticos como los Patasblancas.
Sabes, Migué, en el fondo no sóis tan distintos. A tí y a los que gobiernan, me refiero. Tu acabaste con un patrimonio único en Sierra Nevada, lo quieras o no. Ellos, han mandado aniquilar los Sánchez Cobaleda, como lo harán con los Coquilla.
¿Sabes dónde está la diferencia, Migué? En que a ti te pidieron cárcel y te quitaron media vida, y a ellos los puedes ver codeándose con los de su mismo género en la barrera de La Glorieta o La Maestranza, por ejemplo, conspirando para arreglarse la vida.
Hace quince días se enviaron al matadero todas las vacas y los sementales de la ganadería salmantina de "Sánchez-Cobaleda", más conocida como la de "los patasblancas".
Sólo se han quedado con las cuatro camadas de machos, es decir, desde cuatreños a añojos.
Y una vez lidiados habrá desaparecido el santo y seña de un encaste, el Vega-Villar, tan característico del campo bravo salmantino y con tanta personalidad.
Y tan escaso...
Su propietario, José Manuel Sánchez García-Torres, ha tirado finalmente la toalla tras luchar contra el infranqueable muro de las autoridades sanitarias locales, nacionales e internacionales.
El esfuerzo durante todo este tiempo ha sido enorme, como el que mantienen otros muchos ganaderos, tanto a nivel personal como económico.
Pero el disgusto y las lágrimas no ha podido ser evitadas por esta familia dedicada toda su vida a la cría de ganado bravo desde hace varias generaciones.
No hubo ninguna opción por parte de las autoridades.
Ni tan siquiera la conservación de embriones o de unos pocos ejemplares para salvaguardar el encaste como se les ofreció a modo de opción desesperada.
La respuesta de la Administración siempre fue NO a todo.
¿DÓNDE ESTÁN EL G-7, LA MESA DEL TORO, ANOET, RUBALCABA, LA PLATAFORMA, LA AEGRB, EL MINISTERIO DE CULTURA, LA UNIÓN DE CRIADORES DE TOROS DE LIDIA, TAURA -LA DE LOS TOREROS-?
José Tomás le cortó una orejita a la ratita. Lo que no acaba de entenderse es cómo no le cortó las dos orejitas a la ratita. Porque la ratita no era corretona y picaruela, según es habitual en las de su raza, sino cachazuda y modorra. La ratita salió y sólo quería tumbarse allá donde la dejaran tranquila por lo ancho del redondel. Alomejor es que estaba harta de queso.
La ratita era coloradita, tenía cuernos la ratita, aunque se discutía si se trataba realmente de cuernos en sentido estricto o de sendos palillos de dientes que había encajado junto a las orejitas, en plan castizo, para cuando lo del queso. Las orejitas no eran peludas. Se les advertía incipiente pelusilla, y basta, pues la ratita debía de ser muy jovencita. La ratita parecía estar en la edad del biberón.
El ganadero propietario de la ratita y de lo demás que envió a la famosa feria fallera -Juan Pedro Domecq es su nombre- a estos cándidos animalitos de Dios los llama toros artistas. Los hay exagerados. Lo bueno del ganadero, sin embargo, es su fantasía oriental. Trae en una jaula las ratitas que roen los pastizales de su cortijo andaluz, y dicen que son toros; las ve pegar cabriolas en el redondel, y las eleva a categoría de artistas. Este hombre es capaz de venderles a los empresarios taurinos un ninot de falla y hacerles creer que es el Coloso de Rodas.
La ratita pegaba tumbos y José Tomás pegaba pases en justa correspondencia, allegando fijo ademán y académica postura. Raro fue el pase en que no se desplomaba la ratita a los pies del autor; luego los pases acababan como el rosario de la aurora. Lo cual no impidió que la faena concluyera triunfal. Despenada la ratita de certero estoconazo, parte del público se puso a ventear las almohadillas -según estilan los valencianos para pedir orejas- y el presidente concedió el trofeo.
El sexto ya daba tipo de novillo, tenía hechuras, fortaleza para soportar dos varas, sacó su pizca de mansedumbre y aspereza, y aunque José Tomás estuvo pegándole pases hasta entrada la noche, ya no pudo allegar ni academicismos ni finuras. Los toros tienen ese inconveniente: que en un momento dado le puede romper a cualquier la sistemática. No obstante, hubo un detalle muy a tener en cuenta: del volapié al cuarto envite, José Tomás salió trompicado con las astas hurgándole la pechera, y al zafarse del derrote, ni se inmutó, ni se miró siquiera los posibles desperfectos.
