jueves, 31 de marzo de 2011

Taurinos sin solución




Decía Groucho Marx que es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente.

Pues estos días el productor chiripitifláutico Simón Casas; Juli y Ponce, que demandan para sí mismos la competencia de la tauromaquia, que deben de estar los huesos de Pepe Illo y Cúchares revólviendose en su urnas funerarias; el maestro Esplá, en una de las cambayás que pega de vez en cuando -ora me arrejunto con el taurinismo; ora me posee el espíritu de Navalón-; y Manzanares, han despejado las dudas, que para el aficionado no las había, ad eternum

Tras el vergonzoso inicio de temporada, con la verbena de la chata del Hipercor; del timo de la estampita con las entradas en Olivenza; de indultos de estraperlo; la limosna de los toros de recambio; la vergüenza fallera, con varias tardes cumbre en antitaurinismo y penurias torunas; o el cambalache que tiene montado Matilla, el rey del trile, perito en el timo del toromocho;  no se les ocurre otra cosa que sacar pecho en lugar de taparse, que también es de toreros.


Julián López Escobar, dice estar harto de que los íntegros sean siempre el veterinario y el presidente, no encuentra comprensible que una persona -el usía- tenga tanto peso en las decisiones que pueden afectar a la trayectoria de los toreros y aboga por la liberación de la Fiesta de encorsetamientos y reglamentos. De la trayectoria del toro no dice nada, total, a quién le importa. Por no querer, no quiere ni bascula. Que los tenemos como ladrones, dice.

Y yo, Antonio Díaz, por lo menos sí. Y no me fio de él ni de cualquiera que tenga que ver con "el importancias" (Márquez, dixit) en tres mil kilómetros a la redonda. Todavía recuerdo como me tuve que tragar cuatro entradas hace unos años, para la tarde "más importante" del Corpus de mi tierra, porque al señorito madrileño, el que sostiene en el mismo coloquio que "el torero no elige los toros, sólo la ganadería", no le dió la real gana de torear una corrida de Vegahermosa, que vino a sustituir la titular de Jandilla, rechazada por los veterinarios por "sospechosa". Para el despistado lector cabe recordar que Vegahermosa es el hierro siamés de Jandilla. Manzanares, otro que bien habla, esa tarde también se borró, pero tuvo el noble gesto de presentar un parte facultativo por gastroenteritis, que es la nueva peste que asola a las figuras en los últimos tiempos. No me olvido tampoco de cuando en Huesca lo sancionaron por torear un bichejo del Torreón recién humanizado, o un año más tarde en Logroño, cuando volvió a ser cazado dándole fiesta y serrucho a uno de Pepito Arroyo. Eso, análisis mediante, porque de haber existido más controles sería demostrable que su carrera se basa en una adulteración permanente de la naturaleza del toreo: el Toro. Este mismo año, y no me voy a ir más allá, porque la cosa se alargaría más que la película del Titanic, le recuerdo otros dos líos: el del Puerto de Santa María, en el que junto a el Dúo Dinámico de Curro Vázquez, hizo un plante a la hora del sorteo porque el presidente se negó a dar el visto bueno a unas ratitas de Zalduendo. Se remendó la corrida y tuvieron el gesto de "torear por respeto a la afición". Tres meses más tarde, otra vez con un Zalduendo por medio -¡estos borregos están siempre como el jueves!- en Sevilla pasó lo que pasó. Que va camino de convertirse en best seller. Todavía los amigos de Sevilla Taurina están buscando el trozo de pitón que le faltó a aquel bicórnido que no valía para Bilbao por despitorrado. Es el bicho con bizquera  más mediático de la historia. A tanto llega su fama, que Fernando Domecq, el mánager de la ganadería, amparado en la Mesa del Toro, va a pedir derechos de imagen por cada ocasión que se mente al belcebú del quebranto en el cuernecito.

Ahora, en un loado acto de gallardía, que no le va a valer como penitencia,  va a hacer la gesta de anunciarse con los de la Quinta, que son los santacolomas de los modernos, en Córdoba. Le abrirá cartel Finito, con Perera por detrás. Finito en una corrida torista, así serán los seis apartados en el campo. Desde que es sabido el pueblo de la vieja ciudad califal vive en un eterno suspiro y el cauce del Guadalquivir, se ha marchitado de puritito espanto. La Quinta en Córdoba, cuánta importancia. Partido de Resina y Cuadri están libres en Madrid, pero no es lo mismo...


También Simón Casas ha largado más que un sacamuelas, empecinado en buscarle al toreo similitudes con otros espectáculos de masas. Ahora le ha tocado al cine, con sus estrellas del firmamento que, como los del G-10, también eligen sus guiones. No se le habrá ocurrido, ya puestos en comparación, que ver una película de dos horas, con guión a modo, elegido por cualquier estrella, al aficionado al cine le cuesta cinco o seis euros... Terminó descarrilando cuando dijo que en marzo, tan temprano, no hay toros presentables en el campo.


Lo de Ponce ni merece ser rescatado, pero viene a ser lo mismo que promulga Julián: que el toreo sea de los toreros siempre, menos para pagar, momento en el cual, será propiedad exclusiva del aficionado.


"A mi me da igual torear una ganadería que otra, cuando empezaba y no tenía opción de elegir, toreaba de muchas ganaderías". Esta frase está extraída de una entrevista a un torero hace escasos días. Leyéndola se imagina uno que el que está al aparato es un torero lleno de cicatrices del toro y zancadillas de la vida, al mismo Fundi, Robleño o Gómez Escorial, contando sus penas a sabiendas de que nunca serán oídas. Pero no. Estas palabras salieron de la boca de José Mari Manzanares, en un chat de Mundotoro. O es un cínico o cree que sólo lo leían los chinos que van los domingos de verano a las Ventas. Quizás ni una cosa ni otra, quizás sólo conozca un tipo de toro: el de Cuvillo, y de ahí que diga que lo ha toreado todo: el enano, el que tiene hechuras de cabra, el primo segundo de Idílico, el jabonerito bizco, el de la toreabilidad, el corniapretao con fundas, el de la movilidad o el de la carita de sietemesino.

En la misma interview, y para completar el anterior argumento, confiesa que tiene pensado torear una de la Quinta, pero que no sabe "ni cuando, ni dónde ni cómo". A eso lo llamo yo empuje y determinación. En fin, otro que se apunta a la Quinta, con el Juli, Perera y Finito. ¡Lagarto, lagarto! Que poco le queda a la ganadería del señor Conradi para verse como tantas otras que pusieron de moda las figuras, como los samueles o los atanasios, q.e.p.d.


