jueves, 29 de septiembre de 2011

Rios de coraje

Poyatos
Saltó el primero a la arena, un toro alto, cuajado, enmorrillado y tocadito arriba de pitones; un "tío". Todos dudamos, hasta que Conchi Ríos se hizo con él, apreciando que no venía a pasar la tarde. Y así fue. Tras pedir el cambio de tercio con un puyazo vimos que había cometido un error, al no darle un segundo y quizá un tercero. Citó de largo, dio el pecho (sin tonterías) y vio venir el "tren" en tres series por el pitón derecho templadas, corriendo la mano y sin enganchones. La mejor fue la segunda tanda. Probó por el izquierdo y logró una serie limpia, un tanto despegada, pero aceptable. Debió continuar, antes de darse al toreo accesorio. Acertó con una estocada trasera y le concedieron las dos orejas. Pese a estar por debajo del novillo, tuvo mucho mérito la novillera.
Un gran toro: bravo, encastado, no tonto, exigente, con calidad y recorrido por ambos pitones. Uno de los mejores de la temporada. Para mí, sin duda. (seguir leyendo...)



Pues si, dos orejas para la novillero Conchi Ríos en una novillada interesante de Valdefresno, con buenas presentaciones de los novillos (no me cansaré de dar las gracias a los responsables) y mucho y variado trabajo para los novilleros. Destaco el primero, que salvo cierta querencia demostrada aisladamente por los terrenos de chiqueros, lo hizo todo para ser un excelente novillo y fue aplaudido en el arrastre. Conchi Ríos le cortó las dos orejas no porque sea una novillero "artista" sino porque demuestra arrestos y maneras en su muleta. Eché de menos otra tanda de naturales porque el tal "buscador" la tenía y tal vez era el pitón más emocionante, pero con más peligro, cierto es (seguir leyendo...)



Novillada Arnedo 28-9-2011 por burladero_es

Veraguas un siglo después: de Juan Belmonte a Carlos Gallego





En el centro de la plaza hay un toro del Duque de Veragua. Su pelo es colorado; su nombre, Chimeneo. Un toro bravo, un toro mu guapo, como diría Guillermo, el viejo vaquero del duque. El toro, fino y recortadito, se había arrancado bien a los caballos, y como era pegajoso, le habían castigado mucho. Como ves, amigo Guillermo, hablo del toro antes que del torero, para que no me preguntes en la primera ocasión; `¿Pero porqué no se habla más que del torero? ¿Y el toro? ¿Es que no tiene madre? ¿Es que no tiene amo?¿ ¿Es que no tiene vaquero que quie saber como se porta, porque pa eso pelea con él desde que nace?´´ Pues ese toro, con madre, con amo ilustre, y con un vaquero de noventa años, que llevó corridas al Chiclanero y al Tato, se encontró ayer en los medios de la plaza con Juan Belmonte. Yo no sé qué hubieran hecho el Chiclanero o El Tato; pero, te contaré, Guillermo, lo que hizo Belmonte. Después de un pase ayudado por alto, tres o cuatro pases naturales, unos cuántos con la derecha y, como adorno, un intercalado de molinetes y pase afarolado. Pero ¡cómo los dió, querido Guillermo! Los pases naturales no sé cómo explicártelos. Es una cosa tan sencilla, tan natural, que no encuentro término de comparación adecuado. Es tomar al toro, que está en la derecha del torero, y trasladarlo a la izquierda, sin violencia, con un suave movimiento de mano, como si no hiciese más que indicarle el lugar que desea que ocupe. Es un diálogo en el que se pregunta el torero y responde el toro. Pero no uno de esos diálogos tan frecuentes en que toro y torero hablan por el métido Ahn: `Que buena tarde hace´. `No tengo más que dos pesetas´. En este diálogo de Belmonte y Chimeneo había congruencia, mutuo acuerdo. Belmonte, con la naturalidad del que verdaderamente dialoga con el toro, decía al engendrar el pase: `¿Por qué no pasas a este lado?´; y el toro, pasando también con naturalidad, sin violencia, asentía, como si contestara: `Lo mismo me da, y puesto que lo deseas... No tengo preferencia por ningíun sitio´. En esto de la preferencia no fue franco Chimeneo. Tenía preferencia por las tablas, adonde se quería ir después del pase natural. Por esto, y por llegar algo agotadillo, la faena no fue ligada, continua, seguida; éste fue el único cabo suelto para que fuera una faena redonda, definitiva, caso que no perdono a Chimeneo, porque, como detalles aislados, momentos de arte insuperable, pueden contarse tantos como pases. ¡Qué naturalidad, qué expresión, qué fuerza, qué manera tan suave, tan sencilla, tan natural de llevar al toro en la muleta con un ligero movimiento de la mano!







