lunes, 20 de agosto de 2012

Fernando Cruz. Torero.




"Papa boy a ser torero y me da igual que no te lo creas pero si tu no quieres comprarme el capote y si no quieres que sea torero me lo dices pero a mi si me gustan los toros yo quiero ser como Espartaco, Litri, Celso Ortega, Raul Aranda y como Juan Cuéllar, lla me he leído el libro que me dieron aller y e practicado esta mañana el toreo como me digas que no no te quiero porque me gusta mucho. Te prometo por que me muera que lo voy a ser Fernando. Voy a ser buen torero te lo estoy diciendo en serio quiero que me apuntes a las clases pronto. I no lo digo en broma, a y no se lo enseñes a nadie A MAMÁ NO."



¿Que camino aguardaría dos décadas después a aquel mocoso de diez años que amenazaba con no querer a su padre si no le permitía ser buen torero?


Uno para hombres, con un invierno eterno e implacable, como el que temen en la canción de hielo y fuego los norteños de las tierras de Invernalia, repleto de tentaderos en esas casas de postín que hacen unas veces de guaridas del terror y otras de enciclopedias del atlas de una España que conoció mejores tiempos, bregando belcebús con mano firme y convicción espartana, recentando doblones, naturales y trincherazos al galafate anacoreta de Moreno Silva, a la vaquita levantisca de Mara Mayoral, al utrero huidizo de Dolores Aguirre, al morito de Monteviejo y a la morita de Carriquiri; a los grises de La Quinta y José Escolar; a la moza cinqueña de Barcial, con más barbas que Matusalen; al los ibanes tataranietos de Bastonito; y a la ilidiable estirpe -para la taurocracia- navarra de Miguel Reta y Arriazu.

Este es el empírico itinerario, ruta del Toro por antonomasia, emprendido este invierno por Fernando Cruz, de oficio matador de toros, como preparación para una temporada en la que contaba con los mismos contratos para torear que aquí el menda. Con lo fácil, y ventajoso, que le hubiera sido ir a tentar a Garcigrande, sociedad torícola convertida en nuestros días en la central de Cultura, en el priorato de ganapanes, en el Houston del taurineo -¡Houston, Houston, tenemos un problema! gritó a los gafas de la NASA el astronauta Swigert desde el Apolo XIII y ¡Justo, Justo, tenemos un problema! tuitea el Juli cada vez que un novillero mata (poniendo dinero) el bicho que no tienen cojones a matar las figuras (trincando los cuartos con los que los pueblos subvencionan sus fiestas)-. 

Mientras el taurinismo intenta lapidar el sistema, su sistema, con la piedra primera en la mano para acertarle en la frente al toro con yerbas, casta y arrobas, hay toreros con mayúsculas que se pudren en el ostracismo, victimas de complots empresariales, de la mezquindad del compañero, que un día te tuitea un #fuerzafulanitodetal y al otro te boicotea en Villaconejos porque eres un peligro público para la cultura, un cabrón con pintas que peca una y otra vez de guerrillero torista pro-Siete, matando hierros que son al arte lo que las faenas de Ponce a la brevedad, to-re-ros damnificados por el tercermundista conocimiento taurino del gran público, auténtico verdugo de la tauromaquia, que no sabe ni hace por saber que el toreo como arte, ciencia y liturgia perdura por lo siglos de los siglos gracias a personajes como este Cruz, que algunos dirán de perfil bajo, con escasa gracia para fumar puros y menos trapío sobaquero para anunciar desodorantes y colonias de Loewe, pero maestros en lo que a torear secamente se refiere -no presentar remilgos a tener un enemigo a la altura y atesorar el conocimiento de unos cánones que no sieguen la ética del combate-.  


Por eso hay que exigir respeto -y contratos- para Cruz y los "cruces" que hay en el escalafón, y no sólo en tiempos de cornadas.