Son unos taurinos, sin solución. Como el toreo, que tampoco la tiene.

martes, 29 de marzo de 2011

Belmonte







Ahora que los tendidos de la vida están divididos entre taurinos y antitaurinos, quizá sea curioso recordar algunas de las cosas que el periodismo recogió en torno a la Fiesta. J López Pinillos (Parmeno) escuchaba de labios de Juan Belmonte - respetando su acento peculiar sevillano y trasladándolo en lo posible al lenguaje de la entrevista – las palabras del diestro, y así las entregaba a los lectores enLo que confiesan los toreros” (Turner):



“¿Mi mayor apuro? El de Tablada. Escuche usté. – le decía Belmonte al periodista – Por entonses yo no había toreao más que en los tentaderos y en los puebleciyos, y pa aprender iba de noche a Tablada con otros muchachos, ensendía unas luses de asetileno que yebábamos de Seviya y me ensayaba con las reses del corralón. Un amigo íntimo de mi padre, Carderón, el banderiyero, que, como por aquella época no toreaba, iba hasia Nimes pa vender porvorones y mantecaos – y por sierto que se comió las muestras en el camino -, me escribió desde Valensia ofresiéndome una corrida, y dos noches antes de emprender el viaje, al salir yo del teatro con mi terno nuevo – que tenía tres temporás -, me encontré a Riverito, a Toboso y a otros amigotes y nos fuimos a Tablada. Tuvimos la suerte de que uno de los bichos embistiera con bravura, y ya habíamos resuelto chaquetearlo hasta que se cansara, cuando se levantó un airaso que apagó las luses, y mis amigos, prudentemente, se fueron. Yo, que, enfrascao toreando, me quedé, le di algunos lanses al bulto – porque no veía más que un bulto – y de pronto sentí un choque, subí como una flecha, caí como un peñón, oí unos resoplíos y aguanté unos trastasos… y al levantarme comprendí que más decentemente entraría en Valensia en carsonsiyos que con la aljofifa que había dejado el toro sobre el cuerpo”.


Cuando el entrevistador le pregunta a Belmonte por su toreo, el diestro comenta primero su cogida en Granada y pasa después a explicar lo que para él son las “reglas”:

“Mi cogida en Granada es una cogida que nadie vio cómo fue, y yo, menos que nadie. Estaba toreando de muleta a un toro de Nandín, confiao y seguro; di un lanse, pasó to el bicho debajo de la franela, desde los pitones hasta el rabo, y de pronto ¡purrumpumpúm!, me encontré en el aire, pegué un  guarraso bestial y me recogieron con la ropa hecha trisas ¿Cómo fue?… Yo todavía estoy esperando que me lo expliquen.


Yo no sé las reglas del toreo – sigue diciendo Belmonte -, ni tengo reglas, ni creo en las reglas. Yo “siento” el toreo, y, sin fijarme en reglas, lo ejecuto a mi modo. Eso de los terrenos, el del bicho y el del hombre, me parese una papa. Si el matador domina al toro, to el terreno es del matador. Y si el toro domina al matador, to el terreno es del toro. Esa es la fija. Y lo de templar, mandar, parar y recoger depende de los nervios del tocaor y de la madera de la guitarra ¿Me comprende? Y de cuando en cuando, el toque no le disgusta a uno y no entusiasma al público. Por ejemplo: yo, que no me engrío nunca con lo que hago, el año 15 toreé y maté a mi gusto, en Seviya, un toro de Santa Coloma, y la gente me aplaudió menos que otras tardes que había toreao y matao mejor. Pues ¿y los oles y los aplausos que saca uno si se arrodiya?… Y como casi siempre se arrodiya uno porque la guitarra no le deja tocar bien…”.

domingo, 27 de marzo de 2011

Uno de los nuestros XVII: Pinto Barreiros

Campos y ruedos. Lorent Laurrieu



Formada en España sobre 1837 por don José María de Linares y Ceballos, y después de sucesivas herencias y ventas pasó a don Antonio Guerra, y a su muerte su viuda, que en 1925 se la vendió a don José de la Cerda a Pinto Barreiros, que eliminó las reses adquiridas comprando seguidamente a Gamero Cívico, antes Parladé, y a don Félix Suárez, procedente del Conde de Santa Coloma, y un semental del Conde de la Corte. En 1964 y por fallecimiento de don José Lacerda Pinto Barreiros, se anunció a nombre de “Pinto Barreiros”, propiedad de la Sociedad Agrícola Quinta da Condessa. En 2004 es adquirida por la Sociedade Agropecuaria Sâo Trocato, Ltda.





sábado, 26 de marzo de 2011

Chenel en Estudio Abierto






¡Como se complican las cosas con este rollo de la evolución! Principios de los setenta, Estudio Abierto, programa mítico de la Primera, en horario de Prime Time que se dice ahora, presentado por un tío que no es metrosexual, José María Iñigo, sentados los contertulios en un sofá, hablando de toros, con Chenel fumando en un plató, en directo, sin mentar la sangre, los puteríos o el ecologismo. 

Algún día le contaré a mis nietos que los de mi generación estábamos locos y eramos unos inconscientes: que ibamos a los toros, fumábamos en los bares, bebíamos en la calle y circulábamos con el coche a 120.
Espero que se ponga bien Antoñete, que lleva una temporada malito...









jueves, 24 de marzo de 2011

Revista Club Cocherito Bilbao




El pasado día 17 fue presentada la nueva Revista del Club Cocherito, de carácter trimestral que servirá para sustituir al boletín mensual que hasta hace poco el club mandaba a sus socios y simpatizantes. Como protagonistas, Miguel Reta, Sánchez Fabrés y sus coquillas, artículos sobre el enfundando y los saneamientos, una entrevista con Juan Mora, un manifiesto a la grandeza del Viti y como curiosidad, más en estos desdichados días que corren para la autoridad, una reseña sobre las "reglas" de Dídimo Carbajo, presidente de Vista Alegre desde 1963 a 1971. Creo que merece la pena. 




Revista Cocherito Bilbao



Puedes leerla deslizando las páginas mediante los controles o descargarla directamente pinchando AQUÍ (botón descargar, abajo a la derecha)

miércoles, 23 de marzo de 2011

La Autoridad desautorizada

La autoridad desautorizada, el desautorizador que la desautorice buen desautorizador será: Moeckel





Festival mixto en la plaza de Toros de Córdoba, Marzo de 2007, que ya ha llovido... Salvador Cortés ve que el utrero está más que picado al salir del primer encuentro con el caballo. Ordena a su picador que abandone el ruedo, sin tan siquiera pedir permiso al Presidente. ¿Lo de los dos puyazos en plaza de Primera? ¿el Reglamento? ¿el respeto a la Autoridad? Nada, al carajo.

Fue sancionado con 450 euros, sesenta mil pesetillas largas, que ya ve usted lo que eso es para un torero. Pues no quedó conforme, cogió a Moeckel, ya imprescindible en muchas cuadrillas, y metió en los juzgados a la Junta de Andalucía. El cazador cazado. A esta historia, que arrastra una terrible moraleja, le falta grandeza por todas partes. Curro Romero le hubiera dado al alguacilillo en el mismo callejón los trece mil duros y santas pascuas. Pero no, ahora, sin llevar razón, se meten en pleitos durante cuatro años, por defender lo indefendible, por cuatro perras gordas. 