Salvo la lidia de ese sexto ejemplar, no hubo más novillada. Fue la novillada que no existió. Se caían los animalitos de Dios con sólo mirarlos -acaso eran también tímidos-; en lugar de meter la vara carnicera, los siempre feroces individuos del castoreño, ahora enternecidos, le rascaban un poco con la puya; la aguerrida grey banderillero les prendía mimos a los palitroques. Las cuadrillas, bien se vió, estaban transidas de sentimiento ecológico. Los diestros, por el contrario, resultaron ser más duros de corazón y molían las ratitas a derechazos. A veces intercambiaban naturales o manoletinas, quizás porque en la variedad está el gusto.
Javier Rodríguez intervino afanoso y bullidor, y a su primera ratita la llegó a ligar una excelente tanda con la izquierda, el Señor le premie por eso. Rivera Ordoñez, en cambio, estuvo mediocre, destemplado y torpón. Mal bagage para quien se encuentra a las puertas de la alternativa. Rivera Ordoñez se despedía de novillero en esta función ratonera, y si careciendo de enemigo sólo exhibió torpeza, destemplanza y mediocridad, lo que vaya a ser capaz de hacerle al toro -al toro-toro, se quiere decir-, es un secreto insondable, una procelosa incógnita.
El domingo (Morante, Perera y Cayetano) se volvió a observar problemas en las pezuñas de los toros, en particular la del 4to, el cual se vio claramente como se pisó el mismo y se terminó por sacar una pezuña, lo cual generó la incomodidad del torero. Acá tengo una hipótesis del porque sucede eso.
El sobrecrecimiento y las deformaciones de las pezuñas pueden estar, en algún caso, relacionadas con alteraciones metabólicas. es lo que se conoce por laminitis.
La laminitis es la inflamación de corión, el corion es un tejido vásculo-nervioso situado entre la última falange y el casco, dos superficies duras, la función de corión son la formación del casco, la nutrición del casco y mantener unidos el casco y la última falange.
El corion se inflama por causas traumáticas las cuales son muy poco frecuentes, debidas a sobreesfuerzos. Siendo las más frecuentes las causadas por actuación de toxinas vasoactivas, que dificultan la circulación sanguínea con lo cual no llega suficiente riego, como consecuencia de una formación de casco de baja calidad y hay una sujeción deficiente del casco, así se produce un hundimiento del tejuelo, desencadena en la compresión del corion de la palma para luego verse hematomas, necrosis y se pueden producir lesiones secundaras como úlceras y suelas blandas.
Las toxinas aparecen por infecciones y por problemas metabólicos; lo segundo es la que prima en estos casos y se manifiesta debido a que Los rumiantes son animales especializados en la digestión de alimentos fibrosos. Transforman la fibra en ácidos grasos volátiles por la actuación de las bacterias del rumen (flora ruminal). El proceso de formación de ácidos grasos a partir de fibra es lento, por lo cual el pH del rumen no desciende demasiado. Si administramos alimentos con gran cantidad de hidratos de carbono fácilmente digestible, la producción de ácidos grasos a partir de estos es rápida, baja mucho el pH ruminal y hay un cambio de flora intestinal. Estas nuevas bacterias producen toxinas que pasan al torrente circulatorio, llegan al corion y desencadenan una laminitis.
Se clasifican dos tipos de laminitis, la primera es la laminitis aguda. Poco frecuente en nuestro caso. Aparecen cojeras agudas bilaterales, con adelgazamiento, postración y posiciones anómalas de los animales (arqueados o arrodillados) y la laminitis subclínica. En los primeros momentos no aparecen signos claros, lo cual dificulta su diagnóstico. En este caso se verá una disminución de la calidad del casco, un crecimiento irregular del casco, se debilita la unión casco-tejuelo y todo esto prolongado en el tiempo, produce una deformación manifiesta del casco, que se puede observar a simple vista incidiendo en el aplomo del animal.
Se finí -c'est fini, para el lector que haya estudiado en colegio de pago-. Por fín acabó, en Burladero, ese portal vital de información para aquellos que evangelizan que el mensaje del milagro del toreo es transformar los panes en orejas y la casta en agua, el panegírico, publicado como una trilogía y dedicado a la figura del magnate o mangante taurino -aquí el orden de las letras no altera el producto. Léase también en el peor y más déspota y humillante de los sentidos-.