Hoy, los Veraguas sobreviven como pueden, y no será precisamente gracias a la élite torera. En otras épocas hubo trampas, tantas o más que ahora, pero de vez en cuando también se pudo ver la Fiesta en todo su espléndor: explosiva, impactante, fuera de control, sin trabas. Dentro de unos días, en Zaragoza, se lidiará una corrida de toros de Prieto de la Cal, hecho extraordinario. Lo que no lo es tanto es que maten y apechuguen con esta papeleta hombres que dignifican el oficio, como Fernando Robleño, Alberto Aguilar y Carlos Gallego. Nos les queda otra, el establishment taurino así lo ordena, me corroe la duda de saber que pensarán del asunto, de la justicia, y del bien y el mal taurino, los Salvador Boix, Roberto Domínguez o Curro Vázquez que hace unas horas pusieron en entredicho la ética de todo un parlamento elegido democráticamente. ¿Es de ley que Carlos Gallego mate, si puede, los "padres" de los bichejos que matan las figuras? ¿No están coartando la llibertat de los toros de encastes minoritarios y los derechos del aficionado con tanto encaste Domecq? Taurinos y políticos, no sois tan diferentes. Aunque a los políticos, por lo menos, los elegimos -el atino es ya otro cantar-, mientras el taurinismo es impuesto por lo civil o lo criminal.

Anunciándose con los de la Ruiza el triunfo ya se lo han ganado, el gesto lo merece, aunque no salgan en Aplausos y en Burladero no les dediquen críticas sensibleras que inciten al gimoteo y el moquillo. Mis respetos para todos ellos.


Nota: Fotos de la señora corrida en la Cabaña Brava. Click AQUÍ

martes, 27 de septiembre de 2011

Adéu, Barcelona

Roberto Moreno


La Monumental de Barcelona, en tiempo ha vergel prolífico en bravura y hombría, ya es llanura esteparia. Se cierra para siempre, mal que pese, que pesa, con o sin togados, con ielepés o sin ellas, porque dentro de unos años, en caso de que se pueda revocar legalmente la situación, la afición, y el germen de ella que medra en la juventud, estará enterrada en el nicho que han escavado los propios taurinos. No hay vuelta atrás. Decir lo contrario es mentir, y seguir, como quieren que sigamos, taurinejos so ilusos, vendedores de brebajes crecepelo, montados en la nube de algodón que nos ha traído en volandas hasta este laberinto cuya única salida, salvo milagro, es un precipio. Barcelona taurina es pasado, por muchos recuerdos que guarden nuestras retinas, el toreo en la Ciudad Condal dejó de existir, y nuestro espacio temporal no volverá a coincidir con el del rito al toro.