Una jueza acaba de dar la razón al torero, creyendo a Moeckel, que esgrimió en el recurso que el Presidente actuó más "como policía que como autoridad". Yo, que no sé de leyes, entiendo que aunque el presidente actuase como una monja carmelita, dos entradas al caballo son dos entradas, no son ni una, ni tres. Y que Salvador, que todos los años se anuncia en varias plazas de primera categoría, sabía perfectamente lo que hacía. 
Me parece un precedente peligroso que, junto a los nuevos cambios a Cultura y el desgaste mediático que llevan a cabo los profesionales contra las presidencias, marca lo que será el futuro: no habrá más autoridad que la de los que parten el turrón. 


Sentencia completa AQUÍ



lunes, 21 de marzo de 2011

Aguilar nos reconforta con el Toreo

Foto: Aplausos.es



Plaza de toros de Valencia. Última de Fallas. Media entrada escasa. Toros de Adolfo Martín para Rafelillo, Tomás Sánchez y Alberto Aguilar.



La tarde de ayer lamentablemente sirvió para constatar, una vez más, el verdadero problema de la Fiesta: a la gente, ya no digo afición, el Toro no le pone. Lo que se lleva ahora son las contorsiones de las figuritas con la borrega inválida o ese toreo de salón descafeinado más parecido a una danza del vientre Bere Bere que a la estoica disciplina del toreo. Es así: la única tarde en la que se sabía a ciencia cierta que el Toro iba a estar presente, y no se pasa de un tercio largo de entrada. Vamos, que mientras tres personas pasaron por taquilla para ver los mulos de las Ramblas o los inválidos de Victoriano del Rio, sólo a una, en todos sus cabales, le dió el achaque de apuntarse a los adolfos.

Y con una señora corrida de Toros obsequió el patrono de los Alíjares al tenaz aficionado. Vieja, con años, bordeando la edad reglamentaria, -otra de las trampas legales utilizadas para menoscabar las ventajas al Toro-, con leña por delante, musculada y liviana de romana. Para disgusto de los presentes, blandearon en exceso, en especial el cuarto, inválido en estado terminal, tampoco estuvieron sobrados de casta, acabaron viniéndose abajo, siempre de más a menos, sin fondo dónde rascar. Pero, ¡ojo! que aquí nadie se aburrió.


Rafaelillo se topó con el peor lote de la tarde. También es justo decir que ese lote embisitió a uno de los peores Rafaelillos que se recuerden. A su primero le dió unos muletazos muy a modo, templaditos, consintiéndole, a su altura, acompañando más que mandando, dibujando pases más que toreando. Con el cuarto, un inválido que debió ser devuelto, estuvo aperreado consigo mismo y porfión con la cuadrilla. La única faena que le hizo al adolfo consistió en mostrarle a la afición su lisiadura.


Tomás Sánchez quiere ser gente en esto. Lo malo es que, como muchos compañeros de exilio en la marginalidad, lleva la tira de años queriendo serlo. En mayo hará catorce que tomó la alternativa el buen torero valenciano. Supongo que si la crisis y sus gañafones no le han calado las carnes seguirá en el Mercado Central, levantándose a las cinco de la mañana, mientras otros... mientras otros, compartiendo oficio, ya hemos visto a que se dedican... La tarde, un trago para alguien que no torea, la ha pasado con nota. De menos a más, cosa de la bravura. Si bien es verdad que sus faenas han tenido altibajos, errores en la colocación y distancias, aumentando la sensación de inseguridad en determinados momentos, en los que el coleta estaba a merced del Toro. Pues todo eso y más, se tapó con vergüenza torera, orgullo y mucho corazón. También con toreo bueno, que lo hubo en forma de unos cuantos naturales sueltos, templados y encajados, aunque sin ligazón. Merece más este Tomás Sánchez.


Y el gran triunfador de la feria, a medias con Leandro, es Alberto Aguilar. Aunque los premios de la cátedra revistera vayan destinados a Manzanares, que es la figura que quieren poner de moda esta temporada. A pesar de que no haya visto un Toro como Dios manda en su vida. El caso es que el buen toreo del madrileño, al que maldita falta le hace la interesada propaganda de la televisión de Molés, a muchos no nos pilla por sorpresa. Macho, guerrero, con la mente despejada, resucitando viejos términos talibanes: parar, templar, mandar y cargar. Así lo hizo hasta que en un momento de abandono, de regocijo, ¡zas!, voltereta y cornada en la espinilla. Sangre, que buena falta hacía. ¿Que es duro? Pues sí. Pero habla muy mal del estado en el que se encuentra la Fiesta que en la primera feria importante del año, en la que tendrían que arrear, no haya habido un apuro, una mala voltereta, un puntazo corrido. No hay verdad. Hasta eso ha arreglado Aguilar. Mató como pudo y recogió su más que merecida oreja. 



domingo, 20 de marzo de 2011

Punto sin retorno

El toro de Valencia. Foto: Ignacio Tena





La corrida que se lidió en Valencia es un despropósito además de una ofensa a quienes pagan por asistir a la plaza. Esta chotada de Las Ramblas se preparó para Enrique Ponce en el día grande las Fallas. Y como viene ocurriendo en los últimos años se ha repetido la historia como un calco. Otra vez la retahila de borregas inválidas o de moruchones sin clase, que de todo hubo ayer. Y al final el gran perdedor ha sido, precisamente, quien cayó en su propia trampa, el mismísimo Enrique Ponce.

A estas alturas nadie va a negarle al torero valenciano su indiscutible trayectoria de veinte años en la parte alta del toreo, ni su técnica prodigiosa, ni su profesionalidad. Pero todo tiene su límite y nos parece que Enrique ha llegado a un punto sin retorno. La faena al quinto toro es un canto del cisno, una demostración de que ya no resuelve con la solvencia de siempre. Ayer, en ese moruchón de Las Ramblas anduvo repetitivo, sin frescura, sin ideas, sin su proverbial facilidad. Este Ponce de ayer es un torero que se imita así mismo, que trata de resolver con los mismos argumentos aunque ya los tiene mentalmnte gastados.

Todavía veremos a Ponce por esas ferias pero hace tiempo que se trata de un nombre importante, pero de un torero en retirada.

A Juan Mora le sonó la flauta en la tarde de la feria de Otoño en la que resucitó como torero. Tuvo la suerte de encontrarse aquellos dos toros y de encontrarse él mismo con el buen torero que lleva dentro y de hacerlo en el momento preciso y en Madrid, donde hay coger el tren del triunfo y de los contratos. Pero de esa renta puede vivir una temporada hasta que agote el crédito. Y en las dos actuaciones que le hemos visto este año, en Vista Alegre y aquí en Valencia, nos hemos encontrado con el torero frío y apático que tantas veces nos ha decepcionado. Es verdad que su lote se defendía y derrotaba pero Juan no puede ir tirando las tres cartitas y a salir del paso. Su imagen de torero artista no está reñida con la de un profesional que transmite una imagen de torero solvente y resolutivo. Entre banderazo y banderazo le recordamos algún muletazo de su cosecha, pero leves apuntes, nada más.

