domingo, 31 de octubre de 2010

El último legado de un Maestro

  



Hace cosa de un par de meses El Pimpi decidió irse antes de tiempo. Tocado con el Castoreño, ataviado con su chaquetilla de oro bien ganado en la arena, haciendo el paseíllo con torería galopante, andará por allí arriba dando clases de toreo a caballo. 


Porque torear, lo que se dice torear a caballo, con toros en puntas, moviendo el rocín con alegría, citando de frente, lanzando la vara con naturalidad al morillo, atinando delantero y midiendo la dureza del castigo, es algo que está en las riendas de muy pocos. Entre las que estaban las del añoverano.


Valga como homenaje este video del que es, seguramente, el mejor tercio de varas de la temporada. Fue allá por agosto, en Vic Fezensac, a un toro de Pagés Mailhan.



 
         



   

      
  

jueves, 28 de octubre de 2010

Silencio por un torero





¡Pa qué quiero mi alegría
si se ha muerto Joselito!






Silencio por un torero

Aquella tarde Sevilla
se puso toda amarilla,
quebraíta de color.
Y por el aire caliente,
su voz clamó de repente,
ay, qué pena y qué dolor.

Silencio en Andalucía,
rezadle un Ave María
y quitarse los sombreros.
Silencio el patio y la fuente,
que está de cuerpo presente
el mejor de los toreros.

¡Parece que está dormío, Dios mío,
en su capote de brega!
Y por Gelves viene el río, teñío
con sangre de los Ortega.

Suspira bajo su velo
la Virgen de la Esperanza
y arría en señal de duelo
banderas la Maestranza.

Y Sevilla, enloquecía,
repetía a voz en grito:
¡Pa qué quiero mi alegría!
¡Pa qué quiero mi alegría
si se ha muerto Joselito!

Silencio por un minuto,
pintad el campo de luto,
el ciprés y el olivar.
De luto las amapolas,
de luto Carmen y Lola,
Concha, Pepa y Soledad.

Silencio guarde el romero,
silencio el torito fiero
y los bravos mayorales.
Crespones en sus divisas,
silencio pide la brisa
al pasar por los trigales.

¡Parece que está dormío, Dios mío,
en su capote de brega!
Y por Gelves viene el río, teñío
con sangre de los Ortega.

Suspira bajo su velo
la Virgen de la Esperanza
y arría en señal de duelo
banderas la Maestranza.

Y Sevilla, enloquecía,
repetía a voz en grito:
¡Pa qué quiero mi alegría!
¡Pa qué quiero mi alegría
si se ha muerto Joselito!




Versos de Quintero y León

miércoles, 27 de octubre de 2010

Los del tiqui-taca






Campeones de Cultura 2010-2011





De arriba a abajo, y de izquierda a derecha, que dirían los clásicos, tenemos a Manzanares, Perera, Simón Casas, Pablo Chopera, Manuel Martínez Érice, Fandi, Talavante, Manuel Jesús `El Cid´ y Oscar Chopera; Matilla, José Luis Lozano, Araúz de Robles, Canorea, Don Choperón y El Juli.


Menuda plantilla. Campeones de Cultura 2010-2011. Ésta sí que es la España del tiqui-taca, aunque el vestuario apeste al Reflex y a linimento Sloan con tanta vieja gloria del capitalismo taurino; y al after shave con el que se emperifollan los artistas, a pesar de que algunos se dejan barba... 


`Dame lo mio ya´-el tiqui-, `toma lo tuyo ahora´-el taca-. Ése es su juego. No les interesa otra cosa que no sea seguir al mando del stablishment taurino; no buscan otra emoción que la de ver sus nombres en el periódico; y no conocen otras hechuras que las de los veinte digitos de su cuenta corriente. 




Intentan vender al resto de la sociedad una moto que no anda ni cuesta abajo, y que ellos mismos ni quieren ni saben arrancar. Hablan de abrirse al exterior, de calar en la nueva sociedad, cuando ese mismo exterior puede ver con facilidad que el interior está lleno de bilis y orines. Al que ojea un periódico no le hace falta ser Pepe Carvalho para descubrir que sigue sin cambiar este mundo. Señores mayores con aspecto de ricos, toreros metrosexuales, tahúres encorbatados que juegan al monopoly del toro, que han dejado olor a macho hasta en las cortinas del hotel dónde se echaron la foto. De los siete u ocho segundos que se tarda en despachar una imagen y un titular, al lector le sobran tres para sacar su conclusión: ésto del toreo sigue siendo jaraneo para degustar en las cavernas.




Continuan cortando el paso a la mujer. Ni con velo ni sin él. Que para moros, aquí estamos nosotros. Éste va camino de ser el primer arte `con papeles´en el que a la mujer se le trata como un cero a la izquierda. Ni dentro, ni fuera del ruedo. Menos para pagar, claro.




Con el que paga, tres cuartos de lo mismo. Siguen sin contar con peña, federación, asociación o grupo de aficionados alguno. ¿Tánto se tarda en enviar una carta con cuatro letras a las asociaciones de Las Ventas, Sevilla, Pamplona, Bilbao, Valencia y Zaragoza, por ejemplo? No se molestan ni en darnos coba.




Lo último que sabemos de ellos es que quieren que TVE les mendigue tres corridas de toros al año. Fijate la cosa, si es importante, que están dispuestos a perder cuartos y todo. Hasta han hablado de la Beneficencia y Madrid como punto de partida. Por lo del Principe y la Leticia, dicen. Que se note que la Casa Real apoya a la Fiesta. O sea, que quieren dar imagen de modernidad y el primer festejo retransmitido en la televisión pública española en cinco años quieren que sea una corrida de Cuvillo o Juan Pedro -que será seguro- con tres artistas que brindarán al Rey. Es toda una declaración de intenciones. En el fondo son tan modernos como los calcetines blancos con mocasines negros.




Después siguen con su empeño por mejorar el Toro. La bravura, el trapío o la integridad son secundarias, prescindibles de este arte. Lo tienen claro: el Toro del siglo XXI lo que tiene que ser es BIC




Ni yo -ni nadie- sabe si el paso a Cultura será el fin del tinglao, pero de lo que si estamos seguros es de una cosa:



No representan a nadie.

lunes, 25 de octubre de 2010

Presentación de la revista de la Asociación Cerro de San Albín








El próximo 6 de Noviembre tendrá lugar la presentación de la nueva revista de la Asociación Cultural Taurina Cerro de San Albín. 