Las casas de los Choperita, los Lozano, Matilla, Chopera, Pagés y Simón Casas han explicado la situación de la economía de la Fiesta. De su economía. De su Fiesta. Y ha sido muy triste corroborar como después de tantos años cavando ratoneras en los circulos taurinos, de sufrir de codo de tenista a fuerza de desgastar las maeras de tantísimas barreras; de comprobar como el manso aquí es de triunfo y allí es de hule; de advertir que mientras para un faenón en el norte se exige Toro, en el sur, palmas por bulerías; y de hacer mas kilómetros que el baúl de la Piquer, no han comprendido nada.
Una de dos: o son malos estudiantes o lo que estudian no les gusta. Aunque, con el ánimo de satisfacer a aquellos que ven los toros como una cosa bonita con arte, y que sostienen que Bin Laden es un monaguillo de los Agustinos comparado con los talibanes que entran a leer esta bitácora, vamos a decir que estos productores taurinos sí que aprendieron algo, perfeccionando hasta el cumlaude aquello en lo que Juncal era maestro: el sablazo y la gorronería.
Porque es desconsolador ver como esta Fiesta nuestra ya no es que sea incapaz de dar toreros valientes y toros encastados, es que además ve como va desapareciendo el gracejo y el salero de los tunantes que de ella se alimentaban. Nos faltan sinvergüenzas con categoría. Cabrones que enamoren. Malos por los que nos jugásemos la vida. Como ese Hannibal Lecter, que hacía morcillas con la vecina del 5ª, y que daba grima, pero que decías `no comparto sus gustos culinarios, aunque peor se come en El Bulli, pero qué listo es el cabrón´; aquel Tuco, el zarrapastroso pistolero que se hizo famoso junto al bueno y el malo, más feo y ladrón no podía ser, pero admirabas su capacidad para esquivar la bala y romper la soga en el último suspiro; o el cuñao de Rocky Balboa, que no podía ser más pesado ni entrenando, pero al que su tozuda insistencia lo hizo pasar de borracho sin cantina a apoderado de un campeón. Sinvergüenzas con trapío.
Aquí tenemos a seis millonarios seis, hijos de millonarios, padres de millonarios y futuros abuelos de millonarios, que se dedican a lloriquear como si fuesen eralas de Zalduendo. Que si están arruinados; que si no ganan; que si somos injustos con ellos; que si las subvenciones son pocas subvenciones; que si la gente ya no va a los toros; que si José Tomás es malo, pero bueno; que si Molés televisa, que es bueno, pero monopoliza, que es malo. Sin embargo, la grandeza, el orgullo, el honor de compartir universo con el Toro no se les adivina por ninguna parte, no aparece entre tanta lamentación pecunaria. Son de una mediocridad astifina.
Si ya antes de este `gran trabajo de Burladero´teníamos conciencia de que nos tomaban por idiotas, ahora tenemos constancia de que nos tienen por muy, muy idiotas. Se les olvida al cacarear que somos los que pagamos las entradas, los que llenamos plazas y los que renovamos sin ilusión, año tras año, abonos incapaces de fertilizar nuestra afición. No les haría mal que alguien les dijese que nosotros, a diferencia de ellos, estamos aquí por simple y llana afición, con lo cual chanelamos perfectamente el caché de éste o aquel torero, lo que valen los toritos de esas ganaderías que rezan `elimina lo anterior de... y compra vacas y sementales de Juan Pedro Domecq´, y nos hacemos una idea, bastante aproximada, de por cuánto sale la fiesta, nunca mejor dicho. O sea, que se pueden meter en el hueco del burladero el discursito de `semos probes pero honraos´.
Como no le deseamos mal a nadie, y menos en estos tiempos, vamos a darle el cabal consejo que se le daría al charcutero de la esquina o al estanquero de la plaza, que también empiezan a ser víctimas del aumento del ecologismo y el afán de las prohibiciones: si el negocio no va, si pierdes dinero y la cosa no tiene pinta de mejorar, recoge los bártulos y vete. Cierra hasta que vengan mejores tiempos. O búscate otra cosa, chico. Que es por tu bien, chaval. Que no quiero mendigos en mi barrio.