Y es que no hay nada más antitaurino e hipócrita que una masa de aficionados acercándose y alabando a un torero simplemente por la pena de la cornada. ¡Un matador de toros, figura retórica de la chulería y el orgullo, nunca puede dar pena!

Y si la da, es que se ha equivocado de profesión.




 Gallito de Velilla en plena corrida y Cruz tentando una vaca de Barcial.





La cargazón de la suerte descarga de razón a los revistosos






viernes, 3 de agosto de 2012

Todo listo para el duelo




"Todo listo para el duelo". Titulan en Burladero, ilustrando con una magnífica foto de un momento del sorteo, en la que en una zona delimitada con cinta de la policia local, como las que colocan en america los del FBI cuando se ha cometido alguna tropelía, cuchichean Morante de la Puebla y Curro Vázquez mientras al fondo, un secreta que se hace pasar por morantista sobrevevenido del currismo, vigila uno de los portones de chiqueros. Ahí está el hombre, ojo avizor con Destocado, de Victoriano del Rio, con Ilustrado, de Nuñez del Cuvillo; con Granado, de Jandilla; con Vocerío, de Juan Pedro Domecq, con Burriño, del Pilar y con Seductor, de Zalduendo. Que a uno no se le ocurre otra cosa que pueda estar haciendo ahí este hombre que no sea la de asegurar, dando su vida si es preciso, que no le peguen el cambiazo a esos seis toros elegidos a dedo para engrosar los anales de la tauromaquia con su nombre y el de su distinguido hierro. No vaya a ser que al Pasmo de Galapagar en lugar de hacerle los estatuarios al de Victoriano, la croqueta al del Pilar o la manoletina al Jandilla, le toque indultar otro cárdeno de Adolfo Martín.

El gesto de Curro Vázquez, con el pelo cartesiano y las manos metidas en los bolsillos, que es el gesto más español que hemos visto en estos días de juegos olímpicos, lo delata. La tranquilidad que solo da el trabajo de campo bien hecho y el conocimiento de que cuando salte la primera cabra por toriles, el tiempo se detendrá, el morantismo entero será un gran orgasmo y las musas, que andan ataviadas este mes de agosto entre el vestido de faralaes y el chandal olímpico español, tendrán curro a destajo, bordando un molinete aquí, rematando una verónica allá, dándole lumbre al habano del de la Puebla, sujetando como estacas las piernas pétreas de jotaté, inspirando quevadísticamente a los plumillas que mañana lo contarán...

Al final del festejo, me niego a llamarlo corrida de toros, un hombre en el ruedo, con guantes de látex, con una tiza trazará una línea bordeando seis cadáveres con cuatro patas y pocas orejas, los de la media docena de muertos que sucumbirán en nombre de la Fiesta Nacional, y que es una de las mayores atrocidades públicas que se pueden ver en nuestros días. La de la tortura de unos animales indefensos, cobardes, mohínos y derrengados. 

Y encima, los señores que los torturan, vacilando.

 



miércoles, 1 de agosto de 2012

La mirada del tigre


Manon



Parece mentira que detrás de esos ojos aturquesados que alumbran, como faros de Alejandría, el camino en el que han de encontrarse el miedo -barco pirata con el toro por bandera- y la astucia -con su cuadrilla de pintas, niñas y santa marías, colmadas de bravos íberos-, que lucen como un par de gemas encaladas en un rostro que bien podría ser de travieso monaguillo -de los que se beben el Rioja cobijados tras el altar- o de protagonista barbilampiño de Harry Potter, se esconda un matador de Toros con todas las de la ley.