La presentación será llevada a cabo por Doña Irene Fernández Benavent y tras la misma habrá una charla coloquio con el Toro como protagonista en la que intervendrán los ganaderos Adolfo Martín, Tomás Prieto de la Cal y Fernando Cuadri.


Estáis todos invitados.

domingo, 24 de octubre de 2010

Juventudes de Esquerra Republicana asaltan y destrozan una ganadería










Copio de José Silvestre, autor de Bous a les Alqueries, la denuncia de un aficionado catalán por la red:



` Han aparecido pintadas en la finca de Rogelio Martí por parte de los antitaurinos. No sólo han destruido material, la plaza, los corrales, el bar... sino que han pintado con sprays los pobres becerros indefensos. Han firmado como J.E.R.C. ¿Y ellos son los que dicen son defensores de los animales?´





Nota:  J.E.R.C. son las juventudes de Esquerra Republicana de Catalunya, partido político que en las últimas elecciones autonómicas obtuvo 413.683 votos. Si usted es votante de dicha formación, tenga claro para que vale su voto...

sábado, 23 de octubre de 2010

La coleta





Clarito
El Ruedo, 1946


Al principio fué el sombrero. Los toreros de a pie entran en el ruedo, como suele decirse de los que no se destocan, `caballeros cubiertos´. Después surge la redecilla de malla. Envueltos en ella los cabellos, trenzados y sujetos con una especie de peineta sobre la nuca, como protegiéndola, saltan del siglo XVIII al XIX los dos toreros mas fachendosos, más pagados del atavio profesional: Costillares y Pepe-Hillo. Algunos, precavidos contra el viento, que ya entra a los circos taurinos sin esperar la erección del ventilado coso de las Ventas, reaseguran la red atándolo con un pañuelo. Otros, con un lazo de seda, precursor de la futura moña. Hay, sin embargo, un huracán al que ninguna ligadura se resiste: la moda. Y un día vuelan las redecillas, los pañuelos y los lazos. Y otro día, allá por el 1830, un nuevo Petronio del toreo -pinturero en la calle y en la plaza-, el gran Montes, se encaja el primer modelo de montera. Por detrás y por debajo de ella, la moña recubre ampliamente su ancha trenza. Poco más, y no tardan trenza y moña en estrecharse y reducirse. Y cuando apenas si el siglo llega a su mitad, ya del antiguo tocado sólo queda un vestigio: un mechoncito de pelo que crece en el cogote del torero: la coleta.


Por el momento, las pretensiones del apéndice capilar son bien modestas. Sobrevive a las cruentas talas de la moda simplemente para entrelazarse con otra trencita de pelo -postizo- que pende del breve disco de cartón, o castañeta, a que se ha contraído la moña. Pero -los grandes destinos coquetean así, a veces, con las pequeñas cosas- la coleta se convierte en seguida en simbolo profesional: cédula y distintivo de los dedicados al arte. Coleta se hace sinónimo de torero. `Soy -dice el orgulloso José Redondo- la primera coleta del mundo´. Con el nacer de la coleta, nacen las primeras ilusiones y caen, en su caída, las últimas. Tiene el valor simbólico del principio y del fin. Marca el orto de la carrera de un artista. Y la ceremonia del ocaso, a raíz de la última jornada, cuando allegados e íntimos presencian el corte de la coleta -corte de la vida artística, pausa definitiva en los azares, pero también en las Glorias-, hace gemir las Prensas y se celebra en un sentimental ambiente de `psicosis del jubilado´y hasta se rocía con lágrimas. Para los aficionadillos que, sorprendidos en las faltas anejas al aprendizaje -tirarse al redondel, viajar sin billete, robar un pollo, fracasar en una capea- caen bajo la férula de un alcalde o de un funcionario de la autoridad, no hay suplicio más duro que el del ruidillo de la máquina destruyéndoles el tesoro incipiente de su pelo. `Cortarse la coleta´entra a formar, con los modismos más expresivos del Diccionario, como frase rotunda de renunciación o alto en muchas aficiones y actividades de la vida. 

Más... `sic transit gloria mundi´: también a la coleta le llega su término. Una tarde de este siglo nuestro, Gaona, que ha puesto en boga los colores claros para el raso del calzón -de que ya había un intento en los famosos ternos canela de Fuentes y Bombita- suprime su trenza y se ingenia para prenderse la castañeta y su postizo con un pasador. La innovación cunde. Y en nada de años, desaparecen todas. (Todas las importantes, por lo menos). A simple vista, el hecho parece baladí. Pero, con el andar del tiempo, ¡cuántas otras supresiones suceden a la en apariencia inocente supresión de la coleta..!


Por de pronto, confinado el uso del traje corto a las fiestas y faenas camperas -tan solo lo viste, con terca añoranza, el ex diestro Guerrita, trocándose de típico a extraño- ; anticuada la camisa de cuatro botones, e ido de la circulación el sombrero ancho, con el quebrar de la coleta se quiebra y rompe el único hilo que unía para el torero la Plaza con la calle. La coleta era ya su única insignia, la única pieza de su uniforme de diario. Y desde que el atuendo paisano lo confunde y ampara, el toreo pierde uno de sus antiguos valores morales: la prestancia callejera. 