Por eso, exigimos, sin esperanza de ser correspondidos, que se vayan de Alicante, Madrid, Sevilla, Almería, Zaragoza, Valencia y tantas otras; o por lo menos, rogamos que tengan a bien el no ponernos a su altura y dejen de tratarnos como tontos.
Esta ganadería procede de un lote originario de Vistahermosa que pasó por las manos un buen número de ganaderos: Barbero de Utrera, Arias de Saavedra, Ildefonso Núñez de Prado, Marqués de Gandul, José Antonio Adalid, Francisco Taviel de Andrade, Gregorio Campos, Narciso Darnaude, Romualdo Arias de Reina y Hidalgo Hermanos. A continuación la adquieren los herederos de Arturo Pérez Hernández, y el lote correspondiente a María López de Tejada es comprado por don Leopoldo Sáinz de la Maza y Falcó en 1955, que además se quedó con el hierro. Por tanto, han transcurrido casi cincuenta años desde que el Conde de la Maza se hiciera cargo de la vacada, por lo que él ostenta la responsabilidad plena en la evolución y desarrollo de la divisa, al margen de antecedentes que puedan servir a modo de reseña histórica. Sus herederos continúan con el mismo criterio de selección y manejo, aprovechando el importante fondo de bravura dejado por el anterior propietario.
El origen de esta ganadería es la de Carlos Núñez, ya que el Conde de la Maza formó la vacada con reses de Manuel Martín Berrocal. Antes había comprado varios erales de la divisa de Villamarta, también de origen Núñez, y tras tentarlos se quedó con algunos para padrear. A esa gran cantidad de ganado puro de Núñez hay que agregar, por un lado, algunas reses que el padre de Leopoldo conservaba en Arenales de Juan Belmonte, Gallardo y Gamero Cívico; así como varias vacas que el actual Conde de la Maza conservó al comprar el hierro de Arturo Pérez Hernández. Sin embargo, más del 90% de la procedencia de los toros del Conde de la Maza es Núñez, gracias a los sucesivos cruces en casi medio siglo de crianza y selección.
Sementales que hicieron la ganadería: Los más importantes fueron Rinconete y Zamorano, ambos procedentes de Martín Berrocal. También destacan Zafiro y otro Rinconete, estos últimos del hierro de Villamarta. Se da la curiosa circunstancia que los dos toros de nombre Rinconete, siendo de distintas ganaderías, procedían de la misma familia originaria de Carlos Núñez.
Primer Plano. Penumbra. Emerge una silueta, un espectro enjuto, calvo a la vieja usanza, tan moreno que parece calcinado por el sol, con la perilla poblada al estilo y forma del Capitán Alatriste. Su primer movimiento es postrarse encorvado, dar fé de su humillamiento, como si estuviese en misa de doce, en eso de cuando se comulga con el tarugo de pan al que algunos llaman Sagrada Forma. Lo presentan como el enterrador, aunque el pájaro presume de ser un artista con los fiambres, capaz de convertir la pestilencia de un cadáver sexagenario en Channel nº 5 y el rigor mortis de un ahogado en belleza pétrea renacentista. Con voz timorata a la vez que pedigüeña, cual páter de barrio bien, pide al Don que mire por su única descendencia, que ha sido forzada y vejada por un par de aficionados, borrachos y embaucadores, que la obligaron a beber hasta deshonrar su lustroso apellido. Resalta varias veces, para que quede claro el asunto, que ella, que es pura y decente, también dulce y noble, se resistió con bravura, si bien no le resultó suficiente para deshacerse del ataque de semejantes bandidos.
-Ninguna institución nos ha defendido, Padrino. No ha habido justicia para ella y ese par de talibanes siguen campando a sus anchas, mis ojitos los han visto con pancartas en el Siete. ¿Y sabe lo que le dije a mi señora? Que la justicia nos la hará Don Corleone.
- ¿Por qué vienes a verme ahora? Si nunca quisistes mi amistad.
- Le daré lo que me pida, Don Corleone. -le suplica el sepulturero besuqueándole la mano-.
- Pero, ¿Qué he hecho yo para merecer esto? ¿Qué he hecho yo para que me trates así? Vienes a mi casa a insultarme, a pedir que elimine a alguien, cuando ni siquiera me llamas Padrino -le intimida mientras se atusa, con táctica marcial, el mostacho-. Está bien, por ser el día que es, no puedo negarme. Pero ten en cuenta que algún día habrás de devolverme el favor.