No es que acojone, como la de Clint Eastwood, ni que te deje petrificado, como la de Audrey Hepburn, simplemente es la mirada del tigre, del "tigre de San Fernando", como es aclamado por el tigrerío y por tigristas partidiarios, felino castizo que ahí sigue, dale que te pego, el fiera, miurada pa'llá, victorinada pa'ca, sin tener el gesto y el decoro, en pos de la cultura, de cortarse la coleta antes de ser devorado por el arte como cuando Saturno, durante el toro de la merienda de un sanfermín mitológico, se almorzó a sus hijos. Avergonzando la neotauromaquia que tratan de imponer los antisistema del jédiez, que son a la tauromaquia clásica lo que Sánchez Gordillo, alcalde de Marinaleda, al capitalismo -unos tocapelotas que caen simpáticos, como el cuñao que se lleva de casa a una hermana tonta-. Empecinado el tigre, a pesar de que hace una década ya de sus dos salidas por la Puerta Grande de Madrid, en ser gente en esto, cuando no caben más. Antes en España levantabas una piedra y te salía un albañil. Ahora, apartar con el dedo gordo del pie un chinarro y explotar por los aires una densa metralla de artistas, albardanes y saltimbanquis es todo uno. A donde irá Robleño sin tuiter, como Manzanares, sin el porte telenovelesco de Cayetano, que ahí está la criatura, en el listín de la Vanity Fair -el seistoroseis del glamour ibicencomarbellí-, como uno de los cien metrosexuales votados por la mujer española para en mano a mano, ponerselos astifinos al marido -de lo que se puede deducir que la hembra española del veintiuno es torista y con su pañuelo verde pasa por el siete de la vida, protesta que te protesta- y sin estar llamado por las sendas de las importancias -todos los caminos importantes llevan a Velilla- como el July, que se cree más importante que el que inventó la pólvora.

El de la importancia que, por cierto, anda metido a cooperante en la oenegé Save the Children -salvad a los niños, para el lector que sea de la Logse- cargándose las novilladas de las Ventas, que son así desde que el mundo es mundo, y convidando a los chaveas a una ronda de garcigrandes y juampedros, que son animales beodos que en lugar de galopar con bravura brujulean haciendos ochos, como Ernesto de Hannover en una boda gitana y que debieran ser lidiados -o cuidados, mejor dicho- en botellódromos portátiles y de tercera.

Para espejo de juventud, el de Robleño, que ha hecho carrera a base de cantidades industriales de quina, pantanetas de sudor, barricas de sangre y temporadas enteras a pan y agua convertidas en huelgas a la japonesa en los tentaderos de Cuadri, Miura o Victorino. Trabajo, esfuerzo y coraje frente a la comodidad, engaño y manipulación del Juli, que por mucho que este año se haya hecho antisistema, con su terno pañuelo palestino y oro, no deja de ser el Juli, al que padre y apoderado convirtieron en lo que es. Por sus frutos los reconoceréis -a los profetas, lobos con vestiduras de oveja- dice el sermón de la montaña. Y del Juli, que sermonea contra el judas que se sienta en el tendido y pide la casta del toro y la valentía del torero, en catorce años de alternativa, catorce años amamantado por el sistema, catorce años con sus noventa tardes haciendo el paseíllo de bankia y oro, no se recuerda ni un maldito natural cargando la suerte, ni un domingo de abril con Miuras en Sevilla, ni nada que lo haga merecedor de ser recordado como matador de enjundia ni mucho menos como ejemplo para el maletilla que sueñe con ser (buen) torero.


Lo que el ojo no ve*



*Isaias y Tulio Vázquez, José Escolar, Cuadri, Miura, Victorino, Moreno Silva, Palha, Barcial, Cura de Valverde, Prieto de la Cal, Partido de Resina Antiguo Pablo Romero, Fernado Pereira Palha, Flor de Jara, Murteira Grave, Hubert Yonnet, Dolores Aguirre, Tardieu, Guardiola, Hernández Plá, Juan Luis Fraile, Irmaos Díaz, Conde de la Maza, Miguel Zeballos, Saltillo, Sánchez Fabrés, Assunçao Coimbra, Rekagorri (y un largo etc que no incluye los derivados juampedreros).