Con su flexible, su gabardina entallada, sus zapatos bajos y su pelo planchado, la gente dirá al verlo: `ahí va un cuentacorrentista´. No dirá: `ahí va un torero´. Mucho menos señalará: `ese es el que huyó ayer por la tarde...´


Desde la caída de la coleta para acá, sin que dependa de ella, pero siendo ello uno de esos signos reveladores del cambio de ambiente y de sentido de la Fiesta, comienza a invertirse en la crítica -hablada y escrita- el orden estimativo del valor. Data de estas fechas la sustitución del concepto: `Fulanito torea muy bien, pero ¡ay!, es muy cobarde´, por el de `Fulanito es muy cobarde, pero ¡ay!, torea muy bien´. De no mucho después son también -y ya mi pluma lo ha satirizado en algún otro trabajo sobre la seriedad e importancia de la coleta- esos juegos y rejuegos mercantiles de la retirada. El ir y volver, y decir adiós y desdecirse de los toreros. Las retiradas, madres de las reapariciones -escribía yo-, no hubiesen encontrado vía libre en tiempos de la coleta. Pertenecen al acervo de los cálculos y frivolidades del toreo moderno. Coinciden en la Plaza con el trueque del toro por el becerro, de la chicuelina por el lance de frente, la suerte de varas por la mojiganga del peto, del volapié por el paso de banderilla; y también del sombrero ancho por la `mascota´; de la camisa rizada por la corriente; de la coleta por el pasador. Los toreros antiguos no se retiraban. Se cortaban la coleta. Le daban un tijeretazo sensacional y definitivo a la profesión. Retornar sin coleta hubiese constituido una afrenta o más: un imposible. Hay un torero que va y vuelve: El Gallo. Pero... es calvo. Otro que incurre en la debilidad de un tornaviaje: Fuentes. Pero lo disimula en la cabellera...


La coleta, lector -gran destino de las pequeñas cosas-, representaba una época viril y seria del toreo. Toro el actual flujo y reflujo de `fenómenos´, todo ese juego del escondite del `ahora me voy y ahora me quedo´, y aún del `no me voy nunca´puede ser porque ya no se lleva la auténtica trenza. Porque no se llevan las suertes ni los toros de su época. Porque a los toros -a ellos también- se les ha cortado bastante la coleta... 

viernes, 22 de octubre de 2010

¿Entero o mitad?



Jabonero bravo.




Ese toro bravo conlleva la grandeza del toreo, que los toreros se midan a las mejores ganaderías, a las más bravas, a las más encastadas, que cada uno sepa que cada toro tiene su lidia..., y no todo son derechazos y naturales. ¿Por qué todos los toros que salen en las ferias son iguales? Porque proceden de lo mismo. Yo, si fuera torero, buscaría la comodidad, si me lo permite el público y el empresario. En los años cincuenta era impensable ver a Pepe Luis Vázquez sin los Miuras en Sevilla, porque la afición y el empresario no eran capaces de anunciarle con otras ganaderías. La clave está en que antiguamente el torero se lo ganaba en la plaza, que el novillero se anunciaba en los pueblos donde le pagaban por torear: es la casa construida por los cimientos. Y hoy es el revés. 

¿Quién no tiene interés en ver el toro bravo? El mundo del toro. Es una vergüenza, pero es la realidad.


 Tomás Prieto de la Cal,  




Medio jabonero



Esa distinción -la del medio toro-, muy de moda, del toro bueno para el torero o el toro bueno para el ganadero es la más disparatada concepción de la bravura; es un factor negativo. Es larga la lista de ganaderías infectadas de toros buenos para el torero, que es una forma nueva y peligrosa de la mansedumbre. La experiencia está desacreditada. El ganadero debe buscar con afán el toro bravo. Toro que no sea bueno para el ganadero, no es bravo, y no debe ser bueno para nadie, aunque parezca circusntancial y económicamente bueno para el torero. Cuando se encuentran el toro bueno para el torero y el torero para quien sólo es bueno ese toro, el toreo no acude a la cita del cartel. 


Gregorio Corrochano
¿Qué es torear?

Victorino enfundará sus toros

Domadito. Victorino Martín. 8.9.1968



Pues eso, que según anunció Pablo García Mancha en su programa radiofónico en Punto Radio, Victorino enfundará sus toros a partir de la próxima temporada. Es seguro. Me lo han confirmado por otra parte...



Otro ganadero que va directo al cubo de la basura de los mitos caídos...



Nota: Victorino hijo, lo anunció recientemente en el Foro de Debate sobre el Futuro de la Fiesta organizado en Bilbao por el Club Cocherito. Pueden leer un resumen, en el Toro de la Jota.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Dos figuras secundarias que son primeras figuras




Magritas


Artículo publicado en ABC por Corrochano, el 13 de Junio de 1920, con motivo de la excelente labor realizada por los subalternos Maera y Magritas en la corrida de la Prensa celebrada un par de días antes.


Maera es un excelente torero, tan excelente a nuestro juicio, que le tenemos clasificado como el número uno de la clase de peones. En la actualida no hay torero de los que van en cuadrilla que bregue con el acierto, con el tino y con la precisión que Maera. Maera es el capotazo oportuno, necesario, justo, con finalidad. Cuando torea mira al toro y hace aquello que el momento requiere. Decimos que mira al toro porque hay una casta de peones que miran al público y toran lo que se llama para ellos. Son éstos los que una tarde, cuando nadie los espera, salen, bullen, hacen como que salvan una situación, y aunque no salvan nada, se retiran satisfechos, diciendo tres veces sí con la cabeza, en busca del aplauso que no llega, y si llega lo oye él solo, porque es la palmada cortés del espectador más próximo.


Se puede afirmar que hoy, ya gastados Morenito y Cantimplas -los dos peones que con más finura torearon- y un poco cansado Blanquet -menos fino-, es Maera el primer peón de brega y quizá el único que conserva la escuela de Sánchez Mejías: decisión y arrojo para llegar a los toros dificiles. Cuando sale el toro fácil, cualquiera es peón: basta con que sepa que un capotazo a destiempo puede cambiar la condición del toro, y con que tenga la noción elemental de que no se debe dar un capotazo más de los necesarios para conseguir el objeto que le llevó al toro.


Pero sale el toro difícil, el peligroso, ese toro al que la generalidad le torea de pasada, tirándole el capote, con lo que, lejos de corregir, aumentan las dificultades, pues el toro se entera que tras el capote hay un hombre que huye: entonces Maera -lo vimos numerosas veces- llega a un terreno que el primer sorprendido es el toro, pues no sospecha que aquella gente que huía pueda llegar hasta allí. Y Maera le da con el capote en la cara, y sin moverse espera la acometida terrible, y aguanta las cornadas, y deja que el toro descargue su furia en el capote. Con esto, no solamente corrige defectos del toro, sino que advierte al matador de lo que haya que hacer. El mejor elogio de Maera, y citamos con ello un testimonio autorizadísimo, se lo oímos a Joselito, que siempre se preocupó de las cuadrillas. 


Como banderillero es muy fácil, pronto, y toma los toros más cerca que ningún banderillero.