- Grasias, grasias, Padrino. -se retira por la puerta con el rabo entre las piernas, dando grandes bocanadas de alivio, como el besugo recién pescado que presiente que lo van a devolver al mar-.
Un séquito de matones se acerca a la mesa, con la intención de despachar definitivamente el asunto. El Consigliere, también levantino, mano derecha, sucia y navajera, del capo mediterráneo, es el que maneja todos los hilos bajo la tapadera que le proporciona una revistilla sobre el morucho de lidia y los parásitos que de él se aprovechan.
- Manolo, ¿a quien mandamos para hacerle justicia a Juan Pedro?
- A alguien de fuera, que no nos implique directamente. Mandáselo al de Triana. Que lo ponga bien por todas las ferias. Si es necesario, habla con la Mesa del Toro y que le indulten tres o cuatro toros. Pídeles discrección y sigilo, que éstos son capaces de indultar media corrida en San Isidro.
Fuera, en el cortijo, novios e invitados dan buena cuenta del ágape nupcial, que consiste, cómo no, en una exhibición de los únicos manjares que sientan bien a los estómagos agradecidos de la Famiglia: los fiambres y la chacinería del encaste bodeguero, regados con los vinos, sin cuerpo ni sangre, que se vendimian en la yerma y estéril dehesa jerezana. En uno de los rincones de la alquería, una dama despamelada, pamela en mano, recoge, depositándolos en una saca, los pingües sobres con los que los convidados siembran de prosperidad su porvenir más inmediato. Si la sementera de billetes es buena y la talega acaba siendo una plétora de oro, ya saben lo que habrán de leer y oir la temporada próxima: indultos a novillotes con hierros legendarios venidos a menos, de esos que son herrados con el gas a butano; faenas superiorísimas, antologías del toreo puro esculpidas por toreros ultrascendentes; y unos cuántos de días `des´y horas `hache´de la historia de la tauromaquia en Cabezabellosa, Cantalejo o Alcollarín.
Mientras sigue la parranda, en el umbral de una de las estancias del cortijo que hace las veces de oficina, como si fuera un reventa, hace cola un hombre que por su aspecto no lo parece. Embutido, al más puro estilo cantimpalo, en un traje que le sienta como el jalufo a los hijos de Allah, sudando a mares, con el pelo como un estropajo de esparto blanco, del maltratado por el sol y con una incontinencia verbal presa, sin duda, del pánico. Se juega mucho.
- Don Cogleone, estoy en la boda, feliz y ... ¡bah! No...
- Padguino, estoy muy encantado y feliz ... no... no...
- Me siento Padguino, hongado, de que... no... ufff... no me va a salig. Mientras el caricaturesco personaje sigue intentado montar un discurso de más de veinte palabras sin hacerse la sisa un ovillo, los jardines se van pareciendo a Sodoma y Gomorra. Con la diferencia de que en Sodoma siempre hubo justos, virtud que a estos de aquí no se les presupone. Todos bailan alegremente al compás de las coplas que se marca el cantante oficial de la Famiglia, que acaba de llegar de una glamourosa gira por el resto de España. Qué hubiera sido de él de no haber mediado en su favor el Don. Garganta, ritmo y pescuezo de cantaor siempre tuvo, pero sin ese Plus y ese Ser, que tienen algunos `consejos´del Padrino nada habría sido igual.
♫♫ Desde el ruedo de la Ser,
lo que usted quiera saber
sobre el mundo de los toooorooos ♫♫
♫♫ Por montera la verdad
de la Fiesta Nacional
programa de Grana y oooro ♫♫
♫♫ Los domingos para usted
junto a Monolo Molés
se lo contaremos toooodo ♫♫
♫♫ En la Ser, en la Ser, en la Ser... ♫♫
Y sin playback. José Luis del Serranito lo había vuelto a conseguir una vez más. El público sucumbía ante la majestuosidad de las letras y la métrica alejandrina, amén del torrente de voz del artista. No se veía a las masas tan poseídas desde el España - Malta. Jaleo para rato...