A Sebastián Castella han estado a punto de obsequiarle con las dos orejas del sexto, el único ejemplar que metió la cara y repitió las embestidas. Y me preguntarán por el motivo de esa petición de dos trofeos. Y no tengo respuesta, como no sea que el público estaba harto de una tarde plomiza, donde no había pasado nada y quiso recompensar a Castella por una faenita ramplona y de tiralíneas pero que conectó con el público fallero. Por lo demás no recuerdo un solo muletazo de entidad en la labor del francés. En su primero, un novillote impresentable, Castella se defendió del mal estilo de su oponente a base de trallazos y enganchones.

sábado, 19 de marzo de 2011

Los murubes del Capea

Foto: Ignacio Tena





Los taurinos deben estar babeando de gusto ante la corrida de San Mateo y San Pelayo. Ese es el toro industrial que los enanmora. Toros para no pasar fatigas y para cortar las orejas, pero muy lejos del auténtico toro bravo. En todo caso estamos en Valencia y aquí manda el relumbrón sin exigir rigores.
En efecto, El Niño de la Capea envió a Valencia una corridita pobre de cabeza pero noble y suave hasta decir basta. Con tan buen género no es de extrañar que El Cid se sintiera a gusto y nos recordara a su mejor versión, especialmente en unos naturales al cuarto magníficos, de su mejor cosecha. También había estado impecable sobre ambas manos en el primero. Sin embargo habrá que reprocharle ese cambio brusco e injustificado, cuando bordaba el natural, para echar mano del efectismo. Con la espada ha estado muy seguro. Una oreja en cada toro y al final compartió la puerta grande con Perera.

Una puerta grande que el extremeño se ganó a base de temple y también de conocer la psicología de esta plaza. En efecto,su segundo toro se había parado mucho y el torero extremeño recurrió al efectismo de los tres en uno, sin enmendarse un milímetro. Era un recurso lícito ante la falta de casta del toro. Todo lo que hizo en sus dos faenas resultó irreprochable en cuando a temple y ligazón. Estuvo mejor colocado en su segunda faena, porque en la primera abusó de su vicio de ponerse fuera de cacho y dejar retrasada la pierna contraria. Y no olvido el alevoso bajonazo con el que estoqueó al quinto toro. pero eso de los bajonazos no se tiene en cuenta por estos lares y, por supuesto, le dieron la orejita de rigor.Por lo demás faltó la emoción del toro bravo de verdad, pero eso es cuestión del ganadero.

Cayetano abrevió con su primero que se partió un pitón. Tuvo el gesto de matar con la mano izquierda para salir de la suerte por el pitón sano. Un detalle que lo dignifica. Sin embargo en el sexto, un sobrero de Zalduendo dió un recital de incompetencia técnica. El toro tenía algo de genio y mucha mansedumbre. Cayetano parec ía un principiante en una plaza de carros. Con los papeles perdidos optó por no prolongar aquel despropósito. Un auténtico petardo. Pero no importa seguirá en los carteles de lujo.


Nota: Me sorprende un poco, dada mi ignorancia, que en todas las críticas se hable de toros chicos, sin leña, mal presentados. Quizás, no lo sé, estaban en el tipo del encaste, bajos, badanudos, corniplanos y con poca cara. ¿Se puede hablar entonces de mala presentación cuando un toro está en tipo?

viernes, 18 de marzo de 2011

La apreciada peste de Cuvillo






Halcón, Majoleto, Empolvado, Turulato, Fusilero y Billetero. Así se llamaban los cuvillos, que en paz descansen y caguen las moscardas, que han saltado, para bochorno de la tauromaquia, al ruedo de la calle Játiva. Aunque también, merced a sus hechuras, en esa granja escuela que es el Grullo, podrían haberlos bautizado como Gorrino, Micifuz, Pitorrito, Lisiado, Lelo y Retaco. La sádica y exigente afición levantina en el arrastre los despidió con pitos, silencio, pitos, pitos, palmitas (al Lelo, como premio por hacer honor a su nombre) y silencio. Ríase usted del talibán medio del Siete. Cómo se puede ser tan fanático para no reconocer que el presente y el futuro, más grande y lustroso que el fraudulento pasado, es éste, el del bicho que sale ya templado de chiqueros, que de toro no tiene un pelo; que no exige lidia porque, como buena lumbrera, no presenta problemas; cuyo comportamiento y vigor hacen que los dos primeros tercios queden reducidos a un mal tentadero; con embestidas melancólicas que logren sacar el graznido del bieeeeen, arrancado de las fauces del clavelero que no se digna a pisar un tendido y que esa tarde se paga una barrera para presumir de prominencia social; sardinas cuya mayor y única virtud radica en colaborar con el torero para que le sean cortadas las orejas, si es simbólicamente, junto al rabo, mejor. Esta es la peste que nos quieren vender como esencia fetén de los nuevos tiempos. Los clásicos la hubieran llamado por su nombre: mierda.


Tres, cuatro y una media, bordada en el blanco y negro, lo que se llevan los morantistas a la boca. Ninguno de los dos novillotes con los que pechó le dieron opciones, aunque tampoco el ruiseñor de la Puebla hizo mucho porque se las ofrecieran. Con el primero se puso delante con la elegancia de siempre, despacito por si a la borrega con las prisas le da un infarto -e ahí la cacareada "medicina del temple"-, intentando templar la embestida o lo que sea ese movimiento cansino que hacen las bestias en esta ganadería. En el cuarto simplemente dimitió. Se ausentó de la lidia, desastrosa, cuando el toro era un bendito que sólo necesitaba que algun alma cándida lo recogiese. Sólo pedía caridad. Se llevó, como el que no quiere la cosa, tres puyazos y unas cuantas pasadas en falso en banderillas para darnos motivos a los que pensamos que no se puede pretender ser figura en esto con una cuadrilla de segunda fila. No se dió coba con la muleta y con un sainete a espadas final se despidió, otra vez más, sin puntuar en plaza de responsabilidad.


Manzanares ha dado una demostración soberana de como torear sin toro. Que viene a ser algo así como meter un gol sin portero o ganar a los naipes jugando al Solitario. La figura del maestro alicantino crece a pasos agigantados, dicen los revistosos. El pero, y no es pequeño, es que como si de una macabra fórmula aritmética se tratase, para que crezca su dimensión de torero y artista es igualdad obligatoria que mengüe hasta límites caricaturescos el Toro. El quinto de la tarde fue uno de esos animales que parodian al animal que (casi) todos amamos, ex-eje de la Fiesta, y que permitió al Manzana hacerle diabluras, por aquí, por allá, una tanda soberbia de naturales, un pase de pecho de cartel y remates con garbo y donosura. Los taurinos han logrado darle la vuelta a la tortilla: hacer que el fuerte, el que tiene ventajas sea el hombre, y que el débil, que pasa miedo con el oponente sea el Toro. Me pregunto si la Historia se hubiera escrito igual si Goliat le hubiera ganado a David. ¿Donde estaría la gracia para el pueblo de Israel? ¿Dónde reside en esta tarde, y muchas otras, el arte para el aficionado sediento de emociones? 