Magritas tiene una personalidad tan definida, un estilo tan suyo, que esl que da más emoción al banderillear y, como a todos los especialistas, el público le espera en el momento oportuno. Cuanto más fuerte se arranca el toro, cuando hay más peligro, cuando se ve al toro salir al encuentro del torero y la cogida parece inevitable, entonces es cuando Magritas se para, baja los brazos, junta las manos en la faja, como si al verse indefenso se entregara, y cuando ya parece que no es posible que salga del embroque, saca los brazos verticalmente, porque el testuz del toro no permite otro movimiento, los clava y clava al mismo tiempo, simultáneamente, y con una precisión admirable, el toro tira la cornada, y el torero gira y se deja el toro en el costado izquierdo...


Tienen otro mérito Magritas y Maera. Y es que esa laguna del primero al último tercio, la llenan de manera que no se enfría el entuasiasmo de la plaza, con lo que favorecen el éxito que su jefe lograra en el tercio anterior.

martes, 19 de octubre de 2010

Lo que hay detrás de la montaña






Nos la están metiendo doblada. Hasta la campanilla, como el rey de Aragón hizo con la reina de Castilla. A todos por igual. A los hunos, los inmovilistas, los que creemos que el Toreo tiene tanto de ciencia como de arte y que debe de subsistir anclado en unos valores tan viejos y roqueños como los pilares de la Tierra. Y a los hotros, los darwinistas, que creen que la tauromaquia, como toda forma de expresión de costumbres, tradiciones y ritos humanos, debe de ir de la mano con la evolución de las sociedades. 


En los mentideros y tertulias el aficionado debate intensamente sobre las contraindicaciones del Toreo en Cultura, o de la perenne incompetencia del Interior para controlar el fraude. La razón, dicho sea de paso, nos asiste a todos. Ni en Cultura ni en Interior, ni en el Palacio del Santo Oficio del Vaticano estamos a cobijo de todos los males que nos acechan como una jauría de lobos. La cuestión es mucho más profunda, y mosqueante. Algo se está cociendo y mientras, nosotros, nos enfrentamos en un debate más propio de personajes del Tomate que de gentes que nos confesamos amantes de un arte tan sobrio como el Toreo. Hablamos -todos- sin saber realmente del tema, que está sometido a una oscuridad informativa propia del regimen castrista. Ni el G-7, ni la Mesa del Toro, ni el propio gobierno han informado de antemano sobre las lineas maestras de las reuniones. Los toreros no tienen disculpa, en pleno siglo de la información les hubiera sido fácil dar a conocer su postura negociadora ante el gobierno a los aficionados. Pero, por lo que fuera, no lo estimaron oportuno.

De la primera reunión, con la Ministra Sinde, apenas si se pueden sacar conclusiones. Las escasas lecturas que se pueden extraer, es que la Ministra de Cultura no recibía de agrado tal visita, y que iba a hacer más bien poco por fomentar el cambio. Una foto que no se hizo, una oficialidad que no se quiso dar, una sala de prensa que no se prestó, y una nota del Ministerio parecida a una lista de la compra, son las evidencias de lo que aquí se escribe. No hubo interés por los Toros, ni por lo que tuvieron que decir los Toreros. Pero sí que hay una ventana abierta al futuro. La lista de la compra sindiana lo dice claro: `el Ministerio se compromete a promover la creación de un grupo de expertos que analice la situación de la Fiesta desde un punto de vista alineado con los tiempos actuales´. Todo esto fue un 30 de Septiembre.


Apenas dos semanas después, el 13 de Octubre, y en tiempo récord en la Historia de la burocracia española, se acepta -a la primera- aquello que fuese que los toreros y el abogado Araúz de Robles hablaron con Rubalcaba. Porque esa es otra, de buenas a primeras -otra vez- se le da oficialidad a la cumbre, las figuras son recibidas con honores ya por el número dos del Gobierno, y no por la discutida y olvidada ministra de Cultura. Fotos, apretones de manos, cordialidad, copa y puro. Y a juzgar por la cara de muchos al salir del encuentro, no descartamos que se echara algún polvo.


Se hace pública la decisión. Hunos mostramos nuestra preocupación y desconsuelo. Hotros ven -o se imaginan- la luz al final del túnel. Pero no aprendemos, el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra -si es nacido en España, catorce- y seguimos en lo de antes: discutimos en la ignorancia, pues la negrura informativa sigue sin dejarnos ver el bosque. La transparencia brilla por su ausencia. Sólo nos queda jugar a descifrar un jeroglífico compuesto de muy pocos símbolos: una rueda de prensa en la que el G-7 no explica nada, sino que se limitan a expresar su contento por un día histórico; unas declaraciones a destiempo, y con presunto ataque de cuernos de Sinde, que se siente deslegitimada por Rubalcaba, aclaran que todo va a seguir prácticamente igual, que lo único que se transfiere a Cultura es el Registro de los Profesionales; y una entrevista al abogado del movimiento, Javier Araúz de Robles, en las que habla de una regeneración de la Fiesta acorde a los tiempos modernos, un espectáculo abierto a todo tipo de espectadores, -incluso a los críticos, dice, con dos cojones-, una Fiesta abierta a todos los públicos.


Algo se estaba cociendo y algo que se ha podrido. O las figuras son mejores negociadores de lo que creemos, o el Gobierno nos ha dado un pase de pecho de pitón a rabo. O ambas cosas a la vez. 


El caso es que poco a poco todos los acontecimientos taurinos que pasan, dentro y fuera de la plaza, se van sumando, granito a granito de arena, como la duna que viaja por el desierto, para construir la nueva cara del espectáculo: las corridas de toros incruentas. 


No miento si escribo que en la piel de Toro se pueden contar con los dedos de la mano las plazas en dónde no se abronca al picador por hacer su trabajo. Tampoco lo hago si digo que que el oficio de crítico taurino murió hace años, y que con su muerte empezó a penar la tauromaquia, que ahora lo que se llevan son una especie de cronistas deportivo-taurinos que narran y cuentan muy bien, pero que no enseñan; que las cadenas de televisión no toleran un festejo con hormonas, sangre y muerte si no es a cambio de una grata suma de dinero; y que el futuro es negro si los que tienen que enseñar a ver toros a nuestros jovenes son los Hermanos Romero, el lobo con piel de cordero André Viard o el mayestático imperio fenicio. 


