Sería absolutamente incoherente que el parlamento regional no votara en contra de las corridas. Perdería todo sentido el trabajo de tantos años elaborando, día a día, la versión de una España de tradiciones bárbaras, una España tosca e intolerante, frente a la pacífica región de la sensatez, el entendimiento y la modernidad. No iban a desaprovechar una ocasión tan vistosa para poner una pizca más de distancia.
Sin embargo, debemos reconocer que se les ha servido en bandeja esta nueva ocasión que les permite exhibir diferencias. Hacía muchos años que, en Barcelona, la afición a la tauromaquia había decrecido considerablemente. La realidad implacable de La Monumental era la de una plaza sin público (si exceptuamos el fenómeno Tomás, marcado en parte por el incentivo esnob). Descifrar las razones de la decadencia es relativamente sencillo. Hay que aludir necesariamente a un empresario instalado en la inercia que, durante varias décadas, ha demostrado su incapacidad por hacer frente a la situación creada al finalizar la dictadura. Ésta fue la circunstancia que aprovecharon los afectados por el virus étnico para purificar la región de aquellas cosas que, según su mollera, no pertenecían a la improvisada ortodoxia regional del momento. La irradiación de sus ardores revanchistas consiguió que también los toros se convirtieran en un fenómeno anacrónico, con cierto tufo del pasado franquista. En definitiva: asistir a una lidia no era algo culto, ni correcto, ni mucho menos del país.
Hoy, no tiene ningún sentido encararse ante la irreversible realidad. Por un lado, estamos ante una nueva oportunidad para la política de limpieza étnica en su versión de chicha y nabo. Por el otro, se trata de una actividad ruinosa por falta de clientela. Visto el panorama, es mucho mejor que la decisión del parlamento sea prohibir los toros, así por lo menos finalizarán con honra. Nada sería tan lamentable para los aficionados como dejarnos exhibiendo la decadencia. Por mi parte, además de Madrid, me quedan Nimes y Arles para no tener que soportar las gansadas del régimen. De nuevo, la libertad está en Francia. ¡Como si el tiempo no hubiera pasado!
Por Albert Boadella
Dejadme aprovechar la ocasión de aplaudir un comentario de este caballero catalán, que nunca ha dudado el alinearse con la causa taurina, allá donde fuere, más ahora que están encendiéndose las calderas de Pedro Botero para cocinar a todos los taurinos en su “país catalá” Y la mejor manera agradecérselo es con este sonetillo que ya escribí por esta causa….
ResponderEliminar¿A estos vulgares sujetos
productos de la apatía
no les da una alferesía
por sus infames epítetos..?
Y erudito a la violeta
dijo que esto cambiaría…
Que rosa, clavel sería,
en vuelos de su muleta…
Un mal signo quisquilloso
quiere trastocar lo bello
como a los toros lidiar…
¿Como prohibir lo hermoso?
¡Nuestro más genuino sello
de bravura singular!...
Fernando Naranjo
25/04/09
Gracias por la visita y por ese ``sonetillo´´ como ústed dice. Nada me gustaría más que tuviese que escribir otro próximamente loando la victoria en la batalla, que no en la guerra, de los aficionados en Cataluña contra los abolicionistas.
ResponderEliminarSaludos