Siento pena a medias, la verdad, ni mi afición luce luto, ni perdería el tiempo en dar el pésame al aficionado catalán -especie en extinción y que pocos han visto en primero persona-. Principal culpable, junto a taurinos y otras ratas de alcantarilla, de la debacle taurina en Qatarlunya. Lloran como nenazas lo que, en vida, no han sabido defender como hombres. La llibertat también hay que trabajársela. Dejando el fenómeno JT aparte, no han llenado la Monumental en una sóla ocasión, y cuando han dicho de ir a los toros han demostrado no haber aprendido nada en todo este tiempo: al toreo, que es grandeza, lo han puesto a mendigar, con indultos de medio pelo, triunfos de chicha y nabo, alborotos ridículos, más propios de internado de señoritas que de locos enfervorizados con y por el Toro, que han ido convirtiendo una liturgia seria, ancestral y centenaria en una comedia para echar el rato. Se lo han ganado a pulso. ¿Pasaría eso en Andalucía, por muy malos malísimos políticos que aquí tuviésemos -que también los tenemos-? ¿Navarra, Euskadi o Valencia, que también sufren el azote de nazionalismos, caerían sin ser defendidos? La respuesta es obvia: eso no pasaría nunca. En Sevilla antes ardería la Giralda, y el Giraldilllo se haría perroflauta indignado; Valencia sería una falla tan grande que se pensaría que es cosa de Nerón; y en Bilbao, con Anselmi y compañía harían alimento compuesto vegetal para las mojarras del Nervión.

Sólo espero que lo que ha pasado con Catalunya sea el inicio de la rebelión callada del toreo. Que los públicos pidan el Toro, exijan su lidia y empujen a los que se ponen delante a actuar con ética; que las figuras no huyan de ese Toro, ni de esos públicos; y que la crítica actúe con honestidad, que cada tarde, desde el cero, pongan en la balanza el valor y oficio de unos, y la bravura y trapío de otros. Y que lo cuenten, que expliquen el toreo, que lleguen dónde el resto de la sociedad, más analfataurina que nunca, jamás podrá llegar por sí sola.

Y si todo sigue igual, si ni con éstas el mundo del toro recupera la honestidad, doy por justa y merecida la abolición de la tauromaquia. Y luego no vale llorar.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Más vivos que nunca



 Con pocas ganas de escribir, por ahora, reproduzco aquellas letras mal juntás, que escribí cuando el Parlament prohibió las corridas de toros. Hoy se ha llevado a cabo. Y sigo pensando lo mismo.






Fumata blanca. Lo que ya se sabía, lo que era un secreto a voces, la bicha, se ha consumado. La Monumental de Barcelona dejará de dar corridas de toros, a partir de 2012.


De abolir la tauromaquia, nada de nada. Y mira que lo han intentado de todas las formas y medios posibles. Con valdanos argentinos; con filósofos con filosofías de chicha y nabo; el pelón del Dalai Lama, entre ensalada de bambú y petisuís de soja, ha enredado lo suyo; culturetas perroflautas como Alaska; políticas como Rahola, tan carismática ella, con cátedra en el Crónicas Marcianas, junto a Boris -y su pene-, Ramoncín, Yola Berrocal o la Bruja Lola; o la activista -que al parecer ahora es una profesión, como médico o maestro-, ex cantante de Amistades peligrosas, aquella que se hizo millonaria cantando esa letra tan lorquiana de hoy voy a ir al grano, te voy a meter mano... Menuda panda.


Tengo 28 años, nací en democracia, en una familia en la que los rescoldos de la guerra aún abrasan. Con gente de mi misma sangre enterrada en alguna cuneta, en algún punto entre los límites de Almería y Granada. Son muchas las veces que me han contado las miserias de la vieja España, que para mí más que vieja, era lejana. Tan lejana como Júpiter. Oía esas historias de vecinos amargándose -y quitándose- la vida entre ellos, pepitos que disfrutaban con la desgracia de los juanillos, comités del pueblo -alcalde, cura, médico- organizando Fiestas Patronales en dónde días antes la bala y el cuchillo habían ajusticiado a los que pensaban diferente a ellos. Y yo, que apenas atendía, siempre lo escuchaba como el que oye llover.