La Fiesta no se va a abolir. Es imposible. Impensable que un negocio que genera millones y millones de euros al año lo dejen escapar políticos y taurinos. En unos años, la sangre y la muerte del Toro en el ruedo será cosa del youtube. Lo pienso una y otra vez, y me doy cuenta de que es imposible defender el traslado de los Toros a Cultura, porque ese viaje lo han cobrado siete apóstoles a cambio de treinta monedas de plata y un beso como dulce despedida en la mejilla a los hunos y a los hotros.

domingo, 17 de octubre de 2010

Guapos por fuera, feos por dentro





Ver salir a Nerviosillo, guapo como él solo, cornipaso, con las puntas brujuleando en busca del sol de la dehesa,  bajo, bien proporcionado como el Hombre del Vitrubio, rematando en tablas, buscando con ímpetu a los valientes que lo llaman desde detrás del burladero, haciendo tomar tres veces el olivo a Padilla en banderillas, bien vale el precio de una entrada. Estampas y comportamientos de otros tiempos.  




Hasta ahí, una señora corrida de toros de los viejos Pabloromeros, es decir, que sólo son rescatables dos tercios del primer toro. Todo lo demás es descaste, genio, fuerzas bajo mínimos y dificultades insalvables para el torero. 


Hay que salvar de la quema, el tercio de varas al sexto, más por vivo y dicharachero que por intenso. A límites tan paupérrimos en el nivel de la lidia hemos llegado que cuando vemos a un toro bien colocado arrancar con trote cochinero hacia el caballo  se nos antoja que nos acaban de desvelar el tercer secreto del milagro de Fátima. Bien por Alberto Álvarez. La intención es lo que cuenta.




De lo demás, como para que te devuelvan las pelas de la entrada en la taquilla. Disposición de Fandiño, que nunca dió un paso atrás con un lote que no sumó ni una embestida por derecho. El local Álvarez, buena gente por lo que se ve, cortó una oreja que no le debe nublar la vista. El que es valiente para ponerse delante de uno de estos toros también lo es para afrontar nuevos retos profesionales. Haría bien en replantearse el futuro. Y de Padilla sólo podemos decir que no llegó ni a estar `en Padilla´.

sábado, 16 de octubre de 2010

Alcurrucenes con guarnición





A los toros de Alcurrucén hay que esperarlos hasta banderillas. 

Manué, esto es encaste Nuñez y hasta que no llegue a la muleta no se define. 

Cuando se quede sólo con el torero se viene arriba. 

Esto es así, van de menos a más, porque esta ganadería tiene fondo importante de casta. 

*Sacado del libro de estilo del Plús. 
Capítulo III: Cómo vender mulos como toros encastados.




Y son las once y pico de la noche, y todavía estamos esperando a conocer que es lo que se tiene que venir arriba, que es eso que se tiene que desarrollar de menos a más o a que nos presenten al zahorí que demuestre la importancia de los fondos cásticos del Nuñez vía Alcurrucén. Si a las doce, hora de culturilandia, seguimos igual, va a ser cuestión de pegarle un toque -ahora que tenemos confianza- a la otra ministra, Trini, la de Sanidad, para que ponga Zaragoza bajo Alerta Sanitaria. 

No vaya a ser, que con esto de ser encaste Nuñez, y que al descastamiento haya que llamarlo con muchos nombres diferentes menos con el suyo, nos encontremos con una ciudad en fiestas sitiada por la casta. El caso es que nos vamos a la cama sin saber cuándo va a empezar a embestir el primer lozano. Las cosas de los encastes. Y tampoco va a estar la Pilarica siempre al quite, que bastante tuvo con los franceses.

Me duele imaginarme a ese taurino -traje Massimo Dutti, Rolex archirreparado por los efectos de las leyes morantistas de la física temporal, zapato italiano de Prada- comiendo en el Asador La Tertulia, cerquita de la plaza, y que justo cuando vaya a hincarle el cuchillo y tenedor al estofado de Alcurrucén, el filete le pegue un gañafón. Resultado artístico:  a la mierda el Massimo Dutti. Si las comidas fueran televisadas ahí estaría el emiliomuñoz de turno para explicar el alboroto. `Ya te lo he dicho, Manué, que estos tienen fondo de casta importante y cuando ha ido a entrar a matar le ha tapao la salida. La castita, las cositas de la castita´.

Unos metros más allá, seguiría el sitiamiento de las fuerzas encastadas del batallón de los Lozano a la guapa Zaragoza, en el Restaurante Campo de Toro. Allí, el herido sería un exiliado catalán, que habría venido con intenciones de ver al Sera. Rabo de Alcurrucén con guarnición. Se santigua, prepara los aceros, monda, trocea, pincha, y cuando va a la boca... ¡zas! un reguero de salsa que va desde el plato hasta la barbilla del exiliado riega el mantel de colorao. Silencio en la plaza. Ahí es cuando aparecería el manolicaballero de turno para sentar cátedra. `¡Aaaaaaayyy! Lo estamos avisando to la tarde Manué. Que yo con estos toros paso mucho miedo. Se ha pasao de faena, se ha venío arriba, se le ha puesto gazapón y le ha hecho hilo al entrar a matar. La casta, Manué.´


 En Casa Pedro, el clásico grupo de aficionados talibanes integristas, dan cuenta de Batuta, el quinto Alcurrucén. Desorejado, descastado y bobo por más señas. Los efectos no se hacen esperar. A fila de a uno, entran en en evacuatorio, cambiando los pañuelos blancos por papel higiénico. Está claro, tanta cantidad de dulce no puede ser buena. Menos para esta gente, diábeticos perdidos a fuerza de comer siempre lo mismo, cuando lo que van buscando es la sal y la pimienta. Aquí aparecería Chenel e intentaría decir algo, que no tendría que ver con nada de lo que hizo como torero, y que no entendería nadie porque está con el ronquillo. 


Valverde, se ha despedido como llegó y como estuvo: digno, cumplidor, y sin conocer la suerte.

Serafín, decidido, inteligente y templado.