Para Luque tampoco había toros. Más que decoroso con la capa -no se crean que hay en el escalafón muchos capoteros como él- y voluntarioso con la muleta. Sin opciones.


Como dice el Inclusero: 

"El arte sin emoción no es toreo"

jueves, 17 de marzo de 2011

Primeras Jornadas Taurinas en la Rambla (Córdoba)






Me envía Juan Hidalgo la información sobre las Primeras jornadas taurinas en la Rambla (Córdoba):

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22 Marzo "El toro de lidia en el campo" 
Intervienen:

- Don Aniceto Méndez Sánchez, Director de Cátedra de Taurología de la UCO.

- Don Indalecio Ruiz Calatrava, Director Académico del Aula del Toro Bravo de la Facultad de Veterinaria de Córdoba.

- Don Juan Manuel Serrano Caballero, Director Académico del Aula del Toro Bravo de la Facultad de Veterinaria de Córdoba. 

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23 Marzo "Mis vivencias con el toro bravo" 
Intervienen:

- Don Manuel Vázquez Gago, hijo del Matador de Toros Manolo Vázquez. Ganadero de reses bravas y Apoderado.

- Presenta: Don Emilio Trigo Naranjo. Cronista de Mundotoro.com

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24 de Marzo "El sentimiento del arte del toreo"
Interviene:

- Don Ángel Luis Dorado, Matador de toros de Córdoba.

- Presenta: Andrés Dorado Molina, crítico taurino.

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25 de Marzo "La mujer como matadora de toros"
Interviene:

- Doña Sandra Moscoso, matadora de toros de Jerez.
- Presenta: Juan Hidalgo, aficionado práctico.

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26 de Marzo "Exhibición de toreo de salón"
Intervienen:

- Alumnos de la Escuela Taurina de Córdoba y todos los aficionados de la Rambla que quieran participar. 

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27 de Marzo "Ponencia práctica"

- Tentadero de dos reses bravas en la plaza de tienta de la ganadería de Don Manuel Vázquez Gago.


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Todos los actos se celebrarán en el Salón de Plenos a las ocho de la tarde, a excepción de la exhibición de toreo de salón que será en el Paseo del Calvario de diez de la mañana a una del mediodía. La Ponencia práctica, a las cinco de la tarde en la misma ganadería.



Y el destoreo se hizo carne

Rubén Pinar. El destoreo se hizo carne. Foto: Aplausos



Plaza de toros de Valencia. Quinta de Fallas. Toros de Fuente Ymbro para Curro Díaz, Matías Tejela y Rubén Pinar.



Inmejorables para el toreo moderno. Carretones de pata negra. Jandillas de escuela taurina. Toros de Gallardo nobles, sin llegar a la bobería que es norma en el encaste, obedientes, humilladores, no tiraron un mal gañafón, con las orejas en bandeja para cualquier coleta que de esto sepa un poco. Cumplidores en varas, sin más. Bravos, ni hablar. Justos de presentación, feos de hechuras, algunos se han tapado por las dos grumias que llevaban por delante. Lamentablemente, los más potables se han encontrado con dos de los más claros ejemplos de jornaleros con alternativa a los que no se les puede llamar toreros: Tejela y Pinar.


Un poco a medias. Ni fú ni fá. No ha sido la mejor tarde de Curro Díaz, tampoco la peor. Con el lote menos aprovechable ha dejado detalles sueltos, remates pintureros, medios pases colmados de temple pero vaciados, y viciados, de autenticidad. Desapegado del toro y desangelado del toreo. Como serán los compañeros de cartel, que habiendo estado regular, en la comparación con ellos -que me perdone por el mal gusto el de Linares - pareció Joselito y Belmonte juntos. Se llevó un tumbo al entrar a matar más derecho que una vela, con vergüenza torera. Nos debe una. Se la apuntamos porque sabemos que solo el que tiene la moneda nos la puede devolver. Curro tiene la talega llena.


El día que Matías Tejela diga adiós, si no le dicen antes hasta luego, podrá ganarse la vida como mozo de espadas de Diego Urdiales. Mientras tanto, gracias al establishment taurino, el pegapases madrileño hará el paseíllo en las mejores plazas del mundo, con las ganaderías más afamadas mientras el maestro riojano, Aguilar o Morenito se abonan al Canal Plus Toros para ver como Molés y compañía lloran sus ausencias con lágrimas del cocodrilo de Lacoste. Mientras tanto, el aficionado, santo y mártir, tambien puta y cliente a la vez, que mantiene este negocio, a tragar con la peste de toreo que hacen estos muchachos. Para qué un almohadillazo, para qué protestar al empresario, para qué hacer una colecta y mandarlo con su arte y sus producciones de vuelta para su tierra, y para qué dejar de asistir a estas pantomimas sacrílegras que se anuncian en nombre de la Tauromaquia. A veces tenemos lo que merecemos.


De Rubén Pinar se puede opinar más de lo mismo, que es uno de los más vulgares pegapases del escalafón, y mira que es largo, que creo que está en más de doscientas coletas. Es un milagro que sin arte, valor, capacidad, hambre y ganas de mejorar -que debería de ser lo mínimo- haya jóvenes que llegan a compartir oficio con Frascuelo, Paquiro o Manolete. Es el prodigio del toreo ignorante enseñado en escuelas taurinas, del compadreo hecho mandamiento y del rigor en la doctrina que brilla por su ausencia. Otro que aguantaremos en Sevilla, Madrid y es de esperar que toreando tan mal, lo haga también en Bilbao, Pamplona y Zaragoza. Asco de vida.





miércoles, 16 de marzo de 2011

Antonio García Barbeito, Premio Paco Apaolaza




El articulista y escritor sevillano Antonio García Barbeito, con su trabajo ‘El toro de la palabra’, publicado el pasado mes de agosto en el diario ‘ABC’, ha sido el ganador de la VIII edición del Premio Periodístico Taurino Paco Apaolaza-Fundación Cruzcampo, instituido en 2003 para rememorar la figura del crítico taurino donostiarra Paco Apaolaza, colaborador durante muchos años de ‘El Diario Vasco’ y del grupo Vocento.

Más información en Hoy.es


Transcribo a continuación el artículo premiado, publicado en el ABC el uno de Agosto de 2010. 