Esta mañana por fin he entendido algo. La vieja España no estaba en Júpiter, estaba ahí y no la hemos querido ver. La España de los ganadores y los perdedores. En ese momento, justo después de conocerse el resultado oficial, toda la mezquindad, todo el veneno de la casta humana ha tomado por suyo el hemiciclo. Personas, vecinos, amigos, familiares, representantes, paisanos, conocidos, camaradas, compañeros, colegas, todos nuestros, dando brincos de alegría, mofándose y riéndose del vecino, pavoneándose del sufrimiento ajeno. Reales y duras las imagenes de esos animalistas botando como energúmenos mientras sentados a su lado hay personas llorando desconsoladamente. Los mismos que nos culpan de no tener compasión por el Toro no han tenido por bueno hacer gala de ese sentimiento para con el prójimo. Cómo si el prójimo les importara. El problema quizás subyace en que sus prójimos son los burros, los periquitos, los marranos o el camarón de agua salada. Son animalistas porque piensan y sienten como bestias, y de ahí su comportamiento. Tirando al asno.


Hace un rato he vuelto a hablar con mi amigo Tolo, que sin ser catalán ha luchado -desde su modesta posición de aficionado- con todas sus fuerzas porque la Monumental no se muera. A porta gaiola se ha ido, al Parlament, a ver a los puntilleros pasar en sus Mercedes con chófer, lujo que curiosamente antes sólo se podían permitir los toreros.
Se salieron con la suya -me dice casi gimoteando-. Un tio criado en Almería, a caballo entre el desierto de Tabernas y el mármol de Macael. Un tipo duro y apretado como la risca al que esta mañana lo he imaginado llorando por segunda vez en su vida. La primera fue cuando le tocó darle sepultura a un hermano. Sus sueños de torero, ese torerillo que saltaba con la luna las vallas de las dehesas creyendo que al otro lado estaba el paraíso y que por la noche las vacas no podían dar cornadas -pobre, que se le creyó-, hace años que se desvanecieron. Y no se le ocurrió otra cosa que dejar su casa, su familia, su tierra, para largarse, como muchos andaluces, a Catalunya, en busca de un trabajo, de una nueva vida. Hoy hay muchos tolos, hay gente padeciendo, sufriendo, sintiéndose extraña en su propia casa, preguntándose que es lo que ha hecho mal para que los vecinos con los que comparte tantas cosas de pronto lo señalen como maldito. Me vuelvo pa'llá, ¡que cojones me van a decir a mí lo que tengo que hacer o como tengo que vivir! -fin de su historia en Barcelona- Mi casa la tiene abierta.



Tanto empeño, tanto derramamiento de dinero, energías y gilipollez, para adelantar la muerte, dejando víctimas millonarias, de una plaza que llevaba condenada desde hace tiempo. Mi enhorabuena a todos ellos, por demostrarle al pueblo que no es necesario el graduado escolar, la decencia o el esfuerzo para tener un minuto de gloria en esta vida. Constituyen todo un ejemplo de superación personal, como el loro que dice
hola después de un año de adiestramiento o el mono que aprende a distinguir un platano de Canarias -el de las motitas- de una banana. Saben perfectamente que en Catalunya a los toros le quedaban dos o tres años, o hasta que se retire José Tomás, ¿Por qué tanto empeño en provocar dolor? ¿Por qué esas prisas por enterrar todo? El afán de notoriedad y la erótica del poder son las respuestas. Se ven ganadores, se creen revolucionarios a los que los libros dentro de tres siglos los van a cubrir de gloria. Si tanto saben de ecología deberían de saber que su destino está con el mío, con los gusanos, la podredumbre y la peste. Y si existiera Dios, a mí me da igual dónde me mande, pero que a estos los encierre -nunca mejor dicho- en el paraíso de los toros, con Bastonito, Bravío, Diano, Islero o Pocapena, que ya sabrían lo que hacer con ellos.