Y Tendero, pegapasista, modernista y más papista que su papa (Caballero).




viernes, 15 de octubre de 2010

El toro es Cuadri


Burladero.com





Tres Cuadris para soñar el toreo, el toreo que todos soñamos, han saltado al ruedo maño, para darle por primera vez en la Feria, la categoría que se merece, la de cartel de Primera. Corrida variada de comportamientos, difícil en banderillas -Fandi ¿dónde estás?-, correosa para la lidia, interesante para el aficionado y muy desagradecida para los toreros. O sea, que ésta es una ganadería que no debe de ser culta, ni Don Fernando Cuadri artista. 


Rafaelillo, por debajo del primero, noble pero no bobo, con muchas teclas que tocar, exigiendo torero con conocimientos y hombre con ínfulas. De lo segundo sí encontró, como siempre, de lo primero, sólo a ratos. No encontró, o sí, pero no pudo dársela, la media distancia, obligatoria con este toro, que cuando venía de lejos venía con prontitud, hondura y, en ocasiones, por el pitón izquierdo, hocicando. Un cheque al blanco para el portador, a cobrar desde principios de la siguiente temporada. Pero Rafaelillo, al que tanto admiramos, no estuvo a la altura con la pañosa, ni con el estoque, que llegó a usar de manera casi testimonial, pues lo despenó como un vulgar carnicero, con el descabello, cuando lo cabal hubiera sido entrar otra vez y mandarlo a tomar taurina sepultura por arriba, como se merecía Berreón

Con el cuarto, complicado e incierto en la muleta, descastado con su punta de guasa, demostró el oficio que se le supone, imponiéndose por los dos pitones, cruzándose para rebañar  muletazos de uno en uno, ganándole la partida al burí, que terminó echándose en el prólogo final de la faena. Muy digno.


Javier Castaño se ha tenido que llevar la sorpresa de su vida al `cuajar´-verbo taurino que nunca entenderé- a un Cuadri noble y al límite de fuerzas, como si de cualquier toro comercial se tratase, sin obviar la percha del galafate, serio como Fraga Iribarne, pero sin pitón derecho, que se partió rematando en un burladero. Pulseó, templó, y se empalagó de torear `a gusto´, con cadencia y ritmo, pero con pico y pala -a la pala del pitón, se entiende-. Pues de esto, varias tandas, y de lo otro, de lo barato y popular, otro rato delante de la cara del toro, y digo rato porque no sé cómo medir ni contar los trapazos ni los péndulos en tandas. Eso se los dejo a los de Cultura. Manchó el final de la faena dejándose llegar a la taleguilla el medio pitón escaso y ensangrentado del súbdito de Comeuñas. Pinchó y perdió oreja segura. Éste sería un buen toro para otra ganadería, pero para los que vamos a la plaza con Clavelino o Aragonés en la cabeza nos deja un poco fríos. Se parte un pitón con facilidad, flojo de remos, noble tirando a bobo, diez minutos de faena. Algo no cuadri, o algo no cuadra.


El sexto, un caín, que mató a Abel, y que quiso, por sus intenciones hacer lo mismo con Castaño y la cuadrilla, que las pasó canutas en el tercio de banderillas. El salmantino se puso, lo intentó, enseñó el peligro del toro y lo mató como pudo. Decoroso. Por poner un pero, debió machetearlo, poderle por bajo, ganarle la partida claramente, y no dejar la cosa en un `esperate ahí quieto que voy a por la espada y ahora acabamos´.



Digno con el segundo, aseado con la muleta, si bien siempre fuera de cacho, López Chaves nos recordó al buen torero que fué en tiempos no tan lejanos. Nos recordó en todo, hasta en lo de la espada. 

El quinto merece un punto y aparte, un toro de público -léase con el asco y desprecio con que lo pronuncian los taurinos-. Como si el público no tuviera derecho, aunque sea de vez en cuando, a ver algo que le guste y no tener que compartirlo con los toreros. Arreó en varas, que no quiere decir que fuera bravo, se le pegó, en banderillas -para variar- se hizo el dueño y en la muleta regaló casta, genio a raudales, embestidas portentosas, pero desclasadas, como dirían algunos. Ahí había mucho que torear, muchas cosas que poco tienen que ver con el arte que nos han vendido estos días, y sí con la ciencia para dominar a una bestia, con los conocimientos que otorga el traje de luces y con la capacidad de un hombre con la piel curtida a cornadas. Como pasa en muchos de estos escasos casos, Domingo López Chaves perdió la batalla ante un enemigo con un manantial de casta. Mis respetos. Nunca podré pitar a alguién que pierde con las de la ley contra un Toro íntegro. Pero amigo, un matador de toros no puede usar los aceros diecisiete veces para despachar al rival, que la integridad no es sólo exigible a los negros, si no a los matadores también.



jueves, 14 de octubre de 2010

La fiesta en Cultura y en manos de los taurinos





Carlos Ilián


La noticia taurina no estaba en Zaragoza, como debe ser, tratándose de la última gran feria de la temporada. No, estaba esa noticia en el ministerio del Interior a dónde se acercaron siete señores, vestidos de domingo. Nadie sabe quién los eligió para ese cometido de ir pidiendo que los toros salgan de Interior y pasen a Cultura. Ignoro que representatividad tengan un Talavante, un Perera o el mismo Juli. Cayetano podría representar a Armani o a Loewe pero no al conjunto de la profesión taurina. Ayer se vieron con Rubalcaba quien les prometió que los toros pasarán a Cultura en un tiempo breve, una vez que se hayan coordinado todas las cuestiones relacionadas con comunidades autónomas y sus competencias en materia taurina.

Los toros deberían seguir en Interior. Lo de Cultura es un embeleco con un trasfondo diabólico: que los propios profesionales controlen los resortes de la fiesta. Si eso llega a ocurrir, que Dios nos coja confesados.

No me imagino a los funcionarios de Cultura, gente dedicada a labores relacionadas con la pintura, la escultura, la ópera o cualquier otra manifestación de ese rango, metidos en labores de corrales, sanciones por afeitado, control del registro de nacimientos de becerros, ni en el intrincado y misterioso mundo de las suspensiones. A esos buenos hombres y mujeres los devorarían los taurinos de una dentellada.

Es de imaginar que Rubalcaba no vió por la televisión la corrida de ayer aquí, en Zaragoza donde salieron algunos toros literalmente despitonados. Sería un timbre de alarma para que sepa hasta dónde podrían llegar los taurinos con el control del toreo, una vez que la fiesta pasara a manos de Cultura, un ministerio ajeno a las potestades que ejerce Interior.

