sábado, 2 de octubre de 2010

Oliva Soto pierde una ocasión de oro

Iván De Andrés





El cartel más rematado de esta feria se rompió con la ausencia de José María Manzanares. Se anunció el joven Oliva Soto, que de buenas a primeras se encontró con la ocasión de su vida. De paso confirmó la alternativa y de paso se encontró con un gran toro de Cuvillo. Era como ganarse la lotería sin jugar. Demasiada suerte. Y el muchacho pagó con sus nervios y sus ganas de triunfo. Nunca se reposó con el buen toro, incapaz de someter por bajo, ejecutando un toreo eléctrico y veloz. Y así se le fue la gran oportunidad de su vida porque en Madrid no se encuentra un camino tan allanado todos los días.

Otro buen toro, el tercero, fue para Talavante que tuvo un comienzo de faena torerísimo, plantado en los medios donde ligó los estatuarios, con las trincheras y el de pecho. Los derechazos desmayados y los naturales a cuentagotas pero con empaque, prometían algo más que un abrebocas. Talavante se conformó con poco, aunque bueno, y la espada liquidó cualquier posibilidad de trofeo. En el otro intentó de nuevo el toreo relajado, pero esta vez el toro tenía poco recorrido y se paraba.


El Cid, con un lote áspero y sin emplearse, estuvo desconcertado y nunca se encontró a gusto. Muchas dudas en la cara del toro y pocas ideas para resolver la papeleta. Es muy de tener en cuenta que este torero se deje anunciar en Madrid como si fuera una actuación cualquiera, pero de tanto ir el cántaro a la fuente...ya se sabe el final. El Cid ha sido santo y seña de la plaza de Madrid durante muchos años y la gente lo tiene como un torero de casa. Pero también en la familia hay que cumplir a cabalidad y no ha sido este año, ni el anterior, la ocasión para disfrutar del cariño fraterno. A veces es mejor dejar pasar los encuentros familiares.

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