En Catalunya seguirá habiendo toros, en el nord, en Cèret. Capital mundial de la suerte de varas. Catalunya auténtica, la que recibe con los brazos abiertos, sin mirar el acento ni la partida de nacimiento del visitante. Gentes de Graná -Granada, en los mapas- los montes de Toledo, la baja Andalucía, las dos castillas o el norte, se reúnen bajo una misma bandera, sin colores ni franjas: la del Toro. Cuando estamos en Cèret el habla catalana suena diferente, a lengua de hombres. La naturaleza es sabia; el cuerpo humano una maquina perfecta -menos en algunos casos, como el mío-, y no pueden permitir que suenen igual las cuerdas vocales de un sujeto que habla y vive en total libertad, cómo y dónde quiere, que las de un fulano al que le imponen una lengua, a través de leyes y estatutos, desde que se destetó, viviendo siempre bajo el yugo de unos cuantos rabinos integristas que no son multitud. Cèret es nuestro Perpignan y así va a seguir siendo. Ahora les toca dar un paso a las figuras, aquellas que decían a Zabala o a Molés que siempre defenderían las corridas en Catalunya -defenderlas de ellos mismos, que irónico-. El año que viene, y el otro, y el siguiente, los de la barretina, el de la encerrona, los del duende y el puro, todos para allá, para Cèret, con la Fiesta, el Pueblo y el Toro. Es hora de que algunos demuestren de verdad de que material están hechos.



Pero hay mas: el planeta de los toros, y los satélites que lo rondan: la emoción, el peligro real de muerte, las cantidades ingentes de adrelina recorriendo esos cuerpos serranos -las hormonas no entienden si la serranía es de Ronda o del Penedés-, la admiración y veneración -real- del pueblo por el toro van a seguir girando por las Tierras del Ebro. El Correbous sigue -y seguirá- en órbita.



Como creen saberlo todo -hasta lo que prohiben-, piensan los pobres que acaban con la tauromaquia desposeyendo a José Tomás de su plaza talismán; al Juli de una plaza de primera categoría en la que seguir sumando o multiplicando números; o dejando con la miel en los labios a cinco mil personas, viudas de Morante. El arte de torear es algo mucho más profundo y serio que todo esto. Para empezar, es algo imborrable. Pueden derribar plazas, gasear ganaderías, castigar al aficionado, sobornar a taurinos, pero nunca, nunca, podrán borrar las huellas que ha ido dejando a su paso. Huellas en el lenguaje, en las costumbres, en la cultura, en el carácter, y sobre todo, en el corazón y en la mente de millones de personas. Digo personas y no aficionados, porque abolicionistas al margen, todo el mundo, alguna vez en su vida se ha emocionado, se ha visto ensimismado por la obra de un torero.


Si por prohibir es, nos pueden prohibir el acceso a una calle, las vuvuzelas, el burka, a fumar habanos, a circular como aviones, lo que quieran, que para algo son los ejecutores de esta democracia vestida de buenas intenciones, debajo de cuyas ropas se cobija una dictadura, la de las mayorías. Sin embargo hay dos cosas, que vienen a ser la misma, que se les escapan de las cadenas que intentan ponernos: enamorar y torear. Decía Curro -un próscrito a partir de ahora, casi un terrorista- que torear es acariciar; verbo que a su vez aclara lo que es tratar a alguien con amor y ternura. ¿Hay pues, alguna manera más loable y respetuosa de tratar a un Toro que toreándolo con finas maneras, mostrándole todo el querer que sólo pueden y saben darle unas personas que se visten de luces y se les conocen como toreros?


No lo creo. Si yo fuera toro, montaría una ILP en la dehesa -con la amenaza de cerrar el grifo de las embestidas- para obligar a que vuelvan Curro, Antoñete y Paula y nos traten como dios manda.