EL TORO DE LA PALABRA



CIERTOS son los toros. Se veía venir. El nacionalismo, convertido en espada —no en torero, en espada—, tenía el insomnio de matar al último toro, antes de que al echarse a dormir se le convirtiera en pesadilla. Ciertos son los toros. Por más que la res se amosquilara, por más que se aspeara las patas huyendo —que no es lo suyo—, la hubieran buscado allí donde fuera, y la hubieran hallado para ese fin, por más avisada que estuviera. No había cacho en el que el toro pudiera sentirse seguro, por más aplomos que lo sostuvieran. Ese chorreado en verdugo con determinados colores —rojigualdo, para qué negarlo, y por nombre «Nacional»— lo tenía sentenciado. Lo esperaban, además, en la contraquerencia, para que se confiara. Y embarbarlo. Es mucho toro ese toro, y no era cosa ni de dejarlo que campara, feliz y madrigado, entre las hembras escogidas. Porque no defienden al toro que dicen defender, en un dudoso sentido de la lástima bajo el que tiembla la verdadera y triste intención cercenadora; sepamos que si al abolir las corridas de toros no acaban con el toro, descuernan, hasta dejarlo descepado, algo más común a Cataluña, a España: el lenguaje que nació del toro, con el toro, por el toro. Y para el español.
 
D Ahí está uno de los mayores daños, en el lenguaje. Porque al abolir en Cataluña la Fiesta Nacional, desmochan palabras, afeitan verbos, mancuernan frases, hierran con olvido términos riquísimos… Más de mil palabras perderán su sentido práctico, no tendrán una referencia cercana ni una razón de uso, al arrancarles el universo que las motiva. Más de mil palabras quedarían vagando en el vacío —avergonzadas en los trascorrales del alfabeto como indeseada y espuria grafía— sin tener dónde posarse para tener exacto sentido. El toro ha creado un lenguaje en su desarrollo no solo en la Fiesta sino en todos los ámbitos de la sociedad, giros exactos para poder pronunciarlo todo de manera distinta y rotunda. Y si cabe, más bella. Habrá hombres que cuasi enmudezcan al no tener a mano las razones que mueven su lenguaje, esas faenas, desde el campo al taxidermista, que despliegan un riquísimo mapa de sonidos únicos. ¿Qué intención asiste a los antitaurinos para acabar con toda huella taurómaca en Cataluña? ¿Fobia a España como concepto de nación principal? Quizá sea bueno recordar a Julián Marías, quien dejó pensamientos muy interesantes, muy ricos, sobre España, y en España, sobre Cataluña: «… el catalán siente veleidades en algunas ocasiones de renunciar a la realidad no catalana, porque cree que le es impuesta, y automáticamente reacciona con un mecánico desvío; pero si hiciera el experimento mental de despojarse de la íntegra condición española, se sentiría desnudo y en un intolerable exilio: el exilio de sí mismo.»El peor exilio, «el exilio de sí mismo», la enajenación mental, el ciego autismo de quienes no quieren saber nada fuera de sí. Tomen nota algunos de los que creen que hallarían alivio al despojarse de España, que pudieran estar despojándose de su más clara identidad. Así que, le pese a quien le pese, y con la autorización de don Julián, son, «quieran o no», inevitablemente españoles, porque siendo catalanes de manera natural —no con artificios nacionalistas y queriendo serlo solo en las diferencias—, son españoles.
Y viene ahora el nacionalismo —que no sabe de toros— a convertir en desecho de tienta al que se crece en la llama del dolor como una pirausta. La que peligra de verdad es la vida del toro de la palabra, ese toro que es de todos, que corretea en todas las voces, que se hace exacta metáfora allí donde es preciso, y si no, a ver cómo resolvemos mejor algunos asuntos que dándoles con la gracia torera «una larga cambiada». Es el toro del lenguaje el que matan al pretender salvar el sufrimiento de un animal que en la lucha en el ruedo no está indefenso. Prohíben la tauromaquia y dejan tartamuda la lengua que lleva siglos expresándose con giros jamás desahijados del mundo del toro ni de la calle. El toro ha aportado al español una riqueza no solo eufónica sino básica en la palabra diaria, la palabra que usan incluso muchos de los que pudieran estar en contra de las corridas de toros. El lenguaje es un toro vivo, nunca abanto y corretón, siempre con fijeza, aunque tardee; es un toro, pues, la palabra. Y a ese «toro» no podemos echarlo a la dehesa del olvido como si se tratara de un marrajo que calamocheara y no saliera de un soliloquio de hachazos y gañafones. El toro del lenguaje es un toro boyante, regordío de semántica, pastueño, sobrado y rebosado de riqueza sonora; nunca un mudo buey que no va más allá de un monosílabo de zumbas de eunucos. Un respeto al toro de la palabra. Cerrar los cosos es también cerrar un diccionario. Amén de tronchar plumas, pinceles y gubias, manchar partituras y descordar guitarras, y cerrarles las puertas a jornales y oficios, que también el toro es una fábrica animal que reparte más pan que sangre; una vida que se sacrifica para seguir viviendo y repartir vida, como una semilla que cayera a la tierra para asegurar su primavera.
 
Dejémonos de voces que son como casas sin ventanas, dejémonos de ponerles oídos a quienes, en nombre del tornillazo de una idea sin ton ni son, solo tienden a la vuelta a la tribu más perniciosa. Sepamos, sin olvidarlo, que si alguna vez los españoles fuésemos capaces de esmerarnos en el diseño de nuestras regiones, no desuniéndolas sino ampliándolas, poniendo en el horizonte aspectos humanos esenciales y no particularistas, entonces tendríamos el camino allanado para lograr la excelsa categoría de hombre, sin renunciar a la identidad original. Pero hay quien hace de su capa un sayo y, a su antojo, y sobre todo a deshora, cambia la seda por el percal sin que hayan sonado los clarines oportunos. Hay quien saca pañuelo verde contra la opinión del público soberano. Hay quienes, al parecer, con tal de prohibir las corridas de toros, ven bien que la riqueza de la dehesa se ensilvezca como un inhóspito espartizal.
 
Toro cuajado el lenguaje, semental sobresaliente para la cubrición que propicie nuevos nacimientos orales, que no han cesado en su parición las palabras, los términos que nos llegaron del exquisito mundo que vino de las ganaderías. Jabonero, bocinegro, lavado, pujante, rabicano, limpio, salinero, tostado, listón, zancudo, lombardo, meano, zaíno, zanquilargo, mulato, ojalado, pajizo, playero, rebarbo, zambombo. ¿Más trapío, más belleza bautismal? Barbear, acostarse, herradero, embarque, tienta, embroque, encaste, garrocha, encierro, mayoral, conoseó, mozoespada, castoreño, monosabio, alguacilillo, tendido, talanquera, burladero, callejón, capote, muleta, seda y oro, sol y moscas, clarines, albero… ¡Música, maestro!, que la merece el toro del lenguaje, ese toro al que matarían si cerraran los ruedos, redondos universos de una palabra distinta. Ese toro vivo y orgulloso, sonoro y entero, hijo del toro, que suena hermoso en el paladar de un español que lo ha criado de la mano de su lengua en el diario de la elocuencia que se hizo más culta con él, con ese inmenso, bravo, hermoso, bellísimo toro de la palabra taurina.
 
 
 

Todo a medias (y a veces ni eso)


Foto: Ignacio Tena / Prime Time


Plaza de toros de Valencia. Cuarta de Fallas. Un tercio largo de plaza. Toros de Alcurrucén para Miguel Abellán, Juan Bautista y Leandro.