En el despachito al que nos referíamos antes, el capo, harto, no para de acariciarse el bigote, la pernera del pantalón o el nudo de la corbata. Hubo un tiempo en donde por la finca había gatos, y no faltaba nunca uno pardo en su regazo, que era objeto de toda clase de carantoñas. El caso es que ahora no los hay, nadie sabe el porqué. Los que trabajan en el servicio dicen que se los metieron en una cestita y se los llevaron de sobreros a las Ventas. A algunos les cortaron las orejas. Ha acabado con todos los requerimientos del día, o casi todos, y apenas si ha podido disfrutar de la fiesta. Pero aún le queda una mosca, cojonera, pero no española, -caso extraño, porque todas lo son- con la que bregar. No será por ganas.
- Manolo, debes de recibirlo. Lleva haciéndonos el trabajo sucio mucho tiempo. Además, bien sabes que será el próximo capo de Madrid y ya trabaja para la familia. Es un pesado engreído que no cae bien a nadie, pero debes de hacerlo por el día de mañana.
- Venga, rápido, házmelo pasar.
Y ahí que entra, con su apariencia de diplomático despistado, de Moratinos cavando con el CETME una trinchera en isla Perejil, presto a hacer su pequeña gran declaración al jefe.
- Don Cogleone, estoy hongado y aggadecido a que me invitase a venig a su boda, sssu su casa... en el día de la boda de Manzanita y deseo que su primeg hijo, sssu su primeg nieto, sea un hijo. En pgenda de mi etegna lealtad, le doy este sobge para el enlace nupcial de Manzanita.
- Gracias, Simón Casas, mi más preciado amigo.
Y ahí que los dejamos, hablando de sus cosas, de lo que van a hacer con Madgid, de la cultura, las producciones... mientras nosotros nos vamos a la cama esperando que después de esto, no nos despertemos con una cabeza de caballo entre las sábanas. Aunque bien pensado, si esto pasa, pelillos a la mar, Manolo, porque no tengo caballo...
Uno de los argumentos que los toreros, no nos engañemos, todos o casi todos están a favor del paso a Cultura, han esgrimido para defender la dignidad y supervivencia de su oficio, es el de que la Tauromaquia es un arte, una tradición, una liturgia que forma parte -indivisible e indisoluble- de la idiosincrasia de este país. A mí me parece que es así. Ahora bien, ¿por qué no son consecuentes con sus palabras? ¿Por qué nos hacen pasar tantos bochornos? Ya no vamos a entrar en el respeto a la ética y la ortodoxia, que sabemos que no lo tienen, pero por lo menos las formas sí que deberían cuidarlas. Tan difícil no es. No hablamos de torear Miuras, ni de presentarse siete tardes en Madrid.
Y es que no me imagino a Plácido Domingo cantando en el Teatro Real con una chupa de cuero o a un legionario cantando el `soy el novio de la muerte´en tanga.
Señores maestros, sean consecuentes con sus palabras, y sobre todo, con sus actos.
* Les animo a que se introduzcan en la visión, año 1969, muy particular de Juan De Málaga, -casi crítico non grato en este blog a partir de ahora-, de la Época de Oro del Toreo, que tanto concuerda en género y número con los abolicionistas de la esencia taurómaca, los flamenquines del G-7 y sus correligionarios. Desde aquí defendemos, hasta el final, sea cual sea, la certeza absoluta de que en la Tauromaquia siempre hubo fraude, espabilaos y borregos; pero también lidiadores al servicio del arte, toros encastados y taurinos con señorío. Aquella Fiesta no fue perfecta, pero es que ésta, simplemente, no tiene un pase...
Juan De Málaga
El Ruedo
Enero, 1969
LAS `HABAS´ DE LA ÉPOCA DE ORO DEL TOREO
Desgraciadamente, aunque por lógica ley de vida, quedamos muy poquitos de los que sabemos bien por qué pasó a la historia, con el nombre de Epoca de Oro del Toreo, la de Joselito y Belmonte, y no hablamos de ella por referencias, sin haber visto siquiera a `La Maravilla de Gelves´y, sólo en sus reapariciones, a `El Ciclón de Triana´. Claro que esto no nos parece mal, porque también nosotros hablamos de Lagartijo, Frascuelo y Guerrita sin haberlos visto, y , de igual modo, otros escritores, de los Reyes Católicos, de Cristobal Colón y hasta del Rey Herodes, que en estos días citamos casi todos los que pertenecemos al periodismo.