Puro cine negro americano

Santi Cogolludo. El Mundo




barcelona_24sept por burladero_es


A riesgo de parecer insensible, de ir a contranatura de la torerimaquia del nuevo siglo, que poco tiene que ver con aquel toreo lejano de tios machos y toros fieros, y haciendo uso de la misma libertad -llibertat- que exigen aquellos que asisten al sepelio del toro catalán, me voy a desmarcar del empalagosismo y la falsedad, muy típicos de cualquier entierro, -¡con lo bueno que era!-, con que se está despachando el festival taurino celebrado ayer tarde en Barcelona. Como uno no ha estado allí, ni falta que hace, sólo se puede servir de imágenes y opiniones, algunas de aficionados fiables y otras de los medios especializados, es decir, de todo, menos fiables. Sin entrar demasiado en el asunto, me da la risa floja, al ver como son jaleados y encumbrados al status de arte noble y superior, todas aquellas trampas y artimañas que han llevado al toreo al estado catatónico y moribundo que presenta en nuestros días. Como pueden ser, y ayer fueron. ¡vaya que si fueron!,  la ausencia de toro, y lo que es peor, la indiferencia e invisibilidad al que ha sido condenado -¿o alguién, ya sea aficionado o periodista, ha escrito o contado cómo eran los cuvillejos, si se han comportado o no, los pelos, las grumias que llevaban por delante o sus aptitudes y actitudes en el caballo?-; la desaparición del tercio de varas, prueba absoluta de bravura, cualidad que da nombre al toro bravo, y que ha sido desposeída de todo rigor en pos de palabros antitaurinos como movilidad o toreabilidad; o la ignorancia del público, para el que los cánones valen lo mismo que un pimiento, y que agasajan lo mismo el toreo ferralla del July, que el toreo almodovariano de Manzanares. En suma, una fritanga que ha terminado por llevarse bajo tierra, con los gusanos, aquello que, de verdad, daba veracidad a este rito: la emoción, la buena, la que  impone el Toro. Habrá quienes hablen de otra emoción, que corre a cargo del coleta, como pasó con Morante en el sobrero, que estuvo de chapeau, pero siempre de salón, sin enemigo, sin bicho que luche por su vida, sin garlopo enfrente que le quiera sacar la tripas... en definitiva: sin toro que necesite ser toreado. Sin toreo pues.

En fin, que resulta paradójico como las armas letales, que son éstas, y no los políticos y antitaurinos, que han llevado al ataud de pino a la tauromaquia en Catalunya, son aclamadas con inusitada vehemencia en el mismo funeral de la víctima. Menudo drama. Puro cine negro americano.

martes, 20 de septiembre de 2011

Los FYs que no quieren las figuras, en Nimes

Maurice Berho






Plá Ventura en Opinión y Toros habla de la corrida y nosotros nos alegramos especialmente cada vez que una ganadería encaste Domecq saca bravura y fondo y da la cara por el encaste.


Nota: En breve tiempo recuperaremos el ritmo normal del blog.

lunes, 12 de septiembre de 2011

"Toros y salsa". Manzanares en Dax. Poco de lo primero y mucho de lo otro.

Roland Costedoat























La faena la canta perfectamente el gachó que se escucha, que se imagina uno haciéndose jirones la camisa, y que en cada pase, sea como sea, ¡en el toreo de hoy que más da!, se rompe las meninges en un clamoroso bieeeeeeeen... (Mucho lirili y poco lerele).



sábado, 10 de septiembre de 2011

Figuras de buen rollito

















Recuerda Manolo Cortés sobre su relación con Antonio Ordoñez:



Cuando me dió la alternativa en Valencia yo no lo conocía de nada, salvo que era un grandísimo torero. Un día, en el patio de cuadrillas fui a saludarlo y me dijo muy serio: "no me llames maestro, llámame Antonio". Y yo le contesté: "Sí, maestro". Recuerdo que había un periodista que se llamaba Gonzalo Carvajal que escribió en el diario Pueblo que Manolo Cortés era sucesor de Ordoñez. Y según me contaron, no veas la que le entró al de Ronda por la barriga... Una tarde, en la Corrida del Arte de Jerez, Ordoñez llevó para la ocasión seis toros del maestro Pepe Luis Vázquez muy grandes y astifinos. Me sorprendió que una figura de su talla eligiera esos toros para una corrida de tanta vítola y categoría. "¿Es que no lo conoces? Lo hace para acabar contigo", dijo mi apoderado. Curro Romero y Ordoñez escucharon dos broncas monumentales. Yo no anduve fino con mi primero, la verdad, pero cuando salió el sexto, pensé para mis adentros: "Éste no se sale con la suya." Y le corté el rabo.


¿Le dió la enhorabuena?

¿La enhorabuena, Ordoñez? A los pocos días coincidmos nuevamente en Fuengirola, con Diego Puerta en el cartel, que era el Presidente del Montepío de Toreros y organizaba el festejo. La tarde iba redonda. Se cortaron orejas y rabos y, otra vez en el sexto, formé un gazpacho de aquí te espero. Monumental. De los toros que mejor he toreado en mi vida, de Fermín Bohórquez. La gente estaba como loca, pidiendo el rabo. Yo, que era un águila y estaba pendiente de todo, me secaba las manos cerca del burladero, rodeado de mi cuadrilla, con un ojo en el Presidente y el otro en Ordoñez, por si acaso, cuando veo que el maestro hace un gesto así con la cabeza, ¡y le dice que no!, y lo "jamé". No veas el escándalo que se formó. Para evitar un altercado, el presidente no tuvo otra que sacar el pañuelo y conceder el rabo, con el toro ya en el desolladero. Después de la ducha, en el hotel, bajé al bar y vi que Ordoñez estaba pensativo en la barra, tomando un refresco, con el jersey apoyado sobre los hombros. Nunca lo olvidaré... Me miró fijamente a los ojos y dijo: "Pasado mañana te confirmo la alternativa en Madrid. A las seis de la tarde nos veremos las caras". ¡Fíjate lo que me dijo el "gachó"! Ese era Ordoñez como torero...


¿Y que pasó en Madrid?

Que me reventó. ¡Qué tarde de toros dio ese tío! Si mata corta cuatro orejas. Esa fue la única vez en toda mi vida que me vine abajo. Al sexto, un toro con la cara a media altura, sin clase, le hizo un quite a la verónica monumental. "Voy, voy, voy, Manolo", me advirtió. ¡Vaya cuatro lances le sopló...! Podía tanto con el capote.., remató con una media, le quitó el capote de la cara y me miró de arriba a abajo. Me quería morir. Después de la corrida, como entonces vivía en los Alburejos, cogí el coche y me fui derecho a la finca, sin hablar con nadie.


miércoles, 7 de septiembre de 2011

La gestita cultureta de Talavante en Zafra



Con -¡ojo! que hasta el miedo se asusta- toritos de Daniel Ruiz, Nuñez del Cuvillo, Zalduendo, Garcigrande, Victoriano del Rio y Cayetano Muñoz.

No hace falta comentar nada más.

martes, 6 de septiembre de 2011

La Fiesta de Bayona (El July en su esplendor)










































Lo cuenta bien -para mi gusto- aunque con excesiva dureza según otros aficionados, Carlos Ilián en Marca. Enlazo a la crítica, titulada "Bochorno y vergüenza a la francesa". A continuación, cuelgo dos vídeos -de Feria TV, cómo no- sobre las "grandes faenas" de July y Manzanares en el coso francés. Los animales, no hace falta decirlo, eran de Daniel Ruíz.

Fotos: Roger Martin para Burladero.






jueves, 1 de septiembre de 2011

Los toros desde la ventana





El Toro y el Torero según Enrique Martín, a partir del 7 de Septiembre en el Museo Taurino de Valdemoro. Merece la pena darse una vuelta.

Enhorabuena al "artista" (leáse en todos los sentidos del término).