Buena corrida, bien criada, con el trapío necesario para una plaza de primera categoría, si bien he echado en falta más igualdad en la edad, en la tablilla se ha anunciado desde el cinqueño largo hasta el cuatreño imberbe; también en las hechuras, con un segundo altiricón, montado y anovillado y un sexto que es un Toro de Madrid. Abantos de salida, cobardes en el caballo, ninguno empujó de verdad y complicados para la lidia, sobre todo en banderillas. El quinto, boyante y noblón en el último tercio, acusando sosería, se fue sin torear. Sexto más encastado, sin ser un guerrero espartano, tuvo interés. La nota más negativa es que todos terminaron viniendo a menos.


Abellán topó con la ventolina y la desconfianza en su primero. Más preocupado de torear la muleta que de dominar el toro. No pudo salir de la segunda raya y fue su perdición. El mansito, que tenía poder, arreaba de lo lindo, desarmando en más de una ocasión al torero madrileño, haciéndole perder pasos, dar trapazos y defenderse más de lo aconsejable. En las postrimerías de la faena, con el toro más acabado y el viento calmado, le endiqueló dos series de naturales más que correctos. En los medios tuvo que ser. Le faltó tirar la moneda. Con el cuarto, quizás el más áspero de la corrida, bicho caderero que en cada muletazo se quedaba en la cintura, que iba y venía con la cabeza suelta, no pudo más que justificarse y mostrar ganas de agradar. Con los aceros, mal.

Acudir al tendido a ver a Juan Bautista es jugar a la loto. Lo mismo te puede tocar el gordo, y ver torear con ortodoxia, o no acercarte ni al número del reintegro. Como hoy, en el que el francés ha sacado lo peor de su artillería: el desinterés por ser alguien en esto, las tandas kilométricas de muletazos sin decir nada y el desconocimiento más absoluto de lo que significa anunciarse en una feria de postín. 


A Leandro hay que agradecerle que se dejara venir, hasta en tres ocasiones, al pavo de Alcurrucén al galope, dándole distancia y sitio, protagonizando los momentos más emotivos de la tarde. Templado con la derecha, sin demasiadas apreturas y poco mando, pues esperaba al toro con la muleta siempre retrasada, dejó pinturería, pases bellos y remates barrocos. Toreo bueno a medias, le faltó ganar el paso que sólo pueden dar los elegidos y que fue el que faltó para que la plaza se convirtiera en el manicomio de la calle Játiva. En la segunda mitad de faena, -¡tanto duran ya que tienen mitades, como el fútbol!- con el toro venido un poco a menos, el torero vallisoletano le puso más alma, se ajustó un poco con el burel e hizo adquirir mayor relieve a su faena. Manoletinas ajustadas para rematar más una estocada trasera y tendida, con uso del verduguillo, le hicieron pescar una oreja que debería valerle para abrirse paso. Antes sorteó un animal que se dejó sin más, con el que no pudo pasar de dejar latentes sus buenas maneras, la elegancia y la inoperancia para hacer bien el trabajo por el que cotiza en el fisco: matar toros. 



martes, 15 de marzo de 2011

Tres notas

Foto: Alberto de Jesús.


Plaza de toros de Valencia. Tercera de Fallas. Un cuarto de entrada. Novillos de Javier Molina para Thomas Dufau, Juan del Álamo y Jesús Duque. 


Se lidiaban novillos de Javier Molina, opositores en la teoría al escaño de Fuente Ymbro, en la práctica ganadería que está completamente por hacer, por designar en su sangre si quiere consagrarse entre el aficionado cabal o coquetear con los nuevos ministerios de las figuras de la torerimaquia. Cualquier otro día de cualquier otro año -veintinco o treinta atrás- tendríamos que haber escrito que la corrida de Molina ha sido un pestiño, que han tirado más al mulo, coceador eso sí, que al arquetipo soñado de toro de lidia. Bordeando peligrosamente el límite entre la casta y el genio. Excepciones hubo dos: el segundo, encastado y manso, que cantó la gallina al final; y el tercero, que recibió, sin pesarle en el tercio de muleta, tres puyazos en cuatro visitas al "practicante". No porque las mereciese, ni su casta y fuerza las exigieran, sino por incompetencia de su "colaborador". El caso es que en el adocenamiento, repetitivo y vulgar, en el que se encuentra la Fiesta del presente, todo comportamiento diferente a la nobleza aborregada es recibido como agua de mayo. Hartos que estamos de ver novilladas en las que los utreretes embisten como los carretones de las academias taurinas y jovenzuelos que llevan la lidia aprendida desde casa. Muy interesantes pues los jandillas de Javier Molina. Y muy mal presentados, dicho sea de paso.


Con este material el suspenso se lo llevó un Tomas Dufau que, posiblemente con el lote más noble, pecó de toreo perfilero, mal colocado y desangelado. No se puede pretender ser más pegapasista que el pegapases. Por la mera casualidad geográfica de ser francés no debiera de querer ser como Castella, que parece ser su finalidad como torero. Está muy hecho, a ese estilo, y toma la alternativa en julio. Se le antoja un camino lleno de piedras.
Para examinarse en septiembre se quedará el local Jesús Duque, al que le han hecho la trastada de anunciarlo en Fallas cuando no está ni para un tentadero. Bastante ha hecho con no salir demasiado trasquilado de la encerrona. Hacía mucho tiempo que no veía un novillero con caballos tan verde, con verdaderas dificultades para resolver el jeroglífico de como coger el capote. Con la muleta, a trallazos, medio se defendió. De la lidia de ausentó. Tienen sus mentores mucho trabajo por delante, la buena noticia es que el alumno va sobrado de voluntad y valor.

Y Del Álamo aprobó con solvencia, pero sin brillantez. Tiene hechuras de torero, con todos los vicios del presente, el retraso de la pierna de salida para alargar muletazo y la comodidad en la colocación. También arrecian sospechas desde hace tiempo de su querencia por un encaste y repugnancia hacia otros... Valor, temple y cabeza no le faltan para ser figura en esto. Otra cosa es que alguna vez pueda llegar a emocionar con su toreo.



PD: Debido al poco valor de los trofeos, de esas cosas carnosas y peludas aquí no se habla. Se piden disculpas al personal.




lunes, 14 de marzo de 2011

Orejas de verbena y color rosa

Foto: Moratalla Barba. Aplausos.es






Tarde de domingo. Cartel dominguero. Público facilón y bondadoso. Una mezcla perfecta para que los toreros mediáticos, los que salen todos los días, todos, en los magacines televisivos de por la mañana hagan de las suyas. En este caso el inefable Rivera Ordóñez, con diferencia el más mediático de toda la farándula taurina, se llevó el gato al agua. Y no me refiero al gato que tuvo delante. Me refiero a que consiguió el fervor de su público, ese que todas las mañanas sigue sus andanzas amorosas a través de Ana Rosa y compañía.