Lo que no nos parece tan lógico es que esos nuevos `joselitistas´y `belmontistas´nos quieran hacer creer que, en la época de la inolvidable pareja todas las corridas eran magníficas, todos los toros cinqueños y con grandes defensas y que los públicos salían todas las tardes entusiasmados de las plazas. Y no sólo no lo creemos lógico, sino que es falso, porque también en aquella época `se cocieron habas´.
Se la llamó de Oro, justamente porque, desde la retirada del Guerra, en las corridas, lo atrayente y lo que prevalecía era el toro-toro, y ya conocen ustedes la frase de que `cuando el toro es chico, es porque los toreros son grandes, y viceversa.´
Joselito, primero, y Belmonte, después, llegaron cuando quienes mandaban eran Ricardo Bomba y Machaquito, artista uno y temerario otro; pero que sólo llenaban plazas en los días de corridas de Feria, y éstas no llegaban, ni siquiera en Madrid, Valencia y Sevilla, a la media docena de espectáculos. El número de esos aumentó con José y Juan; la pasión entre los aficionados llegó a límites que no había tenido nunca, y los honorarios de las dos grandes figuras aumentaron gigantescamente, en dos mil pesetas, a los mil `durazos´que cobraba Guerra.
Pero nada de esto quiere decir que la gente saliera siempre encantada de la plaza, que los toros fueran grandes y que nuestra gran Fiesta no tuviera males parecidos a los que hoy tiene, y que algunos viejos y chocheantes aficionados, y otros jóvenes, aunque también viejos de espíritu, creen que acabarán con ella.
Recuerdan ustedes el primer mano a mano de Joselito y Belmonte celebrado en nuestro circo de La Malagueta, del que salieron defraudados todos los críticos madrileños que a Málaga vinieron, y, entre ellos, el entrañable Curro Castañares -que, como yo, en mi `Sur´, EL RUEDO y la Radio, sigue él escribiendo de toros en `Ya´-, que tituló su crónica en el semanario `The Kon Leche´, `Un mano a mano con monos monos.´El propio Juan, en el libro que le escribió Manolo Chaves Nogales, al que no pocas veces me he referido y sospecho que todavía tendré que hacerlo muchas más, decía: `Los públicos empezaban a cansarse de nosotros, precisamente por la sensación de seguridad, de dominio y de eliminación del riesgo que habíamos conseguido dar. Esto como digo, era todavía más grave para Joselito que para mí, porque daba más aún que yo la sensación de que toreaba impunemente. Y aquel torero que había gozado como ninguno del favor de los públicos se desesperaba al ver que las multitudes se volvían injustamente contra él. La gente veía que una vez, y otra, y veinte, y cientos, llenábamos las plazas y cómo ni a Joselito ni a mí nos mataba un toro, empezó a considerarse defraudada hiciésemos lo que hiciésemos. Tal sensación de seguridad dábamos en los ruedos, que el espectador llegó a creer que lo estábamos robando´. Eso el espectador -agrego yo-, que en los periódicos también se escribió de ellos cosas parecidas a las que hoy se dicen de Ordoñez, Cordobés, Camino, Puerta y demás figuras del toreo. Incluso se habló de afeitado de los toros y la prueba la ofrecemos en esa portada, reproducida de un semanario taurino que se titulaba como el diario londinense, porque en aquella época se pusieron de moda los títulos raros, con abundancia de `K´: `The Kon Leche´, `Kafé con Media´ y `The Times´, que no tiene `K´, pero tampoco la menor relación con asuntos taurinos.
Y no era sólo en los semanarios donde aparecían acusaciones y críticas contra Joselito y Belmonte, pus el propio Corrochano, el amigo querido y admirado compañero nuestro, escribió en ABC una crónica de su visita al encerradero de Los Merinales, refiriéndose al cajón que vio preparado para lo que entonces se llamaba, modestamente, el arreglo de las reses, consistente en igualar los pitones, quitándole a uno lo que le sobraba con relación al otro y a éste lo que le había quedado de más, por error de apreciación en la operación primera.
Nada de esto quiere decir que estemos conformes conque sigan los actuales males de la Fiesta, que deben ser evitados a toda costa, pero sí que no se escandalicen algnuos de los que conocieron y que se empeñan en convencer a la gente de que antaño todo era perfecto, y sólo lo de ahora merece críticas, pretendiendo llevar al ánimo de las gentes que en el negocio taurino todos se dedican a estafar al público. O sea, lo que ya decía Belmonte en su libro de los espectadores taurinos en la justamente llamada `Epoca de Oro del Toreo´