De todo lo anterior nos acordábamos en el triste espectáculo de toros de sospechosas defensas, inválidos y descastados que se lidiaron ayer. Con tal género sólo César Jiménez logró algún muletazo decoroso en su primero, el único toro de la tarde que medio aguantó unas cuantas embestidas. En el cuarto, que era una auténtica tora, mansa y rajada, el bueno de César se aburrió y nos aburrió en un intento imposible de sacar algo de aquel bóvido.

El torero local, Serranito, sustituyó a última hora a Uceda Leal, aquejado de ciática. Este muchacho que tiene buen corte de torero, pero al que se le pasó el arroz hace tiempo, tuvo enfrente dos imposibles mansos. Su primero, rajadísimo, y el sobrero de Los Bayones a punto de echarse en cualquier momento por su total ausencia de casta.

Matías Tejela se empeño en lucir a su primer toro,una especie de carretón sin casta que embestía como lo haría una borrega. Brindó la muerte de su segundo toro a su apoderado, Enrique Patón. No pudo ser un brindis triunfal porque el de Valdefresno se rajó, literalmente.

miércoles, 13 de octubre de 2010

13-O Golpe de Estado a la Tauromaquia







El Toreo pasará a Cultura, y en su largo transitar a través de los tiempos, nunca habrá estado tan cerca de la Incultura. El G-7 tiene nuevo apoderado: Rubalcaba. 


Lo que es más grave aún: la tauromaquia se la han adjudicado siete personas, con más o menos méritos, que se están encargando de tomar las decisiones que les vienen en gana. ¿Le han preguntado a alguien, a alguno de los que pagamos religiosamente, que pensamos de ésto? Si ni siquiera cuentan con los compañeros...

Cada día lo tengo más claro, estas figuras están dando un Golpe de Estado a la Tauromaquia, con montera en vez de tricornio y con Cayetano en el papel de Tejero. Lo malo -para ellos- es que va a llegar el día que no van a tener nada que gobernar, porque ese arte que están arrastrando hacia el desgobierno está apunto de desaparecer...


Más información AQUÍ.



                                                         







De Pepín Martín Vázquez a Morante


 



Hace unos días, nos enterábamos a través de Toro, torero y afición, de que Pepín Martín Vázquez está chunguillo, y parece que entre medallas, homenajes y reuniones ahora nadie se acuerda de él. 

Dejo un bello artículo publicado en ABC hace unos años por Antonio Burgos sobre uno de los mejores toreros sevillanos que ha habido.


Que se recupere pronto, Maestro.




Antonio Burgos
ABC 9 Mayo 2005




Si los micrófonos, como las azucenas de Gerardo Diego, tienen camisa, Juan Ramón Romero se la rompía de emoción ante el arte de Morante de la Puebla, en la tarde del Carrusel Taurino de Canal Sur Radio. Sonaba Jerez en esas palmas por bulerías que sólo Jerez sabe tocar así. Un torero según Sevilla por fin había cuajado un toro: «Comilón», de Juan Pedro Domecq. Se lo había brindado a Rafael de Paula, le había hecho perfecciones, le había cortado las dos orejas y el rabo, al toro le daban la vuelta al ruedo y Juan Ramón se rompía la camisa del micrófono, como Jerez se rompía las manos en sus palmas a compás.

Hace mucho que muchos esperaban ese momento, que ojalá se repita, y pronto, en la plaza del Arenal. El toreo de Sevilla, hoy por hoy, es como el Vaticano tras la muerte de Juan Pablo II: sede vacante. La fumata blanca de Jerez tiene que llegar a Sevilla. El toreo según Sevilla es una cadena. Una cadena tan rota como las que partió Bonifaz para ganar Sevilla a los moros. José Gómez «Gallito» al margen, esa cadena viene de Belmonte, pasa por Chicuelo, sigue en Pepe Luis, continúa en Curro. Siempre hay un pontífice máximo en la sede hispalense del toreo. Cuando se fue Belmonte vino Chicuelo. Cuando se fue Chicuelo vino Pepe Luis. Cuando se fue Pepe Luis vino Curro. Cuando se fue Curro no vino nadie, más que esa fumata blanca de las palmas jerezanas echando humo.

Pero hay en esa cadena, ay, eslabones rotos. Los eslabones del olvido. Nadie se acuerda de Manolo González, que era el barrio de la Trinidad toreando con los pies juntos, como para darle una levantá a pulso con el capote a su Virgen de la Esperanza de la calle Sol. Y nadie, ay, nadie se acuerda de Pepín Martín Vázquez, el de la Resolana, felizmente vivo y entre nosotros. Con tantas biografías que se editan, Pepín Martín Vázquez, torerazo de Sevilla, eslabón perdido entre Pepe Luis y Curro Romero, no tiene quien le escriba. Fue en los años 40 el gran torero popular de Sevilla, en fama y en arte. Hasta hizo de «Currito de la Cruz» en la versión cinematográfica que Luis Lucia rodó en 1948 con la novela del también injustamente olvidado Pérez Lugín, el de la inacabada «La Virgen del Rocío ya entró en Triana», que terminó José Andrés Vázquez.

Curro Romero es torero gracias al Pepín Martín Vázquez que vio de chaval en esa película, cuando la echaron en el cine de verano de Camas. Curro quiso ser como Currito. Y fue como Pepín: torero de Sevilla. Qué torero y qué época del toreo. La época en que mandan Manolete y Arruza, Pepe Luis y Bienvenida. Miren el cartel de la alternativa de Pepín, 1944, Barcelona: se la da Domingo Ortega y son testigos Pepe Luis y Arruza. Aquellas temporadas, del 44 al 47, aquellas Beneficencias, fueron la etapa dorada de Pepín Martín Vázquez. Hasta que en el fatídico agosto de 1947, diez días antes de la explosión de Cádiz, veinte días antes de lo de Linares, un toro de Concha y Sierra le pegó el cornalón gordo de Valdepeñas. Actúa aquella tarde con un Manolete que no sabe que quizá ya hayan embarcado a «Islero» en Zahariche. Ahí empieza el declive del gran torero de Sevilla, artista muy castigado por los toros como todo el que torea con la femoral, que se retira finalmente en 1953 en Caracas y que desde entonces vive alejado del mundanal ruido de la fiesta y de los papeles, sin exégetas ni partidarios.