El animalejo de Jandilla fue una delicia de nobleza y bondad. Hasta Rivera se dió el lujo de gustarse, él, que es un torero tan tosco como un picapedrero. La gente le ovacionó todo y no le importó que Rivera matara de un alevoso bajonazo en el costillar. El programa de Ana Rosa del que este torero es un personaje diario, puede más que la ortodoxia taurina. Y el presidente en ofensiva actitud hacia la seriedad de una plaza de primera concedió el despojo sin sonrojarse.

Otra orejita infame le dierona El Fandi que puso banderillas, corrió de lo lindo y toreó en la periferia. Dos faenas burdas y de ínfimo nivel técnico. Pero en la tarde de las bondades también tuvo su recompensa en el quinto.

A Talavante le faltó un segundo para escuchar el tercer aviso en el sexto toro. Su lote no fue bueno, porque la corridita de Jandilla se paró, desfondada y sin casta. Pero el torero volvió a las andadas de frialdad y amaneramiento que lo están arruinando artísticamente.

domingo, 13 de marzo de 2011

Regalos envenenados. Barrera y el sobrero.

Puro Berlanga. El maestro buscando a la alcaldesa, para que llame al presidente, para que éste llame al que se sepa el Reglamento, para el que se sabe la norma le dé, o no, permiso para echar otro toro. Foto: Alberto de Jesús




Plaza de toros de Valencia. Feria de Fallas. Primera del ciclo. Lleno de no hay billetes. Toros de Victoriano del Río y de Cortés para Enrique Ponce, Vicente Barrera y el Juli. 



Se celebraba la reinauguración de la plaza de toros de Valencia, un acto pomposo, anunciado a bombo y platillo, con el que algunos políticos se han pretendido apuntar un tanto por el simple hecho de cambiar el aspecto de la gradería de una plaza que cuenta con siglo y medio de historia. Cuando pongan la cubierta es de esperar que hagan otra reinauguración. Ya metidos en faena, antes de empezar el festejo, se obsequió con una placa conmemorativa, supongo, a Vicente Barrera, diestro valenciano retirado como quien dice, y al que se le ha dado la oportunidad de estar en Fallas en detrimento de otros, ¡ay Urdiales!, en forma de homenaje. El caso es que la tarde se convirtió en el Festival pro Vicente Barrera.

El ganado, digno de tan cascabelera cita, con animales feucos, chicos, muy mal presentados, unos entipados en la lagartija serrana, muy abundante por la sierra de Guadalix, otros, como el sexto, amorfo en sus hechuras. En cuanto a presentación, sólo se salva de la quema el cuarto. Un fraude para la afición levantina, que paga a precio de billete de bussines class viajes en clase turista. Eso era por fuera, porque por dentro, yacían la más absoluta podredumbre, estériles de casta, inválidos como un veterano de la guerra del Vietnam, dieron con sus esqueletos varias veces por los suelos. No hemos tenido que lamentar la pérdida de ningún rocín en el tercio de varas. El quinto, tan descastado y parado que no pudo terminar de hacer su trabajo, se murió apuntillado por un tercero después de echarse cuando no iría más de media faena. El garbanzo blanco de la corrida ha sido el buen tercero, cumplidor sin más en varas, y que regaló veinte embestidas francas para terminar rindiéndose al final. En séptimo lugar saltó a la arena el sobrero de Zalduendo, que resultó según tipo y comportamiento de la casa: una porquería soberana.

No merece demasiado la pena explayarse en la labor de los toreros. A Ponce se le vió como siempre, contra el toro de siempre y sus maneras de siempre. Para unos habrá estado bien, sin más; mientras que para otros ha aburrido sin más, pero bien. Vuelve a dejar la sensación de que es un torero que no tiene nada ya que contar, más aún si renuncia a las grandes citas, que es donde se ve más exigido de sacar a reluciar su maestría, que la tiene.

Vicente Barrera, del que decían en la retransimisión que se parece a Manolete, por esa comparación simplista y facilona en la que cualquier torero que haga su eje más vertical ya es el Monstruo*, topó con un lote soso e inválido. El quinto, como hemos reseñado anteriormente, murió de descaste. Su primero, pasaba y se movía con la misma expresión del que oye llover, con la famosa toreabilidad por bandera, se dejó hacer y no se vió correspondido. Sin alma, abúlico, apagado, Barrera no fue capaz de calentar a un personal que no necesita de mucho combustible para caldearse. La vergüenza, indigna, vino con el séptimo, un pitorrito de Zalduendo, regalado en moda importada del otro lado del charco. Con la plaza ya vacía, pues había empezado a llover a la muerte del sexto, seguramente de manera profética, pues estas materias negras de Zalduendo son para la tauromaquia como una de las plagas de Egipto. Dicen los estudiosos del reglamento que tiene un vacío, y que por ello suceden estas cosas. Yo no iría tan allá, pues con un poco de torería y profesionalidad esto no pasaría. No es entendible, ni excusable, que Vicente Barrera negocie en el burladero y barrera con la alcaldesa de Valencia, el padre del Juli -que no tiene porqué estar durante la lidia en el burladero de matadores-, el presidente de la Diputación o Isidro Prieto entre otros. Sólo faltó allí la mujer barbuda. Es de buen compañero, y buen torero, estar atento al ruedo cuando hay un tio jugándose la pelleja. Creo que le cortó una oreja, y tan contento. Tanto que amenaza con volver.


El Juli le dió fiesta al tercero, bravucón y noble. No estuvo por encima del toro. En su haber, la mano baja, arrastrando la muleta, sin perderle pasos al oponente, que por momentos embestía con cierta transmisión. En su contra, el poco ajuste, ninguno, la falsa hondura del muletazo, desplazar al negrito para afuera y lejos no es torear hondo. Sorprendió tambien negativamente la falta de temple, uno de los puntos fuertes del torero de Velilla, que dió muchos muletazos -otro de sus "puntos fuertes"- de una manera muy acelerada y descompasada. No mató a la primera y perdió las dos orejas. Al toro, se le ovacionó, injustamente.  En el sexto, con hechuras más para topar que embestir, estuvo envalentonado, sin volverle la cara a un animal que llevaba la suya por los aires y que no se pirraba por seguir las telas del madrileño. Como no anduvo muy acertado ahora tampoco con los aceros perdió otra hipotética oreja. Tampoco estuvo fino Julián yéndose nada más doblar el séptimo, sin despedirse de la plaza saliendo por la puerta de cuadrillas. Sus motivos tiene: torea el domingo por la tarde en Olivenza y tiene que viajar. Colaría sino fuera porque Ponce torea también el domingo, y por la mañana, en Olivenza y no abandonó la plaza antes de tiempo... 

Detalles, hay que cuidarlos.



* Hará un par de semanas, el bueno de Gerardo Ortega, en el programa radiofónico "Va por Ustedes" (Onda Cero Navarra) comentó que Thomas Joubert "Tomasito" se parece a Manolete hasta hablando. Que ya es coincidencia, que compartan acento un cordobés de principios del siglo XX y un francés de principios del siglo XXI. Y raro que alguien conozca perfectamente el timbre y tipo de voz de Manolete...