Cómo será la crueldad de Sevilla con sus hijos, que a muchos les tendré que dar un dato para que identifiquen a Pepín: es el hermano de Rafael Martín Vázquez, aquel sevillano clásico y elegante que iba por la calle Tetuán vestido de inglés, con su sombrerito de cortas alas y sus andares inconfundiblemente toreros. ¿Lo reconocen ahora? Pues más elegante y más planta de torero todavía debe de seguir teniendo el otro niño torero del señor Curro Vázquez, Pepín, a quien rindo el homenaje de la memoria en esta Sevilla que devora a sus hijos hincándoles el colmillo retorcido del olvido.

martes, 12 de octubre de 2010

La bravura no hace al Cuvillo


Burladero.com

Maite Fernández

Maite Fernández



Sin noticias en el cuartel general. Esta de Cuvillo sigue siendo una ganadería para débiles, para hacer el toreo que tanto gusta a los de la menistra, para que se les derritan las neuronas a aquellos que gozan del toreo sin toro y del toro sin pinta de toro. Que piensa uno, que ya puestos a meternos en lides políticas y culturetas, podrían haber cogido a Pregonero, Ventoso, Ropalimpia, Espoleta, Lanudo o Campanillo, colocarles un cascabel que suene en si bemol, para que parezcan lo que son, mininos con los que culturear, y sentarlos a comer con la ministra, que seguro que será vegetariana y seguidora de José Tomás, como sus seis comensales del Grullo.


Tapados casi todos por los cuernos, algunos ni eso, escurridos de carnes, escuchimizados de los cuartos traseros, `en tipo´o con `hechuras para embestir´, que se dice ahora. ¿En tipo de qué? ¿ con hechuras para qué? El cuento del toro bajo, casi liliputiense, como sinónimo de embestidas portentosas ya no cuela. Zaragoza. Plaza de Primera. Se exige una presentación, un trapío, que va mucho más allá del tamaño de los cuernos. Tampoco se les dió en varas, exceptuando el lote del Tato, que fue tratado en el caballo como si fueran los Victorinos de sus tiempos.  Me sorprende que haya gente, experimentada y con muchos negros en sus retinas, que puedan decir que la corrida de hoy ha sido brava en el caballo. Entiendo que alguno empujó, romaneó, rabeó, mostró fijeza y hasta derribó, aunque hay que decir que más por anemia del equino que por poder del bovino. Pero todas estas cualidades no pueden sostenerse como principal medidor de la bravura. Aquí viene el castigo. Si no hay castigo no hay nada a lo que sobreponerse, y la bravura no es otra cosa sino la desobediencia genética a la derrota, la capacidad del organismo para vencer a la adversidad hasta fallecer si es necesario. Y a estos cuvis apenas si se llevan un refilonazo. Llegará el día en que la suerte de varas se haga sin vara, y  comprobará la bravura del cliente un gordo vestido de gitano con un báculo con la punta del fieltro. Entrarán quince veces al caballo, que llevará un peto de lunares y faralaes, y los cronistas dirán que ha sido más bravo que Bravío. Mientras eso pasa a nosotros nos nos quedará otra que defender la evidencia: estos toros de Cuvillo, mientras no demuestren lo contrario, no son tan bravos como los pintan.


Bravos no, máquinas de embestir, sí. O artefactos de movimiento, porque es imposible imaginar la embestida de un toro sin naturalidad, animalidad o incertidumbre, y los parientes de Idílico no la tienen. Se mueven pero no embisten, o por lo menos no se mueven como toros -en realidad ya casi ninguno lo hace-. 


Con semejante percal, muy favorecedor para el torero en los tiempos que corren, el Tato ha demostrado que segundas partes nunca fueron buenas, y que no tiene suficientes espolones para retarse con los gallos del corral. Faenas fuera de cacho, inseguro, dando más pingüis que un canguro, y lo que es peor, mal pensadas, haciendo todo a la contra, toreando al revés, de abajo a arriba, sin sentido del temple ni de la altura, cosa que no se le puede perdonar a un hombre curtido en mil batallas. 


El Juli se ha visto desbordado en su primero, un novillote impresentable, por la velocidad a la que se movía, y el cabeceo constante de Ventoso, con esas hechuras, seguro hijo de la vaca Ventosidad. Le ha recetado varias decenas de pases, eléctricos, ventajistas y variados. Un popurri de la julimaquia. Curiosamente, el famoso temple del Juli, para una vez que lo necesitaba, no ha aparecido. Orejita de La Misericordia.

Con el jabonero, más grandote y cariavacado, y que también se va de rositas del encuentro con el picador, volvió a reincidir en la cantidad más que en la calidad y en el efectismo antes que en la hondura. En resumidas cuentas, en el toreo barato que es el que proporciona despojos y dineros a los monstruos de la Tauromaquia. No pudo redondear la actuación porque en el tradicional julipié se abrió más de la cuenta y al de Velilla le faltaron dos cuartas de brazo para llegar al morrillo.


Luque fue el Luque que todos conocimos de novillero, pinturero con la capa, arreando, con la yerba en la boca, pero también acelerado y dislocado. Cuasi perfecto en lo accesorio, torerísimos los aperitivos, toreando por bajo, al buen tercero, Ropalimpia, que fue el que más tuvo que torear, y que se ha ido para el desolladero sin saber lo que significa verbo tan extraordinario. Si acaso, son recuperables, ademas de los citados adornos, tres o cuatro naturales de mano baja, compás abierto y pata retrasada en el inicio de faena. Después la cosa se diluyó, mérito de Ropalimpia, que no se dejó engañar por la muleta del sevillano. Ganó la partida. Un metisaca y una estocada entera de efectos fulgurantes hicieron al público pedir la oreja, que el presidente tuvo a bien no concederla. 


En el sexto, volvió Luque sobre sus pasos recientes, sobre las gestas de mentira, el destoreo y las ganas de agradar sea al precio que sea. Luquesinas, arrimones, medios pases, banderazos, desplantes y algun beso, para cortar una oreja sin trapío de plaza de primera.